logo

Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Hoy se celebran elecciones presidenciales en Estados Unidos, los ciudadanos estadounidenses
han de escoger entre Donald Trump y Joe Biden, y bueno, mañana, o el día en que conozcamos
los resultados definitivos, os expondré cuál es el programa fiscal, el programa impositivo
del candidato que haya resultado elegido en estas presidenciales, ya sea Trump o ya
sea Biden.
Hoy, sin embargo, voy a reflexionar brevemente sobre un problema que va a ser común a la
hora de desarrollar tanto la política fiscal de Trump como la política fiscal de Biden,
que es el problema de la deuda pública.
Este es el gráfico en el que tanto Trump como Biden deberían fijarse y uno de los
principales asuntos económicos, en los que tanto uno como el otro, si se den elegidos
en las presidenciales de hoy, deberían estar ocupados día a día si fueran gobernantes
realmente responsables.
Como podemos observar, a cierre del segundo trimestre del año, es decir, ni siquiera son
datos actualizados a día de hoy, la deuda pública estadounidense había ascendido hasta
los 26,4 billones de dólares, billones europeos, es decir, con 12 ceros.
Estamos hablando de cifras que, si las ponemos en relación con el producto interior bruto,
equivalen a más del 135% del producto interior bruto.
De la presidencia de Donald Trump, esta magnitud, la deuda pública federal ha aumentado en
más de 6,5 billones de dólares.
Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos con una deuda pública que
no llegaba a los 20 billones de dólares, y como estamos viendo, a día de hoy roza,
los 26,5 billones de dólares.
Por lo tanto, un incremento de 6,5 billones de dólares en tres años y medio, porque
recordad que ni siquiera estamos conociendo cuál es la magnitud de la deuda pública
a día de hoy, a 3 de noviembre.
Estamos estimando el stock de deuda pública federal en los Estados Unidos a cierre del
segundo trimestre del año, queda el tercer trimestre y el cuarto trimestre de este año
que a buen seguro supondrán un nuevo incremento de la deuda pública en uno o en dos billones
de dólares.
Pero bueno, en los tres primeros años y medio, 6,5 billones de dólares de nueva deuda.
Eso supone atención, 1,85 billones de dólares al año.
Obama, que fue un presidente tremendamente manirroto, un presidente que abusó enormemente
del endeudamiento público durante sus ocho años de gobierno, endeudó a los estadounidenses
a un ritmo de 1,15 billones de dólares.
Trump, que durante la administración Obama, con razón, criticó el enorme abuso del endeudamiento
público por parte del presidente demócrata, los está endeudando en 1,85 billones de
dólares de media anual.
Y quizá se nos diga que esto es explicable, esencialmente por la crisis del coronavirus
y que, por tanto, no podemos imputarle, no podemos culpar a Trump la responsabilidad
de haber endeudado tanto a los ciudadanos estadounidenses.
Bueno, por esa regla de tres uno también podría excumpar a Obama diciendo que él se enfrentó
a una crisis financiera como pocas había vivido el país desde la gran depresión.
Y si buscamos, por tanto, excusas contextuales para justificar el recurso al sobreendeudamiento
público, Trump, ciertamente, puede apelar a la crisis del coronavirus y Obama puede
apelar a la crisis financiera post-2008.
Pero bueno, incluso si excluimos la deuda emitida durante esta pandemia, durante lo
que llevamos de 2020, nos encontraremos con que antes de que estallara la crisis del
coronavirus, la deuda pública en Estados Unidos ya había aumentado en 3,3 billones
de dólares, una media de 1,1 billones de dólares al año.
Recordemos, Obama, el manirroto, 1,15 billones de dólares con una crisis financiera de por
medio.
Trump, antes del coronavirus, sin ninguna crisis de por medio, en medio de hecho de
la mayor bonanza económica de los Estados Unidos durante el último medio siglo, 1,1
billones de deuda al año.
Ya, por supuesto, después de la crisis, muchísimo más, ya hemos visto que estaremos
en torno a los 2 billones de deuda anual, en torno al doble de lo que endeudó Obama
a los estadounidenses durante cada año de su mandato en términos medios y eso que Obama
ya fue uno de los presidentes más manirrotos de la historia de Estados Unidos.
Manto, esa es la situación financiera ahora mismo del país, 135% de deuda sobre PIB,
porcentaje que va a seguir creciendo en los próximos trimestres, más de 26 billones
de dólares de deuda emitidos.
Y uno podría decir, bueno, esto tampoco es tan preocupante, porque no hay ahora mismo
ningún indicador en el horizonte que nos permita concluir que vamos encaminados a una crisis
de deuda, que nos permita temer que las finanzas públicas del país más poderoso de la tierra
van a colapsar y, por tanto, vamos a vivir un desastre financiero como pocos hemos experimentado
en los últimos 100 años.
Y, desde luego, no hay síntomas de tensión en el mercado de la deuda pública estadounidense.
De hecho, parece que los inversores lo que están buscando, lo que están demandando,
es mucha más deuda pública, especialmente deuda pública estadounidense, porque buscan
activos libres de riesgo, y la deuda pública, si es emitida por un gobierno que mantiene
su solvencia, es un activo libre de riesgo porque le permita al gobierno rapiñar la
riqueza que generan otros y trasladarle esa riqueza coactivamente a los inversores que
han comprado deuda pública.
Uno no se tiene que arriesgar si invierto en este sector o invierto en aquel otro, un
sector puede ir bien, el otro puede ir mal, porque simplemente con la deuda pública te
quedas con los frutos de aquello que va bien, porque los contribuyentes que tienen éxito
están obligados a pagar impuestos y esos impuestos recolectados se transfieren a los
tenedores, a los inversores de deuda pública.
Y eso es correcto, es decir, ahora mismo, como decía, no hay ningún indicador de que
haya una crisis de deuda en ciernes, los tipos de interés nos están disparando, la inflación
nos está disparando, al contrario, los tipos de interés están muy bajos, tenemos más
bien de inflación, todo lo cual nos indica que Estados Unidos todavía tiene margen
para endeudarse.
Pero una cosa es tener margen para endeudarse, otra muy distinta es aprovechar ese margen
para endeudarse y otra muy distinta es no ser consciente de que ese margen para endeudarse
puede cambiar de un día para otro.
Las crisis de deuda no avisan, no es que veamos en el horizonte como los tipos de interés
van aumentando un 0,5% cada año del 1 al 1 y medio, del 1 y medio al 2, del 2 al 2 y
medio, del 2 y medio al 3 y al final ya llegamos al 7, 7 y medio, 8, 8 y medio, 10, 10 y medio
y claro, cuando ya los tipos de interés están muy altos, el esto de deuda de bien insostenible
porque cada año hay que pagar muchos más intereses de la deuda de lo que la economía
es capaz de generar en términos reales.
No, las crisis de deuda no se producen así, las crisis de deuda se producen de la noche
a la mañana, los inversores cambian de ánimo, empiezan a tener miedo sobre la sostenibilidad
de la deuda de un país y en la medida en que muchos inversores van saliéndose de un determinado
activo, se genera una especie de profecía autocumplida por la cual otros inversores
también salen porque si tu vendes y los tipos suben y anticipo que otros van a vender también
y si esos otros venden y los tipos siguen subiendo, pues más motivo para que otros continúen
también saliendo, continúen escapando de ese activo que ha pasado de ser un activo supuestamente
libre de riesgo a un activo arriesgado.
Por supuesto este proceso especulativo no es tan sencillo de realizar, si un gobierno
es un gobierno solvente, si se produjera cualquier tipo de ataque especulativo de este género
podría fácilmente amortizar anticipadamente deuda, es decir, recomper la deuda que otros
inversores no quieren y al hacerlo demostraría que su solvencia es alta, retiraría exceso
de deuda del mercado y por tanto la confianza volvería a los mercados.
Si el gobierno dice que va a recomprar su deuda, los inversores van a estar muy interesados
en lugar de salir, van a estar interesados en volver a entrar, pero para eso insisto
el gobierno tiene que tener capacidad para efectuar estas recompras, el gobierno tiene
que ser solvente, si el gobierno no es solvente y necesariamente ha de pagar deuda con más
deuda, emitiendo más deuda y hay un momento en el que los compradores de deuda desconfían
de ese gobierno y no solo los compradores de deuda, también los compradores de monedas,
es decir, los tenedores de dólares ya no quieren tener tanto dólares como antes porque
las perspectivas de los pasivos del estado de la deuda de la moneda no son buenos pueden
huir de esos pasivos.
No estoy diciendo que esto vaya a suceder, estoy diciendo que esto es una crisis de deuda,
las crisis de deuda no avisan a los deudores, se producen de la noche a la mañana y por
supuesto el caldo de cultivo para que se genere una crisis de deuda son unas finanzas públicas
desordenadas, unas finanzas públicas donde el deudor, donde el emisor de la deuda no
es capaz rápidamente de cuadrar sus cuentas, no es capaz rápidamente de exhibir solvencia
al resto de la comunidad inversora.
Por eso digo que una de las prioridades de política económica que deberían tener tanto
Trump como Biden es revertir esta deuda pública excesiva del gobierno de Estados Unidos, no
excesiva porque estemos condenados ni muchísimo menos a una crisis de deuda en Estados Unidos,
de hecho si tuviera que apostar, apostaría que ahora mismo con los actuales volúmenes
de deuda la probabilidad de una crisis de deuda en Estados Unidos es muy baja, es prácticamente
inexistente.
Ahora bien, ¿qué sucede si en 3, 4, 5 años sucede otra crisis económica devastadora
que vuelva a aumentar muy sustancialmente el de deuda pública, o qué sucede si la
crisis del coronavirus no escapa con rapidez y el déficit público se mantiene alto durante
bastantes años y por tanto el deuda va creciendo, o qué sucedería, dios no lo quiera desde
luego, pero qué sucedería si Estados Unidos entra en alguna guerra muy seria, imaginemos
una guerra con China que requiera de emisiones masivas de deuda pública?
Pues ahí sí, Estados Unidos se enfrentaría a un desastre financiero como consecuencia
de la imprudente acumulación de deuda durante tantos años, tanto en años de crisis como
en años de bonanza para estimular artificialmente la economía, y por consiguiente de la misma
manera que un particular intentaría poner sus finanzas en orden en cuanto tenga ocasión,
para qué, no para necesariamente evitar la bancarrota, quizá una persona que esté muy
endeudada no se exponga a la bancarrota si más o menos va teniendo ingresos para pagar
su deuda, sino simplemente por prudencia, por protección frente a lo que pueda pasar.
Si algo debería habernos enseñado 2020, es que hay que esperar lo inesperable, que en
el mundo suceden cosas que no están previstas, que no estaban guionizadas, y por consiguiente
que uno tiene que tener resiliencia para protegerse frente a esa incertidumbre pura,
frente a esa incertidumbre absoluta, y la forma financiera, desde el lado financiero
de protegerte frente a lo desconocido, es estar en liquidez, es decir, no estar hiperendeudado,
y Estados Unidos está hiperendeudando.
Por tanto, cualquier política fiscal responsable, tanto de Trump como de Biden, debería dirigirse
a corregir, a revertir este desequilibrio financiero, pero como veremos en el próximo
vídeo en el que expondremos la política fiscal, sea de Trump o sea de Biden, de cualquiera
que resulte vencedor en estas elecciones presidenciales, ni uno ni el otro se preocupan lo más mínimo
por esta acumulación excesiva de deuda pública, ni el uno ni el otro tienen ninguna política
dirigida a revertir el enorme déficit y el enorme endeudamiento público en el que
está incurriendo Estados Unidos, y esto, como digo, no necesariamente asegura el desastre,
pero sí, posibilita el desastre financiero.
Gracias por ver este vídeo, y nos vemos en el próximo vídeo.