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Estados Unidos ha intentado durante 20 años crear un Estado de Derecho en Afganistán,
pero apenas unos días después de que la potencia estadounidense anunciara que se marchaba del
país, las instituciones estatales que creó para Afganistán se han disuelto absolutamente
como un azucarillo.
¿A qué se debe este estrepitoso fracaso?
Analicémoslo.
Muchos me habéis pedido que grabe un vídeo sobre el fracaso de la política estadounidense
en Afganistán durante los últimos 20 años y la verdad es que no pensaba hacerlo porque
no es un tema de mi especialidad, no soy experto en geopolítica y tampoco soy especialista
en historia de este país asiático.
Sin embargo, durante los últimos días, uno de los economistas más conocidos y reconocidos
del panorama global, Daron Acemoglu, ha publicado un artículo en Project Syndicate donde expone
desde su punto de vista cuáles son las razones del fracaso del proyecto de nation building
de construcción de nación política de Estados Unidos en Afganistán.
Y como si soy algo más conocedor de las ideas de Acemoglu, creo que podemos utilizar
su marco teórico tanto sus fortalezas como sus debilidades para analizar también a
raíz del artículo que ha publicado el propio Acemoglu sobre este tema para analizar lo
sucedido en Afganistán.
Empecemos con lo que probablemente sea la obra divulgativa más conocida de Acemoglu,
porque fracasan los países, escrito junto a James Robinson.
La tesis fundamental de este libro es que la prosperidad de los países depende de que
existan instituciones económicas inclusivas, instituciones económicas que fomenten la
cooperación social en términos equitativos del conjunto de los ciudadanos que conforman
una sociedad.
Frente a las instituciones económicas inclusivas se contraponen las instituciones económicas
extractivas, aquellas donde no existe cooperación a gran escala sino parasitismo de unas partes
de la sociedad frente a otras partes de la sociedad.
Por ejemplo, el esclavismo es una institución económica extractiva porque hay un grupo,
los esclavistas, que extraen que parasitan a otro grupo de la sociedad, los esclavos.
¿Cuáles serían las instituciones económicas inclusivas?
Pues el derecho de propiedad privada, la libre entrada, libre competencia en los mercados,
el acceso universal a un sistema educativo de calidad, etcétera.
Son estas instituciones económicas inclusivas, las que según Acemoglu y Robinson, a largo
plazo contribuyen a que un país se desarrolle y escape de la pobreza.
Los países que no logran conformar esas instituciones económicas inclusivas permanecen estancados
en la pobreza.
¿Y de qué depende que un país fuente con instituciones económicas inclusivas?
Según Acemoglu, de que ese país también cuente con instituciones políticas inclusivas,
que son instituciones políticas inclusivas, aquellas que distribuyen entre el conjunto
de la sociedad el poder político, aquellas que facilitan que el poder político no esté
concentrado en unas pocas manos.
Por ejemplo, un estado oligárquico, un estado autocrático es una institución política extractiva,
no inclusiva.
En cambio, la democracia, en la medida en que un hombre es igual a un voto, es una institución
política inclusiva porque distribuye de manera muy descentralizada el poder político en
torno a toda la sociedad.
Pues bien, para Acemoglu, la clave para que existan y persistan las instituciones económicas
inclusivas son las instituciones políticas inclusivas, en particular la democracia y
la capacidad estatal, que es la capacidad estatal, la fortaleza, los poderes, las competencias
suficientes del estado para garantizar el imperio de la ley.
Si un estado no tiene capacidad para establecer el imperio de la ley, por muy distribuido
socialmente que esté su poder político, ese poder político distribuido será estéril,
será inútil y no servirá de nada.
¿Por qué para Acemoglu es imprescindible que existan instituciones políticas inclusivas
para que a largo plazo existan y persistan las instituciones económicas inclusivas?
Pues por un lado, porque sin instituciones políticas inclusivas, es muy probable que
ni siquiera lleguen a emerger las instituciones económicas inclusivas.
Todos como el estado durante los siglos XVIII y los siglos XIX tuvo que desarmar todo el
complejo regulatorio mercantilista, por ejemplo a los gremios, o por ejemplo promover la reforma
agraria para que aquellos aristócratas que se habían apropiado históricamente de las
tierras y que las estaban concentrando de manera improductiva en sus manos liberaran
esas tierras y las colocarán en el mercado para facilitar la gestación de una revolución
de la productividad en el campo.
Por tanto, por un lado, si no hay instituciones políticas inclusivas donde todo el mundo
para Acemoglu tenga algo que decir en el estado, es muy probable que los marcos institucionales
que privilegian a unas determinadas minorías a través de instituciones económicas extractivas
persistan en el tiempo y ni siquiera lleguen a crearse esas instituciones económicas inclusivas.
Pero es que por otro lado, una vez contamos ya con instituciones económicas inclusivas,
la garantiza que estas no degeneren de vuelta a unas instituciones económicas extractivas.
Si no hay una verdadera distribución social del poder político, cabe la posibilidad,
por ejemplo, de que las grandes fortunas que se creen al socaire de esas instituciones
económicas inclusivas terminen capturando el poder político concentrado en unos determinados
oligarcas, en un determinado autócrata, y utilicen el estado para imponer instituciones
económicas extractivas que los privilegen a ellos, por ejemplo, restricciones a la competencia,
por ejemplo, subvenciones, por ejemplo, aranceles, por ejemplo, rescates estatales para socializar
las pérdidas, etcétera.
Sólo con el contrapeso de las instituciones políticas inclusivas, según Acemoglu, se
consigue poner freno a este riesgo de degeneración de las instituciones económicas inclusivas
de vuelta en instituciones económicas extractivas.
En definitiva, la tesis central de por qué fracasan los países es, si tenemos instituciones
políticas inclusivas, capacidad estatal más democracia, tendremos instituciones económicas
inclusivas, propiedad privada, libre competencia, sistema educativo universal y de calidad,
etcétera.
Y si tenemos instituciones económicas inclusivas, tendremos prosperidad a medio y largo plazo.
El marco teórico de por qué fracasan los países tiene diversos problemas, pero uno
a mi juicio muy importante es que, en realidad, la distribución social del poder político
no garantiza la emergencia de instituciones económicas inclusivas.
¿Por qué razón?
Pues, por un lado, porque un exceso de capacidad estatal, es decir, un exceso de poder del
Estado, puede llevar a que ese Estado reconcentre el poder político que se hallaba socialmente
disperso.
Básicamente, que la clase política o el ejército den un golpe de Estado e instituyen una oligarquía
o una autocracia.
Si el Estado es tan sumamente poderoso como para doblegar a la sociedad, la sociedad está
expuesta siempre al riesgo de tiranización estatal, especialmente si el Estado es muy
poderoso.
Pero es que, además, si el poder político está disperso en la sociedad, pero la sociedad
tiene unos valores militantemente anti-económicos o militantemente anti-liberales, por mucho
que distribuyamos el poder político de manera democrática, eso no alumbrará a instituciones
económicas inclusivas, alumbrará a otro tipo de instituciones económicas que estarán
más alineadas con las preferencias sociales mayoritarias, pero no serán instituciones
económicas de tipo inclusivo que son las que promueven la prosperidad a largo plazo.
Es decir, lo que le fallaba, sobre todo, a por qué fracasan los países, era estudiar
la interacción entre el poder del Estado y el poder de la sociedad, cada uno con sus
preferencias, con sus valores, con sus agendas, y como, por tanto, esta en cierta medida lucha
entre el Estado y la sociedad da lugar a un equilibrio que pueden ser instituciones
políticas y económicas inclusivas o no serlo.
Pues bien, esta laguna teórica es la que desarrollan Hacemoglu y Robinson en su siguiente
y, por ahora, último libro, El Corredor Estrecho.
¿Cuál es la tesis del Corredor Estrecho?
Existe una interacción entre el poder del Estado y el poder de la sociedad.
Si el Estado es demasiado poderoso en relación con la sociedad, esa comunidad política terminará
autocratizándose, es decir, el Estado conquistará, reconquistará de alguna manera el poder
político distribuido entre la sociedad y la sociedad como es más débil o es relativamente
débil frente al Estado, no será capaz de oponerse, de plantarle cara al Estado.
Para su vez, Robinson y Hacemoglu también consideran que una sociedad demasiado poderosa
frente al Estado será una sociedad que se resistirá a ser reformada en aspectos fundamentales.
Imaginemos una sociedad que establece, por su cuenta, al margen del Estado, un sistema
de castas.
Pues bien, para Hacemoglu y Robinson, el Estado debería ser lo suficientemente poderoso
como para poder imponerle a la sociedad que abandone ese sistema de castas.
Hoy imaginemos una sociedad multirreligiosa, es decir, donde existen muchas religiones
distintas en su interior, pero donde cada persona es profundamente intolerante hacia
las religiones ajenas.
¿Cómo preservar la libertad religiosa dentro de una sociedad donde todos los miembros de
las religiones se quieren matar entre sí?
Pues según Hacemoglu y Robinson, a través de un Estado lo suficientemente poderoso como
para imponerle a esa sociedad el respeto a la tolerancia religiosa, la libertad religiosa
de cada persona.
En definitiva, para Hacemoglu y Robinson tiene que existir un equilibrio muy complicado entre
el poder del Estado y el poder de la sociedad.
Si el Estado es demasiado poderoso, autocracia, si la sociedad es demasiado poderosa, gobierno
de los clanes, gobierno de las mafias, gobierno de las mayorías intolerantes que tampoco
alumbran instituciones políticas y económicas inclusivas.
Un ejemplo de país donde el Estado es mucho más poderoso que la sociedad y por tanto
sea autocratizado sería China, un ejemplo de país donde la sociedad es más poderosa
que el Estado, quizá no tanto porque la sociedad sea muy poderosa sino porque el Estado tiene
poca capacidad estatal, tiene poco poder, sería la India, una sociedad donde persiste
la stratificación por casta social porque el Estado no ha sido capaz, no ha tenido suficiente
poder de abrogarlo.
Y en medio de estos dos extremos, el extremo donde el Estado es demasiado poderoso y el
extremo donde la sociedad es demasiado poderosa, encontramos un pasillo estrecho, de ahí el
título de la obra, donde la sociedad y el Estado más o menos son igual de poderosos,
el uno controla a la una y la una controla al otro.
Ejemplo de estos países serían para Zemoglu y Robinson, Estados Unidos o Reino Unido.
Países donde la sociedad evidentemente tiene capacidad para resistirse frente a una tentación
autocratizadora del poder político, especialmente en Estados Unidos, por ejemplo, con una sociedad
armada, pero también países donde el Estado, cuando ha tenido que establecer determinadas
reformas profundas en la sociedad, por ejemplo Estados Unidos poniendo fin a la esclavitud,
el Estado ha tenido suficiente poder como para imponerse frente a una sociedad en aquel
momento mayoritariamente esclavista, al menos en algunas regiones del país.
Personalmente la tesis que desarrollan hace Zemoglu y Robinson en el Corredor Estrecho
o en el Pasillo Estrecho, tal como ha sido traducido al español, es una tesis que me
convence más que la de porque fracasan los países, pero aún así sigue siendo una tesis
problemática.
¿Por qué me convence más que la tesis de porque fracasan los países?
Porque fracasan los países parecía que lo único que se necesitaba para avanzar hacia
la prosperidad a largo plazo es que el Estado impusiera una constitución ejemplar a una
determinada sociedad y a partir de ahí si ya teníamos instituciones políticas inclusivas
tendríamos instituciones económicas inclusivas y prosperidad, pero eso no es tan sencillo
porque hay que tomar en consideración la interacción que se vive siempre entre la
sociedad y los diversos grupos que componen la sociedad y el Estado.
Por un lado, si el Estado es tremendamente poderoso se puede convertir en un Estado despótico
que termine arrebatándoles la libertad y la prosperidad a los ciudadanos.
Pero mucho que la Constitución establezca que el Estado se tiene que autolimitar.
Si el Estado tiene de facto, no de yure, de facto mucho poder y la sociedad no lo tiene,
lo que ponga en la Constitución puede ser letra absolutamente muerta.
Pero la inversa también sucede si un Estado quiere establecer una sociedad verdaderamente
liberal donde todo el mundo respete a todo el mundo o donde todo el mundo tenga derecho
a comerciar, tenga derecho a la propiedad privada, tenga derecho a suscribir contratos
y a que esos contratos se ejecuten si el Estado verdaderamente quiere establecer esto
porque ha llegado al poder una camarilla de liberales que tiene una visión muy clara
de cuál ha de ser la sociedad y cuáles han de ser las reglas mínimas de esa sociedad.
Pero en cambio, los ciudadanos que conforman esa sociedad son frontalmente anti-liberales
si la sociedad tiene poder y se resiste a las reformas que quiere aplicar el Estado, incluso
que pueden ser reformas liberalizadoras, no tienen porque ser reformas autocratizadoras.
Si la sociedad se resiste ante esas reformas, terminarán fracasando, salvo que el Estado
tenga suficiente poder como para imponerselas a la sociedad.
Pero claro, si la sociedad está militantemente en contra de esas reformas para que el Estado
tenga suficiente poder como para imponérselas, es que ha de ser un Estado muy, muy poderoso.
Y si el Estado es tan poderoso, el riesgo de autocratización del Estado es creciente.
De ahí que, como digo, no basta con decir, bueno, pues en esta sociedad vamos a establecer
esta constitución, vamos a establecer este código de comercio, vamos a establecer este
código civil y a partir de ella tenemos una sociedad ultraliberal que se va a desarrollar.
No funciona así.
La mayoría de ciudadanos que conforman una sociedad al menos ha de aceptar pasivamente,
no digo militantemente, no digo activamente, sino pasivamente las normas que están vigentes
dentro de esa sociedad.
Si se revelan activamente y militantemente contra las mismas, esas normas fracasarán
a menos que tengamos un Estado muy represivo para imponerlas, pero entonces, claro, ya
tenemos un Estado que es suficientemente poderoso como para secuestrar cualquier libertad que
pueda emerger entre sus ciudadanos.
Por eso mismo, por cierto, la tesis de Acemoglu y de Robinson de que la libertad siempre necesita
de un Estado poderoso y de una sociedad poderosa que se equilibren entre sí no me convence
en absoluto.
Si la sociedad es muy poderosa y dentro de esa sociedad existen convicciones mayoritariamente
liberales, es decir, si el conjunto de ciudadanos o una mayoría de ciudadanos están convencidos
de que las normas que deben prevalecer dentro de esa sociedad son la libertad personal,
son la propia privada, son la autonomía contractual, son la reparación del daño causado, es la
libertad de asociaciones, el libre mercado, entonces no se necesita a un Estado muy poderoso
como para sobreponerse a la sociedad.
Basta con que la sociedad se desarrolle a su aire, basta con que la sociedad se desarrolle
espontáneamente y, en todo caso, para un minarquista así con que el Estado esté dando
apoyo a través de un sistema policial, a través de un sistema judicial, etcétera.
Pero eso no equivale a decir que el Estado detiene suficiente poder como para doblegar
a la sociedad si el Estado así lo necesitará a la hora de impulsar ciertas reformas, porque
será la propia sociedad la que querrá impulsar las reformas liberalizadoras y la que querrá
contar con normas que respeten la libertad de cada persona.
En hecha esta larga introducción, vayamos ahora con el análisis que ha hecho Acemoglu
sobre el fracaso de la política estadounidense en Afganistán.
¿Por qué considera a Acemoglu que Estados Unidos ha fracasado a la hora de construir
una nación, una sociedad política en Afganistán?
Pues esencialmente por la tesis que él mismo, junto con Robinson, expone en el corredor
estrecho, porque Estados Unidos se ha centrado en construir instituciones políticas inclusivas
de arriba a abajo, con un enfoque top-down.
Lo que dice Acemoglu es que la prioridad de Estados Unidos en Afganistán fue construir
un Estado, un Estado con capacidad, con poder para actuar dentro de la sociedad, con su
sistema de justicia, de seguridad, de defensa, su burocracia eficaz, y una vez se tuviese
esa capacidad estatal mezclándola con democracia, ya tendríamos instituciones políticas inclusivas.
Y como hemos visto, la tesis original que incluso el propio Acemoglu abrazó en porque
fracasan los países es que con unas instituciones políticas inclusivas ya tendremos instituciones
económicas inclusivas y de ahí prosperidad y de ahí estabilidad política y social.
Ese fue el enfoque que según Acemoglu se aplicó en Afganistán y a su juicio fue un enfoque
fallido.
¿Por qué?
Pues porque según Acemoglu, como ya hemos visto en su libro El Pasillo, El Corredor
Estrecho, el Estado necesita de una cierta complicidad de la sociedad. Si la sociedad
no es cómplice del despliegue de instituciones políticas que se está desarrollando en ese
país o el Estado tiene un poder tan brutal como para aplastar a la sociedad e imponerle
esas reformas o, alternativamente, si el Estado no tiene tanta capacidad como para
doblegar a la sociedad, la sociedad hará fracasar ese estado incipiente que se está
creando.
Y según Acemoglu, Estados Unidos no fue capaz de integrar a la sociedad afgana en la construcción
de esas nuevas instituciones políticas, por dos razones. La primera es porque Estados
Unidos siempre tuvo el estigma de potencia ocupante y, por tanto, la mayoría de afganos
mostraban resistencia frente al ocupante exterior que pretendía de alguna manera reconstruir
su país.
Y, en segundo lugar, porque Afganistán es una sociedad muy heterogénea con sus propios
clanes, sus propios grupos locales, y Estados Unidos no penetró, no trabajó codo con codo
con cada uno de esos grupos, de esos clanes locales, de esos señores de la guerra descentralizados,
y al no integrarlos en la estructura estatal centralizada que se estaba creando en Kabul,
no se generó una afección del conjunto del país hacia esas instituciones políticas
incipientes y, en consecuencia, cuando Estados Unidos sea ido, ese castillo de Naípes se ha
desmoronado por leer las propias palabras de Acemoglu. El enfoque de construir un estado
de arriba a abajo no funciona tal como hemos mostrado en nuestro libro El Corredor estrecho,
especialmente en una sociedad que tiene mucha diversidad de costumbres y de normas locales
donde las instituciones estatales han estado ausentes durante mucho tiempo. La mayoría
de Estados no se han construido a través de la fuerza sino a través de la cooperación
y el acuerdo. La centralización éxitos a del poder bajo instituciones estatales requiere
del consentimiento y de la cooperación de la gente que queda sujeta al mismo. En este
modelo, el estado no se impone a la sociedad en contra de sus deseos. Más bien, las instituciones
estatales construyen su legitimidad asegurándose un mínimo acuerdo popular.
He de decir que esta explicación sobre el origen inmaculado del estado me parece tremendamente
ingenua y buenista. Es verdad que los estados podrían llegar a surgir así, pero desde
luego la inmensa mayoría de estados no han surgido así ni muchísimo menos. Los estados
históricamente han surgido por la fuerza de la conquista y por la imposición de un
poder brutal sobre la población ocupada, sobre la población conquistada. Aquellos que
se resistían a la ocupación estatal fueron aniquilados sin ningún tipo de misericordia
o de miramiento y el resto, que no estaban de acuerdo con la ocupación pero no se resistían
activamente, fueron siendo a lo largo del tiempo asimilados, adoctrinados, homogeneizados
y en definitiva domesticados por las huestes conquistadoras que ocuparon ese territorio
y a esa población. Es así como históricamente se construyen las naciones por asimilación
ni conquista y no por acuerdo y cooperación. ¿Cuál es la diferencia entre este proceso
histórico de construcción de naciones políticas y lo que ha sucedido en Afganistán? Pues
que Estados Unidos no tiene la capacidad para comportarse como una potencia conquistadora
brutal que haga tabla rasa total sobre la sociedad afgana y sobre esa tabla rasa total
construya a lo largo de las décadas o de los siglos un estado de derecho moderno. Porque
Estados Unidos no tiene capacidad, ¿por qué no tiene poderío militar para ello? No, en
absoluto, claro que Estados Unidos podría si quisiera haber seguido esa estrategia,
no tiene capacidad por lo que hemos dicho previamente en el análisis del corredor estrecho. Recordemos
que el poder estatal está limitado por el poder de la sociedad y la sociedad estadounidense
no toleraría que el ejército estadounidense hubiese empezado a aniquilar a todos aquellos
afganos que se resistirán a la ocupación estadounidense o que rompieran familias separando
a los hijos de sus padres para adoctrinarles e inculcarles una serie de valores modernos
occidentales dentro de Afganistán. La sociedad estadounidense no toleraría eso y, como no
lo tolera, su gobierno tiene las manos atadas a la hora de aplicarlo en Afganistán. Por
suerte, desde mi punto de vista, porque imaginemos un ejército tan poderoso como el estadounidense
al que su sociedad le otorgara barra libre para cometer los mayores barbarismos, las
mayores brutalidades allí donde se le antojara. Pero claro, si el ejército estadounidense
tiene las manos atadas para construir una nación política como históricamente se han
construido la mayoría de naciones políticas, a través de la fuerza bruta, de la imposición,
del adoctrinamiento, de la similación, de la domesticación, de la población local,
lo solo le queda la alternativa que plantea Acemoglu, que es cooperar, trabajar conjuntamente
con los señores de la guerra locales para, entre todos, constituir unas instituciones
políticas que sean más o menos del agrado de todos, o mejor dicho, que no desagraden
especialmente a nadie.
Pero aquí nos topamos de nuevo con el punto flaco del corredor estrecho. Si los valores
mayoritarios dentro de la sociedad afgana, si los valores mayoritarios en cada una de
esas comunidades controladas por los diversos señores de la guerra son valores frontalmente
antiliberales, ¿qué tipo de instituciones políticas y económicas podrían haber emergido
de ese estado creado de manera más o menos consensuada entre Estados Unidos y los diversos
señores de la guerra? Pues un estado antiliberal. Con lo cual, la fórmula que está proponiendo
a Acemoglu en este artículo tampoco es una fórmula que, al menos en el corto plazo,
debería dar sus frutos. ¿Se podría haber creado un estado estable? Sí, pero habría
sido un estado nada inclusivo desde el punto de vista político y económico, porque lo
que falta es el sustrato moral, el sustrato ideológico de esa sociedad.
Por tanto, si se renuncia al uso brutal y sin cuartel de la fuerza contra todo aquel
que muestre cualquier tipo de oposición o de resistencia al modelo de estado, al modelo
de sociedad que, en este caso, quería imponer Estados Unidos en Afganistán, si se renuncia
a este procedimiento, que es el que han aplicado por desgracia la mayoría de estados a lo
largo de la historia de la humanidad, lo único que queda es esperar que la sociedad afgana
vaya evolucionando moralmente a lo largo del tiempo. Es decir, que de la misma manera
que los valores liberales penetraron progresivamente en las sociedades que hoy conocemos como Occidente
también vayan penetrando poco a poco en sociedades como la Afgana.
Y aquí no hay garantías, ¿eh? No estoy diciendo que, con el paso del tiempo, seguro
que la sociedad afgana va abrazando poco a poco los valores liberales. No es ese el
argumento que estoy desarrollando, que principios como la tolerancia hacia el resto de las personas
se terminan convirtiendo en mayoritarios dentro de una sociedad no es algo nada sencillo
ni una inevitabilidad histórica. Es en ocasiones fruto de muchas carambolas, de muchas guerras
civiles internas que llevan al convencimiento mayoritario de que si no queremos matarnos
entre nosotros, tratando de que cada uno le imponga a los demás su propio modo de vida,
su propio modelo de sociedad, quizá lo mejor es que pactemos la no agresión, el respeto
mutuo y que cada cual pueda vivir su vida como quiera sin que los demás se meten en
ello.
Hay formas de acelerar este proceso, pues por ejemplo a través del libre comercio. Si penetran
en Afganistán bienes como libros o infraestructuras, como internet, que permiten que los afganos
accedan a mensajes distintos que aquellos que vienen recibiendo desde hace décadas,
desde hace siglos, adoctrinándolos en una visión antiliberal de la sociedad, pues quizá
con esa prosperidad creciente material y con ese acceso a otras fuentes de información,
a otras visiones ideológicas del mundo, quizá se vaya abriendo una brecha dentro de la sociedad
afgana que reivindique mayor libertad y que vaya persuadiendo poco a poco a otros. De
nuevo no existen garantías pero sí pueden existir catalizadores que ayuden a orientar
el rumbo a largo plazo en esa dirección.
Lo que en todo caso creo que estaba bastante claro para algunos desde el comienzo y ahora
espero que en retrospectiva para todos es que la empresa estadounidense de instituir
un estado de derecho en Afganistán era una empresa abocada al fracaso.
Si la sociedad dentro de la que quieres establecir un estado de derecho se opone frontalmente
a ese estado de derecho o aplastas con brutalidad a la población, cosa que Estados Unidos por
suerte no quiso hacer, o el estado de derecho que quieras crear va a fracasar, para que
se establezcan instituciones políticas y económicas inclusivas sin que el estado autocrático
las imponga con fuerza bruta continuamente sobre la sociedad, necesitas que esa sociedad
abrace esas instituciones políticas y económicas inclusivas y para eso necesitas que la sociedad
tenga unos valores que la conduzcan a abrazar esas instituciones.
Que el estado afgano que creó Estados Unidos para Afganistán se haya disuelto como un
azucarillo pocos días después de que Estados Unidos anunciara que se marchaba creo que
es la prueba más palpable de que ese estado jamás terminó de calar dentro de la sociedad
afgana.
Para el resultado final, 2 billones de dólares y 100.000 vidas humanas perdidas en este alocado
proyecto constructivista que estaba abocado desde un principio a fracasar.