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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Twittergate. Ayer Elon Musk hizo públicos documentos internos de la empresa que acreditan
las continuas interferencias y presiones políticas, tanto de republicanos como de
demócratas, pero sobre todo de demócratas, para conseguir que Twitter censure aquellos
tweets que les son inconvenientes desde un punto de vista electoral. Veámoslo.
Ayer el nuevo dueño de Twitter, Elon Musk, reveló a través del periodista Matt Taiby
documentos internos de la empresa, previos a su adquisición, que acreditarían la continua
interferencia del poder político estadounidense, del establishment político estadounidense,
en la vida interna de la empresa.
Esa revelación de documentos internos de la empresa se hizo para aportar transparencia
sobre cómo gestionó Twitter el escándalo del portátil del hijo del actual presidente
de Estados Unidos, Hunter Biden. En el año 2019, el hijo de Biden dejó su ordenador
personal a reparar en una tienda, y posteriormente, el New York Post accedió a ese ordenador
y a sus correos electrónicos privados, donde se mostraba que los Biden, padre e hijo, podían
ser corruptos. Y este asunto emergió semanas antes de las elecciones.
Pues bien, Twitter decidió, internamente, suprimir y impedir que esta noticia se pudiese
divulgar a través de su red social. Aunque había aparecido publicada en un medio de
comunicación, el New York Post, Twitter no permitió que esta noticia circulara a través
de la red social porque consideraban que podía ser un bulo, una fake news. Evidentemente,
el hecho de que los estadounidenses no pudiesen tener acceso o tanto acceso a esta noticia
pudo influir finalmente en el resultado electoral, dado que la noticia no colocaba en ninguna
buena posición a Biden y, por tanto, podría haberle restado votos.
Es decir, que la decisión interna de Twitter de suprimir la difusión de esta noticia pudo
tener efectos electorales. Y es una noticia que, años después, una vez Biden ganó las
elecciones, claro, el propio New York Times ha confirmado como cierta. Es decir, que Twitter
suprimió la difusión de una noticia real, que era potencialmente relevante a la hora
de determinar el voto de los estadounidenses tres semanas antes de que votaran. Y lo que
ha hecho Elon Musk ahora mismo es mostrar toda la documentación interna que pone
de manifiesto los sesgos de la antigua dirección de Twitter a la hora de suprimir aquel contenido
político que no le resultará conveniente. Sin embargo, en este vídeo no quiero hablar
sobre los detalles específicos del caso de Hunter Biden, sino de problemas más estructurales
que esta revelación de documentos internos de Twitter ha puesto de manifiesto. ¿Cuáles
son esos problemas estructurales? Pues, como digo, la interferencia y presión continuada
del establishment político estadounidense sobre Twitter para que este suprima aquellos
tweets y aquellas cuentas que en un momento determinado les pueden resultar incómodos
a los equipos de campaña de los principales partidos políticos estadounidenses, pero muy
especialmente al Partido Demócrata. Fijaos en cómo nos relata los hechos el periodista
Matt Taiby. En un principio, Twitter era una herramienta brillante para posibilitar una
comunicación en masa con carácter instantáneo, logrando así una comunicación global en
tiempo real. En un comienzo, Twitter respetó su misión
fundacional al darle a la gente el poder de crear y compartir ideas e información de
manera instantánea sin barreras. Ahora bien, conforme el tiempo fue pasando, la compañía
fue poco a poco añadiendo barreras. En un principio se diseñaron herramientas dirigidas
a combatir el spam o los fraudes financieros, lo cual puede resultar relativamente razonable
dado que si Twitter se inunda de spam, la experiencia del usuario no sería vivible
y si en Twitter pudiese ser una víctima fácil del fraude financiero, entonces tampoco muchos
querrían utilizar Twitter. Pero claro, conforme vamos añadiendo barreras
a la libertad de expresión dentro de Twitter, aún cuando algunas de esas barreras insisto
sean plenamente razonables, ¿qué sucede? Pues que ya surge el riesgo de instrumentalizar
esas barreras en términos políticos. Y eso es lo que nos cuenta la continuación
Taibí. Poco a poco, conforme fue pasando el tiempo,
el equipo y los ejecutivos de Twitter empezaron a encontrarles otros usos a esas herramientas
que originalmente habían sido diseñadas, recordámoslo, para suprimir el spam y los
fraudes financieros. Personas ajenas a la compañía empezaron
a reclamarle a Twitter que manipulara también el discurso, los discursos, los tweets dentro
de la red social. Primero solo algunas veces, después más
a menudo y finalmente de manera constante. En 2020 las peticiones de sujetos bien conectados
con la compañía para que suprimieran tweets eran un asunto rutinario. En este mail podemos
observar cómo un ejecutivo le escribe a otro. Más tweets para revisar que nos han
sido enviados por el equipo de campaña de Biden y la respuesta que obtiene ese ejecutivo
es arreglado. Dicho otra manera, el equipo de campaña de Biden les envió a los ejecutivos
de Twitter un listado, justamente el que podéis ver en pantalla de tweets que no les gustaban.
Ese ejecutivo de Twitter se lo pasa a otro ejecutivo de Twitter para que lo revise y
los censure y el ejecutivo de Twitter le contesta, ya he hecho mi trabajo.
Taiby constata que ambos partidos políticos, republicanos y demócratas presionaban, reclamaban,
exigían a Twitter que borrara determinados tweets. Dice Taiby, ambos partidos tenían
acceso a estas herramientas de supresión de comentarios. Por ejemplo, en 2020 se recibieron
tanto peticiones de la Casa Blanca de Trump como del equipo de campaña de Biden y en
ambos casos esas peticiones se ejecutaron, es decir, se censuraron tweets. Ahora bien,
el sistema no estaba equilibrado porque se basaba en contactos, es decir, que aquellos
partidos que tenían acceso más directo a los ejecutivos de Twitter tenían más capacidad
de enviarles más correos electrónicos, de que estos los leyeran y de que se suprimieran
una mayor cantidad de los tweets que ellos querían suprimir. Y dado que la plantilla
de Twitter estaba y está sobreproporcionalmente representada por personas con una determinada
orientación política, y ahí adjunta a Taiby una captura de las donaciones del personal
de Twitter a las campañas demócratas o republicanas. Y lo que observamos es que en
2020 el 98,5% de todas las donaciones del personal de Twitter fue a parada al Partido
Demócrata, por tanto la simpatía política mayoritaria dentro de Twitter es muy obvia,
dice Taiby, dado que la plantilla de Twitter estaba y está sobreproporcionalmente copada
por personas con una determinada orientación política, el Partido Demócrata tenía más
canales, más vías para quejarse que el Partido Republicano. Cuidado, Taiby no está diciendo
que el Partido Republicano sea más respetuoso con la libertad de expresión dentro de Twitter
que el Partido Demócrata. No está diciendo que los republicanos presionen o tengan ansias
de presionar menos a Twitter que el Partido Demócrata. No. Está diciendo que los demócratas
tenían más opciones, más canales, más vías abiertas para ejercer esa presión porque
se llevaban mejor con los ejecutivos de Twitter. Y, evidentemente, aprovecharon esas mayores
vías para suprimir más tweets en su favor. Ahora bien, si Twitter hubiese estado copado
por personal republicano, los republicanos, según lo que nos comenta Taiby, habrían
hecho exactamente lo mismo. De hecho, dentro de sus más limitadas posibilidades lo hicieron.
Pero lo hicieron voluntariamente porque los ejecutivos de Twitter estaban ideológicamente
sesgados y se querían llevar bien con el Partido Demócrata y con algunos republicanos,
como lo hicieron bajo coacciones políticas, pues probablemente por ambos motivos. En los
documentos que se revelaron ayer también podemos encontrar evidencia de que los políticos
están amenazando continuamente a Twitter con que si no cumple sus órdenes, si no modera
internamente como ellos quieren que modere, entonces terminarán regulando Twitter para
imponer desde el gobierno la moderación que quieren conseguir.
Atención a este e-mail que le envía a Twitter Cal Estavo, de la empresa Netchoice, después
de haber hablado con nueve congresistas, demócratas y tres congresistas republicanos. Lo que le
cuenta Cal Estavo a los ejecutivos de Twitter es lo siguiente.
Los congresistas demócratas se quejaron de que las compañías son ineptas, que están
permitiendo que los conservadores hagan parecer que la campaña de Biden es corrupta a pesar
de que Biden es inocente. Lo asocian todo al escándalo de los e-mails de Hillary Clinton,
aunque ella no hizo nada malo, el escándalo creció más allá de toda proporción. En
su cabeza, en la cabeza de los congresistas demócratas, las redes sociales están haciendo
lo mismo. Como normalmente no moderan lo suficiente los contenidos dañinos cuando moderan, cuando
censuran un contenido como el de ayer, la historia de Hunter Biden, entonces esa censura
de la red social, esa supresión excepcional de esa noticia, se convierte en una noticia
en el resto de medios de comunicación. Si las redes sociales estuvieran habituadas
a moderar más, es decir, a suprimir más regularmente más comentarios, más tweets,
más cuentas, más noticias, entonces los conservadores ni siquiera tendrían la tentación de usar
las redes sociales como herramienta de desinformación o de manipulación. Todos los congresistas
demócratas, los nueve a los que se entrevistó, estaban de acuerdo. Las redes sociales necesitan
moderar, censurar, suprimir más de lo que lo están haciendo porque están corrompiendo
la democracia y haciendo creer a la población de que toda la verdad es relativa. Cuando
se les preguntó cómo piensa el Estado actuar de una manera coherente a estas indicaciones,
al mismo tiempo que respeta la primera enmienda, la que garantiza la libertad de expresión,
estaron. La primera enmienda no es absoluta. Lo que todo este contenido y mucho otro que
se reveló ayer pone de manifiesto es que, por un lado, existe un contubernio claro
entre algunos grandes ejecutivos de empresas tecnológicas y el estabilismo en político
estadounidense para aliándose ideológicamente entre sí manejar qué se puede decir o qué
se deja de decir dentro de las redes sociales. Algo muy similar a lo que viene ocurriendo
desde hace décadas con los medios de comunicación. Todos sabemos que los grandes periódicos
que además tienen una línea editorial marcada están en contacto estrecho y directo con
los partidos políticos cuyas ideas impulsan, patrocinan o defienden. Pues bien, aquí estamos
ante un caso similar con la diferencia de que una red social no tiene línea editorial
o supuestamente no la tiene y, por tanto, debería ser imparcial a la hora de permitir
los comentarios en su interior. Pero es que, en segundo lugar, lo que este material también
pone de manifiesto es que, en gran medida, los ejecutivos de la red social no tienen
otro remedio que pasar por ese aro, porque los políticos están amenazando, a veces
en público y muchas ocasiones en privado, a las redes sociales con que si no moderan
como ellos quieren que moderen, es decir, si no se autorregulan como los políticos
quieren que se autorregulen, serán los políticos los que aprobarán leyes que regularán directamente
el contenido en esas empresas arrebatándoles autonomía de gestión interna. Por tanto,
los ejecutivos de Twitter o tragan o tragan, o censuran comentarios que no le gustan al
estabilismo en político o el estabilismo en político se los censurará directamente.
Esta, por cierto, ha sido la dinámica entre Twitter y la Unión Europea. Ahora que Musk
ha comprado Twitter y que pretende impulsar una mayor libertad de expresión, pretende
suprimir menos mails y menos cuentas dentro de Twitter, la Comisión Europea está amenazando
a Elon Musk que, si no se somete a las regulaciones europeas, será sancionado o incluso Twitter
se llegará a cerrar en Europa. Es ese matonismo del que estamos hablando, o te sometes voluntariamente,
claro, te autorregulas a lo que yo te digo, o si no lo haces, si te insubordinas, entonces
ya aprobaré una ley que te obligará a cumplir con mis mandatos. Y si no cumples la ley,
mi arbitrario capricho hecho ley, entonces te cierro la empresa. En definitiva, lo que
todo este material pone de manifiesto es algo que ya sabíamos, pero que ahora se comprueba
de manera fehaciente, y es que los estados se están cargando la libertad de expresión,
presionando activamente a las compañías que proporcionan las nuevas infraestructuras para
canalizar esa libertad de expresión. Es urgente una estricta separación entre el estado y
las empresas. Es urgente que los políticos dejen de entrometerse en la vida interna de
las empresas para que estas de verdad puedan autorregularse a la hora de proporcionar infraestructuras
que permitan que los usuarios se expresen libremente. Del mismo modo que consideraríamos
inadmisible que un gobierno quisiera regular en su favor todos los periódicos de tirada
nacional para que todos ellos suprimieran determinadas noticias que no le fueran convenientes
a ese gobierno de turno, deberíamos considerar igualmente un escándalo que los políticos
estén presionando diariamente a Twitter, a Facebook o a cualquier otra red social para
que censure, para que silencie aquellos mensajes que no sean del agrado de ese poder político.
Esto es un escándalo de primer nivel que no sé si pone en solfa más de lo que ya
lo está la democracia, pero que sin duda socava de raíz los fundamentos de una sociedad
libre.