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Ayer el expresidente de Perú y aliado internacional de Podemos, Pedro Castillo, trató de dar
un golpe de Estado en su país, afortunadamente se tiró a una piscina sin agua y fracasó.
Veámoslo.
Ayer el Congreso de Perú había convocado la tercera votación de vacancia presidencial,
es decir, una votación en la que se dilucidaba si el Congreso destituía o no destituía
a Pedro Castillo, en ese momento todavía presidente de Perú.
Para aprobar la destitución era necesario contar con el respaldo de 87 de los 130 diputados
que componen el Congreso peruano, y aunque había el riesgo de que no se alcanzaran esos
87 votos, parecía que, esta vez sí, a la tercera votación de vacancia se iban a conseguir,
todo lo cual colocó a Pedro Castillo ante la perspectiva de perder el poder, y si perdía
el poder de enfrentarse a una justicia que cada vez tenía más pruebas de sus escándalos
de corrupción, y con tal de aferrarse a ese poder que le iba a arrebatar democráticamente
el Congreso, y con tal de no enfrentarse a una justicia que lo acechaba por escándalos
de corrupción, Pedro Castillo, antes de la votación en el Congreso, hizo lo siguiente.
Los adversarios políticos más extremos, en un acto inédito, se unen con el único
propósito de hacer fracasar al gobierno, para tomar el poder sin haber ganado previamente
una elección. Esta situación intolerable no puede continuar, por lo que, en atención
al reclamo ciudadano, a lo largo y ancho del país, tomamos la decisión de establecer
un gobierno de excepción orientado a restablecer el Estado derecho y la democracia, a cuyo
efecto se dictan las siguientes medidas. Disolver temporalmente el Congreso de la República
e instaurar un gobierno de emergencia excepcional. Convocar en el más breve plazo a elecciones
para un nuevo Congreso con facultades constituyentes para elaborar una nueva constitución en un
plazo no mayor de nueve meses. A partir de la fecha y hasta que se instaure el nuevo
Congreso de la República, se gobernará mediante decretos ley. Se decreta el toque de queda
a nivel nacional a partir del día de hoy, miércoles 7 de diciembre del 2022, desde
las 22 horas hasta las 4 horas del día siguiente. Se declara en reorganización el sistema
de justicia, el Poder Judicial, el Ministerio Público, la Junta Nacional de Justicia, el
Tribunal Constitucional. Todos los que poseen armamento ilegal deberán entregarlo a la Policía
Nacional en el plazo de 72 horas. Quien no lo haga, comete delitos sancionado con pena
privativa de la libertad que se establecerá en el respectivo decreto ley. La Policía
Nacional, con el auxillo de las Fuerzas Armadas, dedicarán todos sus esfuerzos al combate real
y efectivo de la delincuencia, la corrupción y el narcotráfico, a cuyo efecto se les
dotará de los recursos necesarios. Llamamos a todas las instituciones de la sociedad
civil, asociaciones, rondas campesinas, Frente de Defensa y a todos los sectores sociales
a respaldar estas decisiones que nos permitan enrombar nuestro país hacia su desarrollo
sin discriminación alguna. Fijémonos en que nos hayamos ante un golpe
de Estado en toda regla. El Poder Ejecutivo, sin ninguna competencia para ello, está disolviendo
el Poder Legislativo y está tomando el control del Poder Judicial. Es decir, está concentrando
todos los poderes del Estado en las solas manos de Pedro Castillo, que a partir de ese
momento se convierte en un tirano. Tan tiránica es esta acción que Pedro Castillo pretende
gobernar hasta que se diseñe una nueva constitución a su medida a través del decreto ley, es
decir, por su mero ordeno y mando. Y para que nadie tenga ninguna tentación a resistirse
ante este poder tiránico, Pedro Castillo también decreta el toque de queda, ordena
a la policía y al ejército que persigan a todos los insurrectos y, por supuesto, confisca
todas las armas ilegales del país para que no se pueda armar ningún tipo de resistencia
cívica. Y acaba pidiendo un amplio respaldo social para sacar adelante este golpe de Estado.
Pero afortunadamente nadie siguió a Pedro Castillo en este aventurismo golpista. A
los pocos minutos de dar este golpe de Estado, prácticamente todo su gobierno dimitió y
denunció que estábamos ante un golpe de Estado. A su vez, el Congreso aceleró la votación
de vacancia y terminó destituyendo a Pedro Castillo por ciento un votos de los 130 que
componen el Congreso de la República. También el Tribunal Constitucional declaró que estas
medidas de Pedro Castillo socavaban el orden constitucional y que, por tanto, estábamos
ante un golpe de Estado. Y tanto la policía, como las fuerzas armadas, emitieron un comunicado
diciendo que Pedro Castillo se había extralimitado en sus competencias y que, por tanto, no darían
respaldo a este golpe de Estado. Así pues, todas las instituciones del Estado, incluyendo
el propio Poder Ejecutivo, se giraron en contra de Pedro Castillo, se giraron en contra del
intento de golpe de Estado de Pedro Castillo, el cual no tuvo otro remedio que salir huyendo
con su familia del Palacio Presidencial para tratar de buscar refugio, así lo político,
en la embajada de algún otro Estado que fuera a fin a este personaje golpista, previsiblemente
la embajada de México. Pero la ciudadanía se movilizó con rapidez, cortó las comunicaciones,
los accesos por carretera a las distintas embajadas que potencialmente podrían haber
acogido a Castillo y Pedro Castillo terminó siendo detenido en poco más de una hora
por la policía. Es decir, que en apenas una hora, Pedro Castillo pasó de ser un tirano
a ser un preso. Y pasó de tirano a preso no por su propia voluntad, sino porque las
instituciones políticas peruanas funcionaron para contener el riesgo, la posibilidad del
golpe de Estado que intentó dar Castillo. De ahí la absoluta importancia de contar
con instituciones que actúen como pesos y contrapesos entre sí. De ahí la absoluta
importancia de que el Poder Ejecutivo no se infiltre, no colonice las distintas instituciones
del Estado. Porque si el Poder Legislativo y el Poder Judicial hubiesen estado alineados
con las intenciones golpistas de Pedro Castillo, hoy Pedro Castillo sería un tirano. No estaría
en la cárcel, sino que tendría el Poder Absoluto sobre el aparato estatal. Por consiguiente,
si Pedro Castillo no es hoy un tirano, únicamente es por su incompetencia política absoluta
a lo largo de su presidencia. Incompetencia no solo a la hora de administrar, de gestionar
el Poder Ejecutivo del país, sino también incompetencia a la hora de planificar progresivamente
e ir preparando el terreno y las instituciones para dar un golpe de Estado. Porque Pedro Castillo
siempre ha querido dar un golpe de Estado, y eso es algo que nosotros mismos denunciamos
en su momento desde este canal. El golpe de Estado, la concentración del Poder Político
en las manos del Ejecutivo, en las manos de Pedro Castillo y de Vladimir Cerrón, estaba
siempre en la agenda. Si esto ha fracasado, ha sido porque Pedro Castillo se ha tirado
a una piscina sin agua que él previamente no se había encargado de rellenar con el
agua. Y por eso los peruanos no deberían relajarse, no deberían cantar Victoria, deberían permanecer
extremadamente vigilantes de los pasos que vaya a dar durante los próximos años la nueva
presidenta de Perú, Dinavo Luarte. Al fin y al cabo Dinavo Luarte forma parte del mismo
partido que Pedro Castillo, Perú Libre, partido presidido por Vladimir Cerrón, que fue quien
ha instado continuamente a Pedro Castillo a dar un golpe de Estado contra la Constitución.
Si Dinavo Luarte es más hábil a la hora de mover los hilos internos para socavar desde
dentro las instituciones y el estado de derecho, el próximo intento de golpe de Estado puede
que no concluya en esta opereta, en esta farsa, a ojos de todo el mundo, sino que podría
terminar con la misma democracia en el Perú. Y para que ello no suceda hay que estar atento
a cada uno de los movimientos que durante los próximos años vaya a dar Dinavo Luarte
y cualquier intento de minar la independencia de las instituciones que llegado el caso
actuarían como contrapoderes para frenar un golpe de Estado como actuaron ayer como
contrapoderes a la hora de frenar el golpe de Estado de Pedro Castillo, cualquier intento
de minar, de colonizar esas instituciones independientes, debería ser frontalmente
denunciado y frontalmente combatido. El estado de derecho no subsistirá en Perú por la buena
voluntad de Dinavo Luarte o de Perú Libre, el estado de derecho solo subsistirá en Perú
si se impide que Dinavo Luarte y Perú Libre lo destruyan.