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Javier Milei defiende dolarizar la economía argentina. Su rival, Patricia Bullrich, aboga
por establecer un patrón bimonetario. ¿Cuál de estas dos opciones es preferible? Veámoslo.
Como es bien sabido, la propuesta de Javier Milei para acabar con la inflación en Argentina
consiste en dolarizar la economía. Y frente a esta propuesta de Javier Milei, una de sus
rivales en las elecciones presidenciales del próximo 22 de octubre, Patricia Bullrich,
ha propuesto la bimonetarización de la economía. ¿En qué consiste dolarizar? ¿En qué consiste
bimonetarizar? ¿Cuáles son sus semejanzas? ¿Cuáles son sus diferencias? Pues vayamos paso a paso.
Dolarizar significa que la moneda de Argentina dejará de ser el peso y pasará a ser el dólar.
Y a tal efecto se cerrará o se dejará inoperativo el Banco Central de la República Argentina. Este
perderá la capacidad de emitir moneda y el gobierno argentino empezará a cobrar sus impuestos
en dólares. Esto no significa, al menos bajo la propuesta de Milei, que los argentinos no puedan
utilizar otras monedas distintas del dólar, que puedan suscribir contratos denominados en otras
monedas, pero el Banco Central perdería su capacidad de emisión monetaria y el gobierno
cobraría sus impuestos en dólares. El peso argentino, por tanto, desaparecería, dejaría de
existir. En cambio, en un estándar bimonetario, tanto el dólar como el peso argentino son monedas
de curso legal. Es legal suscribir contratos en cualquiera de estas dos monedas, sea el dólar o
sea el peso. A su vez, el Estado argentino cobraría impuestos tanto en dólares como en pesos. Y,
sobre todo, el Banco Central de la República Argentina no perdería sus facultades de emisión
monetaria. Ese Banco Central seguiría siendo responsable de la emisión de pesos. Por tanto,
los argentinos podrían utilizar indistintamente dólares o pesos. Ambas monedas competirían y,
supuestamente, los argentinos escogerían aquella divisa que resultara mejor, que resultara más
fuerte. Pero aún cuando escogieran mayoritariamente el dólar, el peso argentino seguiría existiendo y
seguiría siendo gestionado por el Banco Central de Argentina. En ambas propuestas, la dolarización
y la bimonetarización, el dólar actúa como ancla de credibilidad de los precios del sistema. En la
dolarización, porque solo existe el dólar, y en el patrón bimonetario, porque el peso compite
localmente contra el dólar, y si el dólar es más fuerte, menos inflacionista, todos los contratos
se denominarán en dólares y todos los ciudadanos utilizarán dólares. La diferencia entre ambas
propuestas, por tanto, estriba en gran medida en si conviene eliminar totalmente el peso,
que deje de existir, que el Estado argentino, a través de su Banco Central, dejen de tener por
entero la potestad de emitir algún tipo de moneda, o si, en cambio, conviene que el peso
siga existiendo en convivencia con el dólar, como moneda local de Argentina. En principio,
la bimonetarización otorgaría a la economía argentina algo más de flexibilidad que la
dolarización. Si, por ejemplo, la economía entrara en recesión y se quisiera estimular
la economía bajando los tipos de interés, el Banco Central de la República Argentina podría
reducir los tipos de interés en pesos para que los argentinos se endeudaran en pesos e invirtieran
en pesos. Todo esto, claro, siempre y cuando se hubiese conseguido previamente estabilizar
el valor del peso. Por tanto, no renunciando enteramente a la autonomía monetaria, parecería
que la Argentina tiene algo más de flexibilidad que si renuncia totalmente a ella, cerrando el
Banco Central y contando únicamente con el dólar como moneda nacional, siendo el dólar una moneda
que Argentina no emite. Sin embargo, desde un punto de vista institucional, la bimonetarización me
parece incoherente de raíz. ¿Cuál hemos dicho que era el objetivo último de la dolarización o
de la bimonetarización de la economía argentina? Convertir al dólar en el ancla de credibilidad de
los precios de la economía. ¿Y por qué Millet y Bullrich quieren convertir al dólar en el ancla
de credibilidad de los precios de Argentina? Pues porque la clase política argentina ha demostrado,
históricamente, no ya durante los últimos años sino durante las últimas décadas, que es
sistemáticamente incapaz de gestionar una moneda propia, el peso, sin utilizar esa moneda para
parasitar inflacionariamente a los ciudadanos argentinos. Por tanto, hace falta introducir
legalmente en Argentina una moneda que no caiga bajo el control de esa casta política parasitaria
argentina que utiliza la moneda que ellos emiten para saquear a los ciudadanos a través del impuesto
En eso, insisto, tanto Patricia Bullrich como Javier Millet coinciden. Porque si Patricia Bullrich
no coincide en esto, ¿para qué quiere introducir legalmente el dólar? Si Patricia Bullrich creyera
que institucionalmente Argentina sí es capaz de gestionar su propia moneda, lo que defendería es
estabilizar el valor del peso, no introducir el dólar para que conviva con el peso. Si quiere
introducir el dólar para que conviva con el peso es porque reconoce que hoy por hoy y tras la
desastrosa experiencia de pésima gestión monetaria por parte de Argentina durante las últimas décadas,
hoy por hoy lo que puede dar credibilidad a la economía y actuar como ancla de precios es el dólar.
Pues bien, si institucionalmente estamos de acuerdo en que la casta política argentina es
estructuralmente incapaz de gestionar la moneda salvo para robar a través de ella a sus ciudadanos,
¿qué sentido tiene mantener abierto el Banco Central de la República Argentina para que esa
casta política, que hemos dicho que es estructuralmente incapaz de gestionar su
moneda salvo para robar a los ciudadanos argentinos, siga teniendo acceso a ese
Banco Central para emitiendo moneda robar a los ciudadanos argentinos? Porque no perdamos
de vista que ese Banco Central de la República Argentina, que seguiría emitiendo pesos bajo
el esquema bimonetario de Bullrich, contaría necesariamente con reservas en dólares para
estabilizar el valor del peso. Es decir, que los políticos argentinos cobrarían impuestos en dólares
o emitirían deuda en dólares para mantener una reserva de activos en dólares en el Banco Central
de la República Argentina con la que pueda estabilizar en los mercados cambiarios el valor
del peso frente al dólar. Pero claro, si el Banco Central argentino cuenta con reservas en dólares,
¿cuánto tardará la casta política argentina en saquear las reservas de dólares del Banco
Central de la República Argentina para financiar sus déficits públicos, para seguir gastando mucho
más de lo que ingresan? O, aunque no saquearan directamente las reservas en dólares, ¿cuánto
tardarían en obligar al Banco Central de la República Argentina a que compre deuda del
gobierno argentino denominada en pesos, en pesos que están respaldados por dólares mientras sigan
respaldados por dólares? Es decir, mientras el Banco Central de la República Argentina no se
funda todos esos dólares en estabilizar un valor del peso, que los mismos políticos argentinos
estarían desestabilizando para financiar sus déficits públicos denominados en pesos.
Dicho de otra manera, dejándoles disponible el Banco Central de la República Argentina a los
políticos argentinos, aunque sea con un peso que convive con el dólar, Argentina podría seguir
cayendo institucionalmente en los mismos ciclos de sobreendeudamiento, inflación, devaluación y
sobreendeudamiento en los que ha venido cayendo durante las últimas cuatro décadas. Para que
estos ciclos no se produjeran, la clase política argentina tendría que cambiar, tendría que
autorrestringirse de instrumentalizar el Banco Central de la República Argentina para financiar
su propio endeudamiento público. Pero es que si la clase política argentina fuera capaz de
autorrestringirse hasta ese punto, no sería necesario dolarizar. Bastaría con estabilizar
el valor del peso cuadrando el presupuesto estatal y dejando de monetizar deuda pública por parte
del Banco Central. Dicho de otra manera, la propuesta de Bullrich tendría sentido si
Argentina fuera de otra manera. Pero es que si Argentina fuera de otra manera, tampoco sería
necesaria la propuesta de Bullrich. En este sentido, la dolarización, tal como la plantea
mi ley, si bien no está exenta de riesgos, sí resulta mucho más coherente. Cerremos el Banco
Central de la República Argentina y que los políticos argentinos no puedan, por tanto,
saquear ese Banco Central o inflar artificialmente el valor de un peso que ya no existe para financiar
su propio endeudamiento. Si usted se quiere endeudar, emita deuda argentina en dólares en los
mercados internacionales y como no tiene acceso a las reservas de un Banco Central que no existe
y tampoco puede monetizar deuda en pesos porque el peso ya no existe, pues a ver si esos mercados
internacionales, evaluando la solvencia emisora del gobierno argentino, a ver si esos mercados
internacionales le prestan a usted dinero y a qué tipo de interés. Que claro, si tienes una clase
política suficientemente irresponsable, también es capaz de llevar a Argentina a la banca rota
si se sobreendeuda en dólares, pero desde luego estaríamos imponiendo una camisa de fuerza mucho
más estricta a los políticos argentinos con la dolarización que sin la dolarización. En definitiva,
si algo deberían habernos enseñado las últimas décadas de absoluto desgobierno monetario en
Argentina es que la clase política argentina no puede tener en sus manos ni una pizca de autonomía
monetaria y la única forma de sustraer por entero cualquier poder monetario de las manos
de la clase política argentina es cerrar el Banco Central de la República Argentina,
es decir, dolarizar la economía.