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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Ataque sin cuartel de los estados en contra de la privacidad de los ciudadanos.
En este caso concreto, en el mundo de los llamados criptoactivos.
Veámoslo.
Aunque muchas veces suele afirmarse que Bitcoin o Ethereum son medios de intercambio anónimos,
en realidad son medios de intercambio seudónimos.
Es decir, todas las transacciones, todas las transferencias de unidades de Bitcoin o de
unidades de Ethereum quedan registradas en el blockchain, en la cadena de bloques, y ese
registro es público para todo el mundo que quiera consultarlo.
Eso significa que si podemos asociar una determinada dirección de Bitcoin o una determinada dirección
de Ethereum con una persona física reconocible, podemos conocer todas las transacciones que
esa persona, a través de esa dirección, ha efectuado mediante Bitcoin o mediante Ethereum.
O dicho de otra manera, según cómo estructuremos nuestra identidad digital y los intercambios
a través de estos nuevos medios de intercambio digitales, la privacidad de las personas y de
sus operaciones económicas puede ser mucho menor con Bitcoin o con Ethereum que con el dinero en
efectivo e incluso con el dinero bancario. Porque cuando efectuamos una transferencia bancaria,
el banco y todos los trabajadores del banco pueden tener conocimiento de ella y, por supuesto,
también las autoridades políticas. No es algo que debiera suceder, pero en la práctica sucede.
Ahora bien, el resto de la sociedad no tiene por qué tener conocimiento de ella ni de cuánto dinero
tenemos depositado o invertido en el banco. Sin embargo, repito, según cómo estructuremos nuestra
identidad digital y las transacciones a través de Bitcoin o de Ethereum, el conjunto de la sociedad
sí podría saber cuánto dinero, cuánto valor económico tenemos almacenado en Bitcoin o en Ethereum y qué
transacciones, qué transferencias hemos efectuado con nuestro dinero almacenado en forma de Bitcoin o
Ethereum. Y tengamos presente que la privacidad no sólo es una propiedad importante de un medio de
intercambio por el hecho de que podamos ser pudorosos sobre nuestra vida privada y, por tanto,
no queramos que el resto sepan exactamente cuánto dinero tenemos o qué estamos haciendo con ese dinero,
sino que la privacidad también es absolutamente indispensable para salvaguardar nuestra seguridad
personal. Si el resto de la sociedad sabe con exactitud cuánto dinero tenemos almacenado en unidades de
Bitcoin o en unidades de Ethereum, algunos elementos criminales dentro de esa sociedad podrían optar por
coaccionarnos, chantajearnos, secuestrarnos para que les transfiramos esas sumas de dinero que saben
con certeza que tenemos. Por no hablar de escenarios políticos distópicos que hoy pueden parecernos poco
probables pero que suponen un riesgo que siempre va a estar ahí. Si todas las transacciones que hemos
realizado a lo largo de nuestra vida quedan registradas y quedan archivadas, cualquier tirano
en el futuro dispondría de un registro perfectamente individualizado y vinculado a cada persona sobre las
actividades ideológicas que esa persona ha llevado a cabo. Por ejemplo, financiar a este determinado
partido o a esta determinada asociación o comprar estos libros con esta orientación ideológica y ese
tirano, disponiendo de todo el histórico, de todas las transacciones de los ciudadanos de su país,
podría obviamente decidir purgar a aquellos que sean elementos contrarrevolucionarios y peligrosos
para el mantenimiento, para la preservación de la lealtad al nuevo régimen tiránico. Por tanto,
proteger nuestra privacidad o al menos disponer de la opción del derecho de proteger nuestra
privacidad, si así lo queremos, es algo absolutamente indispensable para salvaguardar nuestra libertad
frente a muy diversas contingencias sociales o políticas a las que, por desgracia, podemos tener
que enfrentarnos en un futuro. Y este es un problema que no afecta sólo a esa categoría de activos que
popular e imprecisamente se ha venido a llamar criptoactivos. Aunque antes he mencionado que,
en principio, el resto de la sociedad no sabe ni el dinero que tenemos en el banco ni las transacciones
que hemos efectuado a través de nuestra cuenta bancaria, nada impide que haya filtraciones, robos
de datos privados a esas entidades bancarias. Sin ir más lejos, esta misma semana se ha producido una
gran filtración de datos bancarios del Banco Santander. Y esa filtración, obviamente, abre las
puertas a que algunos de esos clientes puedan ser en el futuro chantajeados por aquellos que han
accedido a esos datos privados. Pero en el caso de Bitcoin o de Ethereum, como digo, esto puede llegar a ser
más exagerado, porque si alguien consigue asociar la dirección con la identidad digital de una persona,
y esto, por desgracia, se va volviendo cada vez más sencillo en la medida en que el Estado obliga a la
mayoría de exchanges a que identifiquen y mantengan registros de los datos personales de sus clientes,
el famoso KYC, Now Your Customer, pues como digo, si se asocia la identidad digital con la dirección de
Bitcoin o de Ethereum, entonces cualquier persona mirando la cadena de bloques puede conocer las
tenencias de criptoactivos y las transacciones efectuadas desde una determinada dirección. Ahora
bien, esta posible debilidad, esta posible fragilidad de algunos criptoactivos como Bitcoin o
Ethereum, el pseudonimato, el conocimiento público de todas las transacciones y de todas las tenencias
de activos de un determinado pseudónimo dentro de la cadena de bloques, se puede contrarrestar,
se puede corregir a través de ciertos mecanismos que también han sido desarrollados dentro del
ecosistema de estos activos digitales. Una de esas herramientas son los llamados mezcladores o
mixers. Son herramientas que mezclan las transacciones de multitud de usuarios de estos
criptoactivos, de Bitcoin o de Ethereum, de tal manera que una vez mezcladas las diversas transacciones
de muchos usuarios, sea imposible observando el blockchain conocer qué tokens, qué unidades de
Bitcoin o de Ethereum corresponden a cada uno de los muy diversos usuarios cuyas transacciones se han
mezclado a través de ese mezclador. Es decir, que los mezcladores sirven para romper, para quebrar
la trazabilidad a partir del momento de la mezcla de las transacciones efectuadas a través de Bitcoin
o de Ethereum. Y rompiendo la trazabilidad, se consigue mantener dentro del blockchain la privacidad
de cada usuario, protegiendo así su seguridad personal frente a riesgos sociales o políticos como
los que hemos mencionado antes. Pues bien, durante las últimas semanas estamos asistiendo a una
ofensiva estatal sin cuartel contra los mezcladores. Así, hace menos de un mes, el FBI estadounidense
detuvo a los creadores y al consejero delegado de la cartera de Bitcoin, Samurai, por ofrecer un
servicio de mezclador, Whirlpool, al que vinculaban con el blanqueo de capitales. Y hace apenas unos
días la justicia holandesa también detuvo al creador de Tornado Cash, un servicio de mezclador
de Ethereum. Y la acusación dirigida contra el creador de Tornado Cash fue exactamente la misma,
que a través de Tornado Cash se podía efectuar blanqueo de capitales. Cuidado, a ninguna de estas
personas se las ha detenido porque ellas hayan blanqueado capitales, sino por haber creado una
herramienta que es susceptible de posibilitar para terceras personas el blanqueo de capitales.
Todavía peor, ni siquiera se les ha detenido exclusivamente por estar operando un negocio que
permitiría el blanqueo de capitales, sino por haber creado intelectualmente una herramienta que puede
ser operada, replicada por cualquier persona para blanquear capitales, en este caso a través de
criptoactivos. Porque Tornado Cash es una herramienta de software libre y, por tanto, al ser su código
público, cualquiera puede utilizar ese código para reproducirlo descentralizadamente. Es decir,
lo han detenido por hacer uso de su libertad de conciencia y de invención, por proponer, por plantear,
por poner encima del tablero público el diseño de una herramienta que, al posibilitar la salvaguarda
de la privacidad de cualquier persona, también posibilita el blanqueo de capitales. El tribunal
holandés que ha ordenado la detención del fundador, del creador, del inventor de Tornado Cash es muy
claro a este respecto. En otras palabras, el sospechoso 1 y el sospechoso 2 son los inventores,
los creadores y los implementadores de Tornado Cash. Por consiguiente, también son responsables
de las consecuencias de la puesta en funcionamiento de esta herramienta. El hecho de que los contratos
inteligentes sean autónomos, inmutables e imparables no les exculpa en este contexto. Al fin y al cabo,
estas propiedades no son casuales, sino que son el resultado de una elección consciente por parte
de los diseñadores, de los creadores de esta herramienta. Tornado Cash funciona tal como fue
diseñada. En opinión de este tribunal, por consiguiente, el sospechoso, que repito,
únicamente es el creador, el promotor de Tornado Cash, el sospechoso puede ser considerado
perpetrador, ejecutor de las operaciones de blanqueo de capitales que sean llevadas a cabo
a través de Tornado Cash. Para que nos hagamos una idea, esto es como si yo invento los cuchillos,
monto una fábrica de producir y de comercializar cuchillos, y como alguien puede utilizar los cuchillos
para apuñalar a otras personas, a mí me consideran responsable por el hecho de inventar, producir y
vender cuchillos de los daños que ha sufrido la persona que ha sido apuñalada. Incluso podrían
imputarme la responsabilidad de esos daños meramente por haber inventado el concepto, el instrumento,
la técnica de producción de un cuchillo, aun cuando yo no produzca ni venda cuchillos, aun cuando se
trate meramente de información que he volcado en el acervo social. Da igual lo que está diciendo el
tribunal holandés es que soy responsable o corresponsable del uso que otras personas hagan
de esa herramienta que intelectualmente yo he creado. El disparate es mayúsculo no sólo porque
suponga un ataque contra la libertad de conciencia, contra la libertad de expresión o contra la libertad
de invención. Es también un disparate porque, en este caso específico, busca destruir las herramientas
que dentro del ecosistema de las monedas digitales permitían salvaguardar la privacidad de sus operadores
y, por tanto, la seguridad de esos usuarios. O expresado en otros términos, a la hora de atacar
la privacidad de los usuarios, en este caso en el ecosistema de los criptoactivos, pero también en
otros posibles escenarios, como por ejemplo el de las comunicaciones encriptadas, a la hora de atacar
la privacidad de los usuarios, el Estado ya ni siquiera respeta derechos tan fundamentales como la
libertad de conciencia, la libertad de expresión o la libertad de invención. Ni siquiera esos derechos
fundamentales constituyen hoy por hoy barreras efectivas para impedir que el Estado aniquile los
estándares de privacidad que el sector privado desarrolla autónoma y descentralizadamente para
protegerse no sólo de los criminales dentro del sector privado, sino también de ese gran criminal
institucionalizado que es el Estado. Por eso, una de las batallas sociales y políticas fundamentales a
lo largo de este siglo XXI será volver a implantar, reestablecer los límites firmes, tajantes, estrictos
que habíamos conseguido imponerle al Estado durante las décadas y los siglos anteriores y que ahora mismo
está pisoteando para conseguir un mayor control, por la vía de eliminar cualquier resquicio de
privacidad, sobre los ciudadanos. No sólo hemos de revalorizar socialmente la importancia prudencial
que en nuestras vidas tiene mantener unos ciertos estándares de privacidad, sino que, sobre todo,
hay que exigirle al Estado que no sobrepase sus límites, que aun cuando tenga como objetivo que
no existan espacios de privacidad, el Estado no tiene ningún derecho a alcanzar ese objetivo
controlador si para alcanzarlo ha de pisotear los derechos fundamentales de las personas. Ni el fin
es correcto ni los medios empleados son legítimos. Y es que, hoy por hoy, el Estado, en lugar de
proteger o al menos respetar a las personas honestas e inocentes, prefiere aliarse con los
criminales para conculcar la privacidad y los derechos de las personas.
Gracias.
Gracias.