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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

¿Terminará Europa imponiendo una cartilla de racionamiento energética a su población?
¡Véámoslo!
El fantasma del racionamiento energético recorre Europa.
No es solo un fenómeno exclusivo de España, donde el gobierno de PSOE Podemos ya ha conseguido
aprobar su paquete de medidas de mal llamado ahorro energético, consistente, por ejemplo,
en limitar la temperatura mínima de los aires acondicionados en los comercios a 27 grados
en verano, o la temperatura máxima de la calefacción en los comercios a 19 grados
en invierno, o en obligar a los comercios a que apaguen la iluminación de sus escaparates
a partir de las 10 de la noche, o en obligar nuevamente a los comercios a que tengan cierre
automático de puertas siempre que estén en marcha sistemas de calefacción o de refrigeración.
En Alemania ha aprobado un paquete de medidas de mal llamado ahorro energético muy similar
a las del gobierno español.
Se ha prohibido la iluminación de edificios públicos de monumentos y también de los
escaparates de los negocios entre las 10 de la noche y las 4 de la tarde del día siguiente.
A su vez, en edificios públicos se dejarán de calefactar las zonas comunes y la calefacción
en zona de trabajo no podrá superar la temperatura de 19 grados, y a su vez se prohíbe que los
particulares calienten sus piscinas privadas.
Asimismo Francia también ha obligado a los negocios particulares a que reduzcan su iluminación
en un 30% de aquí hasta octubre y a su vez que la temperatura máxima en invierno, al
menos en las horas de máxima afluencia de gente a los negocios, no supere los 17 grados.
Ahora bien, ¿a qué vienen todas estas medidas de racionamiento energético?
La explicación oficial, al menos la que se nos ha ofrecido en España, es que tenemos
que reducir el consumo de energía para incrementar nuestras reservas de gas en caso de que Putin
termine cortando el suministro de gas de cara al invierno.
Sin embargo, estas medidas de mal llamado ahorro energético no son aplicables únicamente
durante los próximos meses en anticipación a un duro invierno, sino que pretenden estar
en vigor durante al menos un año.
Por tanto, la explicación, la justificación política de estas medidas de mal llamado
ahorro energético no puede ser únicamente la de incrementar ahora a corto plazo las
reservas de gas de cara al invierno.
Puede que haber un propósito de más largo plazo o de más medio largo plazo.
¿Y cuál es ese propósito de medio largo plazo?
Pues a mi juicio nos podemos formar una imagen bastante precisa de la realidad si observamos
la evolución de los precios de la electricidad y del gas en Europa.
En este gráfico podemos observar cuál es la evolución del precio de la electricidad
a un año en Francia y, como vemos, se haya claramente en máximos históricos, supera
los 800 euros el megavatio hora.
En este otro gráfico podemos observar la evolución de los precios de la electricidad
a un año en Alemania y, de nuevo, comprobamos que se haya en máximos históricos y que el
precio del megavatio hora rebasa los 800 euros.
Y, por último, todo esto está muy relacionado con el alto precio del gas, dado que se utiliza
gas para generar electricidad, y los precios del gas también se hallan como podemos observar
en este gráfico en máximos históricos.
¿Qué tienen estos altísimos precios que ver con las mal llamadas medidas de ahorro
energético que están aprobando los gobiernos?
En principio podría parecer que los gobiernos adoptan medidas de ahorro energético para
tratar de reducir la demanda y contener esos altísimos precios.
Sucede que las medidas que han adoptado hasta el momento tienen una influencia absolutamente
marginal y despreciable sobre la demanda y, por tanto, no van a contribuir en nada a
reducir los precios ni del mercado del gas ni tampoco del mercado de la electricidad.
Por tanto, la explicación no puede ser esa, la explicación no puede ser que estas medidas
de mal llamado ahorro energético se adoptan para rebajar los altísimos precios de la
energía que está padeciendo ahora mismo Europa.
Entonces, ¿para qué se adoptan?
A mi juicio como un aperitivo de las mucho más duras medidas de rafinamiento energético
a las que vamos a asistir en invierno si, finalmente, Rusia corta el suministro de gas
a Europa.
Si se produce un corte del suministro de gas ruso a Europa, los precios en el mercado
de la electricidad y en el mercado del gas subirán todavía más y, en ese momento,
los gobiernos tendrán que tomar una alternativa.
Tendrán que o bien respetar los altos precios de mercado de modo que aquellas personas,
aquellas familias o aquellas empresas que no puedan pagar esos altísimos precios no
tengan acceso a la electricidad o al gas, salvo que el gobierno le subsidie ese precio
con algún tipo de ayuda pública o los gobiernos intervendrán en los mercados para impedir
subidas mayores de precios.
Pero si haces eso, si cuando el mercado te está señalizando una escasez de energía
brutal, simplemente porque Putin ha cortado el suministro de gas ruso y, por tanto, no
hay gas ni para consumirlo directamente ni para generar electricidad, si no permites
que esa escasez sea administrada a través del sistema de precios, tendrás que administrarla
tú centralizadamente como gobierno y eso se llama reestablecer la cartilla de racionamiento.
Es decir, sería el gobierno quien nos diría cuánta energía podemos consumir y en qué
podemos consumirla.
Y al gobierno quien establecería una jerarquía de usos prioritarios, de usos preferentes,
de la insuficiente energía a la que tendría acceso Europa.
Y ese escenario, aparentemente apocalíptico, no está tan lejos.
Si hay un corte del suministro del gas ruso, tal como los gobiernos europeos están esperando
que haya, los precios de la electricidad y del gas se dispararán todavía más.
Y a mi modo de ver es altamente improbable que si los precios de la electricidad y del
gas se disparan todavía más con respecto a sus altísimos niveles actuales, los gobiernos
vayan a permitir que el mercado de la electricidad y del gas siga en funcionamiento.
Es muy probable que si los precios de la energía se disparan, los gobiernos intervengan de
manera masiva en los mercados energéticos e intervenir de manera masiva significa distribuir
centralizadamente quién consume cuánta energía, es decir, significa racionar el uso de la
energía entre la población.
Y ahí es donde entran las medidas de mal llamado ahorro energético actuales que en
realidad son aperitivos del racionamiento energético que viene.
Se trata de ir preparando ideológicamente a la población para tiempos de carestía
energética.
Se trata de enviarle el mensaje a la población de que los tiempos de abundancia energética
en los que nos hallábamos hasta ahora, cuando los comercios podían establecer internamente
la temperatura que deseaban o podían iluminar hasta cualquier hora sus escaparates, esos
tiempos de abundancia energética ya han quedado atrás.
Y como primera señal de que han quedado atrás, se aprueban todas estas medidas iniciales
de racionamiento energético.
Así la población adquiere conciencia de que algo está pasando y sobre todo se la va
preparando para que acepte que quien va a tener que administrar esa escasez energética
que viene es el gobierno, es el gobierno regulando los usos sociales de la energía.
Pero en los próximos meses no lo duden, vendrán nuevas medidas de racionamiento energético
especialmente si hay un corte del suministro del garruso y esas nuevas medidas de racionamiento
energético afectarán, terminarán afectando también a las familias.
Probablemente al principio esas medidas de racionamiento energético que afectarán a
los hogares se nos presentarán como sugerencias.
Si se han vendido por ejemplo en Suecia, en Dinamarca o en Finlandia, sugerencias de
que por ejemplo las familias no se duchen con agua caliente o al menos que la duración
de las duchas con agua caliente se reduzca a un máximo de 5 minutos, pero si la carestía
energética aprieta lo que inicialmente son recomendaciones se convertirán en obligaciones.
Por tanto si el gobierno de España tiene probablemente razón cuando pronostica un invierno muy duro
y con mucho sufrimiento, le falta añadir claro que quienes impondrán ese sufrimiento sobre
la población serán ellos.