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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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En medio de las actuales tensiones geopolíticas, Estados Unidos ha decidido levantar gran parte
de sus sanciones contra Venezuela con la esperanza de que el país pueda volver a producir y
exportar petróleo a gran escala.
¿Pero cuán realista es que Venezuela pueda volver a convertirse en uno de los grandes
productores globales de petróleo?
Veámoslo.
En el año 2017, Nicolás Maduro disolvió la Asamblea Nacional de Venezuela, dando así
un golpe de estado contra las instituciones democráticas del país.
A modo de represalia, Estados Unidos impuso, a partir del año 2017, un conjunto de sanciones
contra el régimen bolivariano de Nicolás Maduro.
Y esas sanciones terminaron afectando, en el año 2019, a la compañía estatal de petróleos
PDVSA.
Como consecuencia de esas sanciones, ni el estado venezolano ni PDVSA podían acceder
a los mercados estadounidenses, lo que no solo limitaba su capacidad para exportar y
refinar petróleo en Estados Unidos, sino que también limitaba la importación de todos
aquellos materiales, de toda aquella maquinaria que necesitaba el país para mantener, renovar
y ampliar la infraestructura a través de la cual poder seguir produciendo petróleo.
Por ejemplo, en el año 2016 llegó a haber 52 plataformas petrolíferas activas en Venezuela,
actualmente hay cero.
Así, como consecuencia de todas estas sanciones, la capacidad de producción de petróleo de
Venezuela fue descendiendo de manera muy gravosa con el paso del tiempo.
La producción de petróleo que en el año 2016 superaba los 2,5 millones de barriles
diarios de petróleo en el año 2022 apenas ha alcanzado los 750.000.
Pues bien, dada la nueva situación geopolítica por la que atraviesa el mundo y las implicaciones
que esa nueva situación geopolítica tiene sobre el mercado global del petróleo, la
fractura de las relaciones económicas entre occidente y Rusia, Rusia siendo uno de los
principales productores de petróleo del mundo, el enfrentamiento entre Israel y Palestina
y la alianza de gran parte de occidente con Israel y, por tanto, las fricciones y tensiones
con muchos de los aliados de Hamás, que son también importantes productores de petróleo,
esa nueva situación geopolítica y las implicaciones que todo ello tiene sobre el mercado global
del petróleo han llevado al gobierno de Estados Unidos, el gobierno de Joe Biden, a replantear
el régimen de sanciones que pesaba sobre Venezuela.
Y así, hoy se ha oficializado que Estados Unidos levantará durante seis meses las
sanciones que castigaban a Venezuela limitando, o prohibiendo más bien, las transacciones
vinculadas con el petróleo.
Venezuela podrá volver a exportar petróleo crudo a Estados Unidos para que sea refinado
allí y reexportado al resto del mundo, y Venezuela podrá comprar materiales y maquinaria
a Estados Unidos para rearmar su industria petrolera y tratar de reflotar la producción
de petróleo.
En principio, las sanciones se han levantado únicamente por un periodo de seis meses dado
que se espera, según han pactado el gobierno de Nicolás Maduro y el gobierno de Joe Biden,
que en el año 2024 vuelva a haber elecciones libres en el país.
Y si es así, si se confirma, dice el gobierno de Estados Unidos, que Venezuela vuelve a
celebrar elecciones libres, ese régimen de sanciones se levantará permanentemente.
Si en cambio Venezuela volviera a reprimir a la oposición, pues entonces regresarían
las sanciones.
En realidad, todo apunta a que ese levantamiento de sanciones, salvo que el régimen de Nicolás
Maduro meta muchísimo la pata de cara a la opinión internacional, básicamente de un
golpe de estado sangriento que a todas luces resulte antidemocrático.
A poco que siga la situación como hasta ahora y se genere una apariencia de democracia,
el gobierno de Estados Unidos consolidará el levantamiento de las sanciones para que
Venezuela pueda volver al mercado internacional de petróleo.
Y es que lo que ha anunciado hoy el gobierno de Estados Unidos no es un movimiento táctico
de corto plazo.
No se trata de abrirle a Venezuela las compuertas del mercado internacional de petróleo para
que durante los próximos seis meses en los que se esperan tensiones en Ucrania, tensiones
en Oriente Medio y posibles repuntes del precio del petróleo, Venezuela suministre con unos
millones de barriles de petróleo extra cada día para así tratar de aliviar los precios.
No, no estamos ante un movimiento táctico de corto plazo, sino ante un movimiento estratégico
de largo plazo.
Y la razón es que en el muy corto plazo, Venezuela no va a añadir un solo barril adicional
de petróleo a los mercados internacionales.
Hasta el momento no es que Venezuela tuviese prohibido producir y exportar petróleo.
Venezuela ya estaba produciendo y exportando petróleo a otras partes del mundo distintas
de Estados Unidos, fundamentalmente la India y China.
Por tanto, a corto plazo, este levantamiento de las sanciones a Venezuela no alivia en
absoluto la carestía global de petróleo en relación con la demanda.
La producción global de petróleo seguirá siendo la misma y la demanda seguirá siendo
la misma.
Entonces, ¿por qué se adopta esta decisión?
Porque Estados Unidos confía en rearmar, en reestructurar la industria petrolera de
Venezuela para que a medio plazo, dos, tres, cuatro años, Venezuela pueda volver a producir
tanto petróleo como tradicionalmente había venido produciendo.
Ya hemos dicho que antes de las sanciones producía 2,5 millones de barriles diarios
de petróleo y con Chávez, antes de que la industria petrolera de Venezuela estuviese
completamente desmantelada, llegó a producir más de 3 millones de barriles diarios de
petróleo.
Y es que Venezuela es el país del mundo con mayores reservas probadas de petróleo.
Es verdad que es un petróleo muy denso, un petróleo que es, por tanto, caro de extraer
y de refinar, pero aún así estamos hablando de las mayores reservas probadas de todo
el mundo en petróleo y, por tanto, un país con un potencial de incremento de la producción
muy sustancial respecto a sus muy bajos niveles actuales.
Pero claro, para incrementar la producción venezolana de petróleo hasta los 2,5 millones,
no digamos ya más de 3 millones de barriles diarios de petróleo, hace falta muchísima
inversión, normalmente privada, dentro del país.
El régimen bolivariano de Nicolás Maduro está en la ruina, no solo en la ruina financiera
sino en la ruina tecnológica y humana y, por tanto, no tiene la capacidad en absoluto
para reflotar PDVSA y volverla de nuevo productiva.
Para que Venezuela vuelva a producir grandes cantidades de petróleo es necesario capital
financiero, capital humano y capital tecnológico.
Y como digo, todo eso ha huido del país después de que el chavismo arrasara con la economía
venezolana.
Por tanto, todo eso, el capital financiero, el capital tecnológico y el capital humano,
que permita crear una nueva industria petrolera en Venezuela, tendrá que venir de fuera.
Pero para que venga de fuera es necesario que haya un mínimo de estabilidad jurídica
en el país.
Estabilidad jurídica de Estados Unidos hacia Venezuela, es decir, que quede claro el régimen
de sanciones, que no haya miedo a que en 6 meses las sanciones se vuelvan a restablecer
y a que, por tanto, toda inversión que entre en Venezuela sea inversión perdida, pero
también estabilidad jurídica interna, que no regresen las expropiaciones masivas del
gobierno chavista contra los inversores nacionales o extranjeros y que cese toda la represión
política contra los disidentes.
Si los inversores internacionales no tienen confianza en que esas condiciones ultra mínimas
para atreverse a entrar en el país se van a cumplir, entonces va a ser muy complicado
que la industria petrolera de Venezuela se pueda reconstruir con el capital extranjero.
Y si no lo hace, Venezuela no va a tener la capacidad de incrementar muy sustancialmente
–va a poder incrementarla, pero no muy sustancialmente– la producción diaria de petróleo.
Sea como fuere, lo que está claro con estos primeros pasos para consolidar el levantamiento
de las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela es que Estados Unidos se está preparando
para la posibilidad de un conflicto geopolítico largo y duradero contra países como Rusia
o como Irán, países productores de petróleo que pueden estrangular más de lo que ya lo
han hecho el suministro global de esta esencial materia prima y, por eso, a medio plazo, Estados
Unidos ya está buscando repuestos, aunque sean parciales, para ese suministro global
de petróleo que puede ser estrangulado como parte de este duradero conflicto geopolítico.
Y uno de esos repuestos claramente es Venezuela. El antiguo enemigo se convierte de repente
y mágicamente enemigo cuando aparecen en escena enemigos mayores.