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Pedro Sánchez anuncia que pondrá coto a las paguitas para los medios ultras al
mismo tiempo que redobla la financiación pública para sus medios de comunicación.
Veámoslo.
Una de las propuestas que presentó ayer Pedro Sánchez ante el Congreso de los
Diputados para luchar contra lo que él llama la máquina del fango, los
seudomedios de desinformación, es asfixiar financieramente a estas compañías por la
vía de retirarles el apoyo estatal que reciben en forma de subvenciones públicas.
Según la teoría de Pedro Sánchez, estos seudomedios de desinformación sólo sobreviven
financieramente enchufados al subsidio estatal que les proporcionan administraciones
públicas gobernadas por el PP, por ejemplo la Comunidad de Madrid o el Ayuntamiento
de Madrid, que instrumentalizarían el dinero público de sus contribuyentes, en el caso
de este ejemplo de los contribuyentes madrileños, para sufragar los gastos de su
brunete mediática antisanchista. Desde esta perspectiva, si se le retiran las
subvenciones públicas a estos seudomedios de desinformación, acabarán desapareciendo
y todos los bulos que cocinan, dejarán de difundirse. Más en concreto, Pedro Sánchez
comenzó ayer recordando la amenaza para la democracia que constituyen los
seudomedios de desinformación que se encargan de difundir bulos, manipulando por tanto a los
ciudadanos y condicionando el resultado de las elecciones.
El periodismo es una herramienta fundamental para la construcción de la democracia, tal y como afirmaba
Kapuscinski. Y precisamente por eso, comparte con la democracia viejos enemigos con nuevas
herramientas, con potentes herramientas. Herramientas que, por ejemplo, permiten falsear la realidad como la
inteligencia artificial. Multiplicar su difusión mediante la proliferación de seudomedios digitales,
cuya forma de competir por la audiencia con los verdaderos medios de comunicación no es ofrecer
información rigurosa, sino hacerse eco de mentiras, confirmar sesgos y arrastrar clics.
Esto está pasando en todo occidente, señorías. En Estados Unidos, una gran democracia. En Hungría,
en Polonia, en Francia y también está pasando aquí, en España. Los enemigos de la democracia,
señorías, están usando las fake news para envenenar la convivencia, para polarizar las
sociedades y para destruir los grandes consensos sobre los que se construyen nuestras sociedades
democráticas. Y por eso quiere ejercer un mayor control sobre el dinero público que se destina a
estos seudomedios de comunicación, que son una amenaza directa para nuestra democracia.
Debemos limitar la financiación de las administraciones públicas que puedan dedicar a los medios de
comunicación, para que no haya medios de comunicación que tengan más financiadores públicos que
lectores. Y asegurar que no haya partidos políticos que compren líneas editoriales con el dinero de
todos los contribuyentes.
Como decía, aunque aquí Pedro Sánchez no esté dando nombres y apellidos de las administraciones
públicas que compran medios de comunicación, su socio de gobierno, Sumar, por boca de su
portavoz parlamentario, Íñigo Rajón, sí lo hizo en este mismo debate.
Vamos a comenzar a poner coto a las paguitas de los panfletos ultras, que viven de insultar y
mentir gracias a que los gobiernos del Partido Popular le regalan de los impuestos de todos los
ciudadanos. Hablamos de pseudomedios que viven casi en exclusiva de la publicidad institucional,
siempre de los mismos. Y la gente tiene derecho a saber quién paga las mentiras, quién paga los
insultos y quién paga las amenazas.
Vamos, que el objetivo es muy claro. Poner fin a las paguitas para los medios ultras, para los medios
de ultraderecha. No se trata de poner fin a las paguitas para los medios de comunicación,
y mucho menos para los medios de comunicación afines al gobierno, sino de poner fin a las paguitas
para los medios de la ultraderecha. Solo poner fin a las paguitas para un lado del espectro ideológico
mediático. Que, oye, aún así me parece fantástico. Ningún medio de comunicación debería recibir un solo
euro de dinero público, porque compromete su independencia y fuerza a los contribuyentes a
sufragar líneas editoriales que pueden ser frontalmente opuestas a su ideología personal.
Por tanto, no es justificable dar un solo euro a ningún medio de comunicación. Ni a medios de
comunicación de izquierdas, ni a medios de comunicación de centro, ni a medios de comunicación de derechas.
Y, por tanto, si suprimen estas infamantes subvenciones a los medios de comunicación,
aunque solo sea a los medios de comunicación de derechas, bienvenida sea esa supresión.
Los medios de comunicación de izquierdas, de centro o de derechas, que no puedan mantenerse por sus
propios medios o por los medios que les proporcionan sus lectores, que cierren. Ahora bien, precisamente por eso,
si la izquierda solo quiere eliminar las subvenciones, el dinero público dirigido a los medios de comunicación
de derechas, la derecha deberá reclamar absolutamente la supresión de cualquier subvención o transferencia
pública para los medios de comunicación de izquierdas, porque ese dinero público debería quedarse en el
bolsillo de cada contribuyente, y no en el bolsillo de medios de comunicación comprados por uno u otro
de los partidos políticos que gobiernan este país. Y la derecha deberá ser especialmente insistente en
esto, deberá ser especialmente machacona en la necesidad de suprimir de raíz todo euro público que
vaya a parar a los medios de comunicación, porque Pedro Sánchez no tiene la más mínima intención de
dejar de subvencionar a los medios de comunicación alineados con el gobierno PSOE-SUMAR. Si quiere
dejar de subsidiar, si quiere prohibir que otras administraciones públicas subsidien a medios de
comunicación no alineados con el gobierno de PSOE-SUMAR, probablemente alineados con los gobiernos
regionales del Partido Popular, pero no con el gobierno de PSOE-SUMAR. Pero las ayudas públicas
a sus medios de comunicación, a los medios de comunicación que actúan como correas de transmisión
propagandística de las consignas y de la agenda mediática de este gobierno, por supuesto que
Pedro Sánchez quiere mantenerla e incluso amplificarla. Tan descarado es este doble juego,
dejo de subvencionar a los pseudomedios de desinformación que me caen mal y redoblo la
apuesta de subvenciones públicas a los medios de comunicación que me caen bien, que están alineados
con mi agenda mediática, que en esta misma sesión del Congreso, en la que anunciaba la necesidad de
poner coto a las subvenciones públicas a los medios de comunicación, en la misma sesión en la que
Rejón anunciaba que había que acabar con las paguitas para los medios ultra, en esa misma sesión,
Pedro Sánchez anunció, prometió, comprometió lo siguiente.
Y adicionalmente queremos ayudar a los medios a seguir digitalizándose de forma independiente y segura.
Y por eso les anuncio que vamos a poner en marcha un paquete de 100 millones de euros de ayudas para la
digitalización de los medios de comunicación.
100 millones de euros, señorías, para crear bases de datos, para desarrollar herramientas que mejoren su
productividad y la calidad informativa, para reforzar su ciberseguridad. Esos 100 millones de euros
provendrán de los fondos europeos y, naturalmente, irán a parar a todos los medios de comunicación que lo
necesiten con independencia de su línea editorial.
Naturalmente, irán a parar a todos los medios de comunicación con independencia de su línea editorial.
Claro que sí.
Vamos a comenzar a poner coto a las paguitas de los panfletos ultras.
Las paguitas a los medios no ultras las incrementamos hasta los 100 millones de euros, con la excusa, claro, de la digitalización.
Como si no estuviéramos hablando ya de medios digitales. Pero tienen que redigitalizarse, al parecer.
Aquí parece que no vale aquello de que si un medio de comunicación no puede mantenerse por sus propios medios
o por los medios que le proporciona a su audiencia, debe cerrar.
No, aquí debe llamar a la puerta de Pedro Sánchez para que Pedro Sánchez le dé dinero.
Y claro, si Pedro Sánchez le da dinero, normalmente el dinero se da a cambio de algo, formal o informalmente.
Y aquí la solución, en contra de lo que tantas veces suele pensarse, no es el café para todos.
Si la izquierda subsidia a sus medios de comunicación, que la derecha también lo haga.
No, aquí la única solución aceptable y moralmente válida no es el café para todos.
Es el café para nadie.
No, aquí la solución aceptable y moralmente válida no es el café para todos.