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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Hoy quiero hablaros sobre un vídeo de Marta Flinch, más en concreto, este.
Bueno, volviendo a las aportaciones de la derecha, lo que parece que no es una propuesta
seria es la de bajar impuestos o directamente no pagar impuestos si tienes mucho dinero.
Más insensata sería la propuesta de eliminar impuestos durante esta pandemia.
De alguna parte tendrá que salir ese dinero, no acabo de entender.
A ver, céntrate, si piensas que eliminar o bajar los impuestos nos hagas apludir a las
8, porque con esos impuestos es con lo que se paga el sueldo a esos sanitarios, a las
fuerzas de seguridad del estado, etcétera. Es peligroso, es peligroso tener un espejo
en la ultraderecha, una ultraderecha españafóbica, una ultraderecha que todo lo que dice y hace
van contra los intereses de los españoles, es curioso, ¿no? Todo lo que dicen o es falso
o está manipulado, todo es todo. La ultraderecha está invalidada por sus mentiras, sí.
Como veis el argumento es muy simple, si no quieres pagar impuestos entonces no tienes
que aplaudir a aquellas personas que están en la primera línea del frente tratando de
salvarles la vida a los españoles, como los médicos o los cuerpos y fuerzas de seguridad
del estado. Sin embargo, este argumento es tan simple como tramposo, y es tramposo por
tres razones. Primero, cabe la posibilidad de bajar impuestos contra el recorte del gasto
futuro, no del gasto presente. Una persona que proponga bajar impuestos hoy no necesariamente
está abogando por recortar los gastos hoy, de la misma manera que la izquierda quiere
subir los gastos hoy de una manera extraordinaria, sin que de momento estén planteando brutales
subidas de impuestos hoy. ¿Por qué se puede bajar el gasto hoy sin recortar el gasto hoy
o por qué se puede subir el gasto hoy sin subir los impuestos hoy? Porque hay un instrumento
que se llama deuda pública. Con la deuda pública gastas hoy y recaudas mañana o dejas
de recaudar hoy y recortas el gasto mañana. Personalmente no soy nada partidario de abusar
de la deuda pública, pero en la actual coyuntura parece que vamos de camino a emitir enormes
cantidades de deuda pública y, por tanto, uno puede hacer el argumento perfectamente
legítimo de utilicemos esa deuda pública no para hipertrofia del gasto público, no
para tratar de reconstruir la economía con cargo al dirigismo estatal, con cargo a la
chequera estatal, sino reconstruyamos la economía eximiendo a las empresas productivas, a los
trabajadores productivos de pagar impuestos durante varios años para que esas personas
tengan más capacidad para consumir y, sobre todo, para invertir y, por tanto, producir
durante los próximos años. Este es un argumento acertado o desacertado, pero perfectamente
legítimo y que no tiene nada que ver con que si se puede aplaudir o se puede dejar
de aplaudir al personal sanitario y a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado
a las 8 de la tarde. Segunda trampa del argumento de Marta Flinch. Parece dar a entender que
los impuestos se dirigen prácticamente en su totalidad a pagar los sueldos del personal
sanitario y del personal de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Obviamente
no ofrece ninguna cifra para resbaldar esta afirmación tan osada, pero ya que ella no
las ofrece, pues las vamos a ofrecer nosotros. En el año 2018, que son los últimos datos
desagregados disponibles, la recaudación total del Estado español, todo lo que recaudó
el Estado español por impuestos y por otros ingresos del Estado, ascendió a 471.000 millones
de euros. ¿Qué parte de todo este dineral fue a parar al sueldo del personal sanitario?
32.120 millones de euros. ¿Y qué parte fue a parar a los salarios del personal de defensa
y del personal de las fuerzas de seguridad del Estado? 18.180 millones de euros. Es decir,
si sumamos los salarios, las compensaciones salariales del personal sanitario y de los
cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, tenemos que el gasto destinado a esta partida
es de 50.300 millones de euros. Comparemos 50.300 millones de euros en sueldos al personal
médico y al personal de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, con 471.000 millones
de euros. Estamos hablando de que menos del 11% de toda la recaudación tributaria va
a parar a estas dos partidas que, según Marta Flinch, son las que justifican que paguemos
impuestos. Incluso si no nos queremos entrar solo en los salarios del personal y consideramos
que obviamente este personal tiene que trabajar con un equipo y con una infraestructura para
la que también se requiere de gasto, pues demos los datos. El gasto total en defensa
y en seguridad, en cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, no solo en personal, sino todo
el gasto vinculado a estas partidas es de 24.324 millones de euros y todo el gasto en
sanidad, incluyendo también gasto en medicamentos y demás, es de 72.017 millones de euros.
Sumándolos, sumando ambas partidas, tenemos un gasto en sanidad en defensa y en seguridad
de 96.341 millones de euros, el 20% de toda la recaudación tributaria. Por tanto, puede
una persona que está a favor de bajar impuestos, aplaudir al personal sanitario público y al
personal de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, aunque esté a favor de bajar impuestos,
por supuesto, porque a lo mejor está a favor de bajar impuestos en otras partidas que no
sean estas dos. Hay un 80% de recaudación tributaria que no va a parar a estas dos partidas,
que según Marta Flings, serían las que necesariamente se tendrían que recortar si
vieramos rebajar los impuestos. Y con esto no estoy diciendo, porque sería un argumento
muy demagogo por mi parte, que a España le vaya a resultar fácil bajar impuestos sin
recortar partidas de gasto público, que para mucha gente pueden ser intocables y contra
cuyos recortes mucha gente protestaría. Pero este es otro debate distinto al dilema moral
en el que intenta colocar Marta Flings a su auditorio. Lo que está diciendo Marta Flings
es, si tú quieres bajar impuestos, estás necesariamente a favor de que les bajen el
sueldo a las personas que hoy se están jugando la vida por los ciudadanos. Por tanto, poco
más o menos eres un psicópata, no necesariamente. Puedes estar a favor de bajar impuestos, incluso
de bajar impuestos con mucha intensidad y de no querer tocar un solo euro a el salario
de estas personas. Incluso estar a favor de subirles el salario a estas personas. Porque,
por ejemplo, existen otras partidas que mucha gente tampoco querrá haber recortadas, pero
que están totalmente al margen de las que ha mencionado Marta Flings, que son partidas
muy cuantiosas y que podrían dejar perfectamente margen para bajar impuestos de manera sostenible.
Por ejemplo, los gastos en cultura, ocio y religión ascienden anualmente a 13.353 millones
de euros. Los subsidios estatales, tanto por transferencias corrientes como por transferencias
de capital a actividades económicas, es decir, lo que el Estado paga a determinadas empresas
para que desarrollen determinado tipo de proyectos, para que mantengan determinados
volúmenes de empleo, para que ofrezcan sus servicios a precios más baratos, esos subsidios
a subvenciones a la actividad empresarial ascienden a 21.462 millones de euros.
Y finalmente, el gasto en lo que podríamos llamar burocracia estatal, no toda la burocracia
estatal, evidentemente, se puede suprimir, no puede reducirse a cero, porque si tenemos
un Estado muy grande, demasiado grande a juicio de muchos, se necesita una mínima infraestructura,
una mínima burocracia, para coordinar todo ese Estado gigantesco. Pero desde luego, si
hay una parte de esa burocracia, mayor o menor, que a buen seguro, se puede suprimir, ¿cuánto
gastamos en burocracia estatal? 36.980 millones de euros. Hay que decir, por cierto, que este
gasto es menor que el de otros países que tienen una burocracia muy centralizada, como
Francia o Portugal, es decir, no es un gasto vinculado a que tengamos una burocracia descentralizada,
una burocracia estructurada en forma de las autonomías. Pero aún así, hay margen de
recorte en el gasto burocrático, 1.000, 2.000, 5.000, incluso 10.000 millones, muy probablemente.
En total, por tanto, estamos hablando de un monto cercano a los 50.000 millones de euros
de potenciales recortes. Recordemos, el gasto en salarios del personal sanitario y de los
cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que citaba Marta Flinch como barrera absoluta
a cualquier rebaja fiscal, eran 50.000 millones de euros. A lo mejor es que no hay que tocar
necesariamente el salario de estas personas que hoy están en primera línea, y a lo mejor
sí que hay que tocar el gasto de todo lo demás. Los gastos mucho más superfluos que
no están contribuyendo en demasía a hacer frente a la pandemia, a la que ahora mismo
nos estamos enfrentando, y que probablemente tampoco van a contribuir de un modo positivo
y decisivo a salir de la crisis económica que nos habrá dejado la pandemia, a la reconstrucción
económica de España. Más bien es al revés, los impuestos bajos con recortes a largo plazo
del gasto público, sí pueden ayudar a que se dinamice la actividad empresarial, la inversión
nacional y extranjera, y eso es lo que necesitamos para reconstruir rápidamente la economía
española. Pero además en el discurso de Marta Flinch existe una tercera trampa. Imaginemos
que una persona está a favor de bajar impuestos porque quiere privatizar todos los servicios
públicos o prácticamente todos los servicios públicos, incluyendo la sanidad e incluyendo
los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Significa esto que esta persona que plantea
esta propuesta, privaticemos todo el Estado a cambio, obviamente, de que el Estado deje
de recaudar impuestos porque si no te ofrece un servicio del Estado no tiene sentido que
te cobre un impuesto por el servicio que supuestamente habría ofrecido, privaticemos el Estado.
Habramos el Estado a la competencia, permitamos que el ciudad no escoja proveedor de servicios
sanitarios, de servicios educativos, de servicios de seguridad y a cambio eliminemos los impuestos
no un 5%, no un 10%, sino un 90%, un 95%. Una persona podría hacer este razonamiento
que será mejor o será peor. Yo personalmente creo que es un razonamiento muy atractivo,
muy atrayente, pero otros pueden estar en contra por motivos económicos, por motivos
filosóficos, pero ese no es el debate. La cuestión es una persona que plantea esta política,
que plantea desarmar, que plantea desarticular el Estado no para que no haya sanidad, no
para que no haya educación, no para que no haya seguridad, sino para que esos servicios
sean prestados desde el sector privado para que los ciudadanos puedan escoger dentro de
un sector privado competitivo cuál es el proveedor mejor, el que prefieren, el que
se ajusta de una manera más cercana a sus necesidades. Esa persona que haga ese planteamiento
no debería poder aplaudir a las 8, a las personas que hoy dentro del sistema que tenemos,
que es un sistema estatalizado con un estado muy grande, a esas personas que dentro del
sistema que tenemos se están jugando la vida para protegernos la vida a todos los demás,
pues evidentemente que los puede aplaudir. Y los puede aplaudir sean esas personas funcionarios
del Estado o sean esas personas trabajadores en la empresa privada, porque cuando se aplaude
a las 8, salvo que uno sea extremadamente sectario, no se aplaude en función de la
relación laboral que mantenga en cada una de estas personas, de si su empleador es
el sector público o es el sector privado. Entiendo que se aplaude a todos aquellos que
están repito en la primera línea de batalla contra el virus, se aplaude a los sanitarios
de la sanidad pública, se aplaude a los sanitarios de la sanidad privada, se aplaude
a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, se aplaude a los cuerpos y fuerzas
de seguridad de empresas privadas, se aplaude a los cajeros o cajeras privados del supermercado,
se aplaude a los repartidores privados de empresas de distribución, se aplaude a todas
las personas con independencia de quién les pague el salario a fin de mes, que hoy están
prestando un servicio valiosísimo para la sociedad. Y por tanto, esto es independiente
de si te gustaría que las personas a las que están aplaudiendo estuvieran trabajando
en el sector público o estuvieran trabajando en el sector privado, a cambio claro de que
te bajen los impuestos para que puedas contratar esos servicios en el sector privado, porque,
o sea, de paso, no tiene mucho sentido plantear, yo no podría pagar un servicio en el sector
privado con mi sueldo actual, cuando tu sueldo actual es un sueldo ultra esquilmado por unos
impuestos gigantescos dirigidos justamente a pagar forzosamente los servicios que proporciona
el Estado. Pero de nuevo, este es otro debate. La trampa en el razonamiento de Marta Flinch,
la tercera trampa es que uno puede aplaudir a los sanitarios y a los cuerpos y fuerzas
de seguridad, aunque sean del Estado, y aunque tú quieras que dejen de ser del Estado, porque
les estás aplaudiendo no por el hecho de ser funcionarios, les estás aplaudiendo por
la labor social que hoy están desempeñando, y esa labor social la podrían desempeñar
igualmente si no estuviesen trabajando para el sector público, sino para el sector privado.
En definitiva, que sí, que se puede salir a las 8 a aplaudir a las personas, a los héroes
que hoy están en primera línea de batalla y se puede defender, bajar los impuestos.
De hecho, creo que una persona que de verdad crea en la sociedad civil y no en la sociedad
estatalizada, lo que tendría que hacer es las dos cosas, es aplaudir o al menos hacer
un reconocimiento y un agradecimiento hacia aquellas personas dentro de la sociedad que
están hoy exponiéndose a un riesgo muy alto para salvar vidas y también defender un retroceso
del Estado dentro de la sociedad.
Y ese retroceso del Estado dentro de la sociedad se llama, entre muchas otras cosas, bajar
impuestos.
¡Muchas gracias!
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