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Vamos a hablar ya con Juan Ramón Rayo,
el doctor en economía y director del Instituto Juan de Mariana.
¿Qué tal, Juan Ramón? Muy buenos días.
Seguro que ha escuchado usted al inspector de trabajo,
mientras le hacíamos esperar.
Yo tengo una pregunta muy clara,
que ha provocado todas las situaciones...
Él habla de metindad,
que es lo que ha provocado que los trabajadores españoles
tengan que sufrir esas situaciones de las que él nos hablaba.
Bueno, yo creo que son, fundamentalmente, dos factores.
Uno, una legislación laboral que es desastrosa
y no es desastrosa desde el año 2012,
es desastrosa en los últimos 30, 35 años.
No olvidemos que antes de la crisis
ya alcanzamos tasas de desempleo superior al 26%
en tres otras ocasiones.
No olvidemos que antes de la reforma laboral,
la tasa de temporalidad ya llegó a ser mucho más alta
que en la actualidad del 35%.
Y todo eso crea un caldo de cultivo
de muchísima rigidez laboral,
donde empresarios y trabajadores tratan de buscar
los vericuetos legales para tratar de estar empleados
sin sufrir toda la carga desproporcional
de costes y de obligaciones
que les impone la legislación laboral.
Porque muchas veces se habla de derechos,
pero son derechos que en realidad son obligaciones.
Es decir, la obligación de cotizar a la seguridad social
no es un derecho.
Si fuera un derecho, podríamos renunciar a él.
Es una obligación para que el gobierno
sea un derecho para financiar las arcas de la seguridad social.
Supuestamente, una obligación en nuestro propio beneficio,
porque terminaremos cobrando una pensión en el futuro, etcétera.
No olvidemos también que las pensiones son objeto
de frecuentes recortes
y en cambio las cotizaciones sociales no lo son.
Por tanto, se obligan los trabajadores y en nombre,
por cuenta propia, o en nombre del empresario
de cotizar a la seguridad social
y luego ya sabemos que la retribución por esa cotización
muchas veces se pierde por el camino.
Y la segunda causa que explica esta situación, evidentemente,
el inspector es la crisis económica.
Es decir, la crisis que ha provocado
una destrucción masiva de puestos de trabajo,
por tanto, un incremento muy fuerte de la oferta de trabajadores
que no tienen empleo y una contracción de la demanda.
Eso provoca, evidentemente, reducciones de los salarios
y empeoramientos de las condiciones laborales.
¿Qué hay que hacer para frenar este tipo de situaciones?
Pues yo creo que lo que hay que hacer es dar más flexibilidad
y eliminar rigidez a la legislación laboral
para que no se den este tipo de fraudes de ley,
sino que se puedan negociar entre las partes
condiciones contractuales que encajen en las necesidades de ambos
y, sobre todo, empujar la recuperación económica
para que, a través de aumentos de la productividad en el trabajo,
haya más demanda de trabajadores
y haya incrementos de los salarios.
Juan Ramón, hablábamos aquí de la reforma laboral.
¿Los efectos de la reforma laboral tienen que ver
con todas estas situaciones de precariedad?
Realmente no.
Es decir, evidentemente, la legislación laboral que tenemos hoy
favorece la precariedad.
Pero la legislación laboral que teníamos
antes de la reforma laboral también.
No es una cuestión de que, desde 2012,
la precariedad sea muchísimo peor que en la actualidad,
sino que, de hecho, es al contrario.
Es decir, también depende cómo definamos precariedad,
pero si definimos precariedad, por ejemplo, como temporalidad,
es decir, como el porcentaje de trabajadores
que tienen un contrato temporal
y que, por tanto, es incapaz de tener una expectativa vital,
una programación personal de cuáles van a ser tus ingresos futuros
y tu estabilidad en un determinado puesto de trabajo.
Hoy tenemos una tasa de temporalidad del 27%
antes de la reforma laboral,
con tasas de paro similares al actual,
la tasa de temporalidad rondaba el 32% y hasta el 35%.
Por tanto, es un problema que venimos arrastrando
desde hace muchísimo tiempo.
Lo mismo con la tasa de paro.
Es verdad que la tasa de paro del 26%
se alcanzó después de la reforma laboral,
pero es que la tasa media, media, no los picos,
sino la media de paro antes de la reforma laboral,
entre 1980 y 2012, era del 18%.
Es decir, un país que tenga una tasa de paro
media habitual, recurrente del 18%,
es un país que tiene una legislación laboral
que no funciona en absoluto.
Juan Ramón, hablas de temporalidad.
Y, Josué, con ello, tenemos más datos,
porque pocos contratos acaban convirtiéndose en indefinidos.
Cuéntanos.
Lo decía Juan Ramón Rayo.
El 30% de estos contratos son temporales,
pero es que hay más.
Por ejemplo, solamente el 8% de los contratos temporales
en España se convierten en indefinidos.
Y, ojo, el tiempo medio que pasa en España
para cambiar de un temporal a un indefinido
es casi ocho años.
Josué, ocho años.
¿Es la media que se tarda en pasar de un contrato temporal
a un indefinido?
No llega a los ocho años,
es concretamente siete años con ocho meses,
cerca de los ocho años en pasar de un contrato temporal
a uno indefinido.
Juan Ramón, parece mucho, ¿no? Ocho años.
Es muchísimo, en España, y esto es con esta legislación laboral
y con la anterior, la de 2012,
tiene la tasa de temporalidad más alta de Europa.
Es un verdadero escándalo,
es un verdadero problema de nuestra economía,
tanto para el trabajador,
porque, como decía antes, si no tienes un contrato indefinido,
¿qué programación vital vas a hacer?
¿Cómo vas a, pues, planificar, por ejemplo,
comparte una vivienda, crear una familia,
si no tienes ningún tipo de estabilidad
ni de previsión de estabilidad laboral?
Pero también es un problema para la economía
y para la productividad de la economía.
Un trabajador que está cada día
trabajando en una actividad distinta
o que en cadena dos o tres meses
trabajando en régimen temporal dentro de una empresa,
pero que sabe que a los tres meses va a ser despedido,
pues, evidentemente, ni se forma para mejorar su capacitación
en ese puesto de trabajo, ni el empresario invierte
en formarlo porque sabe que va prescindible
y, por tanto, es un problema, ya digo, muy serio de nuestra economía.
Pero es un problema que no hay que achacarle
a la reforma laboral de 2012.
Creo que si caemos en esa trampa,
estaremos cayendo en un debate partidista y politiquero
que no es el auténtico.
El auténtico debate es el marco laboral
que tenemos desde hace 40 años.
Lo de 2012 es una anécdota dentro de ese marco
desastroso de temporalidad disparada desde el año 90
y, de hecho, los estudios que ya empezamos a tener
sobre los efectos de la reforma laboral,
si algo indican, es que ha mejorado un poquitín
la probabilidad de pasar desde el paro a un empleo indefinido
y desde un empleo temporal a uno indefinido.
Ya digo, muy poquito, sigue siendo bajísimo, como habéis dicho,
pero la reforma, si algo ha hecho, ha sido mejorarlo
muy poquito frente a lo que había antes de 2002.