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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

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Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Los seis años de presidencia de Andrés Manuel López Obrador en México han concluido con unos
resultados económicos absolutamente mediocres. Veámoslo.
Andrés Manuel López Obrador ha sido el presidente de México desde el 1 de diciembre del año 2016
hasta el 30 de septiembre de este año 2024. Seis años de presidencia que han terminado para López
Obrador con unos índices muy elevados de aprobación y de popularidad. Y ello a pesar de que los
resultados económicos, los frutos económicos de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador han
sido más bien decepcionantes. La prueba más palpable y más incuestionable del fracaso económico de la
presidencia de López Obrador la encontramos en la absolutamente mediocre evolución de la renta
per cápita de México después de inflación. La renta per cápita no es un indicador perfecto,
pero sí es uno de los mejores indicadores que tenemos de la evolución del bienestar promedio
dentro de una sociedad. Pues bien, la renta per cápita real después de inflación de México ha
permanecido prácticamente estancada entre el año 2018 y el año 2024. Más en particular,
la renta per cápita de México en 2024 apenas era un 0,8% mayor que la renta per cápita de México en
2018. Estamos diciendo, por tanto, que la renta per cápita durante la presidencia de López Obrador
apenas ha crecido una media del 0,15% al año. Prácticamente nada. Y esto, se mire como se mire,
es un rotundo fracaso. Por ejemplo, tomemos el caso de la eurozona, un área económica que los
propios europeos sabemos que está esclerotizada, que está atravesando por un grave estancamiento
en términos comparativos con otras economías globales mucho más dinámicas que la nuestra.
Pues bien, en el periodo 2018-2023, es decir, considerando incluso un año menos que en el caso
de México, la renta per cápita de la esclerotizada eurozona se ha incrementado después de inflación
en un 3,6%, a un promedio del 0,7% anual. Recordemos que México, en seis años, no en cinco,
solo ha aumentado su renta per cápita en un 0,8%, a un promedio no del 0,7% anual,
sino del 0,15%. Incluso España, que en términos de renta per cápita ha sido un desastre en el
periodo de 2018-2023, ha conseguido incrementar en esos cinco años su renta per cápita un 2%,
un ritmo que más que duplica el de México de Andrés Manuel López Obrador. Y si hacemos la
comparativa con otras grandes economías de la región, los resultados siguen siendo decepcionantes.
De las siete economías más pobladas de la región, dejando fuera Venezuela por la distorsión que
siempre introduce el desastre chavista, de las siete economías más pobladas de la región,
la evolución de la renta per cápita en México durante el periodo 2018-2024 se halla a la cola,
junto con Argentina y junto con Perú. Argentina, un país que durante ese periodo ha sido devastado
por el peronismo kirchnerista y Perú, un país que durante ese periodo ha atravesado un golpe de Estado,
una crisis institucional gravísima, etc. Como vemos, la renta per cápita de la Argentina se
contrae en ese periodo un 7,3%, la de Perú crece un 0,8% y ya luego la de México se expande un 0,8%.
En cambio, Chile, un país cuya economía también está estancada y que durante ese periodo también
ha atravesado una muy distorsionante crisis constitucional, ha conseguido al menos incrementar
su renta per cápita en un 2,4%. Colombia, que tampoco es ejemplo de ninguna magnífica gestión
económica, lo ha hecho en un 6,1%, Brasil en un 7,6% y Guatemala, que colinda con México,
en un 9,5%. Ahora bien, aun cuando la renta per cápita y, por tanto, los estándares de vida
promedios de la sociedad mexicana hayan permanecido estancados durante seis años, los partidarios de
López Obrador suelen destacar como uno de sus mayores logros sociales el haber reducido de manera
muy intensa la tasa de pobreza en México. Pero esto solo es parcialmente cierto. Es verdad que
entre el año 2018 y el año 2022, último dato de pobreza que tenemos disponible para México,
el porcentaje de la población mexicana que vive con menos de 2,15 dólares diarios descendió desde el
1,9% de la población al 1,2% de la población. O, a su vez, también es cierto que el porcentaje de
la población mexicana que sobrevive con menos de 6,85 dólares diarios descendió del 9,4% del total
al 6,5%. Por tanto, sí, la pobreza bajó en el periodo 2018-2022. Pero es que, como podemos observar
en estos gráficos, no se trata de un descenso significativamente mayor al que ya había venido
experimentando México durante las décadas anteriores. Por ejemplo, entre 2014 y 2018 el
porcentaje de la población mexicana que sobrevivía con menos de 2,15 dólares diarios, dólares diarios
con el mismo poder adquisitivo que los que hemos mencionado antes, porque estamos eliminando en esta
comparativa el efecto de la inflación, el porcentaje de la población mexicana que sobrevivía con menos de
2,15 dólares diarios pasó del 4% al 1,9%, cuando entre 2018 y 2022 desciende de 1,9 a 1,2, un descenso
de 0,7 puntos. O, a su vez, el porcentaje de la población mexicana que sobrevivía con menos de
6,85 dólares diarios pasó del 14,6% en 2014 al 9,4% en 2018. Una caída de 5,2 puntos porcentuales,
mientras que entre 2018 y 2022 la caída ha sido de 1,9 puntos porcentuales. Por tanto, tampoco aquí hay
ningún gran éxito diferencial. La tasa de pobreza va cayendo, sí, pero con unos estándares de vida
globales estancados y a un ritmo de descenso que ha sido menor que en periodos anteriores. Y si uno no
sólo está preocupado por la evolución de la pobreza, sino también por la evolución de la
desigualdad, pues también aquí ocurre algo muy similar. El índice de Gini, que mide la desigualdad,
0 expresa máxima igualdad y 1 máxima desigualdad, bajó en México desde 0,46 en 2018 al 0,435 en
2022. Por tanto, es verdad que durante esos años la sociedad mexicana se ha vuelto algo más
igualitaria. Pero es que, como podemos ver en el gráfico, ese descenso de la desigualdad ha sido
sostenido durante las últimas décadas. Por ejemplo, en 2014 se ubicaba en 0,489 y cuatro años después,
en 2018, en 0,46. Un ritmo de reducción de la desigualdad durante esos cuatro años previos a la
presidencia de López Obrador, que es el mismo o mayor al ritmo de reducción de la desigualdad
durante los cuatro primeros años de presidencia de López Obrador. Por tanto, las métricas económicas
de López Obrador son más bien mediocres. Su presidencia ha sido, en pocas palabras, seis años
perdidos en términos de desarrollo económico. Pero si eso es así, ¿cómo se explican los índices tan
elevados de popularidad de López Obrador? Pues sin duda habrá muchos factores que influyan,
desde su palabrería hábilmente demagógica a su potencia mediática. Pero desde una perspectiva
estrictamente económica, hay dos razones que explican la alta popularidad de López Obrador.
La primera es que, si bien en términos de evolución de la renta per cápita su presidencia ha sido
mediocre, la de todos sus antecesores también lo fue. En este gráfico podemos observar la evolución
acumulada de la renta per cápita real después de inflación durante las últimas presidencias
mexicanas. Y como vemos, sí, los datos de López Obrador son mediocres, pero es que también lo fueron
los de los anteriores presidentes mexicanos, con la posible excepción de Peña Nieto y, en menor medida,
de Fox. Pero tanto Cedillo como, sobre todo, Calderón, registraron incluso una peor evolución
en términos de renta per cápita que López Obrador. Es decir, que desde la perspectiva del mexicano
promedio, los resultados económicos de López Obrador no han sido mucho peores que los de sus antecesores.
Pero, en segundo lugar, lo que sí ha hecho López Obrador durante su presidencia ha sido incrementar
el tamaño del Estado mexicano como muy pocos antes. En este otro gráfico representamos el
aumento del gasto público sobre el PIB en términos porcentuales durante las últimas presidencias
mexicanas. Y lo que vemos es que ha habido dos presidencias durante las cuales el gasto público
sobre el PIB ha crecido de manera muy cuantiosa. La primera es la de Felipe Calderón y la segunda,
la de Andrés Manuel López Obrador. Estos dos presidentes aumentaron el peso del Estado sobre el
PIB en más de cinco puntos porcentuales. Ahora bien, Calderón lo incrementó en gran medida para
sufragar el gasto militar y policial del Estado mexicano, mientras que López Obrador lo ha incrementado
para sufragar redes de subsidios clientelizadores. Dado que la renta per cápita de México no aumenta,
es decir, dado que la tarta que en promedio está disponible para cada mexicano no se incrementa,
la única forma que ha encontrado López Obrador de reducir la pobreza ha sido a través de la
redistribución de la riqueza. Quitarles a unos para dárselo a otros, aun cuando en términos promedio
la sociedad no esté mejorando. Y al hacerlo, claro, no sólo mejoras el nivel de vida de aquellos que
reciben esas transferencias estatales, sino que, en gran medida, te aseguras de comprarles el voto.
Porque su mejoría económica no deriva de que se les haya permitido generar más riqueza para el
conjunto de la sociedad. Su mejoría económica deriva de que tú les has dado esa riqueza. Y,
por tanto, es a ti, como cacique, al que le deben su mejoría económica. Ese es, en suma, el drama de
México durante las últimas décadas. Y ese es el fracaso económico de la presidencia de Andrés
Manuel López Obrador. Haber renunciado a que México sea una economía pujante, dentro de la
cual los mexicanos vayan prosperando año tras año porque son capaces de producir más riqueza para el
resto de la sociedad. Y convertir a México en una sociedad absolutamente estancada, donde la mejoría
de unos sólo se puede producir a costa de otros. Una sociedad y una clase política que ha renunciado a
los juegos de suma positiva, tú ganas, yo gano y todos ganamos, para enquistarse en los juegos de
suma cero. Yo gano a costa de que tú pierdas. Y, precisamente, en esa sociedad basada en un juego de
suma cero, los políticos que más probabilidades tienen de triunfar son aquellos con un perfil más
demagogo y más populista. Y de ahí, por tanto, la alta popularidad de Andrés Manuel López Obrador.
De ahí.
De ahí.