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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿Qué efectos tiene la política de altos tipos de interés de la Reserva Federal sobre el comercio
internacional? ¿Lo favorece a través de la depreciación del resto de divisas mundiales
frente al dólar? ¿O lo estrangula por el encarecimiento del crédito en dólares? Veámoslo.
Los tipos de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos se hallan en su nivel más elevado
desde comienzos del año 2001. Y mientras la economía estadounidense se mantenga fuerte y la
inflación por encima del objetivo a medio plazo de la Reserva Federal, este banco central no debería
proceder a bajar los tipos de interés. A este respecto, el doble mandato estatutario de la
Reserva Federal es muy claro. La Reserva Federal se tiene que ocupar de dos objetivos. Por un lado,
mantener la estabilidad de precios y, por otro, promover el máximo nivel de empleo sostenible
dentro de la economía. Si ahora mismo la tasa de paro se halla en uno de los niveles más bajos de
la historia y, a su vez, como decíamos, la inflación se halla apreciablemente por encima del objetivo a
medio plazo de la Reserva Federal, la conclusión debería ser muy clara. La Reserva Federal no ha de
bajar en estos momentos los tipos de interés. Es más, debería incluso plantearse subirlos. Ahora bien,
esta es la conclusión lógica que se derivaría de hacer caso estricto al doble mandato estatutario
de la Reserva Federal. Sucede que este banco central, informalmente, también tiene otros objetivos
extraestatutarios que pueden estar presionando en la dirección opuesta a mantener o subir los tipos
de interés. Es decir, que pueden estar presionando en la dirección de bajar los tipos de interés.
Algunos de los objetivos extraestatutarios que pueden presionar a la Reserva Federal a bajar los
tipos de interés, a pesar de que la tasa de paro está en uno de los niveles más bajos de la historia
y la inflación todavía no está bajo control, son, primero, la fragilidad del sistema financiero
estadounidense. A la Reserva Federal le interesa que los tipos de interés a los que puede refinanciarse
a corto plazo la banca sean más bajos que los actuales para no estrangular financieramente a
aquellos bancos que no hayan cubierto su riesgo de interés. En segundo lugar, que no se disparen los
gastos financieros del tesoro estadounidense. El gobierno estadounidense se sigue endeudando a unos
ritmos altísimos y, si los tipos de interés se mantienen muy altos, el gasto financiero del
tesoro puede llegar a dispararse a magnitudes difícilmente manejables. Y, en tercer lugar,
porque la Reserva Federal, en realidad, no se comporta únicamente como el banco central de los
Estados Unidos, sino, en última instancia, como el banco central de todas las economías dentro del
área monetaria de influencia del dólar. Y eso incluye economías como la Unión Europea, como Japón,
como Corea del Sur, como Singapur, como Australia, como Canadá o como gran parte de Iberoamérica.
La Reserva Federal también mira con el rabillo del ojo la situación en la que se hallan esas economías
y cómo una política monetaria de altos tipos de interés para el dólar puede terminar impactando,
positiva o negativamente, sobre esas otras economías. Y de este tema es justamente del
que quiero hablar en este vídeo. Cómo los altos tipos de interés en los Estados Unidos están
influyendo sobre el resto de economías dentro del área monetaria dólar. Y por qué todo esto puede
presionar a la Reserva Federal a que baje tipos de interés, aun cuando, atendiendo a su doble
mandato estatutario, no debería hacerlo. Al respecto, recuerda que una de las formas de
protegerte frente al riesgo de que bajen los tipos de interés y de que, por tanto, puedas obtener una
menor rentabilidad sobre tus ahorros futuros es a través de algunos de los productos financieros
que ofrece la entidad que padrina este vídeo, Freedom24. Concretamente, a través de Freedom24
puedes contratar sus planes de ahorro a largo plazo. Planes de ahorro a 3, 6 y 12 meses que
abonan un tipo de interés anual de hasta el 8,7% en dólares y de hasta el 6,4% en euros. Por el
contrario, si no quieres inmovilizar tu ahorro a 3, 6 y 12 meses, pero sí quieres obtener una
rentabilidad más elevada que la que ofrecen la mayoría de entidades bancarias en España,
Freedom24 también comercializa su plan de ahorro diario, la cuenta D, que está ahora mismo abonando
un tipo de interés del 5,3% en dólares y del 3,8% en euros. Se trata de un producto de ahorro que es
inmediatamente reembolsable y cuyos intereses se devengan diariamente. Tanto la cuenta D como los
planes de ahorro a largo plazo de Freedom24 están protegidos por el Fondo de Garantía de
Inversiones de Chipre por un importe de hasta 20.000 euros. Si quieres obtener más información
sobre estos productos financieros de Freedom24, la podrás encontrar pinchando en el enlace que
aparece en la caja de descripción de este vídeo o en el comentario destacado. Pues bien, ¿cómo afectan
los altos tipos de interés en dólares al resto de economías mundiales? En principio, una política de
tipos de interés comparativamente altos por parte de la Reserva Federal frente al resto de bancos
centrales extranjeros debería ser una política monetaria que estimulara a las economías extranjeras.
Si los tipos de interés del dólar se mantienen relativamente más altos que los tipos de interés
de otras monedas nacionales, como el euro, la libra o las divisas iberoamericanas o asiáticas,
el dólar se apreciará frente a todas esas otras divisas. Es decir, que todas esas otras divisas
se depreciarán frente al dólar. De hecho, si miramos el índice del dólar, un indicador que mide la
fortaleza del dólar frente a una cesta amplia de divisas extranjeras, lo que vemos es que, en estos
momentos, el dólar se halla en una de las posiciones más fuertes frente al resto de divisas
internacionales desde hace más de 20 años. Por tanto, si las divisas extranjeras están baratas en
términos de dólares, eso debería incrementar la competitividad de todos estos otros países frente
a Estados Unidos y debería aumentar las exportaciones de todos esos países hacia Estados Unidos, relanzando,
por tanto, la actividad económica interna. Sin embargo, esta relación no es ni mucho menos tan
automática. Es verdad que un dólar fuerte, derivado de los tipos de interés comparativamente altos del
dólar, es verdad que un dólar fuerte favorece la competitividad comercial del resto de las economías
distintas de Estados Unidos. Pero también se produce un segundo efecto que hay que tener muy presente,
y es que muchas de las empresas exportadoras de esos países distintos de Estados Unidos son
empresas que se financian, al menos parcialmente, para sus operaciones comerciales en dólares. Esto
es especialmente cierto en monedas con economías de base muy local, por ejemplo, las economías
iberoamericanas, o por ejemplo, también algunas economías asiáticas, como Corea del Sur, monedas
nacionales sin una amplia demanda global, pero también es cierto, hasta cierto punto, para
empresas radicadas en países con monedas más internacionalizadas, por ejemplo, empresas dentro
de la eurozona. Pues bien, si los tipos de interés del dólar se mantienen altos, el acceso al crédito
en dólares de todas estas empresas se estrangula. Y si estas empresas exportadoras fuera de Estados
Unidos necesitan créditos en dólares para financiar, por ejemplo, su fondo de maniobra y poder, por tanto,
exportar gracias a ese crédito que reciben a corto plazo, un encarecimiento del crédito a corto plazo,
puede contraer su actividad productiva y, por tanto, aun cuando su divisa local se haya abaratado
frente al dólar y, por tanto, sean más competitivos en términos de precios, si su capacidad de producción y
distribución de las mercancías más competitivas se ve mermada, entonces las exportaciones pueden
terminar decayendo. Mis precios en dólares se abaratan, pero mis costes financieros en dólares
se encarecen. El saldo neto de una política de altos tipos de interés en dólares queda, por tanto,
indeterminado para muchas de estas empresas exportadoras fuera de Estados Unidos. Y queda
indeterminado, diría más, respecto a la exportación de mercancías a Estados Unidos. Es decir, que si el
peso chileno se deprecia frente al dólar, a las empresas chilenas les será más fácil exportar a
Estados Unidos en términos de precio. Pero, a su vez, si esas empresas chilenas exportadoras necesitan
líneas de crédito en dólares, sus costes financieros se encarecerán y, por tanto, lo que ganan por un
lado lo pueden perder por otro. Pero, ¿qué sucede con las exportaciones de todos esos países distintos
de Estados Unidos hacia otros países distintos de Estados Unidos? Por ejemplo, si tanto el peso
chileno como el real brasileño se deprecian ambas frente al dólar, entre sí no hay ningún tipo de
ganancia de competitividad. El peso chileno es más barato frente al dólar, el real brasileño es más
barato frente al dólar, pero el peso chileno no se ha vuelto más barato frente al real brasileño.
Por tanto, los altos tipos de interés en dólares no impulsan las exportaciones de Chile a Brasil ni de
Brasil a Chile por depreciación del tipo de cambio. Pero, si las empresas exportadoras desde Chile a Brasil
o desde Brasil a Chile necesitan financiarse en dólares, el encarecimiento del acceso financiero
a los dólares, los altos tipos de interés, sí pueden contraer la actividad productiva de esas
empresas exportadoras. Y, por tanto, en este caso, en el caso del comercio entre países distintos de
Estados Unidos, los altos tipos de interés en dólares sí pueden tener una influencia netamente
contractiva sobre los flujos comerciales. De hecho, esta es la conclusión a la que llegaron
hace tres años dos economistas, Hyunsheng y Valentina Bruno, en un paper que mostraba la
correlación inversa entre la fortaleza del dólar y el vigor, el dinamismo del comercio internacional.
Por supuesto, podría haber otras explicaciones para esta correlación negativa. Por ejemplo,
que en momentos de crisis económica global el comercio internacional cae y la incertidumbre
genera una demanda extraordinaria de dólares que tienden a apreciarlo. Sin embargo, estos dos
economistas detectan que una de las principales razones por las cuales se resiente el comercio
global en momentos en los que el dólar está fuerte es precisamente el canal del encarecimiento
del crédito en dólares a empresas exportadoras. Y de hecho, en estos momentos en los que el índice
del dólar está relativamente fuerte, estamos observando una dinámica de contracción de los
flujos comerciales internacionales. Tanto si miramos la cantidad de contenedores que mueve el puerto de
Singapur o el puerto de Hong Kong o el Baltic Dry Index, es decir, un índice que mide el precio medio
del transporte por mar de las principales materias primas, o si miramos la evolución de las
exportaciones de Corea del Sur o de Taiwán, todos estos indicadores nos señalan una misma dirección,
que el comercio mundial está sufriendo como consecuencia de un dólar relativamente caro.
Y aunque la Reserva Federal no debería preocuparse por estos asuntos, porque formalmente la Reserva
Federal sólo es el banco central de los Estados Unidos y, por tanto, sólo debe atenerse al mandato
estatutario respecto a la economía de los Estados Unidos, estabilidad de precios y máximo empleo
sostenible, informalmente la Reserva Federal ya ha dado muestras muchas veces de actuar como banco
central del mundo. Y por eso que los flujos comerciales globales estén sufriendo como consecuencia
de los altos tipos de interés de la Reserva Federal es otro argumento a favor de que la
FED terminará bajando los tipos de interés tan pronto tenga la más mínima ventana de oportunidad.