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Feijo no será presidente del Gobierno al menos en esta legislatura, pero en su discurso
de investidura sí nos ha dejado ver algunas de las claves que marcarían su presidencia
del Gobierno.
¿Y qué valoración merecen esas claves?
¿Sería Feijo un buen o un mal presidente del Gobierno?
Veámoslo.
Pese al fracaso de su investidura, el discurso de Alberto Núñez Feijo ante el Congreso ha
recibido un aplauso, un elogio más o menos generalizado entre la derecha mediática.
Sin embargo, lo cierto es que dentro de este discurso encontramos algunas ideas que desde
luego son positivas y otras que desde luego no lo son.
Por tanto, conviene separar el grano de la paja y estudiar de manera apartidista qué
propuestas de Feijo tienen sentido y cuáles no lo tienen, qué propuestas de Feijo contribuyen
a ampliar nuestras libertades y nuestra prosperidad futura y cuáles no lo hacen.
Empecemos con las buenas ideas.
Feijo hizo una defensa correcta del Estado de Derecho en su discurso de investidura,
de tal manera que si nos creemos que Feijo como presidente del Gobierno cumpliría con
las palabras que pronunció delante del Congreso, que ya es mucho creer, porque esto mismo suelen
decirlo todos los candidatos a presidente del Gobierno y luego, una vez llegan al Gobierno,
lo incumplen sistemáticamente.
Pero si nos creyéramos que Feijo va a cumplir esto que vamos a ver a continuación y que
prometió en su discurso de investidura, desde luego sería un paso adelante en la regeneración
institucional y en la existencia de contrapesos al poder político.
Escuchemos las propuestas específicas que hizo Feijo respecto a la regeneración del
Estado de Derecho.
Primero, independencia en lugar de instrumentalización partidista de ciertas instituciones claves
del Estado.
Yo quiero gobernar velando por la independencia de las instituciones.
La Fiscalía, el CIS, el CNI no son el coto privado de nadie.
Creo que debemos garantizar su independencia.
Segundo, no abusar del Real Decreto Ley.
Es decir, no gobernar a golpe de capricho del Ejecutivo, sino permitiendo que el Congreso
ejerza la iniciativa legislativa.
Quiero gobernar sin abusar del Real Decreto Ley.
Creo que debemos devolver el protagonismo legislativo a las Cortes y utilizar la vía
de urgencia solo para lo que no puede esperar, por ejemplo, la ley de los enfermos de ELA.
Eso sí deberíamos de utilizar el Real Decreto Ley.
Tercero, independencia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado frente a la interferencia
y de nuevo a la instrumentalización partidista de las mismas.
Quiero gobernar sin laminar a nadie en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado
por razones discrecionales.
Creo que debemos respetar su autoridad, poniendo al frente de la Dirección General de la Guardia
Civil y de la Dirección General de la Policía a mandos profesionales.
Y cuarto, respetar la separación de poderes, en especial con respecto al Poder Judicial.
Quiero gobernar con contrapesos y, por supuesto, respetando la separación de poderes.
Y por eso creo que debemos de darle a la justicia a los efectivos que necesita, unos mil jueces
y magistrados extra en los próximos cinco años.
Y, sobre todo, el normal funcionamiento y el crédito que ha visto erosionado en los
últimos años.
No comparto que se le llamen fachas con toga a los jueces por aplicar una ley mal hecha.
No comparto, insisto, que se le llamen fachas con toga, y menos aún, que lo haga el Gobierno
de la nación y que lo haga el Grupo Parlamentario Socialista desde esta tribuna.
Señorías, no comparto señalamientos a magistrados, no.
No entiendo que se impulsen leyes para anular por esa vía sentencias judiciales, no.
No acepto que se nombren a ministros y altos cargos magistrados del Tribunal Constitucional,
no.
No respaldo haber cambiado la ley para impedir que se cubran las vacantes del Tribunal Supremo
y, por descontado, no comparto controlar la justicia, no.
A ver, como ya he dicho, todas estas propuestas están muy bien.
Son las propuestas mínimamente exigibles a cualquier político que no aspire a convertirse
en tirano.
Pero justamente por eso ningún candidato a la presidencia del Gobierno va a dar un
discurso de investidura diciendo yo voy a abusar del decreto ley, yo voy a controlar partidistamente
los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, yo voy a llenar de militantes las direcciones
del CNI o del INE o no digamos ya yo voy a controlar la justicia y no voy a respetar
la separación de poderes.
Obviamente nadie va a decir eso, que luego es lo que todos terminan haciendo o al menos
lo que hasta la fecha todos han terminado haciendo.
Por tanto, como ya he señalado al principio, las palabras de Feijo a este respecto están
muy bien, pero deberíamos tener todos bastante escepticismo con que si Feijo llega al poder
las vaya a poner en práctica.
No solo porque los políticos tienden a no respetar los contrapesos que limitan su poder.
El político lo que quiere es tener cuanto más poder mejor, sino también porque históricamente
los antecedentes no nos hacen ser optimistas al respecto.
Pero bueno, técnicamente no podemos acusar todavía a Feijo de incumplir esos compromisos
porque no ha tenido ocasión de hacerlo y los compromisos como tales están bien.
Pero del dicho al hecho hay un gigantesco trecho.
Comentemos ahora otras ideas positivas de Feijo, en este caso respecto al impulso de
la actividad económica y del dinamismo empresarial dentro de nuestra economía.
Primero, desregulación y desburocratización como enfoque general.
No es que Feijo entre al detalle de ningún sector que quiera desregular de raíz, y eso
también debería llevarnos a ser prudentes, porque de hecho en otras muchas propuestas
que hace lo que parece que plantea son más regulaciones, pero desde luego como planteamiento
genérico sí defiende que el Estado ha de aprobar muchísimas menos leyes y que la diarrea
legislativa, en la feliz expresión de Ángela Rodríguez Pán, que la diarrea legislativa
del Estado ha de ser mucho menor.
Pero además debemos desarrollar un plan de facilidades administrativas.
¿Saben ustedes cuánto hemos legislado de media anualmente?
¿Cuántas normas se han publicado en el Boletín Oficial del Estado anualmente?
140.766 folios.
Esto supone 385 páginas de nuevas normas cada día desde que el Partido Socialista
y sus socios gobiernen España.
En mi opinión, esto no es razonable, y además Europa no existe a trabajar de una forma distinta.
En mi opinión es posible hacerlo, por ejemplo, ampliando el procedimiento de declaración
responsable, generalizando con el silencio administrativo positivo o asumiendo el compromiso
de eliminar tres normas vigentes por cada una nueva que aprobemos.
Y en segundo lugar, una rebaja de los impuestos sobre el stock de capital, sobre los patrimonios,
porque es el patrimonio, es el stock de capital el que puede terminar financiando inversiones.
Básicamente, esto significaría eliminar el impuesto sobre el patrimonio y el impuesto
a las grandes fortunas, que es lo que sucede en la mayor parte de Europa.
Una fiscalidad para captar grandes patrimonios que nos acerque al resto de Europa y no atente
contra las competencias autonómicas del sistema.
Y por último, también apunta en la buena dirección, no en una dirección excelente
pero al menos sí en una buena dirección, el que fijó proponga para solucionar el grave
problema de accesibilidad a la vivienda el facilitar la expansión de la oferta en lugar
de controles de precios y de reglamentación del mercado.
En la pasada legislatura no se ha conseguido que acceder a una vivienda sea más sencillo.
Bien, al contrario.
Y el precio del alquiler no ha dejado de crecer, lo que muestra el fracaso de la decisión
de intervenir el mercado.
Si obtengo la confianza de la Cámara, les propongo tomar como base el plan de vivienda
comprometido en mi programa electoral, que no propone soluciones mágicas ni modelos
intervencionistas que no funcionan, sino una apuesta útil que dé total prioridad
a los jóvenes y a los vulnerables y que necesariamente pasa por incrementar históricamente
la oferta aprovechando suelos públicos y ociosos y por dar seguridad jurídica a los
propietarios que la han perdido.
El enfoque general está bien, el problema de accesibilidad a la vivienda se soluciona
con más vivienda allí donde falta vivienda, pero su plan para ampliar significativamente
la oferta de vivienda es muy poco ambicioso.
Básicamente se trata de movilizar suelo público ocioso.
¿Y qué pasa con el suelo privado que la ley considera no edificable para otorgar a
los ayuntamientos la posibilidad de recalificarlo y de apropiarse de una parte de ese suelo
una vez lo recalifican?
¿O qué sucede con la regulación de los usos del suelo, donde se establece que un
determinado suelo ha de ser sí o sí comercial cuando quizá podría tener un mejor uso
como residencial?
¿O qué sucede con la regulación de las alturas de los inmuebles que constriñen
la oferta de vivienda en la dimensión vertical?
Pues todo eso Feijón no lo está considerando como forma de ampliar efectivamente la oferta,
de modo que su plan queda bastante limitado pero al menos va en la buena dirección, no
en la dirección de regular precios y reprimir la demanda, sino de fomentar poquito pero
de fomentar la oferta.
Hasta aquí lo que me ha gustado del discurso de Feijón, veréis que tampoco es demasiado.
Ahora vamos con otras propuestas discutibles o criticables y con otras malas o muy malas.
Por ejemplo otras propuestas en absoluto positivas para fomentar el dinamismo y la creación
de empresas.
En primer lugar crear una oficina estatal, un nuevo chiringuito, para la selección de
proyectos industriales de país y además crear un fondo de inversión público para
financiar a determinadas startups y claro, no financiar a otras.
Señorías, propongo, en primer lugar, crear una oficina de proyectos industriales estratégicos
y un fondo de inversión para consolidar el crecimiento de las startups.
Vamos a ver, lo que en todo caso tienes que hacer es facilitar y fomentar el desarrollo
del mercado de capitales dentro de España, no del mercado de capitales para las grandes
empresas, que ese ya existe y funciona razonablemente bien, lo que falta en España y en la mayor
parte de Europa, pero sobre todo en España, es un mercado de capitales para empresas de
tamaño pequeño y mediano, es decir, para que las compañías se puedan financiar sin
recurrir necesariamente a los bancos.
Y esa es una asignatura pendiente de nuestro país, tanto por regulación, cuanto por fiscalidad.
Deja que sean los inversores privados los que decidan en qué empresas invierten y en
qué empresas no invierten, los que se jueguen su dinero tomando una decisión u otra.
¿Qué sentido tiene que crees un fondo de inversión público con dinero del contribuyente
para seleccionar tú o aquellos a los que nombres? ¿Qué proyectos empresariales se
tienen que promover y cuáles no se tienen que promover? Y los errores de inversión
que cometa ese fondo de inversión público, ¿quién los paga, el gestor o los contribuyentes?
Pues obviamente lo pagarán los contribuyentes y eso genera un riesgo moral tremendo, porque
ni siquiera podemos dejar de financiar ese fondo, dado que lo financias con impuestos,
que no puede terminar nada bien.
Vea lo fundamental el subdesarrollo del mercado de capitales en España y no te quedes con
la farándula, es decir, con la creación de un chiringuito dirigido por un político
o por un profesional nombrado por la política que dispara con pólvora del rey, es decir,
con el dinero del contribuyente.
La idea criticable, reducción temporal de las cotizaciones sociales a los empresarios.
Segundo lugar, la reducción temporal de las cotizaciones para paliar la subida de los
costes laborales.
A ver, evidentemente, en aislado bajar las cotizaciones sociales está muy bien. Está
tan bien que no tendría sentido, en aislado, que fuera una rebaja temporal, debería ser
permanente. Ahora, ¿por qué no puede ser permanente? Pues porque la seguridad social
tiene un desequilibrio presupuestario gigantesco, que además, como luego veremos, Feijó pretende
consolidar.
Y si no quieres meterle mano a ese desequilibrio gigantesco, y Feijó en el fondo no le quiere
meter mano, entonces no hay margen ni para bajar las cotizaciones permanentemente ni
tampoco temporalmente.
Por tanto, se trata, en aislado, de una buena idea, pero que en la práctica, en el contexto
fuertemente deficitario de la seguridad social española, no lo es si no pretendes corregir,
como Feijó no lo pretende, el lao de los gastos de la seguridad social. Pura demagogia
tributaria.
Y tercero, desgravaciones fiscales a la inversión en aquello en lo que Feijó nos diga que tenemos
que invertir.
En tercer lugar, la desgravación fiscal para las nuevas inversiones, especialmente para
la adaptación al cambio climático a la digitalización y para inversiones en innovación.
La desgravación a la reinversión puede ser una buena idea para fomentar el desarrollo
del mercado de capitales, que es justo lo que le reclamaba antes a Feijó que tenía
que hacer. No crear un fondo de inversión público, sino facilitar el florecimiento
de un mercado de capitales amplio en el ámbito privado.
Por ejemplo, que si un inversor tiene una plusvalía en un negocio y la liquida, no
tenga que pagar impuestos sobre esas plusvalías si la reinvierte en financiar otros proyectos
de inversión.
Ahora bien, ¿por qué esa desgravación ha de existir solo o ha de existir sobre todo
en aquellos sectores en los que Feijó nos diga que tenemos que reinvertir? Si uno considera
que esas reinversiones generan algún tipo de externalidad positiva, podría llegar a
estar justificado desde el punto de vista de la teoría económica.
Pero así en general decir a la digitalización, a la innovación… Pues oiga, deje que sea
el mercado el que señalice que inversiones son más urgentes, no sea usted políticamente
el que las teledirija desde la fiscalidad.
Y ahora vamos con la parte que menos me ha gustado del discurso de Feijó. Por un lado,
su enfoque del estado de bienestar. Su enfoque del estado de bienestar es que los políticos
han de seguir controlando nuestra educación y nuestra sanidad y nuestras pensiones, pero
que han de administrarlo mejor, que nosotros hemos de seguir siendo sus siervos, pero que
ellos han de convertirse en mejores amos, una especie de monarca ilustrado, de monarca
filósofo que gobierne de una manera más adecuada para nuestros supuestos intereses.
Pero siguen siendo ellos los que gobiernan sobre nuestra educación, sobre nuestra sanidad
o sobre nuestras pensiones.
De ahí que Feijó en su discurso no haya puesto sobre la mesa ni un solo planteamiento
que incremente la libertad de elección efectiva de los ciudadanos en materia de educación,
en materia de sanidad o en materia de pensiones.
Escuchemos sus propuestas específicas para el ámbito de la educación.
Si obtengo su confianza, tienen el compromiso de que el gobierno firmará contratos programa
con las comunidades autónomas para garantizar la igualdad de oportunidades. Impulsará un
plan de tutorías para dar apoyo individualizado a los alumnos que lo precisen fuera del horario
lectivo, aprobará un plan para renovar los centros educativos con una edad media de 45
años y, por supuesto, respetará la educación especial para las familias que lo deseen.
Y asumo la garantía de que no habrá imposiciones ni adoctrinamientos en las aulas.
Que la política está para garantizar las enseñanzas a los que tienen derecho los
alumnos y las alumnas. Y está para asegurar la libertad de las familias. Para nada más.
Para nada más.
Pero a ver, ¿la libertad de las familias en el ámbito educativo cómo la amplias? Porque
que la política está para preservar la libertad de las familias. Para nada más.
¿Pero eso en qué se sustancia? ¿Vas a desregular la educación para que pueda haber diversidad de
programas educativos entre centros de enseñanza? ¿Y que sean los padres los que escojan aquel
centro de enseñanzas que más encaja con las necesidades formativas de sus hijos? ¿Vas a
permitir que los padres que acuden a la educación privada dejen de sufragar al menos su parte del
coste de la educación pública? ¿Aún cuando tengan que seguir sufragando vía impuestos el
coste de la matrícula de las personas con menores recursos? Pero, desde luego, lo que no tiene ningún
sentido es que los españoles paguen impuestos para costearse su coste en la escuela pública si
prefieren ir a una escuela no pública que además no esté sometida a la planificación de contenidos
por parte del Estado. ¿Vas a hacer algo de todo esto? No, desde luego que no. Ni lo has
puesto de manera genérica encima de la mesa. Por tanto, la apelación a la libertad de las
familias en el ámbito educativo es un recurso meramente retórico y plenamente vacío de contenido.
Y ahora veamos sus propuestas en el ámbito sanitario.
Es imprescindible acometer el debate en profundidad que se requiere para garantizar
la sostenibilidad y la viabilidad del sistema nacional de salud.
Les garantizo que con cinco ministros en cinco años es imposible.
Es imposible. Sobre todo, además, nombrando a ministros que no saben nada de sanidad. Es imposible.
Es imposible, señorías.
El peso sanitario es cada vez mayor en los presupuestos autonómicos, aunque la mayoría
del Gobierno no lo sepa. Irá más por nuevos tratamientos que debemos de implementar de
forma cada vez más personalizada y por la gran noticia del incremento de la esperanza
media de vida de las mujeres y hombres españoles. Y además debemos de tener presente que en
menos de diez años España contará con más de 13 millones mayores de 65 años, con lo
cual incrementaremos la cronicidad, la pluripatología y el incremento del consumo de fármacos.
Les planteo reunir a un verdadero comité de expertos, este que exista, para que los
aborde de forma sosegada.
Y antes de reunir al comité de expertos, el ministro o la ministra de sanidad tomará
dos decisiones. La primera, un plan de choque de atención primaria que permita convocar
un mir extraordinario para médicos de familia y primar a aquellos que decidan ejercer su
actividad en el medio rural. Y otro, para dotar también de más médicos a la salud
y la atención temprana. Ni las cifras de suicidio ni los consumos de ansiolíticos
son razonables. Es evidente que esto no puede aplazarse ni un minuto más.
¿Han escuchado ustedes alguna propuesta para de nuevo ampliar la libertad efectiva de elección
en el sector sanitario? ¿Para que el paciente pueda escoger si va a la sanidad pública
o a la sanidad privada sin necesidad de pagar su plaza en la pública si está acudiendo
a la privada? No estoy hablando de pagar la plaza a quienes no tienen recursos, sino
al menos de no pagar tu plaza si no acudes a la sanidad pública. Pues no, de eso no
han escuchado absolutamente nada. Por tanto, lo que pretende Fijo es mantener el sistema
tal cual está, pero eso sí, mejorando la gestión o diciendo que va a mejorar la gestión,
porque de nuevo esto es algo que dicen todos los políticos. Vamos a ser más eficientes
gestionando la sanidad pública y luego la sanidad pública se sigue deteriorando, deteriorando
y deteriorando y sin permitir una desvinculación efectiva entre el usuario y la financiación
de un servicio que no está empleando. Y por último, ¿qué propone Fijo en materia
de pensiones? Pues lo siguiente.
El último gran pilar del pacto por el estado del bienestar exige que miremos a nuestros
mayores con respeto y a nuestros hijos con responsabilidad. Y eso implica huir de bulos.
En primer lugar, que el PP nunca congeló las pensiones como hizo el Partido Socialista
Obrero Español. Por cierto, con el voto de algunas señorías que se sientan aquí,
se congelaron las pensiones. E implica, en segundo lugar, dejar fuera de la refiega
política esta cuestión, que nunca debió de salir del acuerdo colectivo que teníamos
consolidado y que conviene reactivar por el bien de los mayores, de las viudas de hoy
y de las de mañana. Mi propuesta es devolver las pensiones al pacto de Toledo, garantizar
siempre y en cualquier circunstancia su revalorización, ni congelar ni reducir y blindar su suficiencia
hoy y en el futuro. Esta es mi propuesta, señoría.
Vamos, esencialmente lo que está proponiendo es mantener el insostenible sistema de pensiones
públicas, pasándole toda la factura de esa insostenibilidad a las generaciones más jóvenes,
que son las que tendrán que costear cotizaciones sociales crecientes, para hacer frente a un
gasto en pensiones igualmente expansivo y cuyo poder adquisitivo FEIJO se compromete en mantener.
Pensionistas del sistema público absolutamente blindados, jóvenes rehenes de este sistema
de estafa intergeneracional y saqueados para mantener la estafa de este sistema.
Y ya por último, para rematar, por un lado, mantener el impuesto a la banca para rescatar
a los hipotecados a tipo variable.
Acordar con las entidades que los recursos que destiran al impuesto de la banca se inyecten
automáticamente a las familias que no pueden afrontar la subida hipotecaria.
Y todos aquellos que cuando el Eurívor estaba al 0% o por debajo del 0% en negativo, decidieron
hipotecarse con una hipoteca a tipo fijo al 1,5% o al 2% o al 2,5% pagando más de lo que habrían
pagado con una hipoteca a tipo de interés variable, pero pagando más precisamente para
no exponerse al riesgo de que subiera el Eurívor y de que por tanto se encareciera la hipoteca a
tipo de interés variable a todos esos quien los rescata, a todos esos quien los compensa.
Ahora creamos o mantenemos impuestos para subsidiar los comportamientos irresponsables,
es decir, que la gente no se haga cargo de las decisiones que toma ni de las consecuencias de
las decisiones que ha tomado. Es que esto ni siquiera lo ha hecho el PSOE. El PSOE ha aprobado el
impuesto a la banca, es verdad, pero no ha rescatado al menos de momento a los hipotecados
a tipo variable. Pues bien, aquí el PP le pasa por la izquierda al PSOE, como también quiere
pasarle fijo por la izquierda al PSOE en materia de salario mínimo, es decir, en materia de prohibir
a los trabajadores trabajar por debajo de un determinado salario marcado por ley. Fijo critica
al gobierno de Pedro Sánchez por no haber subido suficientemente el salario mínimo interprofesional.
Y aprobar en el seno del diálogo social, en el primer año de legislatura, un calendario de subida
del salario mínimo interprofesional con criterios objetivos para alcanzar el 60% del salario medio
tal y como hemos comprometido con la Unión Europea. De nuevo con los fuegos de artificio,
si se quieren incrementar los salarios, y es muy razonable que nos marquemos como objetivo que
los salarios aumenten, lo que es absolutamente imprescindible es fomentar el incremento de la
productividad, es fomentar la creación y la competencia entre empresas. Con ese marco
institucional consigues que los salarios crezcan de manera sostenida. Prohibiendo trabajar por
debajo de un determinado umbral puede que consiga subir algunos salarios, pero a costa probablemente
de destruir empleo. Eso es lo que sucedió según el Banco de España, según la Fundación ISEAC en
un informe que le encargó el propio Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz, eso es lo que sucedió
según Banco de España, según ISEAC y según otros estudios independientes en el año 2019.
Y Fijó lo que dice es, si no quieres caldo, dos tazas. En definitiva, el discurso de investidura
de Fijó, su carta de presentación para aspirar a la presidencia del gobierno, ha sido un discurso
que ha contenido algunas buenas ideas, de aplicación bastante dudosa, porque son píos deseos generales
a los que prácticamente se adcribe cualquier político que quiera engañar a los ciudadanos,
pero en todo caso, buenas ideas sobre el papel, y también contiene malas ideas. Malas ideas que,
en el fondo, lo único que hacen es reproducir, incluso amplificadamente, el sanchismo. Y este
era el que venía a enterrar el sanchismo.