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Javier Milei acaba de presentar ante el Congreso argentino su proyecto de
presupuestos para el año 2025 y durante su discurso ha esbozado las tres reglas
fiscales con las que pretende sanear financieramente el país e incrementar
la prosperidad de todos los ciudadanos argentinos. Veámoslo.
Ayer Javier Milei presentó ante el Congreso argentino su proyecto de
presupuestos para el año 2025 y quiso presentar personalmente ese proyecto de
presupuestos para dejar una idea muy clara tanto ante la clase política
argentina como sobre todo ante el resto de la población. El equilibrio
presupuestario es innegociable. Todo el discurso de Milei giró en torno a esta
idea fundamental, que su gobierno va a hacer todo lo posible para preservar el
equilibrio presupuestario no sólo ya en el año 2025, sino de manera estructural en
el futuro de la Argentina. Y es que para Javier Milei el origen de todos los
problemas económicos de la Argentina se halla en el déficit fiscal.
El huevo de la serpiente de todos los problemas económicos argentinos, de todos
que es el déficit fiscal, es la única constante a lo largo de nuestra historia.
Y es que el sobreendeudamiento público sistemático conduce al país hacia la
insolvencia. Esa situación de insolvencia provoca la fuga de capitales, es decir,
que nadie quiera invertir y financiar la economía argentina, y esa fuga de
capitales alimenta el terreno para establecer una serie de regulaciones, como los
aranceles o los controles de capitales, por ejemplo el cepo cambiario, que
destruyen la capacidad productiva del país. Y como los políticos en este
contexto de cierre de los mercados de financiación y de actividad económica
menguante quieren seguir gastando mucho más de lo que ingresan, recurren a la
emisión monetaria generando una altísima inflación. Y la respuesta
política a esa altísima inflación es establecer controles de precios que
todavía destruyen más la capacidad productiva del país, sin con ello
conseguir contener la inflación galopante que tiene su origen en la
creación descontrolada de dinero muy por encima de la demanda monetaria de los
ciudadanos. La combinación de ese estancamiento económico y de esa
inflación generalizada multiplica la pobreza dentro del país.
Como los políticos no entienden la restricción presupuestaria y no quieren
dejar de gastar, generan déficit. Para cubrir ese déficit lo primero que
hacen es tomar deuda. Pero como no hacen el ajuste necesario, la deuda se vuelve
impagable y entonces desfoltean. Así es como nos convertimos en el mayor
desfolteador serial del mundo. Pero el default no es inocuo. Caer en default lo que
produce es la ya famosa en Argentina fuga de capitales. Entonces los dólares
comienzan a escasear y los políticos no tienen mejor idea que establecer
aranceles o derechos de exportación para hacerse de los dólares del sector
privado y por el otro lado establecen controles de capitales para intentar
retener los escasos dólares que así genera el país. Como esto produce que la
Argentina se quede sin crédito en los mercados financieros, no tiene mejor idea
que emitir dinero, que como ya sabemos genera inflación. Para combatir la
inflación ponen controles de precios que hace 4.000 años sabemos que no
funcionan e inventan regulaciones que destruyen la propiedad privada,
entorpecen el cálculo económico, destruyen capital y en consecuencia
aumentan la pobreza y la indigencia. Esta es la triste historia argentina de lo
que los políticos y analistas llaman política económica, que no ha sido otra
cosa en la Argentina que la violación sistemática de los derechos de propiedad
de los ciudadanos. Por eso, si el origen de todos los males económicos de la
Argentina se halla en su déficit fiscal estructural, lo que buscó Javier Milei con
la presentación de este proyecto de presupuestos para el año 2025 es anunciar
a todo el mundo que quiera escucharlo que pretende cambiar de raíz las pésimas
prácticas financiero-fiscales que han caracterizado a la Argentina durante las
últimas décadas. Y todo ello a través de tres reglas muy sencillas con respecto a
la elaboración y la ejecución del presupuesto nacional. Primera regla, el
equilibrio presupuestario financiero es innegociable. Eso significa que los
presupuestos se han de elaborar desde el comienzo con un superávit primario, es
decir, un superávit antes de contabilizar los intereses, que supere el pago
previsible de intereses a lo largo del año. En lugar de decidir primero cuánto
queremos gastar y ver luego cómo lo financiamos, si con impuestos, con emisión
de deuda o con inflación, primero se estima cuántos recursos fiscales vamos a
tener y posteriormente, en función de esa restricción presupuestaria, cuántos van a
ser nuestros ingresos previsibles por impuestos, establecer cuánto se puede
gastar para no quebrar el equilibrio presupuestario y, por tanto, generar o
impagos de deuda o inflación sistemática. Por eso hemos decidido que parte de nuestro
legado sea cambiar para siempre la metodología a través de las cuales se
elabora el presupuesto. El déficit siempre fue consecuencia de pensar primero
cuánto gastar y después ver cómo financiarlo. Nosotros vamos a hacerlo al
revés, pensando primero cuánto tenemos que ahorrar para después ver cuánto podemos
gastar. Por eso estamos proponiendo una regla fiscal inquebrantable para este
presupuesto y para todos los presupuestos que vengan de acá en adelante. La primera
premisa de la que partimos es que el superávit primario tiene que equivaler o
exceder obligatoriamente al monto de los intereses de deuda a pagar. Segunda regla
que sucede si a lo largo del año se había efectuado una previsión de ingresos
demasiado optimista y los gastos comienzan a exceder los ingresos generándose un
déficit, pues que entonces se recortará el gasto público para garantizar el
equilibrio presupuestario. Si la economía no crece y los ingresos son menores a los
estimados caerá también el gasto automático y reduciremos el gasto
discrecional tal que igualmente se alcance el déficit cero. Por lo tanto, esta vez
será el sector público y no el privado el que absorberá los efectos de las
perturbaciones que sufra la economía. Y tercera regla en la elaboración de estos
presupuestos. ¿Qué sucede si los ingresos aumentan mucho más de lo que se había
previsto y por tanto tenemos un superávit muchísimo mayor del que se recogía, del que
se preveía en los presupuestos? Pues en este caso caben dos posibilidades. La
primera, que se trate de un incremento extraordinario temporal transitorio de la
recaudación. Y en segundo lugar, que se trate de un aumento estructural o
permanente. En el primer caso, si se trata de un aumento extraordinario o temporal de
la recaudación, se empleará el exceso de superávit público o para reducir la
oferta monetaria o para amortizar deuda pública. Y en el segundo caso, si se trata
de un aumento estructural de la recaudación, lo que pretende hacer mi ley es bajar los
impuestos para devolver ese exceso de recaudación a los ciudadanos.
Mirando ahora los ingresos, cuando el aumento de la recaudación sea transitorio, el Estado
podrá ahorrar absorbiendo pesos o para cancelar deuda, lo que permitirá seguir bajando la inflación
y o mejorar el perfil de deuda argentino. Y si el crecimiento económico es permanente
y en consecuencia el aumento de los ingresos es estructural, el Estado va a poder devolverle
a la sociedad esa mayor recaudación en reducción de impuestos, tal como nos hemos comprometido.
En pocas palabras, lo que está anunciando Javier Milei con este discurso ante el Congreso
es que piensa blindar el equilibrio presupuestario, el déficit cero, al margen de cuál sea la coyuntura
de la macroeconomía sin subir los impuestos y, por tanto, cargando siempre todo el ajuste
presupuestario para garantizar el déficit cero sobre las espaldas del sector público,
a través de todos los recortes del gasto público que sean necesarios para evitar la
sobre emisión de deuda o de moneda.
Este proyecto de presupuesto que estamos presentando hoy aquí tiene una metodología
que brinda el equilibrio fiscal sin importar cuál sea el escenario económico.
Esto significa que, independientemente de qué ocurra con la economía a nivel macro,
el resultado fiscal del sector público nacional estará equilibrado.
Así como el déficit es el corazón del problema, la reducción del gasto para lograr superávit
va a estar en el centro de la solución.
¿Por qué? Porque es el único camino para devolverle a los argentinos el fruto de su trabajo
que hoy el Estado le roba con impuestos.
Milei dice tener muy claro el camino a seguir.
Equilibrio presupuestario compatible con bajadas de impuestos a través de un mayor recorte
del gasto público, porque sólo así se posibilitará una economía libre dentro de la Argentina.
Pero el único camino hacia el progreso es terminar con el déficit fiscal,
bajar el gasto público, eliminar impuestos y confiar en el ejercicio de la libertad por parte de los argentinos.
Ojalá cumpla con su palabra y exactamente eso sea lo que termine logrando para la Argentina.
Ojalá cumpla con su palabra y exactamente eso sea lo que termine logrando para la Argentina.