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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿Qué sería menos dañino para Occidente? ¿Envargar las importaciones de petróleo
ruso? ¿O establecer un impuesto punitivo y extraordinario sobre esas importaciones de
petróleo ruso? Veámoslo.
Los gobiernos europeos están planteando imponer nuevas sanciones económicas contra Rusia,
en este caso a través del embargo de las importaciones de petróleo ruso, una medida
que ya adoptó Estados Unidos hace unas semanas. Hoy mismo el Manuel Macron en plena campaña
electoral ha defendido un embargo contra el petróleo y contra el carbón ruso. Sin embargo,
si la mayor parte del mundo deja de adquirir petróleo ruso, la oferta global de petróleo
se reducirá y, por tanto, los precios del crudo se incrementarán. Y esto es lo que
precisamente lleva a que esta amenaza de sanción no sea creíble y no se esté implementando
de momento dentro de la Unión Europea. Los gobiernos europeos son conscientes de que un
encarecimiento adicional de los precios de la energía generaría descontentos internos
que podrían terminar forzándolos a retirar esas sanciones.
Lo ideal desde el punto de vista de los gobiernos europeos sería que Rusia nos siguiera vendiendo
su petróleo, pero a precios lo suficientemente bajos como para que no lograra cosechar ingresos
extraordinarios que le permitieran financiar la invasión en Ucrania.
Es decir, lo ideal no es que desaparezca la oferta de petróleo ruso de los mercados
mundiales. Lo ideal es que Rusia no obtenga beneficios extraordinarios por ese petróleo
ruso. Existe alguna forma de que Rusia siga produciendo y vendiendo petróleo a los mercados
globales, pero forzándola a que lo haga a un precio mucho más reducido que el actual.
Pues que acaso la única alternativa para que el Kremlin no reciba ingresos extraordinarios
por la venta de petróleo es impedirle vender petróleo y por tanto reducir la oferta mundial
de crudo y por tanto incrementar los precios. Pues el economista Ricardo Hausmann acaba
de plantear una medida que no es seguro que vaya a tener completo éxito, pero que en
todo caso resulta muy preferible al mero embargo occidental del petróleo ruso.
¿Cuál es esa propuesta alternativa, al embargo del petróleo ruso? Un impuesto global extraordinario
al petróleo ruso. Por ejemplo, un impuesto extraordinario del 90% sobre el barril de
petróleo ruso. ¿Cuál es la lógica de esta propuesta de Ricardo Hausmann? Bueno, de entrada
parecería que si incrementamos el precio del barril de petróleo ruso en un 90%, los
consumidores occidentales tendrán que pagar el barril de petróleo un 90% más, con lo
cual parecería que en todo caso los principales sancionados son los consumidores occidentales
y no Rusia, que seguiría recibiendo por el barril de petróleo la misma cantidad de dinero
que reciba hasta el momento. Pero eso no tiene por qué ser así. Una cosa es quien
esté obligado formalmente a pagar un impuesto y otra cosa muy distinta es quien soporta
realmente el coste económico de ese impuesto. Los impuestos afectan a la oferta y a la demanda
de los bienes y, por tanto, afectan al precio antes de impuestos de esos bienes. Si se
establece un impuesto sobre el consumidor, pero como consecuencia de ello, el vendedor
tiene que rebajar mucho el precio antes de impuestos. En realidad, quien está soportando
el coste económico de ese impuesto no es el comprador, es el vendedor. Esto es lo que
los economistas denominan incidencia o traslación fiscal. No es lo mismo quien ingresa el impuesto
a hacienda que quien realmente lo paga desde un punto de vista económico.
Pues bien, la clave de la propuesta de Ricardo Hausmann, propuesta de establecer un impuesto
del 90% sobre el petróleo ruso, es que él considera que ese impuesto no lo pagarán
en su mayor parte los consumidores, los clientes, los compradores occidentales de petróleo,
sino que lo terminará pagando el Kremlin. ¿Y por qué cree que Rusia sería el principal
perjudicado de este impuesto del 90% sobre el petróleo ruso? Pues básicamente llega
a esa conclusión después de analizar la elasticidad de la demanda de petróleo ruso
y la elasticidad de la oferta de petróleo ruso. La elasticidad de la demanda de un bien,
también de petróleo ruso, es cuánto se reduce la demanda de ese bien ante un incremento
del precio. Los bienes muy elásticos son aquellos cuya demanda se desploma ante pequeños
incrementos en su precio. Pues bien, Ricardo Hausmann considera que la elasticidad de la
demanda por el petróleo ruso, no por el petróleo, cuidado, sino por el petróleo ruso, es muy
alta. ¿Por qué? Porque si se encarece en 10, 20 o 30 dólares el precio del barril de petróleo ruso,
lo que harán los compradores de petróleo es comprar otro tipo de petróleo distinto del
ruso. No hay ningún interés especial en adquirir petróleo ruso porque sí, es un bien altamente
sustituible por otros que ofrece la competencia y, por tanto, si ese bien en concreto se encarece en
el margen, la demanda virará hacia el petróleo suministrado por otros países. ¿Y qué sucede
con la elasticidad de la oferta? Pues a corto plazo, la elasticidad de la oferta del petróleo ruso es
muy baja. El petróleo ruso tiene una oferta muy inelástica. ¿Por qué? Porque sus costes de
producción son muy bajos. Hausmann menciona que el coste de producción de un barril de petróleo
en Rusia hostila entre 2 y 5 dólares. Por tanto, por mucho que baje el precio del barril de petróleo,
a Rusia le interesa económicamente, y quiero destacar este adverbio porque luego reflexionaré
sobre él, a Rusia le sigue interesando económicamente vender petróleo. Vamos que la oferta mundial de
petróleo ruso no cambiará demasiado por el hecho de que se le reduzcan los precios. Cuando la demanda
de un bien es muy elástica y la oferta de ese bien es muy inelástica, quien termina soportando la
mayor parte del coste económico de ese impuesto, es el vendedor, es el productor. El consumidor le dice,
si no me bajas el precio, no te compro, y el vendedor no tiene alternativa que bajarle el precio,
porque no es propenso a reducir la oferta ante reducciones del precio. Trasladando este modelo
al caso del petróleo ruso, un impuesto punitivo del 90% sobre el petróleo ruso terminaría siendo
pagado esencialmente por el Kremlin. ¿Cómo? Pues el barril de petróleo ruso se tendría
que vender aproximadamente al mismo precio, que el petróleo no ruso en los mercados mundiales,
y por tanto, si tu petróleo lleva asociado un recargo del 90%, tendrás que bajar mucho el precio
antes de impuestos para que el precio después de impuestos sea el mismo que el del resto de
petróleo no ruso exento de esos impuestos. Según la lógica de Hausmann, por tanto,
el Kremlin, en lugar de recibir 100 dólares por barril, recibiría 10 o 15 dólares por barril en
función del impuesto proporcional o en cuantía fija que le estableciéramos desde el resto del
mundo para castigar a Rusia por su invasión en Ucrania. Y si el Kremlin recibe muchísimo menos
dinero por barril de petróleo, le estaremos cerrando el grifo de la financiación, sin que ello
impacte negativamente sobre la oferta mundial de petróleo y, por tanto, sobre los precios mundiales
de la energía. La propuesta de Hausmann es interesante y elegante desde un punto de vista
microeconómico, pero mi juicio tiene dos problemas que Hausmann no resuelve suficientemente. El primero
es que la oferta de petróleo ruso es inelástica desde un punto de vista económico, pero no tiene
por qué serlo desde un punto de vista político. En respuesta a estas sanciones, Rusia podría
decidir políticamente dejar de suministrar petróleo a los mercados internacionales. Y en ese caso,
por tanto, la oferta global de petróleo si se reduciría porque Rusia dejaría de vender.
Claro que este escenario, que es uno de los peores escenarios posibles para la propuesta de Hausmann,
sería a todos los efectos equivalente a que triunfara política y económicamente la propuesta
de embargar petróleo ruso. Si los gobiernos occidentales tuvieran éxito a la hora de imponer
efectivamente un embargo sobre la venta de petróleo ruso, lo que sucedería es que Rusia dejaría de
vender petróleo en los mercados internacionales. Que una de las peores cosas que le podría pasar
a la propuesta de Hausmann es lo que, en el mejor de los casos, sucedería en la propuesta del
embargo de petróleo ruso. De ahí, por tanto, que en principio la propuesta de Hausmann resulte
preferible al embargo de petróleo. Pero existe un segundo problema. Podemos decir que económicamente
la oferta de petróleo ruso es muy inelástica en el conjunto del planeta, pero no tiene por qué
ser muy inelástica para Occidente. Es decir, Rusia no solo tiene la opción de decir que deja de vender,
de producir petróleo ruso mientras ese impuesto punitivo esté en vigor. También podría decir
que no le vende petróleo a Occidente y que se lo va a vender a otros países que no le apliquen ese
impuesto. Pero aquí Ricardo Hausmann dice que hay un problema. Hasta el momento, China solo le
venía comprando el 18% de todo el petróleo que vendría Rusia en los mercados globales. Es decir,
que la mayor parte de la demanda de petróleo ruso procedía de Occidente o de países alineados con
Occidente como Japón, Corea del Sur o Singapur. Por tanto, si el único mercado que le queda a Rusia
es China, a China también le interesa negociar rebajas muy importantes en el precio del
barril de petróleo ruso. Digamos que estamos convirtiendo a China en un monopsonio, en un
monopolio desde el lado de la demanda, frente a Rusia y tratará en consecuencia de exprimirle
en las negociaciones del petróleo que le venda. Personalmente, creo que esta parte tiene más
de especulación política que de realidad económica. China puede valorar más las buenas
relaciones diplomáticas, políticas con Rusia, que obtener beneficios a corto plazo, forzando
una renegociación a la baja, un descuento muy agresivo en el petróleo ruso. Pero en cualquier
caso, de nuevo, ese escenario, que sería otro de los peores escenarios posibles para la propuesta
de Hausmann, es a su vez el mejor escenario dentro de la propuesta de embargo al petróleo ruso.
Si Occidente y países cercanos a Occidente no le compran petróleo a Rusia, Rusia puede intentar
venderlo a China. De ahí que en principio el impuesto punitivo sobre el petróleo ruso
siga siendo preferible, al embargo. En definitiva, las sanciones económicas contra Rusia no se empobrecen
a todos, empobrecen a Rusia y empobrecen a Occidente. Y si esas sanciones se van a aplicar por consideraciones
geopolíticas, por ejemplo, como represalia contra la invasión de Ucrania, hay que buscar que esas
sanciones generen el menor daño posible a Occidente. No tiene mucho sentido aplicar sanciones donde
quizá tú mismo salgas más perjudicado que el propio sancionado. Y en este sentido, una sanción
que tiene visos de ser menos perjudicial para Occidente, que el simple embargo del petróleo
ruso del que se está volviendo a hablar ahora mismo en Europa es un impuesto punitivo sobre
la importación de petróleo ruso. Así que, señores de Bruselas, si van a sancionar, al menos traten
de hacerlo con algo de criterio, es decir, tratando de evitar que nos peguemos un tiro en el pie.