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Los medios de epidemia han disparado la demanda de algunos productos, como las mascarillas o los geles desinfectantes, que en consecuencia han multiplicado sus precios
con respecto a sus niveles habituales. Esa fuerte elevación de los precios ha llevado a su vez a algunos gobiernos a tomar medidas muy intervencionistas para tratar de controlar esa desbocada alza de precios
pero realmente han hecho lo correcto, realmente medidas como las que pueda haber adoptado Emmanuel Macron en Francia, consistentes en re-quisar todas las mascarillas que hay dentro del país
para que sea el estado quien las distribuya conforme a las necesidades sanitarias que aprecie, es una medida correcta que va a contribuir a contrastar, a frenar, a combatir la extensión de la epidemia o, por el contrario, el hecho de que se adopten estas medidas
que impiden que el mercado funcione habitualmente a la hora de producir mascarillas puede contribuir a lo contrario, a que haya una escasez generalizada de las mismas y a que por tanto no estén disponibles para los servicios más fundamentales, más pedentorios
en el contexto actual. Bueno, recordemos lo fundamental, ¿por qué se elevan los precios en un contexto como el actual? Pues simplemente porque la demanda se ha disparado, si la oferta a corto plazo se mantiene más o menos constante
y hay mucha más gente que está dispuesta a pagar mucho más por una mascarilla o por un gel desinfectante, pues si tenemos 100 unidades de un producto y hay demandas por 500, entonces habrá que racionar quién compra y quién no compra el producto, es decir, quién accede y quién no accede al producto
hay 500 personas que lo quieren, solo hay 100 unidades, por tanto no todos a corto plazo pueden tener el producto. En el mercado el mecanismo más elemental de racionamiento, el mecanismo más primario, más inmediato de determinar quién adquiere el bien y quién no lo adquiere es el sistema de precios
si los precios suben, entonces aquellos que estén dispuestos a pagar más por el producto serán quienes se quedarán con el mismo y aquellos que estén dispuestos a pagar menos no podrán acceder al menos a corto plazo a ese producto
en general se trata de una forma de distribuir el bien, de distribuir la mercancía que tiene bastante sentido, ya que en general quien está dispuesto a pagar más es porque valora más el bien y quien está dispuesto a pagar menos es porque valora menos el bien
además quien está dispuesto a pagar más porque puede pagar más también es aquel que previamente ha producido y ha vendido en el mercado, mercancías que otras personas valoran mucho, de tal manera que lo que está haciendo en última instancia es recojo valor del mercado porque previamente he aportado valor
recibo porque previamente he dado y recibo en una magnitud de valor que es equivalente a la magnitud de valor que he aportado antes y sin la cual no tendría el poder adquisitivo para comprar esa mascarilla, ese gel desinfectante, ese producto que se está encareciendo de precio
por tanto la elevación del precio es una forma de racionar una oferta que es insuficiente para satisfacer a toda la demanda, sin embargo si esa fuera toda la función de la elevación de los precios, racionar la demanda ante una oferta que es insuficiente para satisfacer a la totalidad de esa demanda
cabría en ocasiones afirmar que quizá haya otros mecanismos de racionamiento de la demanda que tengan más sentido que el sistema de precios, por ejemplo que el estado requise confiscar toda la producción presente de un bien, de una mercancía
y la distribuye en función de las necesidades que el estado aprecia que existen, aun cuando obviamente nos enfrentemos a problemas de corruptelas y de que el estado reparta a los bienes no en función de las necesidades que el aprecie sino en función de los intereses y las redes clientelares que tengan montadas
pero veando ese problema uno podría decir ¿y por qué el mejor criterio para distribuir una mercancía en cualquier contexto ha de ser el precio de mercado y no en cambio las necesidades objetivas que el estado aprecie que existen?
Bueno, dejando de lado si existen o no existen necesidades objetivas porque si podríamos decir que si tenemos un determinado propósito, por ejemplo vencer una pandemia o vencer una epidemia, a lo mejor la distribución de mascarillas que arroja el sistema de precios no es la más adecuada para frenar la epidemia, para frenar la pandemia
en cuyo caso sí podría ser cierto que dado ese objetivo la distribución de ese escaso bien que efectúe el estado a través del boletino oficial del estado sea más eficaz que la distribución que efectúe el mercado a través del sistema de precios
pero como digo la única función de la elevación de los precios no es reaccionar la demanda, de hecho diría que no es la principal función de la elevación de los precios, que los precios suban, incluso que suban mucho tiene una segunda función fundamental
que es estimular el incremento de la oferta, repetimos estamos en un contexto en el que la demanda por buenos o malos motivos pero la demanda es mucho mayor que la oferta y por tanto si la oferta no aumenta
lo único que sucederá o lo único que podrá suceder es que tendrán que repartirse los muchos demandantes un stock insuficiente, un stock minúsculo de oferta
pero qué sucede si conseguimos incrementar la oferta de ese bien a corto o a medio plazo para que haya suficiente cantidad para satisfacer la demanda de todos aquellos que la quieren comprar, que lo quieren comprar
pues entonces que no habrá nadie que se quede fuera y todas las demandas sean satisfechas, pues bien la subida del precio de mercado de un bien indica que hay que producir una mayor cantidad de ese bien
está enviando la señal al resto de empresarios en el mercado que hay que producir menos televisores, mesas, sillas, lo que sea y producir más mascarillas o geles desinfectantes
no solo les manda la señal, no solo les manda el aviso, cuidado ha subido el precio, por tanto es más rentable, es más conveniente, es más necesario, es más urgente producir este bien
también les proporciona el incentivo para lanzarse a producirlo, ¿por qué? Porque aquellos que produzcan una gran cantidad del bien cuyo precio se ha encarecido obtendrán un beneficio muy alto
por tanto el empresario, los capitalistas en primer lugar estarán dispuestos a lanzarse rápidamente a producir mayor cantidad de ese bien
y segundo, también los capitalistas, los empresarios estarán dispuestos a pagar precios extraordinarios por los factores productivos para conseguir movilizarlo rápidamente en producir una mayor cantidad de ese bien
si yo sé que yo puedo vender una mascarilla a 50 euros y un trabajador en una hora es capaz de producir 10 mascarillas, pues entonces estaré dispuesto a pagarle la hora extra a 100, 150 o 200 euros para que ese trabajador también esté dispuesto a trabajar la mayor cantidad de horas extra posibles
o para que los vendedores de las materias primas que necesito para producir la mascarilla también hagan horas extra para producir una mayor cantidad de bienes intermedios de materias primas de inputs que son necesarios para que yo siga produciendo la mascarilla o para que yo incremente mi capacidad para producir mascarillas lo antes posible
cuanto mayor sea la subida del precio más cantidad de mascarillas de geles desinfectantes se van a producir y más rápidamente se van a producir el dinero es tiempo, es decir, si pagamos y estamos dispuestos a pagar mucho se acelerarán los procesos productivos para que lleguen esos bienes que demandamos con tanta urgencia lo antes posible
en este sentido fijémonos que el estado si puede reemplazar la función que hace el mercado a la hora de distribuir las mascarillas en función con el precio, es lo que hemos dicho, existe la alternativa de que un stock limitado de mercancías se distribuyan a los que más están dispuestos a pagar por ellas
o a que se las quede el estado y las distribuyan función de las necesidades que el aprecie como objetivas en un determinado contexto, esa función ya digo más o menos la puede reemplazar mejor o peor pero la puede reemplazar
ahora bien, si el estado, por ejemplo, el estado francés, requisa todas las mascarillas y paga un precio de 3 o 4 euros por mascarilla, qué incentivo existe, qué incentivo extraordinario existe para que el sistema productivo francés se ponga las pilas con centres recursos para fabricar masivamente en grandes cantidades y muy rápido nuevas mascarillas
no existe absolutamente ninguno, por tanto, sí, Macron podrá quedarse con todas las mascarillas que había en este momento en Francia y las podrá distribuir como él guste, pero el mes que viene habrá el mismo número de mascarillas que había el mes anterior
no habrá una mayor cantidad de mercancías de las que había antes o al menos no muchas más, en cambio, si Macron hubiese dejado que suban los precios de mercado todo lo que tienen que subir en función de la demanda de mascarillas, rápidamente se habrían movilizado factores productivos para multiplicar la cantidad de mascarillas
de geles desinfectantes y, por tanto, la accesibilidad a los mismos habría sido mucho mayor de lo que, finalmente, sería. Ante esto, por cierto, habría que objetar dos tipos de críticas o dos tipos de contraargumentaciones
la primera es que uno podría decir, bueno, es verdad que el mercado, al permitir la elevación de los precios y, por tanto, a incentivar que se produzcan muchas más mascarillas, consigue aumentar mucho la oferta y, por tanto, que a medio plazo no haya desabastecimiento
pero si el peaje que hay que pagar para que no haya a medio plazo desabastecimiento es que hoy, a corto plazo, las mascarillas se las queden aquellos que están dispuestos a pagar más por ellas y no aquellos que las necesitan más, por ejemplo, el personal sanitario, entonces no es un peaje que estemos dispuestos a pagar, no es un peaje que debamos pagar
pero, por lo consiguiente, aún así Macron podría haber hecho lo correcto. Sin embargo, existe una alternativa a cambiar la distribución de las mascarillas tal cual la arroja el mercado en función del sistema de precios sin abortar al mismo tiempo el funcionamiento del sistema de precios
y esa alternativa es que, si Macron cree que la distribución de mascarillas no es la correcta en función del sistema de precios, que el estado francés compre, no confisque, compre las mascarillas a su precio de mercado, que el precio de mercado se ha multiplicado por diez, pues que el estado francés
si considera que es muy importante que esas mascarillas no las compren ciudadanos franceses particulares, sino que estén en los hospitales públicos de Francia que compren las mascarillas a su precio disparado. De esa manera, el estado, que tiene una capacidad fiscal enorme para pagar lo que quiera, podrá comprar las mascarillas, las podrá distribuir como quiera
pero no impedirá que el sistema de precios mande la señal al resto del sistema productivo y a su vez incentive que esa señal se siga, es decir, incentive que se produzcan muchas más mascarillas. Esta sería la primera objeción. Es una objeción incorrecta porque había alternativas mucho mejores a lo que ha hecho Macron.
La segunda objeción sería que Macron puede confiscar las mascarillas y buscar mecanismos alternativos para conseguir que la oferta de mascarillas aumente. Por ejemplo, utilizar el BOE no sólo para confiscar las mascarillas, sino para ordenar, para mandar a las fábricas de mascarillas francesas que produzcan muchas más mascarillas, incluso a pérdida.
Este segundo contra argumentos, sin embargo, tiene dos problemas. El primero es que, bueno, quizá el estado francés es verdad, pueda ordenar el aumento de la producción de mascarillas o de geles desinfectantes cuando estamos hablando de que tiene que planificar la producción de un bien, de dos bienes, de tres bienes.
Pero ¿qué pasa si la escasez de productos sigue avanzando y llegamos a un contexto en el que escasee prácticamente todo? ¿De verdad el estado francés dando órdenes desde el BOE será la entidad más eficiente para planificar la totalidad de la economía?
¿Cómo el estado francés, sin dejar que funcione el sistema de precios y sin que, por tanto, a través del sistema de precios, conozcamos qué bienes son relativamente más escasos, aquellos que se encadecen relativamente más, y qué factores productivos son relativamente más valiosos en cada una de las líneas de producción, aquellos que tienen un coste más alto son los más escasos, los más valiosos, y los que hay que economizar en mayor medida?
¿Cómo el estado francés, sin dejar actuar al sistema de precios, sabrá qué producir y cómo producir al menor coste posible, es decir, minimizando el despilfarro y maximizando la producción de todo lo que se quiere producir?
No podrá hacerlo, ya sabemos que ese es un mecanismo fallido, fracasado, que se intentó en países socialistas planificar centralizadamente la economía y no funcionó.
Pero hay un segundo problema, y es que el estado no es, en muchos casos, tan eficaz a la hora de generar incentivos para empujar al aumento de la producción de lo que es el mercado a través de los incentivos naturales que nos proporciona el sistema de precios.
Imaginemos que el estado francés le dice a una compañía, tienes que producir muchas más mascarillas, te ordeno que produzcas muchas más mascarillas.
Bien, la orden, la lanza, ¿pero qué hará la empresa para producir más mascarillas? ¿Puede la empresa obligar a los trabajadores a que trabajen muchas más horas extra?
¿O la empresa para incentivar a que los trabajadores trabajen más horas extra les tendrá que pagar un salario creciente? ¿Un precio creciente por las horas extra?
Si la empresa no puede cobrar más por las mascarillas, tampoco podrá pagarles más por las horas extra, y si no les paga más por las horas extra, sin que pueda obligar a los trabajadores a trabajar más, probablemente no conseguirá que los trabajadores o que muchos más trabajadores quieran trabajar muchas más horas.
Por tanto, el incentivo que genera el sistema de precios es más intenso dentro de cada empresa existente que la orden, que el palo, que pueda darnos el BOE, que pueda darnos el estado.
Además, no se trata solo de que las empresas ya existentes produzcan más mascarillas, también puede ser necesario que aparezcan nuevas empresas que quieran producir mascarillas.
¿Cómo va el estado a conseguir que empresarios que podrían estar dispuestos a producir mascarillas y sube el precio, pero que no están dispuestos a producir mascarillas al precio normal se lancen a producir?
Es que el estado sabe quiénes son todos aquellos interesados en producir mascarillas. No.
Y si el estado crea una empresa pública de producir mascarillas, tendrá que contratar personal. ¿A ese personal cómo lo va a traer? ¿Con salarios más altos?
Pues entonces estará pagando un precio mayor. ¿Con salarios igual de bajos que hasta la fecha? Pues entonces a lo mejor no encuentra suficientes trabajadores que quieran trabajar con el suficiente esfuerzo y suficiente horas extra para multiplicar la producción a corto plazo.
Y tercero, si no se pagan precios más altos por las mascarillas, ¿los productores y extranjeros de mascarillas querrán exportar muchas más mascarillas a Francia de las que exportaban antes?
Claramente no. Por tanto, si tenemos un problema de suministro de mascarillas y no incentivamos a que las empresas francesas ya existentes produzcan muchas más mascarillas a que se creen nuevas empresas productoras de mascarillas o a que los productores extranjeros vendan sus mascarillas en Francia,
consolidaremos un nivel de desabastecimiento mayor que si permitiéramos que los precios de mercado aumenten, reflejando la escasez real de mascarillas en relación con la demanda, y si el Estado, como he dicho, considera que no hay que distribuir esas mascarillas en función de la capacidad de pago de la gente,
sino en función de otro tipo de criterio, pues que sea el Estado el que pague las mascarillas a su precio y las distribuya como él luego considera oportuno.
En definitiva, vamos a ver por desgracia, mucho me temo, muchos intentos gubernamentales por controlar precios durante los próximos días o las próximas semanas.
Hay que permitir que el sistema de precios opere libremente. El sistema de precios es el mejor mecanismo que conocemos para transmitir información de manera muy dispersa y de manera muy generalizada a todos los rincones de la economía.
Si interrumpimos el funcionamiento de ese sistema informativo, no transmitiremos la información que necesitamos para coordinarnos mejor.
Y además, el sistema de precios no solo es un sistema informativo, es también un sistema de incentivos, y si nos cargamos los incentivos para en estos momentos tan delicados acelerar nuestras actividades,
incrementar nuestras actividades para contribuir más, en general bienestar para la sociedad, produciendo mascarillas o produciendo geles, los individuos no se van a esforzar tanto como de otra manera alternativa,
y por tanto no vamos a tener tantos bienes como los que necesitamos para combatir, para contrarrestar el periodo de dificultades al que nos enfrentamos.
Por tanto, más allá de que otro tipo de intervenciones puedan ser convenientes o no, dejen al sistema de precios libre.
Subtítulos por la comunidad de Amara.org