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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Vox se divorcia del Partido Popular en cinco gobiernos autonómicos. ¿Por qué lo hace? ¿Cuáles
se dan las repercusiones electorales de todo ello? Veámoslo.
A la hora de efectuar cualquier análisis político, nunca hemos de olvidar que la política consiste
fundamentalmente en una lucha por conquistar el poder. Podemos pensar que se trata de un
intento de conquistar el poder para implantar determinadas medidas que mejoren el bienestar
de la sociedad. Ese es otro debate. Pero, desde luego, quienes entran en la arena política lo
hacen para conquistar el poder. Y, por tanto, cualquier movimiento político es susceptible
de ser interpretado, analizado, leído desde esta óptica. ¿Cuánto contribuye ese movimiento
político a incrementar la probabilidad de conquistar el poder? Y, desde luego, este
también es uno de los varios análisis que puede efectuarse sobre la histórica decisión
que tomó ayer Vox de romper los cinco ejecutivos autonómicos en los que co-gobernaba con el
Partido Popular después de que éste hubiese pactado con el PSOE el reparto de 347 menas,
menores no acompañados, por las distintas regiones de España. Desde Vox aseguran que
han tomado esta rupturista decisión por una cuestión de principios. Y puede que así sea.
Puede que los principios hayan sido decisivos a la hora de tomar esta decisión. Pero imagino
que nadie será lo suficientemente ingenuo como para pensar que esos principios no han ido
también de la mano de un cierto cálculo electoral. Porque todos los partidos, no sólo Vox, desde
luego, tienen muy presente el cálculo electoral. Esa es su razón de ser. Ganar las elecciones,
conquistar el poder. Y, por tanto, sí o sí, la cuestión de los principios, que puede haber
sido muy importante, ha de haber ido de la mano de otra cuestión que también a cualquier partido
político le resulta vital, esencial, existencial, que es el cálculo electoral. ¿Esta decisión me va
a dar o me va a quitar votos a medio plazo? ¿Esta decisión me va a permitir incrementar a medio plazo
mi poder político o lo va a reducir? Porque lo que está claro es que, a corto plazo, esta decisión
supone una merma del poder político de Vox. De estar presentes en cinco gobiernos autonómicos,
a abandonar esos sillones y, por tanto, a dejar de recibir emolumentos públicos y a dejar de tener
competencias políticas desde esas consejerías autonómicas. Pero que, a corto plazo, suponga
una pérdida de capital y de poder político, no significa necesariamente que esta decisión acarree
a medio plazo una pérdida de capacidad de capital y de poder político. Y en eso consiste el cálculo
electoral, en plantearse si esta decisión tan contundente que están tomando los va a beneficiar
o los va a perjudicar electoralmente a medio plazo. Y, en este sentido, existen dos estrategias
contrapuestas sobre cómo debería venderse electoralmente Vox. Sobre cuál debería ser el reclamo
electoral central de Vox. Por un lado, vender a Vox como un partido con capacidad gestora, como un partido
con experiencia de gobierno o, por otro lado, vender a Vox como un partido de oposición y de alternativa
radical al establishment político español. Durante los últimos dos años, claramente, Vox había apostado
por la primera de estas estrategias. Entrar en los gobiernos autonómicos, primero de Castilla y León
y después de Comunidad Valenciana, de Aragón, de Extremadura y, finalmente, de Murcia, para mandar
a sus electores el mensaje de que tienen cuadros políticos y cuadros técnicos de calidad suficiente
como para que se hagan cargo de las instituciones, que son gente confiable para poder desplegar desde
esas instituciones un programa de gobierno. Por eso Vox luchó tanto por entrar en los gobiernos
autonómicos después de las últimas elecciones autonómicas. Porque quería mostrarles a los
ciudadanos en futuras elecciones que tienen callos de gobernar, que no son unos advenedizos a la política
sin capacidad administrativa. Sin embargo, a tenor de la evolución del voto de Vox durante los últimos
meses, esta estrategia no parece haber funcionado. En las elecciones generales del año 2019,
Vox cosechó el 15% del voto. En las elecciones generales de 2023, ese porcentaje se redujo al 12%
y en las recientes elecciones europeas cayó hasta el 9%. Por tanto, ese perfil de gobernabilidad parece
que en parte se le ha atragantado a Vox, como por cierto se le suele atragantar a cualquier partido
de gobierno que sea minoritario dentro del Ejecutivo. Le pasó lo mismo a Podemos con el PSOE y le está
pasando lo mismo a sumar con el PSOE. Los éxitos del gobierno los tiende a capitalizar el socio
mayoritario y los fracasos muchas veces se le imputan al socio minoritario diciendo que está
dividiendo, fraccionando, descoordinando la acción de gobierno. Y estos progresivos malos resultados
electorales se producen además en un contexto donde los partidos asimilables a Vox en otros países
europeos, Francia, Italia, no digamos ya Hungría, Alemania o Países Bajos, todos esos partidos
asimilables a Vox de derecha nacionalista o derecha patriótica, lo llaman ellos, están subiendo como la
espuma en todos esos otros países europeos. De tal manera que el fracaso de Vox en España todavía es
mayor en términos comparativos. Por eso, y ante la declinante evolución del apoyo electoral de Vox en
los sucesivos comicios que hemos enfrentado los españoles desde que Vox entró en los gobiernos
autonómicos, a tenor de esa declinante evolución probablemente la dirección del partido haya decidido
un giro estratégico. No usar como reclamo electoral su experiencia gestora y su capacidad para gobernar
acreditada desde dentro de los ejecutivos autonómicos, sino construir un perfil político
de oposición al establismo en político español, a la partidocracia española, encarnada por el PSOE rojo
y por el PSOE azul, también llamado PP. Y en este sentido, la polémica alrededor del reparto de los
menas, un tema muy importante dentro del ideario y del programa político de Abascal, la inmigración,
habría sido la excusa perfecta para romper los ejecutivos autonómicos y reposicionar a Vox como
un partido de oposición radical, tanto a PSOE como a PP. ¿Le saldrá bien a Vox esta estrategia
electoral? Pues está por ver. Si durante los próximos años la preocupación de la ciudadanía
española alrededor de la inmigración ilegal se dispara, si la lucha contra la inmigración ilegal
y contra la posible delincuencia que puede llevar asociada se convierte en una prioridad electoral
de muchos españoles, pues Vox habrá adquirido un perfil de oposición clara a las políticas
migratorias consensuadas de PP y PSOE, de tal manera que todos aquellos ciudadanos que prioricen
luchar contra la inmigración ilegal se verán de alguna manera empujados a votar a Vox, que ese ha
sido de hecho uno de los vectores de crecimiento electoral más potentes de las derechas nacionalistas
europeas. Pero si durante los próximos años esto no sucede, si la inmigración ilegal sigue
siendo un tema de preocupación de los españoles, pero no su prioridad, y si por el contrario la
prioridad de muchos votantes españoles termina siendo, con razón o sin ella, no estoy entrando
en eso, echar a Sánchez, desalojar al Partido Socialista del poder, entonces si esa es la prioridad
con la que el votante no socialista o el votante de derechas acude a las urnas, este movimiento de Vox
puede acabar perjudicándoles aún más de lo que ya lo estaban. Porque en la medida en que el votante
antisanchista, el votante que, insisto, priorice, por el motivo que sea, echar a Sánchez del poder,
no perciba a Vox como un partido que se pueda aliar con el PP para echar a Sánchez o a los
candidatos sanchistas en las comunidades autónomas, entonces el sufragio de una parte, ni mucho menos
de todos, pero sí quizá de una parte de los votantes de Vox, podría trasladarse por cuestión de voto útil,
que voto es el que maximiza la probabilidad de echar a Sánchez o de que los candidatos
sanchistas no lleguen al poder, podría terminar trasladándose de Vox al PP, desangrando electoralmente
todavía más al propio Vox. Por tanto, la rotunda decisión de Vox de romper los ejecutivos autonómicos
con el PP se trata de una jugada electoral arriesgada. O puede terminar perfilándolo de
cara a la opinión pública como la auténtica alternativa al PSOE y al PP, sobre todo en
determinadas cuestiones que acaso, en el futuro, los españoles consideren prioritarias. O puede,
en cambio, terminar empujándolo a la irrelevancia.
¡Gracias!