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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Un tema transversal en la obra de George Orwell, tanto en 1984 como en rebelión en la granja,
es como los gobiernos, especialmente los gobiernos autoritarios, manipulan el lenguaje para perpetuarse en el poder.
Si al robo lo llamamos contribución a la mafia, la llamamos gobierno y al asesinato, lo llamamos ajusticiamiento,
parece que la gravedad de los hechos subyacentes cambia.
Parece que los hechos subyacentes son distintos y son menos graves.
Como solemos asociar a un significante, un significado, si modificamos el significante,
es decir, si modificamos la palabra que estamos utilizando para expresar unos determinados hechos,
parece que los hechos estén cambiando.
Por eso Orwell en 1984 hablaba de neolengua, un nuevo lenguaje que transmitía ideas distintas,
realidades distintas, aquellas realidades que los ciudadanos realmente estaban viviendo.
Por desgracia, esa técnica de manipulación del lenguaje para modificar en la mente de los ciudadanos
la realidad que ellos están viviendo, no es algo que quede constreñido a la obra de Orwell
o a gobiernos pasados, sino que también a día de hoy los gobiernos siguen recurriendo a esta técnica
para mantener manipulada a la población y para ellos poder consolidarse en el poder.
Ayer, cuando el presidente del gobierno anunció el toque de queda dentro de un nuevo estado de alarma
que pretende extender hasta seis meses de duración en una única prórroga en el Congreso,
tuvimos un nuevo ejemplo de esta manipulación del lenguaje.
Escuchemos como Pedro Sánchez defendía que no debemos llamar toque de queda al toque de queda.
Y me permite, yo creo que podemos ir acuñando todos una expresión más contemporánea,
que nada tiene que ver con lo que representan, sobre todo para generaciones con más experiencia,
con más vida a sus espaldas, cómo es el toque de queda.
Esto es una restricción de movilidad nocturna.
Me gustaría, además, pediría a los medios de comunicación que pudiéramos, entre todos, hacer este ejercicio de pedagogía,
porque nada tiene que ver con un toque de queda que tiene otra serie de componentes
y otra serie de, digamos, significados en la mente de todos.
Restricción de movilidad nocturna.
Que nada, absolutamente nada, tiene que ver con un toque de queda.
Salvo si acudimos a la RAE y leemos la definición de que es un toque de queda.
De acuerdo con la RAE, un toque de queda es medida gubernativa que, en circunstancias excepcionales,
prohíbe el tránsito o permanencia en las calles de una ciudad
durante determinadas horas, generalmente nocturnas.
Es decir, exactamente lo mismo que ha decretado el gobierno
bajo el paraguas del estado de alarma que, repito, pretende extender a seis meses de duración
en una única prórroga en el Congreso de los Diputados.
¿Y por qué Pedro Sánchez no quiere que llamemos toque de queda al toque de queda?
Pues él mismo lo reconoce, porque el toque de queda, el significante toque de queda,
evoca significados que a este gobierno no le agradan.
El toque de queda todos los ciudadanos lo vinculamos a una restricción grabosa de nuestras libertades,
a una medida que suelen aplicar regímenes muchas veces autoritarios,
especialmente en tiempos de guerra, para limitar una libertad fundamental,
como es la libertad de desplazamiento.
Y, por supuesto, es legítimo intentar diferenciar las circunstancias que vivimos hoy,
de las circunstancias que se viven en una guerra, aunque también es verdad que el propio gobierno,
en muchísimas ocasiones, ha utilizado retórica bélica para referirse a esta crisis sanitaria.
Escuchemos sino en otras ocasiones al propio Pedro Sánchez utilizar esta retórica bélica.
Todos sabemos que cuando venzamos esta guerra, que la vamos a vencer, estoy convencido,
necesitaremos todas las fuerzas del país, tanto políticas institucionales como sociales,
para vencer la posguerra. Necesitamos a todos, nos necesitamos todos,
las propuestas de todos, el concurso de todos, la unión de todos,
al menos a todos los que estén dispuestos a colaborar,
cuantos más mejor les agradezco su actitud y su disponibilidad.
Hoy los españoles, como el resto de la humanidad, hacemos frente a un enemigo formidable,
un enemigo mortal que ha invadido nuestras ciudades, nuestros pueblos, poniendo en peligro nuestras vidas,
nuestra salud, nuestra economía, en definitiva nuestra manera de vivir.
Pero claro, al gobierno le interesa utilizar esta retórica militar cuando se trata de llamar a un prietas las filas,
es decir, que no haya nadie que critique al mando único, porque ese mando único es el que está dirigiendo
a todo el ejército, a toda la nación, y aquellos que osen desafiar al mando único son enemigos,
son desleales con los esfuerzos que ese mando único está dirigiendo, está realizando,
pero no le interesa utilizar esa misma retórica militar cuando se trata de explicitar las restricciones,
que a lo mejor de manera necesaria, pero en todo caso restricciones a nuestras libertades que están aprobando.
Por eso, al gobierno no le interesa que los ciudadanos adquieran conciencia de la gravedad que supone un toque de queda,
que insisto, es una medida que se suele decretar en las guerras, pero que no tiene por qué decretarse sólo en las guerras.
En otras crisis, por ejemplo, en crisis sanitarias, también puede haber toque de queda, que es el mismo toque de queda
que el que se decreta en una guerra, y por qué no le interesa al gobierno que adquiramos conciencia de la gravedad
de esta limitación de nuestras libertades, porque aunque pueda tratarse de una limitación justificada,
si es que es una limitación que consigue romper las cadenas de transmisión del virus,
y que por tanto nos ayuda a derrotar al virus, aunque pueda ser una restricción justificada,
en todo caso es una restricción muy grave, por la cual tenemos que vigilar, tenemos que tutelar,
tenemos que fiscalizar al gobierno para evitar que abuse de esas competencias,
de esas potestades extraordinarias que se está arrogando, para limitar de manera excepcional nuestras libertades.
Y claro, esto no es compatible con que el gobierno diga, señores parlamentarios,
dénme una carta blanca de seis meses, durante la cual ustedes no me van a examinar ni me van a revalidar
el ejercicio que yo esté haciendo de estas potestades extraordinarias, déjenme hacer y deshacer a mi gusto
con respecto al toque de queda, o mejor dicho déjenme hacer y deshacer a mi gusto
con la restricción de movilidad nocturna, que al parecer no es un toque de queda,
sino que es otra cosa mucho más laxa, mucho menos grave, y que por tanto no ataca de manera directa
nuestras libertades como las atacaría el toque de queda durante una guerra.
En suma, esta anécdota lo que pone de manifiesto es que el gobierno de España también está en la batalla de la propaganda,
en la batalla de la manipulación del lenguaje, y en la batalla, por tanto, de la manipulación de la conciencia de los ciudadanos.
Su principal objetivo no es derrotar al virus, es perpetuarse en el poder, y para perpetuarse en el poder
tienen que vestir de narrativa, de relato, todas las políticas, por muy nefastas que puedan ser, en muchos casos,
que están adoptando. Si hace unos meses nos dijeron que ya podíamos cantar Victoria
y que estábamos entrando en una nueva normalidad, ahora se demuestra que esa nueva normalidad
fue el enésimo fracaso de los políticos españoles, del gobierno central y de los gobiernos autonómicos,
a la hora de evitar nuevas olas que llevaran, que nos condujeran a nuevas restricciones extraordinarias de nuestras libertades.
Este estado de alarma, aunque pueda ser necesario en el contexto extraordinario que estamos viviendo,
es la consecuencia de que durante los meses anteriores nuestros gobiernos fracasaron
a la hora de detectar y prevenir anticipadamente, precozmente este virus.
Y esta restricción de nuestras libertades, esta muy grave restricción de nuestras libertades,
por mucho que la camuflen de una restricción de movilidad nocturna, es el resultado de esa incompetencia,
de esa negligencia previa de la que ahora pretenden que no seamos conscientes.
Nos pretenden vender que esto era inevitable, aunque otros países lo han evitado,
y nos pretenden vender que esto en el fondo tampoco es tan grave, aunque sea muy grave.
Y todo para que no exijamos responsabilidades a los responsables,
todo para que ellos puedan perpetuarse en el poder, incluso con potestades,
con competencias, con prerrogativas ampliadas sobre nuestras vidas.
Ni debemos permitir que los estados invadan estructuralmente ámbitos de nuestras libertades
que previamente tenían vedados, ni tampoco hemos de permitir que manipulen a su gusto el lenguaje.
Y espero que los medios de comunicación, a los que se ha referido Sánchez en su discurso,
no hagan caso a la recomendación del presidente del Gobierno,
y no sustituyan la expresión toque de queda por restricción de la movilidad nocturna,
porque aquellos medios de comunicación que lo hagan, aquellos medios de comunicación
que dejen de llamar toque de queda al toque de queda, serán cómplices de la labor de propaganda,
de la labor de manipulación masiva que pretende emprender este Gobierno.
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