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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

El premio Nobel de Economía del año 2015 ha ido a parar a Angus Ditton. Angus Ditton es
una economista célebre por sus contribuciones dirigidas a mejorar la calidad de las mediciones
estadísticas de algunos datos, por ejemplo los relativos a la pobreza. Es gracias, entre otros,
a Angus Ditton, gracias a los cuales conocemos que en los últimos 25 años, desde el año 1990,
se ha producido la mayor reducción de la pobreza extrema de toda la historia de la humanidad. Pero
Angus Ditton no se ha quedado, no se ha restringido a mejorar la calidad de estas mediciones
estadísticas, también ha reflexionado sobre las causas y las consecuencias de la pobreza. De hecho,
en su último libro La Gran Evasión de Great Escape, sobre lo que reflexiona Angus Ditton es sobre
cómo la humanidad ha conseguido abandonar la pobreza extrema y cuáles han sido las implicaciones
en cuanto a la calidad de vida del ciudadano medio de haber abandonado esa situación de pobreza
extrema, esa trampa maltusiana en la que la humanidad se encontraba desde los albores de su historia
hasta hace prácticamente 200 años. Y en este libro, Angus Ditton también reflexiona, concretamente
en el capítulo 7, sobre los efectos que tiene la llamada ayuda para el desarrollo. Y Angus Ditton
muestra, como ahora vamos a ver, unas opiniones muy críticas al respecto de los efectos de esta
ayuda para el desarrollo. Y antes de meternos, de sumergirnos en las ideas de Angus Ditton, al
respecto, combina a aclarar que Ditton no es en absoluto un economista liberal. Ditton, si se
ascribe a algún tipo de corriente filosófica, sería más bien la socialdemocracia. Ditton es un
seguidor, por ejemplo, de Amartya Ser. Ditton defiende un estado grande, un estado que provea
servicios sociales de manera coactiva a sus ciudadanos, defiende un estado que recaude muchos
impuestos y, por tanto, no se sentiría a gusto con un estado pequeño, limitado, restringido, tal
cual defienden los liberales. Pero esto no le impide en absoluto hacer una serie de comentarios muy
sensatos y muy honestos a propósito de los efectos de la ayuda al tercer mundo. ¿Y cuáles son estos
comentarios? Pues básicamente, Ditton critica la filosofía dirigida a transferir dinero de los
contribuyentes de los países ricos a las élites oligárquicas de los países pobres como el espejismo
de la ayuda, dice Ditton en su libro, denominando el espejismo de la ayuda a la creencia de que la
pobreza puede ser eliminada únicamente transfiriendo dinero desde los países ricos a los países pobres.
Lejos de ser una receta para acabar con la pobreza, el espejismo de la ayuda constituye un obstáculo
para que los pobres puedan salir adelante. Es decir, no es que la ayuda al desarrollo sea estéril,
es que es dañina. ¿Y por qué es dañina, por la siguiente paradoja que constata Ditton? El dilema
clave de la ayuda exterior es que, cuando existen las condiciones para que un país se desarrolle,
la ayuda al desarrollo no es necesaria. Cuando, en cambio, las condiciones locales son hostiles
para el desarrollo, la ayuda no sirve de nada, y de hecho, puede hacer daño si contribuye a
consolidar esas condiciones locales que son hostiles al desarrollo. Básicamente, lo que está
constatando, Ditton, es que ningún país deja de desarrollarse por ausencia de capital propio. Actualmente,
en el mundo hay una sobreabundancia de capital. Hay muchos inversores que no saben en qué invertir
para lograr la más mínima rentabilidad. Muchos de esos inversores incluso están invirtiendo a
tasas negativas, están comprando activos por los que pierden dinero, pero tienen tal sobreabundancia
de capital que no saben en qué invertirlo. Por tanto, los países subdesarrollados son una absoluta
oportunidad de inversión siempre y cuando existan aquellas instituciones que permiten que se pueda
invertir el capital, que no te lo vayan a robar, que no te vayan a interferir arbitrariamente en la
gestión de la empresa o del sector que has creado, que no te vayan a machacar a impuestos para no
recibir nada a cambio de ellos, que el sistema judicial sea funcional y que, por tanto, las
disputas se puedan resolver con imparcialidad y transparencia, y son esas condiciones locales
las que, en caso de que existan o existan en cierta medida, van a permitir que un país se
desarrolle aunque no se le transfiera nada de ayuda pública al desarrollo. En cambio, si un país carece
de estas condiciones institucionales básicas para desarrollarse, por mucho dinero que le demos,
no vamos a conseguir que ese país se desarrolle. Al contrario, en la medida dice de Ditton en que
ese dinero termina siendo captado por las élites oligárquicas, las élites extractivas locales que
se benefician de que no se desarrolle en este tipo de instituciones que permitirían la prosperidad
para el resto de la sociedad, lo que estamos haciendo es consolidar una situación de partida
que es nefasta y que constituye un absoluto obstáculo para el desarrollo. De hecho,
lo que recomienda Ditton para promover el desarrollo del tercer mundo, es decir,
qué consejo nos da Ditton como economista para lograr que el tercer mundo se desarrolle tan
rápido como sea posible, es lo siguiente. Lo que debemos hacer para acabar con la pobreza es
cerciorarnos de que no estamos impidiendo activamente a los países pobres que dejen de serlo. Debemos
permitir que la gente pobre salga adelante por sus propios medios, y más en concreto debemos dejar
de hacer todo aquello que les impide lograrlo. Las generaciones anteriores que han logrado salir
de la pobreza muestran que es posible conseguirlo y que existe un camino adecuado para ello. La ayuda
exterior, paradójicamente, es una de las muchas cosas que estamos haciendo que impiden a los países
pobres dejar de serlo, especialmente en el África Subsejariana, donde la ayuda al desarrolló
es tal que socava a las instituciones locales y las opciones de prosperar a largo plazo. Lo que
reivindica Ditton, o lo que le pide, le exige Ditton al primer mundo, es que deje de interferir
activamente a la hora de impedir que el tercer mundo se desarrolle. ¿Y cómo interfere activamente
el primer mundo en el desarrollo, al impedir el desarrollo del tercer mundo? Por ejemplo,
con aranceles proteccionistas que impiden a los granjeros y a los agricultores del tercer mundo
vender sus mercancías, sus producciones en el primer mundo. Por ejemplo, con barreras migratorias
absolutamente irracionales que impiden que, por ejemplo, parte de la población del tercer mundo
venga a trabajar al primer mundo y envíe remesas de vuelta a la población local, y pese a ello,
recuerda Ditton, hoy en día las remesas privadas ya son superiores en cuantía, son el doble en
cuantía que las ayudas al desarrollo y las ayudas al desarrollo son tremendamente grandes,
pues que pueda venir todavía más gente a trabajar, a ganarse la vida honradamente en el primer mundo
y a enviar remesas al tercer mundo, o que puedan venir estudiantes de calidad del primer,
del tercer mundo a formarse en las universidades del primer mundo y volver a sus países de
origen con formación, con criterio, con ideas que permitan transformar las instituciones locales en
una dirección que apunten hacia el crecimiento. Pero también, dice Ditton, estamos impidiendo
el crecimiento del tercer mundo no solo con aranceles, no solo con trabas a la inmigración,
no solo también con patentes, sino que lo estamos impidiendo también con la ayuda al desarrollo. La
ayuda al desarrollo para Ditton es uno de los principales obstáculos para que efectivamente haya
desarrollo de verdad sostenible a largo plazo, y para ello solo hace falta ver el caso que menciona
a Ditton, el del África subsajariana. El siguiente gráfico, que no es de Ditton, pero nos sirve igual,
es bastante elocuente. Lo que muestra este gráfico es el porcentaje de ayuda que ha ido a parar al
tercer mundo. Vemos cómo en los años 70 y en los años 80, bueno, al tercer mundo no, a África,
como en los años 70 y 80 iba en ayuda al desarrollo cerca del 17% de su producto interior bruto,
y eso supuso tasas de crecimiento tremendamente bajas, incluso negativas, lo podemos observar en el eje
derecho en el tercer mundo. En cambio, cuando esa ayuda al desarrollo ha empezado a caer en términos
relativos, porque en términos absolutos ha seguido creciendo, pero en términos relativos ha ido
cayendo, el crecimiento ha regresado. Por tanto, más ayuda al desarrollo es más pobreza o es
más condena a la pobreza. Y por eso concluye Ditton, su capítulo sobre la ayuda al desarrollo con
esta frase tan elocuente. La tarea más urgente para contribuir al desarrollo del tercer mundo es
deshacer el trabajo que han hecho todos aquellos que defienden más ayudas al desarrollo. Debemos
persuadir a los ciudadanos del mundo desarrollado que la mayor parte de esa ayuda es dañina,
que más ayuda sería todavía más dañina, y que lo mejor que podemos hacer por los pobres es dejar
de darles ayudas al desarrollo de manera tan grandilocuente o a gran escala. Es decir, lo que nos
está pidiendo Ditton es que cambiemos el chip, que abandonemos el espejismo de la ayuda, que salgamos
del matrix que cree, calmando nuestras conciencias, de quedando algo de dinero al tercer mundo,
conseguiremos que se desarrollen. No, lo que estamos haciendo es socavando, es destruyendo
aquellas condiciones que podrían emerger para que se desarrolló autónomo por su parte llegue. El
tercer mundo no es incapaz de desarrollarse. Los países que menos ayudas han recibido en los
últimos años han sido China y la India, y son los dos países donde más gente ha salido de la
pobreza en las dos últimas décadas. Europa, Estados Unidos salió de la pobreza extrema sin
necesidad de ayuda exterior. Lo que no tiene que hacer el primer mundo es torpedear ese desarrollo
que tiende a emerger, a surgir, a crearse espontáneamente si las condiciones locales,
si las instituciones que protegen la propia privada, los contratos y la libertad de las personas
existen. Y si no existen, como dice Ditton, darles más ayuda pública solo contribuye a consolidar
el poder estatal absolutamente devastador de las élites extractivas locales para impedir que se
desarrollen espontáneamente las instituciones que sí permitirían el crecimiento. Por tanto,
al final lo que constatamos y siguiendo la máxima de otro economista al que Ditton aprecia,
incluso cita Peter Bauer, la ayuda al desarrollo es simplemente una transferencia desde los pobres
de los países ricos a los ricos de los países pobres. Una transferencia que impide que los
países pobres se desarrollen porque las élites extractivas locales terminan viviendo y disfrutando
gracias del dinero que son capaces de robarle al contribuyente de los países desarrollados.