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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

En otras ocasiones ya he explicado que la política se puede analizar desde dos perspectivas,
una perspectiva idealista y una perspectiva realista.
La perspectiva idealista de la política es considerar, genuamente, que los políticos
persiguen algo así como el bien común o el interés general, que son servidores públicos
que están por tanto subordinados a los mandatos, a los deseos, a las preferencias, a las necesidades
de los ciudadanos, mientras que la perspectiva realista consiste en analizar la política
tal cual es, y la política es, esencialmente, una lucha encarnizada por el poder, una lucha
además de sonesta, ruín, embrutecida, una lucha donde, si no pisas, eres pisado y,
por tanto, como decía el Premio Nobel de Economía, Friedrich Hayek, son los peores
los que tienden a llegar sistemáticamente al poder.
Pues bien, durante la última semana hemos comprobado específicamente esto en el caso
de la política autonómica española.
Durante esta semana se ha presentado una moción de censura de ciudadanos y del PSOE contra
el Partido Popular que gobierna en la región de Murcia y, a su vez, Isabel Díaz Ayuso,
del Partido Popular, ha disuelto la asamblea para convocar elecciones anticipadas en la
Comunidad de Madrid, un terremoto que ha amagado, además, con replicarse en otras autonomías
que hasta el momento parecían bien avenidas como el caso de Andalucía o de Castilla
y León.
Si nos fijamos en esta sucesión de puñaladas traperas de unos contra otros, simplemente
hemos escuchado hablar de quién debería gobernar cada una de estas autonomías, si
ciudadanos debe presidir la región de Murcia o si debe hacerlo el PP, si el PSOE con Gabilondo
debe presidir la Comunidad Autónoma de Madrid o debe seguir haciéndolo el PP de Isabel
Díaz Ayuso, si debe ser el PP de Isabel Díaz Ayuso con ciudadanos o, en cambio, con
Vox, etc.
Es decir, hemos escuchado hablar, y mucho, de quién ha detener el poder, de quién ha
de detentar el mando de esas autonomías, pero de lo que apenas hemos escuchado hablar
es del mandar ¿para qué? Es decir, ¿quienes quieren ocupar la presidencia de cada una
de estas autonomías? ¿Por qué quieren ocuparla? ¿Para qué quieren ocuparla? ¿Cuál es el
programa que pretenden promover desde la presidencia, desde el gobierno de estas autonomías?
Por ejemplo, ¿qué piensa hacer distinto ciudadanos con el PSOE en la región de Murcia de lo
que ya tenía planteado hacer ciudadanos con el PP en el gobierno de la región de Murcia?
¿O qué piensa hacer Isabel Díaz Ayuso si consigue una mayoría absoluta que no pudiese
hacer con ciudadanos como compañero o de gobierno? ¿O qué haría si, en cambio, gobernar
a Comvox que no iba a hacer con ciudadanos y que no haría con el Partido Popular gobernando
en solitario?
Este tipo de cuestiones, que son las cruciales, que son las realmente importantes, o que en
todo caso deberían serlo, son las cuestiones de las que no se ha hablado en absoluto durante
los últimos días. La única que, en todo caso, ha esbozado algo parecido a una reflexión
ideológica, que en todo caso ha sido una reflexión ideológica tramposa, una reflexión ideológica
preparando ya la campaña electoral, ha sido la propia de Isabel Díaz Ayuso, cuando ha
dicho que los maderleños tendrán que escoger entre socialismo o libertad. Ahí sí está
planteando una elección ideológica muy genérica. Pero, como digo, es una dicotomía tramposa
porque ni ciudadanos ni siquiera al PSOE son socialismo, socialismo entendido como la propiedad
estatal de los medios de producción, ninguno de ellos propone nacionalizar el conjunto
del tejido empresarial español. En todo caso, serán, y de hecho lo son, socialdemocracia
e incluso socialdemocracia muy intervencionista, socialdemocracia que puede erosionar las bases
de nuestra prosperidad económica, pero socialdemocracia, no socialismo. Y del mismo modo que ni ciudadanos
ni PSOE son socialismo, tampoco el Partido Popular es libertad. Como mucho, podremos
decir que en algunos asuntos son bastante menos intervencionistas que el PSOE o que más Madrid
o que podemos y que en ese sentido contribuyen a ampliar ligeramente nuestra libertad, sin
olvidar que en otros ámbitos de las libertades personales pueden contribuir a su vez a restringir
esa libertad. Por tanto, como decía, se ha hablado poco o más bien nada de programas,
de propuestas, de fondo que sí van a tener o sí deberían tener una repercusión real
sobre la vida de los ciudadanos y en cambio de lo que se ha hablado es quién ha de ser
mi caudillo, quién ha de ser mi líder, quién ha de ser mi amo, quién ha de ser mi dueño
y señor. Esa es básicamente la discusión telenovelesca que estamos viviendo durante
los últimos días, insisto. Todavía no se ha empezado a hablar de propuestas, desde
luego en las próximas semanas se hablará de propuestas, pero fijémonos en el orden
de los acontecimientos. Primero, quién ha de mandar y luego esos que aspiran a mandar
componen una narrativa de enfrentamiento ideológico, de enfrentamiento programático,
que no es que no exista a ciertos niveles, pero que desde luego es una narrativa en todo
caso subordinada, siempre subordinada, a su ambición arribista por conquistar el poder.
Pero necesitan de esa narrativa para que los ciudadanos no percibamos que todos y cada
uno de los políticos que han llegado justamente a esos niveles tan elevados del poder público,
para que los ciudadanos no percibamos que esos políticos lo que tienen en el fondo
es una set incontrolable por ejercer el poder y que las convicciones, los programas, las
propuestas, la visión sobre qué es una buena sociedad en el fondo está subordinado a esa
set absoluta de poder. A mí, sin embargo, lo que me preocupa no es tanto quién mande
en Madrid o en Murcia, sino qué programa electoral, qué propuestas concretas que afectan a la
vida de los ciudadanos tratará de implementar aquel que mande en cada una de esas regiones.
Evidentemente, esta de nuevo es una perspectiva idealista de la política, porque que a mí
me importe eso no significa que a los políticos les importe especialmente eso o que vayan
a priorizar ese programa por encima de sus probabilidades de alcanzar el poder. Pero
que la política sea la arena del circo donde los gobernantes se matan entre sí para conquistar
el poder no significa que los ciudadanos debamos ser cómplices de esa cínica competición
sin escrúpulos por el poder. Y por eso creo que es conveniente reiterar algunas de las
ideas que son las que deberían debatirse y dilucidarse en estos procesos electorales
o en estas mociones de censura donde, insisto, lo que debería debatirse no es quién ocupa
la poltrona sino qué programa se aplica. Y a mí lo que me interesa como digo es qué
programa se aplica. Es decir, los partidos políticos quieren subir o quieren bajar
los impuestos, quieren incrementar el impuesto sobre patrimonio o quieren bonificarlo e
incluso eliminarlo, quieren incrementar el impuesto sobre sucesiones y donaciones o quieren
seguir avanzando en su progresiva desaparición dentro del sistema tributario español, quieren
incrementar el gasto público y por tanto el tamaño del Estado o quieren adelgazarlo
para que la sociedad civil tenga más espacio en el que respirar y prosperar, quieren incrementar
el endeudamiento público o quieren reducirlo para minimizar el riesgo de problemas financieros
por parte de cada uno de esos gobiernos autonómicos. Quieren controlar desde el Estado íntegramente
los programas educativos de todos los alumnos dentro de su región o en cambio optan, apuestan
por darles a los padres, a los tutores legales de esos alumnos una mayor voz, un mayor poder
de decisión en la formación de sus hijos. Quieren mantener el caduco lobsoleto, el desfasado
monopolio de la universidad pública dentro de la educación superior de esas regiones
o en cambio apuestan por facilitar la creación de nuevas universidades privadas que puedan
entablar competencia y por tanto contribuir a mejorar la calidad de la educación dentro
de sus regiones. Defienden que la administración predetermine
a cada paciente la elección del Centro Sanitario o en cambio aceptan que sea cada paciente
el que escoja el Centro Sanitario al que quiere acudir, incluyendo claro no solo la elección
entre centros públicos sino también entre centros públicos y privados si así lo escoge
libremente el paciente. Defienden restringir y maniatar la libertad de horarios comerciales
o en cambio plantean una ampliación, una flexibilización, una liberalización de los
horarios comerciales para que cada negocio pueda abrir cuando así lo considere oportuno,
es decir, cuando considere que va a haber consumidores que desean entrar en esos comercios para
efectuar compras. Quieren establecer controles sobre el mercado
de alquileres para que de esa manera se hunda la oferta efectiva de alquileres y se dificulte
la accesibilidad a la vivienda de los más jóvenes o en cambio respetan la libertad
de fijación de precios dentro del mercado del alquiler para que esos precios orienten
adecuadamente la inversión inmobiliaria. Apuestan por frenar esa inversión inmobiliaria
de tal manera que los precios de la vivienda sigan aumentando conforme crezca la demanda
o en cambio plantean la necesidad de liberalizar la oferta para que la inversión inmobiliaria
pueda afluir allí donde se la necesita, incrementando la disponibilidad de viviendas
y, por tanto, contribuyendo a controlar la subida de precios o incluso a revertirla
en forma de reducciones de precios tanto de la compra venta como del alquiler.
Y, por último, ¿qué política de cara las empresas plantean las administraciones públicas?
Una política dirigida a asfixiar regulatoriamente a las empresas y, por tanto, a ahuyentarlas
de la región con la expectativa de que, si determinadas empresas se marchan de la región,
la iniciativa pública, la empresa pública autonómica la reemplazará o, en cambio,
apuestan por atraer la mayor cantidad de empresas en cada una de estas regiones como motor del
desarrollo del crecimiento y de la prosperidad económica de esas regiones.
Creo que estas son algunas de las preguntas básicas que habría que empezar resolviendo
en cualquier pugna electoral, antes incluso de decidir quién tiene el cetro de mando
en cada partido político y, por tanto, en la presidencia del gobierno de estas regiones.
Pero como lo primero siempre es la lucha por el poder.
Y solo acaso, después, llegan distintos programas electorales en función de la distinta visión
ideológica de aquellos que ocupan el poder, pues nos hemos encontrado con que, durante
esta semana, de lo que se ha debatido es si voy a mandar yo o vas a mandar tú, pero
de ideas de propuestas de fondo no se ha debatido prácticamente nada.
Los políticos, por tanto, siguen priorizando, como siempre, la poltrona al programa.