logo

Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

La agencia de calificación Fitch, una de las 3 más importantes de todo el mundo, acaba
de degradar la nota crediticia de la deuda pública estadounidense. ¿Por qué ha sucedido
esto y qué consecuencias puede tener? Veámoslo.
Las 3 agencias de calificación o de rating más importantes de todo el mundo son Moody's,
y Fitch. Estas empresas se dedican a evaluar la calidad crediticia de determinados pasivos,
públicos o privados. Es decir, le ponen una nota a la deuda de empresas o de gobiernos en función
de cuán probable consideren que sea el impago. Si consideran que el riesgo de impago es nulo,
es decir, que un determinado deudor público o privado seguro que va a pagar la deuda que ha
emitido, entonces a esa deuda le asignan la más alta calificación crediticia. Si en cambio consideran
que el riesgo de impago, el riesgo de default es del 100%, que seguro que va a impagar o que de
hecho ya ha impagado, entonces a esa deuda le colocan la más baja calificación crediticia.
En esta tabla podéis observar el tipo de notas o de calificaciones que otorgan estas 3 agencias
de rating, de mayor calidad crediticia a peor calidad crediticia. Las empresas o los estados cuya
deuda recibe una calificación crediticia de AAA son aquellos que tienen un menor riesgo de impago.
El siguiente escalón es AA+, en el caso de Standard & Poor's & Fitch, o AA1 en el caso de Moody's,
y ese segundo escalón indica que la calidad crediticia sigue siendo muy buena o muy alta,
pero algo peor, claro, que el primer escalón. Y bueno, podemos ir descendiendo en la tabla
hacia calificaciones progresivamente peores hasta que llegamos a la nota C o D, según la agencia
de calificación, que lo que viene a indicar es que la deuda ya está en proceso de impago
o directamente impagada. Pues bien, hasta ayer la deuda pública estadounidense tenía una
calificación de AAA por parte de Moody's y por parte de Fitch y una calificación de AA más por
parte de Standard & Poor's. Hasta el año 2011, Standard & Poor's también otorgaba una calificación
de AAA a la deuda pública estadounidense, pero en 2011, en plena renegociación del techo de deuda,
y dada la incertidumbre que había en ese momento sobre si se iba a alcanzar un acuerdo o no,
y recordemos que si no se alcanza un acuerdo, Estados Unidos impagaría su deuda pública,
dada esa incertidumbre, Standard & Poor's decidió rebajar la calificación crediticia de Estados
Unidos desde AAA a AA más. Pues bien, ayer la agencia de calificación Fitch tomó esta misma
decisión, la decisión que ya adoptó Standard & Poor's en 2011, es decir, rebajar en un escalón
la calificación crediticia de la deuda pública estadounidense desde AAA a AA más. Es decir,
que en estos momentos solo Moody's mantiene la máxima calificación crediticia para la deuda
pública estadounidense. Las otras dos grandes agencias de calificación, Fitch y Standard & Poor's,
ya han rebajado la nota de la deuda pública estadounidense hasta el segundo escalón. Ya no
es matrícula de honor, sino meramente sobresalientes indistinciones. ¿Y cuáles son los
argumentos que ha ofrecido Fitch para tomar esta histórica decisión? ¿Para rebajar la
calificación crediticia de la deuda pública estadounidense? Pues fundamentalmente seis.
Primero, la erosión de la gobernanza de la deuda pública estadounidense, es decir,
la cada vez más frecuente problemática de la renegociación del techo de deuda. Como ya sabemos,
de tanto en tanto, el Congreso tiene que llegar a un acuerdo para elevar el techo de deuda en
Estados Unidos. Y si en algún momento el Congreso no llega a un acuerdo político para elevar el
techo de deuda, entonces Estados Unidos suspendería pagos. No por incapacidad económica de hacer frente
a su deuda, sino por incapacidad política. Y lo que está diciendo Fitch, como ya dijo Standard & Poor's
en 2011, es que ese proceso político que coloca de tanto en tanto a Estados Unidos al borde del
default, repito, no por razones económicas sino políticas, ese proceso político empeora la calidad
de su deuda. En segundo lugar, Fitch también menciona que el déficit público del Estado
estadounidense, del conjunto de las administraciones públicas, volverá a aumentar en el año 2023.
Es decir, que las emisiones netas de deuda de Estados Unidos volverán a aumentar en 2023
frente a 2022. Concretamente, Estados Unidos terminó 2022 con un déficit público del conjunto
de las administraciones públicas del 3,7% del PIB y Fitch espera que cierre 2023 con un déficit
público del 6,3%. Tercero, como consecuencia de este repunte de los déficits públicos,
Fitch también espera que en el año 2025 la deuda pública estadounidense habrá aumentado desde el
112% sobre el PIB en la actualidad al 118%. Y esta marca, 118% del PIB de deuda pública,
es casi el triple que la mediana de deuda pública sobre el PIB que tienen el resto de países que
ahora mismo cuentan con una calificación crediticia de triple A. En cuarto lugar,
la confluencia de una deuda pública creciente y de unos tipos de interés al alza, debido a la
política monetaria contractiva de la Reserva Federal para contrarrestar la inflación,
la confluencia, digo, de una deuda pública creciente y de unos tipos de interés al alza,
está llevando a que el gasto federal en intereses de la deuda, la factura en intereses que tiene
que pagar el gobierno federal estadounidense, se haya disparado a máximos históricos. Está
rozando en estos momentos el billón de dólares por año. Es decir, que ahora mismo, solo en
intereses sobre su deuda, Estados Unidos tiene que pagar un billón de dólares, billón europeo con
12 ceros, cada año. Esto, para que lo dimensionemos, es algo así como dos tercios del PIB de España.
Es decir, que Estados Unidos, solo en intereses de su deuda, tiene que pagar el equivalente al
66% de todo lo que produce España a lo largo de un año. En quinto lugar, Fitch también espera
que la economía estadounidense entre en recesión entre finales de este año y principios del año
que viene, lo cual añadirá nuevos retos a la sostenibilidad fiscal del país. Y en sexto lugar,
y por último, Fitch también ve a medio largo plazo otros retos, otros problemas de sostenibilidad
fiscal importantes en el diseño de las administraciones públicas estadounidenses, más en particular el
incremento del gasto público por sanidad y por pensiones que se dará conforme la población
estadounidense vaya envejeciendo a lo largo de las próximas décadas. Todo este cóctel es el que ha
llevado a Fitch a rebajar el rating crediticio de Estados Unidos desde AAA a AA+. ¿Y cuáles
se dan las consecuencias económicas de este deterioro del rating crediticio de la deuda
pública estadounidense? Pues a corto plazo es verdad que los mercados se han puesto muy nerviosos.
También ocurrió en 2011 cuando Standard & Poor's rebajó el rating crediticio de Estados Unidos.
Pero a medio largo plazo es bastante dudoso que esta rebaja termine teniendo algún efecto. No
lo tuvo en 2011 y no parece que lo vaya a tener ahora. La deuda pública estadounidense es el
principal activo de reserva global, aquel activo en el que invierten prioritariamente los inversores
globales para mantener una posición de liquidez frente a la economía internacional. Y desde luego,
si una rebaja del rating crediticio de este activo de la deuda pública estadounidense llevara a los
agentes económicos a dejar de utilizarlo como activo de reserva global, entonces sí asistiríamos
a un profundísimo terremoto financiero con muy dolorosas reverberaciones sobre la economía real.
Pero no parece que este vaya a ser el caso. Regulatoriamente, ni los bancos, ni las aseguradoras,
ni los fondos de pensiones, ni los bancos centrales extranjeros, que son los principales
inversores y demandantes de deuda pública estadounidense, regulatoriamente ninguno de
ellos, por esta rebaja del rating crediticio, se va a haber obligado a dejar de utilizar la
deuda pública estadounidense como activo de reserva. Y a su vez, ni bancos, ni aseguradoras,
ni fondos de pensiones, ni bancos centrales extranjeros tienen ningún incentivo a dejar
de utilizar como activo de reserva la deuda pública estadounidense por el mero hecho de
que se haya rebajado en un escalón su calificación crediticia. Y no lo tienen en esencia porque no
existen alternativas mejores. Fijémonos qué países tienen ahora mismo una calificación
crediticia de AAA, es decir, una calificación crediticia mejor que la de Estados Unidos.
Pues los siguientes países. Australia, Canadá, Dinamarca, Alemania, Liechtenstein,
Luxemburgo, Países Bajos, Suiza, Noruega, Suecia y Singapur. Con la excepción de Alemania,
todos estos países son diminutos y, por tanto, el tamaño del mercado de su deuda pública es
minúsculo. Su deuda pública, por tanto, no puede ser un activo de reserva global porque se la
demanda en muchísima mayor cantidad de la que estos países pueden suministrar. El único
mercado de deuda pública que podría llegar a competir por tamaño, y ni siquiera es así,
con el de Estados Unidos, sería el de Alemania. Pero ¿cuál es el problema de esta alternativa?
Que el euro siempre está metido en una crisis existencial. No se sabe nunca cuánto tiempo va
a seguir existiendo. Está siempre encima de la mesa el riesgo de que se rompa el euro. Y
frente a ese riesgo existencial monetario, mejor una deuda pública pagadera en una moneda que nadie
discute, el dólar, aunque sea una deuda pública con una calificación crediticia algo más baja.
Y si no existen alternativas como activo de reserva global a la deuda pública estadounidense,
por mucho que la única opción que tiene la deuda pública estadounidense sea ahora percibida como
algo peor de lo que lo era hace unos meses o hace unos años, si es la única opción que tienes te
la vas a tener que comer con patatas. Por eso, de momento, la trascendencia que pueda tener esta
rebaja del rating crediticio de la deuda pública estadounidense por parte de Fitch probablemente
sea muy escasa. Si en el futuro emergiera un mercado de deuda pública tan voluminoso como el de
Estados Unidos y con un gobierno detrás que emitiera una moneda indiscutida y que
fuera tan o más solvente que el de Estados Unidos, entonces que se deteriorara la posición
crediticia de Estados Unidos sí podría tener implicaciones en términos competitivos. Es decir,
que la alternativa podría empezar a brillar más que Estados Unidos, pero ahora mismo no es el caso.
Por tanto, y en definitiva, estamos sí ante un hecho histórico que una de las tres principales
agencias de calificación globales ha decidido deteriorar la calidad crediticia del principal
activo de reserva global. Estamos ante un hecho histórico, pero que en el fondo no deja de ser
anecdótico desde un punto de vista estrictamente económico. De momento, Estados Unidos puede seguir
jugando con fuego sin quemarse.
¡SUSCRÍBETE!