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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Bueno, buenas tardes a todos. Muchas gracias en primer lugar a la fundación Rafael del Pino por
acogernos nuevamente en estas magníficas instalaciones que desde luego hacen posible que
tanta gente esté presente simultáneamente y que además también tanta otra nos pueda seguir a
través del streaming y de las redes sociales. Y también, por supuesto, muchas gracias y muchas
felicidades a la Austrian Center por organizar nuevamente este exitosísimo Free Market Roadshow.
Muchas gracias no solo por traerlo a Madrid sino también por llevarlo por toda Europa en defensa
de las ideas de la libertad. En un momento donde esas ideas de la libertad se ven especialmente
amenazadas en todas partes por las nuevas oleadas liberticidas, que además tienen un enemigo común
que es ese enemigo común al que voy a defender en esta primera breve conferencia, que es la
globalización. La globalización como la extensión a escala planetaria de la libertad social y
económica que propugna el liberalismo es la bestia negra o una, al menos una de las bestias
negras de lo que podríamos llamar tanto el populismo de izquierdas como el populismo de
derechas. Las razones por las cuales se ha criticado la globalización desde distintos
frentes son heterogéneas. El populismo de izquierdas carga contra la globalización porque
básicamente lo que nos dice es que una oligarquía de ricos en el primer mundo está explotando
misericordemente a los pobres del tercer mundo y de manera que cada vez los ricos son más
ricos y los pobres son más pobres y que en consecuencia hay que acabar con este proceso de
extensión del capitalismo de regulado mundial para nivelar el crecimiento y para que la gente,
el pueblo, salga beneficiado a costa de esas oligarquías globales. El populismo de derechas
teje un discurso parecido pero desde luego con otros buenos y malos. Los malos para el
capitalismo, perdón, para el populismo de derechas pues son los extranjeros. Todo lo
que no quede dentro de la nación, del estado tal cual, del estado de nación tal cual lo
conocemos, son los que están invadiendo, ya sea económica, cultural, política, social,
religiosamente en nuestras sociedades y frente a los cuales tenemos que articular una defensa.
Los buenos evidentemente son todos los que están, los buenos o potencialmente buenos,
todos los que están dentro de la nación constituida en un estado soberano. Y aquí
lo que quería hacer como decía es básicamente defender la globalización, defender la globalización
frente a estas dos críticas, la crítica de que los ricos están haciendo cada vez más
ricos y los pobres más pobres y la crítica de que el estado nación, la nación, occidente
está siendo paupereizado, está siendo empobrecido porque los de fuera nos están quitando la
riqueza y los puestos de trabajo. El fenómeno globalizador que empieza o que arranca de
nuevo tras la Segunda Guerra Mundial, no lo olvidemos, la globalización se interrumpe,
el proceso globalizador se interrumpe durante el periodo entre guerras porque previamente
el mundo estaba tremendamente globalizado, el grabo de globalización que se alcanzó
antes de la Primera Guerra Mundial no lo recuperamos hasta principios de los 90, pues esa globalización
que se reanuda tras la Segunda Guerra Mundial y que desde luego experimenta una aceleración
a partir de la década de los 90, a través de la sucesiva desármera ancelario y la entrada
de grandes potencias económicas dentro del comercio internacional, ha supuesto un cambio
verdaderamente histórico en la calidad de vida de los ciudadanos. Entre 1990 y 2013
el número de pobres extremos, aquellos que viven con menos de dos dólares diarios, ha
caído en el mundo desde 1850 millones a 770 millones. Estamos hablando de una reducción
de más de mil millones de personas pobres extremas en el conjunto del planeta, pero
incluso esta cifra en más cara, la enorme creación de riqueza que ha tenido lugar especialmente
en las zonas más pobres del planeta, porque en paralelo a esta reducción de la pobreza
la población mundial se ha incrementado de manera muy sustancial, se ha casi duplicado
desde los 90. En realidad si lo miramos en términos relativos, en 1990 el número de
pobres extremos sea el 35% de la población mundial más de una de cada tres personas
y hoy mismo en 2013 era del 10,5%. Si extendemos la cifra según estimaciones del Banco Mundial
a 2015 ya se ubica por debajo de los dos dígitos, por debajo del 10%. Pero podríamos decir
que la pobreza no mide adecuadamente la calidad de vida, no es verdaderamente importante
si la gente tiene dos dólares al día o no, hay otras variables que son relevantes para
atestiguar si realmente está viendo una mejora, una mejoría en la calidad de vida. Bueno,
el analfabetismo en el mundo ha caído desde los 70, desde los años 70, desde el 40%
de la población adulta a sólo el 15% en la actualidad. Hoy en día el 50% de la población
adulta mundial tiene al menos un título de educación equivalente a secundaria. En los
años 70, esas gloriosas décadas a las que por ejemplo quiere regresar parte del populismo
de izquierdas con estados grandes, etcétera, era el 15%. Por tanto ha habido un aumento
de 35 puntos, sea más que triplicado el número, el porcentaje de personas que globalmente
tienen un título equivalente a secundaria. Sólo imagina por un momento la cantidad de
capital humano que supone esto, de creación de nuevo capital humano. La esperanza de
vida se ha incrementado desde los años 90 en alrededor de cinco años en todas las zonas
del planeta. Hoy en día el 96% de los niños en el conjunto del mundo superan la edad de
cinco años. En los años 70 era el 85%. Puede parecer no una diferencia demasiado
grande pasar del 85 al 96, solo pensar en todas las vidas rotas que ahora dejan de romperse
por el hecho de que unos padres no ven morir a sus hijos en sus manos. Posiblemente esa
sea la experiencia más trágica que pueda soportar a una persona a lo largo de sus vidas
y fijémonos en la enorme, en la importantísima reducción de esas tragedias que en los últimos
40 años se han reducido. Pero podríamos decir, vale, el mundo ha prosperado, hay más
riqueza en todas las partes del planeta, hay más esperanza de vida, hay más educación,
hay más salubridad, pero aún así eso no es lo importante. Lo importante son los diferenciales
de renta entre los ciudadanos. Es inaceptable dirán algunos que aunque todos seamos más
ricos las diferencias entre ricos y pobres se hayan ensanchado. Tengo buenas noticias
para ellos, las diferencias no se han ensanchado, las diferencias se han reducido. Por primera
vez desde la revolución industrial la desigualdad a escala mundial se ha reducido. El índice
Gini, que como sabéis mide la desigualdad y expresa la desigualdad máxima cuando es
1 y la desigualdad mínima o igualdad perfecta cuando es 0, ha pasado de 0,7 a escala mundial
a principios de los 90 a 0,6. Sigue siendo un Gini muy alto, pero por primera vez desde
la revolución industrial se ha reducido. Y quienes más se han beneficiado de esta reducción
del Gini mundial son, esencialmente, las personas más pobres entre los países más pobres.
Primero porque el Gini se ha reducido porque las diferencias de renta per cápita entre
países se han estrechado. Las diferencias de renta per cápita entre un chino y un español
siguen siendo muy altas pero son mucho menos elevadas que hace 30 años. Y no como luego
veremos porque los españoles se hayan empobrecido, sino porque los chinos se han enriquecido
de manera muy sustancial. Recordad que a mediados de los 80 el número de pobres extremos
en China era del 85% de la población, prácticamente toda la población hoy no supera el 10%.
Decía la desigualdad ha caído porque las diferencias de renta se han estrechado entre
países, pero también si miramos la evolución de la renta per cápita en los países pobres
desde 2008 comprobaremos que el 40% más pobre, la renta del 40% más pobre de la población
del tercer mundo, ha visto aumentada su renta per cápita de media más que la media de la
población. Es decir, el crecimiento está redundando especialmente en beneficio del
tercer mundo y de los más pobres del tercer mundo. Cualquier persona mínimamente empática,
cualquier persona mínimamente preocupada por el bienestar ajeno, por el bienestar del
conjunto de los ciudadanos, cualquier persona preocupada por la capacidad de las personas
para realizar su vida por ampliar las oportunidades de esas personas para mejorar su existencia
debería abrazar completamente el proceso globalizador porque lo que hemos visto es
que ha mejorado extraordinariamente la calidad de vida de todos los ciudadanos y muy especialmente
de los ciudadanos más desagorecidos a escala global. Pero, y aquí entra el discurso del
populismo de derechas, sí puede ser que haya beneficiado los más pobres entre los pobres,
pero ha perjudicado a las clases medias populares en occidente y por tanto tenemos derecho a
proteger nuestros intereses, Spain First, América First, antes que los intereses del tercer mundo.
Y el argumento que se emplea para justificar este presunto empobrecimiento como consecuencia
de la globalización de la renta per cápita del primer mundo es, probablemente lo hayáis
escuchado en alguna ocasión, el famoso gráfico del elefante de Milanovic. ¿Qué expresa este
gráfico? Bueno, básicamente que si representamos la distribución mundial de la renta por percentiles,
el dibujo que obtendremos, el dibujo de la variación de esa renta per cápita en los
últimos 30 años será que la renta per cápita, los ingresos de los ciudadanos más pobres
del planeta han aumentado mucho, los ingresos de los ciudadanos más ricos del planeta también
han aumentado mucho, pero los ingresos de las clases populares del primer mundo, entre
los percentiles 70 y 85 de la distribución mundial de la renta, se han estancado o incluso
han retrocedido y eso nos dicen ilustra que la pauperización de las clases populares
del primer mundo ha ido correlativa con el enriquecimiento del tercer mundo y con la
constitución de una oligarquía extractiva ultra rica en el primer mundo. Este gráfico
tiene una trampa que es fundamental y que es básico denunciar porque todo el mundo está
utilizando este gráfico como argumento contra la globalización y no es un argumento. ¿Cuál
es la trampa de este gráfico? Que el estancamiento o el retroceso de los ingresos en los últimos
30 años de las llamadas clases medias o clases populares occidentales se debe esencialmente
a dos sesgos, a dos distorsiones y es la inclusión de los países ex-socialistas y de Japón.
Los países ex-socialistas en los últimos 30 años evidentemente han visto como sus ingresos
per cápita se han estancado. ¿Por qué? Porque las estadísticas de los países socialistas
estaban absolutamente manipuladas y por tanto sus datos de renta per cápita eran ficticios
y tras abandonar el socialismo la renta per cápita de esos países se desplomó estadísticamente
y solo ahora sobre el papel original ha empezado a recuperar el nivel que ya digo teóricamente
tenía al principio. Por tanto estos países han supuesto un freno al aumento de la renta
per cápita global en Occidente y luego Japón. Un caso que ilustra el fracaso más absoluto
de las políticas quinesianas en su estado puro, 25 años de economía estancada a pesar
de haber implementado todos los planes de estímulo, fiscales y monetarios habidos y
por haber. Es absolutamente indignante que el populismo de izquierdas o el populismo
de derechas culpe a la globalización de lo que son los fracasos estrepitosos del intervencionismo
estatal porque lo que estamos hablando es de que estadísticamente la renta per cápita
de las clases medias occidentales se estanca por incluir en ese cómputo dos fracasos del
intervencionismo estatal, el derrumbe del socialismo y el derrumbe del quinesianismo
en Japón. Si excluimos esos dos casos comprobaremos que la renta per cápita en Occidente en todos
los percentiles de renta, es decir entre ricos y pobres en Occidente ha aumentado en los
últimos 35 años en torno a un 40-45%. La globalización no ha empobrecido a Occidente
en general, por supuesto habrá desplazado algunos trabajadores de industrias que hayan
quedado absolutamente barridas por la competencia, pero en general Occidente, todos los ciudadanos
de Occidente se han enriquecido enormemente con el proceso de globalización por mucho
que ahora intenten engañarnos, con lo contrario confundiendo los efectos de la crisis económica
actual con los efectos ultra beneficiosos de la globalización. Ni siquiera cabe decir
que la desigualdad haya aumentado en Occidente durante los últimos 30 años. El Banco Mundial
ha recopilado la evolución de la igualdad en las 20 economías más industrializadas
de Occidente y lo que comprobamos es que desde 2008, entre 2008 y 2013, es decir incluso
con la crisis económica, la desigualdad ha caído en 8 de los 20 países, se ha incrementado
en 6 de los 20 países y se ha estancado en otros 6 de los 20 países. Pero es que si
miramos la evolución de la desigualdad en estos 20 países industrializados desde el
año 1993 a 2013, es decir en los últimos 20 años, la desigualdad, el índice del
Gini se ha mantenido esencialmente constante. No ha habido un aumento de la desigualdad
frente a los años 90. Una de las décadas que nos venden como previa la globalización,
como previa el estancamiento actual, una década dorada a la que algunos quieren regresar
los felices años 90, es una década que tenía la misma desigualdad que tenemos hoy. También
en España, por tanto es todo propaganda, es todo falacias políticas construidas para
lavarle el cerebro a la gente y justificar un estado mucho más grande. En definitiva,
no necesitamos menos libertad económica, sino mucha más libertad económica. No necesitamos
menos globalización, sino muchísima más globalización. El bienestar e incluso diría
más la vida de centenares de millones de personas depende críticamente de que en las
próximas décadas consigamos que la libertad económica y la globalización siga penetrando
por todos los rincones del planeta. Muchas gracias.