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Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal de Brasil, acaba de
ordenar el cierre de la red social X en todo el territorio brasileño. Veámoslo.
El juez del Supremo Tribunal Federal de Brasil, Alexandre de Moraes, acaba de
ordenar el cierre de la red social X en todo el territorio brasileño. Todos los
proveedores de internet brasileños deberán bloquear a sus clientes la
capacidad de acceder a X. No solo eso. Por un lado, Alexandre de Moraes ha
ordenado también a Google y Apple que eliminen la aplicación para teléfonos
móvil de X en sus tiendas virtuales. Y por otro lado, Alexandre de Moraes también ha
anunciado que todos los brasileños que utilicen un servicio de VPN para seguir
accediendo a la red social de X serán sancionados con una multa diaria de 9.000
dólares. ¿Y cómo se ha llegado a esta situación? Pues básicamente porque Moraes
desde el año 2023 ha venido ordenando a la red social X que bloquee o que suspenda
el perfil de determinadas cuentas a las que Moraes acusa de estar vinculadas con la
extrema derecha o con difundir desinformación. Y no estamos hablando de
una o de dos cuentas, sino de centenares de cuentas, muchas de ellas vinculadas con
los opositores políticos al gobierno. Por tanto, Moraes estaba reclamando la
censura a través de X de muchos opositores al actual gobierno de Lula.
¿Y qué hizo X ante estas exigencias del juez Alexandre de Moraes? Pues como Elon Musk
siempre se ha declarado un absolutista de la libertad de expresión, no acató las
órdenes de Alexandre de Moraes. Es decir, no acató bloquear permanentemente el acceso
a Twitter a determinados usuarios. Y claro, aquí el Estado brasileño tiene un
problema. Elon Musk es ciudadano estadounidense, reside en los Estados Unidos, no tiene importantes
activos en Brasil. Y por tanto, el Estado brasileño no puede ejercer coacción contra
Elon Musk. Le ordena que haga ciertas cosas, pero Elon Musk no se halla dentro de la jurisdicción
del Estado brasileño. Y por tanto, no puede ser detenido o no puede ser multado. Y siendo
así las cosas, ¿cómo podía conseguir Moraes que Elon Musk acatara sus órdenes censoras de
bloquear el acceso a X a determinados perfiles de la oposición? Pues primero probó con imponer
una multa diaria a las oficinas de X en Brasil. ¿Pero qué hizo acto seguido Elon Musk? Cerró
sus oficinas de X en Brasil. Es decir, liquidó todos los activos económicos de X en Brasil
y, por tanto, si ya no hay activos económicos de X en Brasil, no hay nadie que pague la multa
que le impone Moraes. Pero a pesar de cerrar las oficinas y las cuentas bancarias que X tenía
en Brasil, el equipo humano de X seguía trabajando desde Brasil. Así que, acto seguido, lo que
intentó hacer Moraes fue responsabilizar a la representante legal de X en Brasil del
desacato de las órdenes emitidas por Moraes. Es decir, Moraes pretendía imponer sanciones
pecuniarias o incluso encarcelar a la representante legal de X en Brasil por no cumplir sus órdenes
de censurar a perfiles políticos de la oposición. Con lo cual, ¿qué hizo acto seguido Elon Musk?
Disolver todo el equipo humano de X en Brasil. Ya no tenía ni activos económicos ni personal
en Brasil. La red social X seguía siendo accesible desde Brasil porque es una página web más accesible
desde todos los lugares del mundo en los que no está censurada y, por tanto, aunque no tengan
ni oficinas comerciales ni personal en Brasil, los brasileños podían seguir accediendo a X.
Moraes, por consiguiente, no podía emplear la coacción del Estado contra ningún activo físico
ni humano de X en Brasil. De modo que, aparentemente, no tenía capacidad para lograr que Elon Musk cumpliera
sus órdenes. Y fue así como se sacó el último conejo de la chistera. Si X no nombraba un representante
legal en Brasil, a quien pudiera sancionar por no bloquear perfiles políticos de la oposición,
entonces, como la ley brasileña impone que toda compañía que opere en Brasil deba tener un representante
legal dentro del país, si X no nombraba un representante legal en 24 horas, lo que haría
a Moraes sería ordenar el cierre de X en todo el territorio brasileño en los términos en los que
hemos explicado al principio de este vídeo. Y eso es lo que finalmente ha sucedido. Elon Musk no ha
nombrado representante legal de X en Brasil porque no quería que se encarcelara a esa persona por no
bloquear el acceso a X a aquellas personas a las que Moraes ordenaba censurar y, al no nombrar
representante legal, Moraes ha cumplido su amenaza y ha ordenado bloquear el acceso de todos los
brasileños a X dentro del país. Se trata de un caso clarísimo de censura, de ataque frontal a la
libertad de expresión propio de las peores tiranías. Hace algunas semanas ya comentamos que Nicolás Maduro
había bloqueado durante 10 días, no de manera indefinida, sino durante 10 días, el acceso de
los venezolanos a X, justamente para que no se pudiera denunciar el fraude electoral perpetrado por
el régimen. Pues bien, ahora el Estado brasileño se vuelve aún más represivo contra la libertad de
expresión de lo que en esta materia lo había sido la tiranía chavista venezolana. Y uno ingenuamente
podría esperar que aquellos que desde la izquierda se suelen dar golpes defendiendo la libertad de
expresión denunciaran este bloqueo judicial del acceso a X desde Brasil como un atropello a las
libertades de los brasileños. La estrategia que ha utilizado la izquierda para justificar esta censura,
este ataque sin cuartel a la libertad de expresión y de información de los brasileños,
es crear un relato dentro del cual la sanción del juez Alexandre de Moraes se dirigiría contra Elon
Musk. Es decir, que esta medida es una forma de defender la soberanía del pueblo brasileño frente
a un multimillonario que quiere hacer dentro de Brasil lo que le apetece sin cumplir con las
leyes brasileñas. Escuchen, por ejemplo, al presidente de Brasil, Lula da Silva, sumarse a esta narrativa.
Es decir, que todo y cualquier ciudadano de cualquier parte del mundo que tiene investimiento
en Brasil está subordinado a la Constitución brasileña y a las leyes brasileñas.
Portanto, si la Suprema Corte tomó una decisión, por el ciudadano cumplir determinadas cosas,
o el no cumple o va a tener que tomar otra actitud. Porque no es porque el cara tiene mucho dinero
que el cara puede desrespeitar. Este ciudadano es un ciudadano americano, no es un ciudadano
del mundo. Él no puede estar ofendiendo los presidentes, ofendiendo los deputados, ofendiendo
el Senado, ofendiendo la Cámara, ofendiendo la Suprema Corte. Él piensa que es lo que?
Él piensa que es lo que? Él piensa que es lo que? Él tiene que respetar la decisión
de la Suprema Corte brasileña. Si quiere, bien, si no quiere, paciencia. Si no fue así,
este país nunca será soberano. Este país no es un país que tiene una sociedad compleja
de vira lata. Porque el cara americano gritó, a gente fica con miedo. No. Este cara tiene
que aceptar las reglas de este país. Y si este país tomó una decisión a través de
la Suprema Corte, él tiene que acatar. Si vale para mí, vale para él.
Este mismo argumento también lo podemos encontrar, de un modo más claro y sincero, en la cuenta
de X del periodista español Antonio Maestre.
La decisión del juez de Brasil sobre X, a la izquierda, nos hace caminar entre medidas
restrictivas de la libertad de expresión y la necesidad de poner límites a un multimillonario
con demasiado poder. Joder a un rico de extrema derecha con ínfulas es necesario. Hágase.
Nada es perfecto. Estos argumentos, sin embargo, son enormemente tramposos. Porque el bloqueo del
acceso a X desde Brasil no es una sanción que se imponga en contra de Elon Musk o en contra
de X. Es, fundamentalmente, una sanción que se impone a millones de ciudadanos brasileños.
Cuando Moraes quiso imponer sanciones pecuniarias contra X, o incluso cuando Moraes pretendía
sancionar a la representante legal de X en Brasil, eso sí eran sanciones específicamente
dirigidas contra Elon Musk o, más bien, contra X. Nos parecerán sanciones justas o injustas,
pero los derechos individuales que se estaban limitando, conculcando, dañando, eran los de
X y los de sus representantes legales. Pero al bloquear el acceso a X en Brasil, los derechos
que se están dañando, que se están restringiendo, no son, esencialmente, los derechos de X o de
Elon Musk son los derechos de millones de ciudadanos brasileños que ya no van a poder escribir a través
de X, comunicarse con el resto del mundo a través de esta red social que no deja de ser, en el fondo,
una página web, y también de millones de brasileños que quieren seguir leyendo lo que el resto de
compatriotas y el resto del mundo publican a través de X. Por establecer una analogía que aún así es
incompleta. Imaginemos que Santiago Abascal, líder del partido político Vox, comienza a publicar diaria
o semanalmente un artículo de opinión sobre España en el medio de comunicación estadounidense Fox News.
Y al cabo de un tiempo, supongamos que un juez español considera que esos artículos de opinión
sobre España que Santiago Abascal está publicando en Fox News socavan la democracia española y ordena
al medio de comunicación estadounidense Fox News que censure o que deje de publicar los artículos
de Santiago Abascal. Fox News, que no tiene ni oficinas ni personal en España, no acata la decisión
del juez español. Es decir, sigue publicando los artículos de Santiago Abascal. Y acto seguido,
ese juez español le ordena a Fox News que nombre un representante legal en España para que ese
representante legal pueda ser sancionado, según el Código Penal Español, por no acatar las órdenes
de censurar los artículos de Santiago Abascal que está publicando Fox News. Y Fox News tampoco hace
caso a esa orden, porque es una compañía estadounidense que tiene una página web accesible
desde España, pero que no tiene ni ningún representante legal, ni ninguna oficina, ni nada
en España. Pues bien, después de que nuevamente Fox News no acate la orden del juez español,
supongamos que el juez español decreta el bloqueo de acceder al sitio web, a la página web de Fox News,
en toda España. Es decir, ningún español puede leer Fox News a través de Internet. Y si algún
español considera utilizar un VPN para seguir accediendo al sitio web de Fox News, ese juez
español lo sancionará con una multa de 7.000, 8.000 o 9.000 euros diarios. Creo que en este caso
todos entenderíamos que este juez español está censurando un medio de comunicación. Está impidiendo,
al menos dentro de España, el acceso, la lectura de un medio de comunicación, como si cerrara un
periódico español. Pues bien, eso mismo es lo que ha hecho con X el juez Alexandre de Moraes. En realidad,
lo que ha hecho todavía es peor. Porque no sólo se trata de que millones de ciudadanos brasileños no
van a poder leer el contenido volcado en X, como en el ejemplo anterior, millones de ciudadanos españoles
no podrían leer Fox News. Sino que, además, en el caso específico de X, es una red social donde no
sólo se lee, sino también donde se escribe, donde se comunica tu opinión, tu perspectiva al resto del
mundo. Y también esa libertad está siéndole secuestrada a millones de brasileños por el
juez Alexandre de Moraes. Y la izquierda brasileña y la izquierda española, en lugar de denunciar este
atropello flagrante a la libertad de expresión, lo está convalidando con argumentos ridículos y
retorcidos. Porque, en el fondo, de lo que se trata desde su perspectiva, es que un Estado manejado por
la izquierda tenga un control absoluto sobre la ciudadanía para evitar que la derecha
llegue al poder. Y ese objetivo, evitar que la derecha llegue al poder, o lo que es lo mismo, evitar que la
izquierda deje, pierda el poder, desde la perspectiva de muchas personas de izquierdas
dentro y fuera de Brasil, justifica cualquier conculcación de las libertades individuales.
Otra cosa es que no puedan expresarlo con tanta claridad y deban retorcer el argumentario para
disimular de cara al público sus impulsos profundamente liberticidas, pero aún así,
justificar todos aquellos atropellos a las libertades individuales que sean funcionales,
que sean instrumentales, para lograr ese objetivo. Que la izquierda conserve el poder y que la derecha no
regrese al poder. La libertad de expresión está en estos momentos bajo ataque en prácticamente
todos los países del mundo. Porque las élites políticas que tienen el poder para parasitar a los
ciudadanos no quieren que esos ciudadanos puedan expresarse en libertad, puedan protestar en libertad
contra esas élites políticas que los parasitan. Se trata de silenciar la disidencia política para
imponer un monopolio político. Y por eso no debemos ceder ni una pulgada en la defensa radical desde su
misma raíz de la libertad de expresión.