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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Gustavo Petro quiere quedarse con el ahorro de los colombianos para financiar inversiones
forzosas a través del Estado. Veámoslo.
Gustavo Petro llegó a la presidencia de Colombia hace ahora dos años. Y durante estos dos años,
el comportamiento económico de Colombia ha sido más bien mediocre. El PIB colombiano a finales
de 2023 apenas era un 0,3% superior al PIB colombiano a finales del año 2022. Y para este
año, los pronósticos más optimistas sobre el crecimiento económico colombiano apenas lo tasan
en el 1,5%. Es decir, una absoluta minucia para un país con una renta per cápita tan baja como
Colombia que debería estar creciendo a tasas mucho más aceleradas, convergiendo así en nivel de vida
con otros países más desarrollados. Porque de la pobreza se sale a través del crecimiento
económico. Y Colombia no está creciendo. Y no es sorprendente que Colombia no esté creciendo.
No sólo porque ya arrastraba problemas estructurales antes de que Gustavo Petro llegara a la presidencia,
sino porque el propio Gustavo Petro ha renegado del crecimiento económico. Gustavo Petro o varios
miembros de su gobierno han abrazado las teorías del decrecimiento económico. Y han estrangulado
fiscal y regulatoriamente al sector empresarial, ahuyentando la inversión privada. Porque el motor
del crecimiento económico a largo plazo es la inversión privada. Y si tú la machacas a impuestos
y la destrozas a regulaciones, pues entonces la inversión privada no querrá llegar a Colombia.
Y si la inversión privada no llega a Colombia, no se acumula capital, no se incrementa la productividad
del trabajo y, por tanto, los salarios de los colombianos se estancan en niveles bajísimos sin
edie. Pues bien, como Gustavo Petro no ha contribuido a solucionar los problemas estructurales que ya tenía
Colombia antes de que llegara a la presidencia, sino que más bien incluso los ha agravado y,
agravándolos, ha ahuyentado a la inversión privada estancando el crecimiento económico del país,
ahora a Gustavo Petro no se le ha ocurrido otra idea más brillante que ser él, o más bien el Estado
colombiano, quien invierta directamente en la economía. Después de destrozar fiscal y regulatoriamente
las bases de la inversión privada, como el sector privado no quiere invertir porque Gustavo Petro ha
desalentado que el sector privado invierta, ahora quiere forzar la inversión a través del sector
público. En lugar de intentar volver a Colombia atractiva para la inversión privada, se limita a
dilapidar dinero público en inversiones estatales. Ahora bien, la cuestión es de dónde va a salir el
dinero público que Gustavo Petro quiere invertir desde el Estado para impulsar artificialmente el
crecimiento económico del país, porque el Estado colombiano ya gasta más de lo que ingresa. Y,
por tanto, si el Estado colombiano quiere gastar todavía más en inversión pública, en inversión
estatal, no le quedará otra que pedir prestado ese dinero a los mercados. El problema es que los
ahorradores privados no están dispuestos a prestarle su dinero al Estado colombiano a tipos de
interés asequibles, porque no se fían del Estado colombiano. El tipo de interés de la deuda pública
colombiana supera ahora mismo el 11%. Y claro, si Gustavo Petro emite mucha deuda pública a los
mercados, prometiéndoles pagar un 11% anual para así poder desplegar su plan de inversión forzosa,
pues entonces las cuentas públicas del Estado colombiano se resentirán de manera muy grave. Con lo
cual, este es el panorama económico de Colombia. Gustavo Petro destroza las bases de la inversión
privada, se ve empujado a fomentar la inversión estatal como sustitutiva de la inversión privada
que ha ahuyentado, pero el Estado colombiano no puede emitir grandes cantidades de deuda
pública para sufragar esa inversión estatal que supuestamente hace falta para impulsar el
crecimiento económico en el país. Con lo cual, ¿cómo cuadra el círculo? Pues la brillante idea
que ha tenido Gustavo Petro para ello ha sido apropiarse del ahorro privado de los colombianos.
Escuchen a Gustavo Petro cómo describió recientemente su proyecto de ley de inversión
forzosa a costa del ahorro que tiene el público, del ahorro que tienen los ciudadanos en los bancos
colombianos. Y como disminuye la inversión, que no es una buena noticia para una reactivación
económica, es que queremos ir al Congreso con dos proyectos o dos bloques de proyectos. El de la
inversión forzosa, que es sacar del ahorro público en los bancos un porcentaje para destinarlo como
crédito barato, con costo financiero pequeño, a las actividades de la producción, como se está
haciendo desde hace décadas con la agricultura, que a la banca le conviene porque en este momento
se está deteriorando su cartera y la crisis mundial hace un estornudo más fuerte, pues
tendríamos una crisis bancaria, que es la primera demostración de una crisis siempre.
Ya en el 98 lo vivimos, yo la trataría de manera diferente, pero una manera de mitigarla
es que el ahorro del público que está quieto en los bancos o la cartera que se está deteriorando
de manera creciente por la tasa de interés alta, la podamos mitigar a partir de llevar
una parte de ese ahorro público a Bancóldex, a Banco Agrario o Finagro, al Fondo Nacional
del Ahorro, para traducirlo hacia los sectores de la producción industriales, agrarios, de
mejoramiento de vivienda y de vivienda, e incluso yo diría de turismo, porque es lo que nos
puede reactivar económicamente. ¿Perdería el banco ese dinero que no es de él, es del
público? No, porque nosotros se lo devolvemos con tasa de interés. Modesta. Es una forma
de bajar el costo financiero.
Aquí está la clave. Gustavo Petro necesita financiación barata que no le quieren dar los
mercados y lo que pretende hacer es quedarse con el ahorro que los colombianos tienen en
los bancos a cambio de prometerles pagar un tipo de interés modesto. Es decir, que se va
a obligar a los bancos colombianos a invertir una parte del ahorro de los ciudadanos colombianos
en títulos de deuda pública a tipos de interés muy por debajo de los de mercado. Pero,
claro, démonos cuenta de la lógica o de la falta de lógica que subyace al razonamiento
que está haciendo Gustavo Petro. El sector bancario colombiano no encuentra oportunidades
de inversión con un riesgo acorde a la rentabilidad esperable por esa inversión. No encuentra oportunidades
de inversión en Colombia y, por eso, no extiende crédito a financiar oportunidades de inversión
que no encuentra en Colombia.
En lugar de solventar los problemas que explican por qué en una economía tan grande y con
tanto potencial como la colombiana no existen oportunidades de inversión, en lugar de solucionar
ese problema, lo que dice Gustavo Petro es que el Estado invierta allí donde el sector
privado no quiere invertir porque considera que no hay oportunidades de inversión suficientemente
rentables o suficientemente seguras, que el Estado invierta allí donde el sector privado
no quiere invertir. Y si hay pérdidas, entonces que esas pérdidas no las soporte el banco ni
el ahorrador cautivo que ha tenido que financiar esas inversiones públicas, sino que las soporte
el contribuyente el contribuyente. Por tanto, no sólo se trata de dilapidar el ahorro de los
colombianos en proyectos de inversión nefastos, tan nefastos que el sector privado no los quiere
financiar, sino que además lo que se pretende es que, en última instancia, sea el contribuyente
colombiano quien soporte el agujero económico y financiero provocado por esas inversiones nefastas,
financiadas con deuda pública, vendida forzosamente al sistema bancario colombiano, es decir, a los
ahorradores colombianos. Se trata, en suma, de un masivo esquema de socialización estatal de pérdidas
endosable al contribuyente colombiano. De hecho, en una intervención anterior, Gustavo Petro explicó
este último punto, el de la socialización de pérdidas de la banca con cargo al contribuyente,
de una manera bastante más clara.
Puede ser la inversión forzosa, que a un banco hoy, no digo siempre, sino hoy, le podría ser más rentable,
porque el banco hoy da crédito con más riesgo, o no da, y si no da el crédito, o el crédito es con
más riesgo, se está debilitando. En cambio, si nos pasa el dinero y nosotros damos el crédito,
nosotros tenemos que pagarle al banco. El pago del Estado al banco es mucho más sano,
mucho menos riesgoso, y nosotros podríamos subsidiar la tasa de interés.
Lo dicho, el banco está obligado a darle crédito al Estado, el Estado invierte directamente o da
crédito al sector privado a tasas de interés subsidiadas, y si luego ese sector privado al
que ahora mismo la banca no le quiere prestar, porque considera que no existen buenas oportunidades
de inversión, si luego ese sector privado deudor no le devuelve el dinero al Estado, el Estado
colombiano sí le devolverá el dinero a la banca más un tipo de interés, porque pagará el contribuyente
el agujero económico que ha dejado la mala inversión pública o la mala inversión privada financiada con
crédito público. Esa es la Colombia que económicamente quiere construir, Gustavo Petro. No una Colombia que
sea atractiva y acogedora para inversiones privadas productivas, sino una Colombia donde el
Estado secuestra el ahorro privado de los ciudadanos colombianos para dilapidarlo en
inversiones públicas improductivas.