This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Lo de Coba Rubias, como también al Instituto Jante Mariana, que formó Calpe.
Bueno, pues mi ensayo, versado sobre la economía del bien común,
es un término que ha sido acuñado recientemente por el economista austríaco,
austríaco porque nació en Austria, no porque se encuadra en todo el escuelo austríaca,
ni mucho menos, que es Cristian Felder.
Este señor ha escrito un auténtico Betseller, quizá no a la altura de Piketty,
pero desde luego también un Betseller que ha incluido muy notablemente
en el curso de los acondecimientos políticos de varios países europeos
entre ellos también por desgracia al nuestro.
Parte de las ideas del programa de Podemos no vienen exactamente del programa
del libro de Cristian Felder, pero sí están muy influidas.
De hecho, cuando ahora comentaré varias de las propuestas que lanza Felder,
rápidamente las conectaremos con las que podemos lo que puede proponer.
Por ejemplo, los salarios máximos, es una idea que ya se venía repitiendo,
que les hace bastante tiempo, de hecho, sin ir más lejos, por ejemplo,
Frank Lindran los Rúgel estuvo a punto de imponerlos durante la Grande Presidencia de Estados Unidos,
pero desde luego el vigor que ha cobrado en los últimos años
en parte se debe a las ideas de este economista austríaco.
Entonces, el punto de partida del libro de Felder es que las economías capitalistas
están orientadas al bien particular, al ánimo del lucro y a la competencia salvaje.
Y él dice que hay que reorientar el sistema hacia el bien común y hacia la cooperación.
Hay que olvidarse la competencia y hay que pasar a la cooperación estructural
y a mal entre las empresas del sistema.
Y al entrar, el problema es cómo definimos bien común, sobre todo en materia productiva,
es decir, dado que no todos queremos consumir exactamente lo mismo ni en el mismo momento
ni asumir los mismos niveles de riesgo, lo que para una persona puede ser un bien económico,
para otro, desde luego, puede no ser lo an absoluto.
Y en hecho de que, en conjunto, tengamos que decidir qué hay que producir,
probablemente no lo sabremos de acuerdo.
Si somos dos personas y hay que decidir qué tenemos que producir prioritariamente,
a menos que los dos tengamos las mismas necesidades,
las mismas referencias, no nos vamos a poner en acuerdo.
Precisamente para eso están los precios de mercado, los beneficios empresariales, etc.
Es decir, el sistema de libre mercado que Feldberg se quiere cargar y que quiere reprogramar,
quiere cargarse, suspender el funcionamiento de los precios,
los indicadores que establecen los beneficios empresariales
y quiere sustituirlo por otro sistema que ahora en breve cometen.
Pero como digo, la primera dificultad es establecer que es el bien común.
Y aquí tenemos dos concepciones de bien común.
Una, en realidad, ahora lo comentaré, no es una concepción de bien común,
es una concepción de bien particular impuesta a todo el mundo,
y la otra es una concepción de bien común.
Son dos concepciones que, echando mano de otro economista austríaco,
este nacido en Austria y en la escuela austríaca, que es Friede Haye,
el distinguí entre dos tipos de sistemas políticos, los nomocráticos y los teleocráticos.
¿Cuál es la diferencia entre los nomocráticos y los teleocráticos?
En los teleocráticos, el sistema orienta a todas sus partes a conseguir un objetivo.
Son sistemas políticos finalistas donde, por tanto,
todos los individuos internos y sistemas están subordinados al objetivo general.
Las finalidades y las necesidades de cada parte del sistema
son dependientes de la necesidad impuesta a todos ellos por el sistema.
Son sistemas teleocráticos que, según Haye, tendían al totalitarismo.
La alternativa, los sistemas nomocráticos.
En los sistemas nomocráticos, cada parte podía perseguir sus fines particulares
sin perjuicio de los fines particulares de las otras partes.
Es decir, el sistema nomocrático estableció unas condiciones
para que se pudiesen desarrollar esas múltiples finalidades
y sus múltiples proyectos de vida.
¿Cuál es la concepción de bien común que se desprende cada uno de estos sistemas?
En el sistema nomocrático, es una concepción del bien común muy similar
o muy conectada con la que ahora nos comentaba Vicente,
que tiene Ray Gambre Cristiana, que es, básicamente,
el bien común es aquel entorno jurídico institucional social y económico
donde cada persona puede lograr su concepción particular del bien
y perfeccionarse como persona.
Es decir, no es inconeble a alguien en concreto cuál es su concepción de vida,
sino permitir que esa persona tenga la libertad
para descubrir cuál debe ser su proyecto vital,
tanto para acertar como para equivocarse,
porque no olvidemos que la posibilidad de error, la posibilidad de detectar
lo que queremos es parte, por sustancial, del reflexionamiento humano.
Luego, la otra visión, la teleocrática, el bien común, es que no lo tiene.
Confunde bien común con bien mayoritario.
Félver dice que es el bien común lo que diga la mayoría.
Entonces, lo que quiera el 49% ya debe ser absolutamente laminado
y absolutamente reprimido, simplemente porque no integran
la concepción particular del bien común del 51%.
Por tanto, eso es un bien particular mayoritario,
el bien individual de muchas personas que se han cualdeclado políticamente
y que ha conseguido imponer su concepción, ya digo, particular de bien al resto.
Pero eso no es común, no es compartido por todos,
es una facción que se sobrepone a la otra y que machaca a la otra.
Por tanto, obviamente, una visión mucho más liberal
y también cristiana por insistir en este foro del bien común,
desde luego en los distancias de Félver,
y nos hacía cargas a lo propio economista Ostriaco, que es Jaime.
Pero, obviamente, Félver parte de esta premisa y se ve desarrollando su libro.
Y su libro, acto siguiente, ¿cuál es? Es decir, bueno,
queremos llegar a una concepción del bien común entendido como bien mayoritario,
pero el libre mercado nos conduce a que cada cual,
lo que decía Dames Smith, a través de no la benevolencia del carnicero,
sino a través de su propio interés, consiga descentralizadamente
llegar al interés común, es decir, a la cooperación estructural del sistema,
que ahí esa cooperación estructural Félver, no la ve,
no entiende la cooperación que existe en toda división del trabajo,
yo me especializo en unas cosas, lo que especializa sin otras,
intercambiamos y estamos cooperando en nuestros respectivos proyectos productivos,
incluso vitales.
Y lo que quiere es cargarse eso, quiere desprogramar eso
para orientar la economía hacia donde él o su coalición mayoritaria quiera.
Y básicamente, para desprogramar la economía,
lo que propone es represión económica y financiera
para que los precios no funcionen, para que las empresas no tomen sus decisiones
según sus perspectivas de beneficio empresarial,
y más que explicaros exactamente cuál es su proyecto económico,
creo que es mucho más ilustrativo que os leerá sus recetas.
Más que nada, porque el programa de Félver es un batigurrillo de ideas sueltas,
es decir, él mismo dice que muchas de estas cosas habría que decidirlas en cada asamblea,
y por tanto tampoco tiene un problema muy helado,
sino que lo deja al albur de lo que decida la gente que integre los círculos de cada parte.
Voy a leer las propuestas que él cree que sí deberían implantarse
con algunos matices de las asambleas, pero que consideran, digamos, fundamentales
en una economía, atención del bien común,
luego pensar si esto tiene algo que ver con el bien común.
Solo las personas que trabajan en la empresa deben participar en los beneficios que está genera.
En la economía del bien común hay un salario mínimo y máximo por cada hora trabajada.
Por ejemplo, se puede establecer que lo percibido como máximo por hora trabajada
sea 10 veces lo fijado por el mínimo.
En el futuro no deben existir dividendos.
Las personas pueden involucrarse en las empresas.
La diferencia radica en que por ello no tendrán réditos financieros
ni tampoco podrán vender parte de la empresa en los mercados, participar en la bolsa.
Las empresas deben obtener sus ingresos solamente a través de los productos
que fabrican o de los servicios que prestan, no a través de sus operaciones financieras.
La quiebra es improbable en la economía del bien común.
En la economía del bien común todas las empresas preparadas
para cooperar de un sector afectado por la crisis podrían convocar
un comité de crisis o de cooperación para discutir diversas formas
de repartir los costes de la crisis.
En el sistema de la economía del bien común todas las personas
se tomarán un año por década en su vida laboral para dedicarse a otras cosas.
En la economía del bien común ya no van a existir ni bancos
ni aseguradoras enfocadas al beneficio.
El sistema financiero se va a convertir en un bien público.
Las pensiones y por ende su reparto no van a ser por ello menos seguras.
El dinero en forma de crédito debe ser un bien público
y los mercados financieros deben ser cerrados.
Las personas depositarán sus activos financieros en la banca democrática,
bancos cooperativos o cajas de ahorros,
que solo negociarán con depósitos y créditos.
Las personas viven de los salarios, no de los rendimientos del capital.
La sociedad tan mínima del futuro será una sociedad
con participaciones de ciudadanos a nivel regional o global.
Básicamente el Banco Central se ocupará de la financiación
del Estado sin intereses.
No debe haber en el futuro ni derivados ni títulos de crédito
pero tampoco ofertas públicas de venta ni fusiones
ni adquisiciones de empresas.
Los precios de las materias primas se fijarán democráticamente
en una asamblea en la que productores y consumidores acordarán
conjuntamente precios reaccionables para más partes.
El Banco no buscará maximizar sus beneficios
y por tanto su tendencia al riesgo es débil.
El Banco Central evita la quiebra de bancos mediante la recapitalización.
No habrá intereses ni en créditos ni en depósitos de ahorro.
El salario mínimo debe garantizar una vida adivina.
Podría estar referenciado a una cesta de buena vida
y establecerse en 150 euros mensuales como valor orientativo.
Se debe debatir en la economía el bien común sobre un top máximo
que limite la propiedad privada, por ejemplo 10 millones de euros.
Mejor sería que un organismo social independiente
de gobierno guiar a las empresas.
Se podría concebir un parlamento económico regional
que, actuando como representante del pueblo soberano,
participará en el consulfo de la administración
de todas las empresas de una región.
Después de 20 años, el fundador de una empresa con 100 empleados
no debería tener matemáticamente ningún acceso al beneficio.
Se trata de evitar que los propietarios de las grandes empresas
efectúen una desproporcionada retirada de beneficios
para su enriquecimiento personal.
Obviamente, todo esto es cargarse de la economía del mercado
en cualquiera de sus formas conocidas y por conocer.
Esto es la muerte de cualquier economía del mercado,
incluso de cualquier social democracia
que pretenda construirse sobre los redictos tributarios
de la economía del mercado.
Básicamente porque te cargas la cooperación.
Dentro del mercado te cargas cualquier incentivo
a producir quienes estéis un poco versados en el debate
sobre si el cálculo económico verá posible
en las economías legalistas.
El primer tercio del siglo XX,
a cuenta de otro economista austríaco,
de Hayek y de otro economista austríaco,
Lufthorn Mises, podrías reconocer
que con este programa no existe cálculo económico posible.
Y si cálculo económico, decía Mises,
no existe manera racional
y manera cooperativa
de asignar los recursos en la economía del libre mercado.
Si cálculo económico es ordeno y mando.
Esa economía militar.
De hecho, tened en cuenta que el socialismo militar
fueron los primeros meses del socialismo de guerra,
fueron los primeros meses de organización
del dominismo, y era el dominismo en su estado.
Un comité central lo decidía absolutamente
todos sin tener ni un solo feedback
de la estructura de la economía.
Entonces, esto se cargaría la economía
y se lo cargaría todo.
Silver, obviamente, lo ve los problemas,
porque cree que al final si todos actuamos de buena fe,
no hay problemas de información,
no aparece ni el problema de incentivo,
lo que basta es que todos queramos ser buenos
y producir bien para todos
adecuadamente.
Pero claro, si ve que hay algún problema para empezar,
¿por qué?
Porque obviamente si de entrada,
si tú no quieres que los capitalistas obtengan ningún redito,
nadie ahorrará y nadie inventarán empresas.
Es decir, ¿quién va a asumir un mínimo riesgo
para no obtener ningún retorno a cambio?
Es algo a cambio de nada.
Entonces, la tercera parte de su sistema es
cómo financiar su proyecto de la economía del libre.
¿Cómo conseguir capital suficiente
para que siga haciendo empresas
que sin obtener beneficios
y partir dividendo a sus miembros
y sin tener la posibilidad de coordinarse
a través de los beneficios y de los precios
que se fijan en el mercado, decidan operar en el mercado.
Y aquí tampoco me voy a...
No quiero extenderle mucho,
porque básicamente no os podéis imaginar
de dónde el capital
para financiar todo esto,
que es de una escandalosa y salvaje
confiscación y expropiación
de la propiedad privada.
Si quiero remarcar
una expropiación
que Feldberg propone
y que además liga
bastante con las nuevas propuestas
de renta básica que de nuevo escuchamos
en determinados círculos,
que es la expropiación de la herencia.
Feldberg no quiere
que haya herencia más allá de un cierto
límite menor en la hora de
quizá 200.000 euros
a extensión de la vivienda personal,
aunque dice que este límite se podría subir.
¿Y qué sucedería con todo el capital
legado en herencia?
El quiere expropiarlos a esos 200.000 euros,
crear un fondo
hereditario
al que tendría acceso
cada libro de la sociedad.
Y, por tanto, al nacer se le daría una parte
de ese fondo hereditario.
Dejadleos las citas sobre la herencia.
La herencia se mantiene
hasta ciertos límites. Los activos heredados
que excedan ese límite se traspasan
a un fondo intergeneracional público
cuyo contenido se repartirá
de manera equitativa como una dote democrática.
Entre los descendientes de la siguiente generación.
El límite se podría poner
en las silencias monetarias y inmobiles,
por ejemplo, en 500.000 por 700.000 euros
por persona, ahí incluida
la vivienda personal.
Por tanto, claro,
esto tiene bastante poco que ver
con una economía de bien común. Pero es que, además,
y ya con esto termino,
quiero...
Al final del libro de Felver, ahí le hacen
una entrevista preguntándole
sobre la menosimuditud
del pragmatismo, de su aplicación
de su sistema de la economía de bien común.
Y una de las preguntas se dirige
justamente a cómo se conciliarían
todos los distintos intereses, por ejemplo.
Imaginemos que, en la Comunidad Autónoma
de Madrid, o sea, no lo quiera, se implanta
una economía de bien común, pero no en el resto
de España.
¿Cómo podría funcionar
ese sistema donde unas partes están
en la economía de bien común, otras no?
¿No serían las empresas todas fuera
de ese paraguas totalitarios
en una economía algo más libre?
Y claro, una economía de bien común
debería tender hacia la economía de intereses,
hacia la cooperación estructural
pacífica, etcétera.
Y cuando le preguntan
sobre esto, Felver
contesta muy escutamente.
El libre comercio
sería una amenaza
para una individual, o sea,
una aislada de economía de bien común.
Por tanto, ahí ya veis
que existe el germen
de ese
benicismo estructural
y de esa lucha estructural
de esa desarmonía de intereses que habría
en una economía de bien común
aislada.
Y de hecho, hay una cita que se atribuye
apocrifamente a Bastiat,
que es que si las alcancías no cruzan
las fronteras, lo harán los soldados,
lo harán los ejércitos. Bueno, pues aquí
Felver prácticamente está dando la razón a esto.
De hecho, si montamos
una economía de bien común regional
y en la región del lado
hay una economía libre,
esta economía libre es una amenaza para nosotros
y ya sabemos en qué
generan más amenazas en todos los sentidos.
Si esto es bien común, pues,
muchas gracias.