This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
La inflación se disparó en España hasta el 7,4% en este mes de febrero. La más elevada
en 33 años, concretamente desde julio del año 1989. Y todo esto antes de que estallara
la guerra en Ucrania. ¿Qué puede, por tanto, pasar a partir de ahora con la inflación?
Veámoslo.
Atención al siguiente gráfico que nos muestra la evolución anual del IPC en España. Como
podemos observar, la inflación, medida según el índice de precios al consumo en nuestro
país, se ubica en su nivel más alto en el último año. No solo en el último año,
sino en los últimos 33 años, desde julio del año 1989. Los precios a los que se enfrentan
los consumidores eran en febrero de 2022, un 7,4% superiores a los precios a los que
se enfrentaban en febrero de 2021. Y sí, es verdad que una parte importante de esta
elevación de los precios se debe a la elevación de los costes energéticos, pero eso no lo
es todo. Fijémonos que en este mismo gráfico aparece el dato de inflación subyacente,
es decir, la evolución de los precios excluyendo la energía y los alimentos elaborados por
tener un comportamiento más volátil y poder distorsionar la imagen general. Y una vez
excluimos la energía y los alimentos elaborados, ciertamente los precios del conjunto de la
economía española se han encarecido bastante menos que en el caso anterior. El incremento
interanual ya no es del 7,4%, sino solo del 3%. Digo, solo del 3%, porque claro, en comparación
con el 7,4%, una inflación del 3% parece algo muy ridículo, algo muy reducido. Pero
no olvidemos que el objetivo de política monetaria del Banco Central Europeo a largo
plazo marca una inflación del 2%. Por consiguiente, estaríamos ya un punto por encima del objetivo
de inflación a largo plazo del Banco Central Europeo. En todo caso, es verdad que hay una
diferencia, hay una brecha importante entre el IPC general, que contiene todos los precios
a los que se enfrentan los consumidores, y el IPC subyacente, que excluye de todos esos
precios la energía y los alimentos elaborados, pero la evolución del IPC subyacente es
inequívoca, al alza ininterrumpidamente mes tras mes. Y no pensemos que el IPC subyacente
se está frenando y que, por tanto, estamos ante los últimos estertores de la inflación
dentro de España. Si en lugar de mirar el dato de IPC interanual, es decir, ¿cuánto
se han incrementado acumulativamente los precios desde febrero del año 2021 a febrero del
año 2022? Miramos el IPC intermensual, ¿cuánto han aumentado los precios en febrero de 2022
versus enero de 2022? Veremos que la evolución del IPC subyacente no se está ralentizando.
El IPC subyacente intermensual creció un 0,5%. Es decir, el conjunto de precios a los que
se enfrentan los consumidores excluyendo energía y alimentos elaborados fueron, en febrero
de este año, un 0,5% superiores a enero de este mismo año. ¿Qué pasaría si los precios
de los bienes de consumo se incrementaran un 0,5% todos los meses de este año? Pues
que la inflación subyacente terminaría en diciembre de 2022, terminaría este año por
encima del 6%. ¿Y algunos dirán, bueno, todo esto es por la guerra, por la invasión
de Ucrania, por parte de Rusia? Pues no. Todo esto es anterior a la guerra. Todo esto
se ha dado antes de que los efectos económicos de la invasión de Ucrania por parte de Rusia
empiecen a dejarse sentir en la economía mundial y, por tanto, también en la economía
española. ¿Qué puede, por tanto, pasar a partir de ahora? ¿Cuáles serán los efectos
de la guerra sobre la evolución de los precios de los bienes de consumo? Pues previsiblemente
la guerra alimentará, cebará, todavía más la inflación que estamos viviendo y lo hará
además por dos vías. Por un lado, y a corto plazo, tenemos la vía del shock negativo
de oferta. La guerra amenaza con encarecer de manera muy significativa las materias primas
y la energía que consumimos que utilizamos para producir mercancías. El petróleo y
el gas, pero también, por ejemplo, los cereales. Ucrania suministra el 30% de todos los cereales
que consume Europa. Todos estos bienes se pueden terminar encareciendo. Y si se encarecen,
habrá más presión sobre la inflación desde el lado de la energía, desde el lado de
los alimentos, pero también a través de efectos de segunda ronda, trabajadores renegociando
sus salarios a la alza para compensar la pérdida de poder activo, también sobre el conjunto
de los bienes de la economía. Y, por otro lado, también habrá otra vía que previsiblemente
intensificará la inflación. Y me estoy refiriendo a la política monetaria y a la política
fiscal. Los excesos de política monetaria y de política fiscal de los últimos años
explican buena parte de la inflación que estamos viviendo ahora mismo, la inflación
que ya estamos viviendo antes de la guerra. Tan es así que las autoridades fiscales y
sobre todo las autoridades monetarias durante los últimos meses ya habían empezado a
reconocer que tenían que dar marcha atrás en su política monetaria. La Reserva Federal
se preparaba para subir tipos de interés con contundencia. A partir de este mes de marzo,
el Banco Central Europeo había avanzado que quizá subiría tipos de interés a lo largo
de 2022. El Banco de Inglaterra ya había empezado a subir los tipos de interés, etc. Sin embargo,
la normalización de la política monetaria y de la política fiscal, que es crucial para
controlar la inflación, previsiblemente se verá retrasada por la influencia de la guerra.
Y ya estamos escuchando a gobiernos anunciar que van a incrementar de manera muy apreciable
el gasto, por ejemplo, en defensa. Y si la economía durante los próximos días se
ralentiza, muy probablemente también empezaremos a escuchar medidas gubernamentales dirigidas
a relanzar la actividad y el crecimiento económico, medidas de estímulo fiscal para
que la economía no se detenga. A su vez, también estamos ya escuchando a los bancos
centrales y a los entornos de los bancos centrales que, muy probablemente, la guerra
en Ucrania obligará a retrasar la normalización de la política monetaria, que no se subirán
tantas veces y tan agresivamente los tipos de interés como originalmente se había previsto.
Por consiguiente, si la guerra nos lleva a un encarecimiento sostenido de la energía
y de otras materias primas, que es algo que todavía está por ver, es un escenario bastante
probable pero no inexorable. De momento, por ejemplo, Rusia está vendiendo más gas a
Europa que antes de la guerra, por tanto, todavía está por ver si se produce un corte
de suministro o una ralentización del suministro que eleve, de manera sostenida, los precios
de la energía y de otras materias primas, pero si esto acaba sucediendo, y es probable
que suceda, entonces se darán las dos vías que nos han conducido hasta el momento a
esta alta inflación. Encarecimiento de los costes de determinadas
materias primas y de determinados componentes básicos dentro de la economía, los famosos
cueños de botella, en este caso concentrados alrededor de la energía, y exceso de gasto
agregado como consecuencia de las irresponsables políticas monetarias y fiscales que se han
estado practicando desde el año 2020. Y si esa combinación de circunstancias,
escasez de determinados componentes básicos y exceso de gasto agregado como consecuencia
de la política fiscal y de la política monetaria de los estados, nos ha conducido hasta el
momento, antes de la guerra, a la mayor inflación de los últimos 33 años, en el caso de España,
de los últimos 40 años, en el caso de Estados Unidos, que creemos que sucederá si exacerbamos
esas mismas circunstancias que ya nos han conducido hasta el momento a la alta inflación
actual, pues que la inflación aumentará mucho más. Algo de lo que por cierto son
muy conscientes los propios bancos centrales. ¿Escuchemos lo que ha dicho recientemente
Mario Centeno, miembro del Banco Central Europeo?
Esta inflación, estancamiento económico con inflación, doble en pobrecimiento de la
ciudadanía, la economía no crece, el desempleo aumenta y además la inflación devora los
salarios y los ahorros de los ciudadanos. Y este es un escenario que el Banco Central
Europeo ya no puede ni siquiera descartar.