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El PSOE, ¿qué novedad? Vuelve a subir los impuestos. Quiere que el sablazo fiscal que
recae sobre los españoles sea todavía mayor. Veámoslo.
Ayer el PSOE se opuso frontalmente a suspender la actividad del Congreso como muestra de
respeto institucional hacia las víctimas de la gota fría en el Levante Valenciano. En
un principio pensábamos que la única motivación que tenía el PSOE para oponerse a la suspensión
de la actividad en el Congreso era convalidar el Real Decreto-Ley que le otorgaba un control
absoluto sobre los medios de comunicación públicos. Y sí, la convalidación de ese Real Decreto-Ley
seguro que influyó en la decisión del PSOE de mantener a capa y espada la actividad legislativa
del Congreso de este miércoles. Pero desde luego no fue la única razón. Y es que ayer,
en el Congreso de los Diputados, el PSOE también coló de rondón un amplio paquete de subidas
de impuestos. Ese paquete fiscal todavía no ha sido aprobado en firme por el Congreso,
pero ayer el PSOE sí registró, como enmienda a una transposición de una directiva europea,
las siguientes propuestas de subidas impositivas. Atención al listado.
En primer lugar, su presión de la bonificación del diésel, lo que supone que todos aquellos
conductores que utilicen este carburante van a tener que pagar a partir de abril del próximo año
9,37 céntimos de euro más por litro. Dicho de otra manera, llenar un depósito de 50 litros de
diésel pasará a costar, a partir de abril del año que viene, alrededor de 5 euros más. El típico
impuesto que, como nos ha prometido reiteradamente el PSOE durante los últimos años, no van a pagar
las clases medias, sino que lo van a pagar sobre todo los ricos. En segundo lugar, también se
incrementan los impuestos al tabaco. A partir de enero, cada cajetilla de cigarrillos pasará a costar
en España 37 céntimos más. A su vez, los impuestos sobre el líquido de los cigarrillos electrónicos
aumentarán entre 15 y 20 céntimos por mililitro. Y, por último, las bolsas de nicotina serán
grabadas con un impuesto de 10 céntimos por gramo. De nuevo, estamos ante el típico impuesto
que recae esencialmente sobre las clases opulentas y adineradas, no sobre las clases medias o sobre
las rentas bajas. En tercer lugar, se extiende durante tres años más el impuesto sobre el margen
financiero de los bancos. Un impuesto que, en principio, iba a ser transitorio, como todos
los impuestos que se convierten en permanentes y que, por tanto, ya debería haber terminado en
este ejercicio. Pero, sin embargo, el PSOE y sus socios parlamentarios han optado por extenderlo
durante tres años más. Es verdad que, afortunadamente, se prorroga con alguna modificación con respecto
a su diseño actual. Por ejemplo, se permite una deducción parcial, no completa, pero sí parcial,
de lo que se paga por este tributo sobre lo que luego los bancos pagan en el impuesto sobre beneficios,
para que no estén tributando dos veces por el mismo concepto. Pero, en cualquier caso,
lo cierto es que este impuesto que debería haber desaparecido ya se mantiene durante tres años más.
Y, si bien es un impuesto que, supuestamente, pagan los accionistas de los bancos, recordemos que parte
de este impuesto se termina trasladando a los clientes de los bancos, ya sea en forma de mayores
intereses sobre los préstamos que les conceden o, sobre todo, y como ya explicamos en un vídeo anterior,
en forma de menores intereses pagados sobre los depósitos de los bancos.
En cuarto lugar, el PSOE resucita la reforma del impuesto sobre sociedades que fue aprobada
por el ministro de Hacienda del PP, Cristóbal Montoro, y que fue tumbada por el Tribunal
Constitucional a principios de este año. Esa reforma, que era una forma de subirles los impuestos
a las empresas, limitaba la deducibilidad de las pérdidas que experimenta una empresa sobre sus
bases imponibles futuras. Si yo este año pierdo 100 y el año que viene gano 100, en realidad,
a lo largo de dos años, no he ganado nada. Por tanto, yo no debería pagar un impuesto sobre los
beneficios que no he tenido. Sí, el segundo año he tenido beneficios, pero es que el primero tuve
pérdidas de igual magnitud. Por tanto, a lo largo de estos dos años, no he tenido beneficio neto
alguno. Pues bien, Cristóbal Montoro, uno de los mayores rapiñadores y extorsionadores fiscales que
ha conocido la Hacienda Pública Española, limitó la deducibilidad de las pérdidas presentes sobre los
beneficios futuros. El Tribunal Constitucional anuló esa reforma y ahora el PSOE la resucita.
Concretamente, las empresas que facturen más de 20 millones de euros sólo podrán deducirse el 50%
de sus bases imponibles negativas pasadas en cada ejercicio. Y las que superen los 60 millones de
facturación sólo podrán deducirse el 25% de sus pérdidas acumuladas hasta ese momento por año.
Vamos, que si pierdo 100 y luego gano 100, el segundo año sólo me podré deducir 25. De tal manera
que pagaré impuestos sobre unas ganancias de 75. Aún cuando, en esos dos años, ya digo, he ganado 0 y,
por tanto, debería pagar por impuestos sobre beneficios 0. Y, por último, el PSOE también ha
propuesto incrementar en un punto el tipo marginal máximo que recae sobre las rentas del ahorro.
A partir de 300.000 euros de ingresos por rentas del ahorro, el tipo marginal máximo pasará de ser
el 28% y será el 29%. Una subida impositiva que no tendrá ninguna capacidad recaudatoria,
pero absolutamente ninguna capacidad recaudatoria, y que, sin embargo, sí distorsionará las decisiones
de inversión de los grandes ahorradores españoles. La única buena noticia de todo este paquete de
subidas impositivas que pretende aprobar el PSOE con la cooperación de sus socios parlamentarios es
que el PNV y Junts per Catalunya han presionado al PSOE para que el impuesto extraordinario sobre
las energéticas desaparezca de nuestro ordenamiento jurídico. Era, como el impuesto a la banca,
un impuesto extraordinario que no debía renovarse más, pero que el PSOE, de la mano de sumar,
sí aspiraba a extender en el tiempo, como ha hecho con el impuesto sobre la banca.
¿Y por qué digo que esto es una buena noticia? No sólo porque el hecho de que desaparezca un impuesto
siempre es una buena noticia, sino porque la única posibilidad parlamentaria que existe de que todo
el paquete fiscal anterior no salga adelante se halla justamente aquí. El PNV y Junts han exigido al
PSOE, como he dicho, que retire este impuesto extraordinario sobre las empresas energéticas,
y el PSOE ha cedido. Ha cedido a las exigencias del PNV y de Junts. Porque si uno de esos dos partidos
no apoya su plan fiscal, éste no sale adelante. Pero es que al ceder ante las exigencias del PNV o
de Junts, su socio parlamentario y de gobierno sumar se ha mosqueado. Porque sumar exige también que el
impuesto extraordinario a las energéticas se mantenga en el tiempo como el impuesto a la banca.
De modo que quizá, no me apostaría a mi casa, pero en todo caso hay una posibilidad de que este plan
de subidas tributarias termine siendo bloqueado por sumar. Si sumar se mantiene firme en su exigencia
de que se ha de mantener el impuesto sobre las energéticas y el PSOE no cede, entonces tal vez
sumar vote en contra de este paquete de subidas impositivas. Y si el PSOE cede, entonces lo que
sucederá es que el PNV o Junts o los dos votarán en contra del paquete de subidas impositivas del PSOE.
Por tanto, en medio de tanta oscuridad de extractivismo tributario hay un halo de luz
esperanzador, que es que los socios parlamentarios del PSOE se bloqueen recíprocamente entre sí y al
hacerlo bloqueen también este paquete de parasitismo tributario sobre los ciudadanos. No soy especialmente
optimista al respecto, pero al menos el acuerdo de sablazo tributario en contra de los españoles no
está cocinado al cien por cien. En todo caso, sí está muy claro cuáles son las prioridades
políticas del PSOE. No rendir un homenaje institucional a las víctimas de la devastadora
gota fría del levante español, sino controlar los medios de comunicación públicos y saquear a los españoles.
¡Gracias!
¡Gracias!