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Vamos a finalizar la ponencia con él, yo creo que era la persona indicada en esto lo que
ha sido un poco, bueno, pues, amantes de la inversión, ¿no?, y a invertir con sentido
común, siguiendo criterios vale investing, pues, que menos que Juan nos cuente las realidades
de todo esto, ¿no? Y bueno, pues, hemos considerado que él era el mejor en su campo, lo es, y
por eso lo hemos traído, ¿no? Bueno, pues, ya sin más dilación, pues, voy a darle paso
a él. Muy bien, pues, buenos días, muchas gracias
a XTV Trading por la invitación, muchas gracias a todos ustedes por estar aquí escuchando
la charla durante los próximos 45 minutos y también, si posteriormente se animan, creo
que sería muy interesante, por realizar alguna pregunta o también alguna crítica
a lo que aquí se vaya a exponer. La conferencia versá sobre el papel del capital y del capitalista
en la prosperidad económica o en el desarrollo económico de nuestras sociedades y, desde
luego, capital y capitalista, las dos figuras han sido, a lo largo de la historia, también
de la historia del pensamiento económico, frecuentemente objetos de ataque. Pensemos
que, por ejemplo, Marx colocaba al capitalista y, por tanto, a su instrumento, el capital
como el instrumento para la explotación de los trabajadores, John Maynard Keynes decía
que los capitalistas, debido a su frugalidad, a su tendencia al ahorro y a sus tendencias,
también especulativas, eran los causantes tanto de las crisis económicas como del
estancamiento de nuestra prosperidad en el largo plazo. Tomás Biquetti ha sentenciado
recientemente que el capital es el motor principal de la desigualdad en nuestras sociedades
y de la consecuente concentración de poder en una clase oligárquica y aristocrática
como son los capitalistas y, también, no quizá dentro del estrés del pensamiento económico,
pero sí con demasiada influencia en este campo. El Papa Francisco, por ejemplo, ha calificado
al dinero, al capital como el estiércol del diablo, rememorando de alguna manera esa frase
de Virgilio contra la sed del dinero, la aurisaca fama, la detestable sed por el dinero.
Pues bien, como vemos todas estas críticas han sobrevolado y, de alguna manera, constituyen
el acervo cultural en el que nos movemos, críticas que hacen que el capital y los capitalistas
tengan, en general, una prensa demasiado mala. Porque la tesis fundamental de esta charla,
y que espero demostrar brevemente a continuación, es que capital y capitalista son los vectores
que explican, esencialmente, el desarrollo y la riqueza en nuestras sociedades. Por
tanto, ni el capital ni el capitalista tendrían que ser vilipendiados, despreciados, atacados,
sino que, en todo caso, deberían ser loados, deberían ser aclamados como esos motores
del crecimiento y de la prosperidad extraordinaria que durante los últimos 200 años hemos sido
capaces de alcanzar en nuestras sociedades. Porque el punto de partida es este, es decir,
el estadio natural del ser humano no es la abundancia, el estadio natural del ser humano
es la pobreza, es la miseria absoluta. La persona, en el estado de naturaleza, apenas
puede consumir, apenas puede disponer de aquello que la naturaleza le brinda generosamente
y de lo que él pueda aprovechar de esa naturaleza. Es decir, en estado de naturaleza estamos totalmente
a merced de la naturaleza. Si hay malas cosechas, si hay inundaciones, si hay sequías, directamente
exponemos nuestra vida a riesgo, porque no somos capaces de volvernos autónomos o de
domar o de controlar esas fuerzas de la naturaleza que son a las que, como decía, nos vemos
expuestos. ¿Cómo consigue, por tanto, el ser humano escapar de esa situación de pobreza,
de miseria original, que lo somete a los avatares de la naturaleza y empieza a domar, a domesticar,
para controlar la naturaleza y a utilizarla, para satisfacer de un modo previsible sus
propias necesidades? Pues, fundamentalmente, acumulando, contando con una mayor cantidad
y calidad de factores productivos. Para domar, para controlar la naturaleza, hemos de ser
capaces de domar, de controlar el proceso de producción de aquellos bienes que son necesarios
para vivir, para gozar de una buena vida. Y para poder controlar el proceso de producción
de esos bienes necesarios para una buena vida, ese proceso de producción no puede quedar
en manos de la naturaleza, tiene que quedar en nuestras manos. ¿Cómo quedan nuestras
manos? Creando factores productivos, maquinaria, infraestructura, tecnología que mejore la
calidad de esos factores productivos, inventarios de mercancías para hacer frente a fluctuaciones
inesperadas en el flujo de producción, todos esos factores productivos que son la clave
para producir sostenidamente bienes que mejoren nuestro bienestar, al margen de los dictados
imprevisibles de la naturaleza, es lo que nos permite, como digo, independizarnos relativamente
de esas fluctuaciones. Por tanto, como digo, necesitamos, el ser humano sale de la pobreza,
con mayor cantidad y calidad de factores productivos. ¿Pero cómo incrementamos la cantidad y la
calidad de los factores productivos? Invertiendo. Invertiendo nuestro tiempo y otros factores
productivos que hayamos podido generar con anterioridad en crear nuevos factores productivos,
entre ellos, de manera también muy destacada, la tecnología, destinar recursos, a buscar
nuevas formas de organizar los factores productivos que sean más eficientes, que sean más productivas,
que minimicen los costes y maximicen nuestro flujo de producción que los anteriores. ¿Y
cómo conseguimos invertir? ¿Cómo conseguimos destinar tiempo y recursos en producir factores
productivos en mayor cantidad y de mayor calidad? Ahorrando. Para invertir necesitamos ahorrar,
necesitamos diferir, retrasar el momento de satisfacción de nuestras necesidades más
inmediatas. Si estamos destinando tiempo a producir bienes de capital, factores productivos,
que sólo en el futuro nos servirán para producir los bienes y servicios que sí queremos,
que si necesitamos, hemos de ser capaces de esperar todo el tiempo que tardamos en producir
esos factores productivos y todo el tiempo en el que esos factores productivos tardan
en producir los bienes que sí deseamos para comer, para vestirnos, para irnos de viaje,
para salir a tomar unas copas, para leer, para ver la televisión, todo ese tiempo hemos
de estar dispuestos a esperar, es decir, a ahorrar para poder concentrar nuestros esfuerzos
en producir factores productivos. En un mundo donde nadie estuviera dispuesto a esperar
no sería posible la inversión, porque apenas dedicaríamos nuestro tiempo y la totalidad
de nuestros recursos en producir bienes de consumo, bienes que queramos consumir de manera
inmediata. Por tanto, primera conclusión fundamental que,
de alguna manera, supone un ataque a la línea de flotación de esa crítica que inesiana
contra la frugalidad del capitalismo. Sin ahorro no hay inversión y sin inversión
no hay prosperidad. Esto es básicamente lo que decía Adam Smith, que la causa de la riqueza
de las naciones reside en el ahorro y en la acumulación de capital. Por tanto, esos
ataques tan frecuentes contra la austeridad, contra la prudencia financiera, contra la
previsión financiera que nos mueve, nos motiva a ahorrar por lo que pueda venir, todos esos
ataques que sostienen, que esos comportamientos son disfuncionales y que están en la raíz
de las dificultades económicas que una sociedad pueda estar experimentando en un momento determinado,
son ataques totalmente infundados, son ataques totalmente equivocados. La base de la prosperidad
está en la inversión y la inversión depende del ahorro. Por tanto, también, cualquier
política dirigida a minar, a socavar las bases del ahorro, llamémosle impuestos sobre
el patrimonio, impuestos sobre sucesiones, impuestos sobre las rentas del capital, todo
lo que ataca el incentivo natural del ser humano a ahorrar para el futuro supone también
un ataque a la prosperidad de esas sociedades en el futuro.
Ahora bien, hemos dicho que para crear factores productivos es necesario invertir, para invertir
es necesario ahorrar, pero desde luego invertir por invertir, destinar recursos a cualquier
empresa, a cualquier propósito, a cualquier objetivo, de manera aleatoria, de manera arbitraria,
sin ningún tipo de visión sobre la importancia de los distintos bienes que tienen que ser
creados, de los distintos factores productivos que tienen que ser creados, no genera riqueza.
Dilapidar el ahorro, dilapidar el ahorro, invirtiendo no genera riqueza, la destruye.
Por tanto, hay que atinar un poco más platexis fundamental y previa de que es el ahorro y
por tanto la inversión que motiva el ahorro, la base de la prosperidad.
Desde luego el ahorro y la inversión son condiciones necesarias, pero no suficientes,
no son suficientes porque hemos de destinar esa inversión a generar más riqueza que
aquella que, alternativamente, podríamos haber generado si hubiésemos dado otros usos alternativos
a los factores productivos que hemos empleado o que hemos creado.
En cada momento, debido a que los recursos son escasos y que hay que economizarlos y
que no podemos satisfacer todas las necesidades que podamos tener, que pueda tener la sociedad
a la vez, hemos de priorizar unas necesidades frente a otras, hemos de ser capaces de,
por un lado, satisfacer las necesidades más urgentes y, por otro, minimizar los desperdicios
de recursos que experimentamos al tratar de satisfacer esas necesidades.
Y cómo logramos que el proceso de inversión sea un proceso que, por un lado, se oriente
a satisfacer las necesidades más valiosas de las personas y, por otro, se dirija también
a minimizar los desperdicios, los despilfarros de recursos que, si no se producen, nos permitirían
satisfacer otras necesidades adicionales, pues tratando de maximizar la rentabilidad
de nuestras inversiones, es decir, tratando de maximizar el valor que generamos en cada
momento del tiempo con los factores productivos que estamos utilizando en cada momento del
tiempo.
Es decir, es fundamental dirigir la inversión no a cualquier proyecto empresarial, sino
a aquellos proyectos empresariales que esperemos generen una mayor tasa de retorno.
Y cómo podemos conocer qué proyectos empresariales generan una mayor tasa de retorno, pues, por
un lado, estimando cuáles van a ser los beneficios de los distintos proyectos empresariales,
es decir, cuáles van a ser mis ingresos y cuáles van a ser mis costes operativos derivados
de tratar de generar esos ingresos, pero, por otro, también poner en relación esos
beneficios esperados con el monto de capital, es decir, con el valor de los factores productivos
que estamos inmovilizando en la generación de esos beneficios.
De nada sirve tener unos beneficios de un millón de euros si estoy utilizando, si estoy
inmovilizando un capital de mil millones de euros.
La rentabilidad de ese proyecto es evidentemente exigua.
Por tanto, lo que cuenta no es el valor absoluto de los beneficios, sino el valor relativo
de esos beneficios en relación con el capital, con el valor de los factores que estamos empleando
permanentemente en generar esos beneficios.
El capital, por tanto, el denominador de la tasa de retorno, es una herramienta fundamental
para poder asignar adecuadamente los factores productivos a sus usos más valiosos.
Y esta, creo, es la segunda conclusión básica que podemos extraer, sin capital, sin esa
herramienta mental que nos permite estimar, conocer o tratar de adivinar la tasa de retorno
de los distintos proyectos de inversión y, por tanto, nos permite dirigir nuestros esfuerzos
a tratar de maximizar esa tasa de retorno, no hay forma de organizar adecuadamente los
factores productivos para maximizar, ya digo, la generación de riqueza.
Y dónde adquieren los factores productivos su valor para que posteriormente, agregando
ese valor de todos los factores productivos que estamos inmovilizando y utilizando, obtengamos
el capital, que es el denominador, que nos permite estimar la tasa de rentabilidad de
los distintos proyectos.
Los factores productivos obtienen su valor en los mercados, y especialmente en los mercados
financieros.
Por tanto, los mercados de factores productivos y los mercados financieros donde se da valor
indirecto a esos factores productivos son fundamentales para poder asignar adecuadamente
los recursos, sin propiedad privada de los medios de producción y sin propiedad privada
del capital, que permite pujar por esos bienes de producción, darles un valor en un entorno
competitivo donde una pluralidad enorme de inversores está tratando de plasmar sus
estimaciones, sus perspectivas de futuro sobre la capacidad de generación de valor de sus
factores productivos.
Sin todo este entramado económico, financiero e institucional, la asignación adecuada,
racional e eficiente de recursos es imposible y, por tanto, el mero ahorro y la mera reinversión
de ese ahorro no genera riqueza, simplemente supone una dilapidación de los esfuerzos
que hemos acumulado previamente en forma de ahorro.
De ahí que sistemas económicos tan perversos como el socialismo, donde no existe propiedad
privada de los medios de producción, donde no existen mercados financieros, donde no
existen inversores que puedan pujar, plasmando, ya digo, sus heterogéneos, juicios sobre el
futuro, esos sistemas económicos están condenados al fracaso, es decir, están condenados a
ser incapaces de asignar adecuadamente los recursos para maximizar la generación de
riqueza.
Son sistemas económicos que se estancan en la mediocridad una vez es necesario asignar
de una manera muy específica y muy eficiente los recursos, y por eso también todas las
regulaciones agresivas sobre los mercados financieros que bloquean el proceso de valoración
de los activos, tanto reales como financieros, en este caso financieros, son regulaciones
de nuevo perversas que impiden que los inversores puedan plasmar su información o la información
de la que disponen sobre esos activos financieros, y por tanto imposibilitan o dificultan al
menos enormemente los cálculos de rentabilidad sobre información adecuada que son los que
permiten asignar adecuadamente los recursos.
Por tanto, ya digo, primera conclusión, el ahorro es la materia prima fundamental para
la prosperidad, segunda conclusión, para que ese ahorro una vez se materialice en inversión
genera realmente prosperidad, es necesario poder efectuar el cálculo económico de rentabilidad
de los distintos proyectos de inversión y orientarse a la maximización de esa rentabilidad
o de la rentabilidad de esos proyectos, por eso el ánimo de lucro, el estiércol del diablo
del que hablábamos antes es una solemne estupidez, ¿por qué?
Porque sin ánimo de lucro, sin búsqueda de esa maximización de las tasas de rentabilidad
que permita en definitiva maximizar la eficiencia a la hora de producir bienes de consumo en
relación con los costes, es decir, con la renuncia de la posibilidad de crear otros
bienes de consumo, no hay prosperidad.
Ahora bien, ¿quién es el arquitecto de todo este sistema?
Quién es la persona que ahorra y la persona que gestiona ese ahorro y que lo inmoviliza
en inversiones dirigidas a crear factores productivos que permitan incrementar nuestra
capacidad de generación de riqueza, pues es el capitalista.
El capitalista es quien ahorra y quien invierte su ahorro en proyectos con una rentabilidad
incierta, el capitalista afronta el futuro sin saber cuál va a ser ese futuro, por
tanto, es él quien realiza cálculos económicos para maximizar la tasa de retorno de sus inversiones
y lo realiza a partir del capital que ha acumulado previamente como consecuencia de
su ahorro, es decir, de renunciar a la satisfacción de sus necesidades inmediatas para orientar
esos esfuerzos a la generación de riqueza en beneficio de otras personas, y evidentemente
si el capitalista participa de este proceso económico tan fundamental, tan valioso como
es el de la ahorro y la inversión en proyectos con altas tasas de retorno para maximizar
la generación de riqueza en sociedad, el capitalista tiene que cobrar por ese proceso.
Es muy absurdo que el capitalista ahorrara, que el capitalista arriesgara su ahorro y
que posteriormente no obtuviese ningún tipo de rentabilidad.
Por tanto, tercera conclusión, no es verdad, no es cierto que, como decía Marx, que como
postulaba Marx, el capitalista explote al trabajador, no es así.
El capitalista es una persona que se dedica a crear factores productivos complementarios
al factor trabajo, es decir factores productivos que el trabajador necesita para poder producir,
y los crea mediante su ahorro y mediante el impulso inversor en proyectos, inciertos
en proyectos, siempre potencialmente arriesgados.
Si el capitalista realizara toda esta tarea y el 100% de la producción nacional, el 100%
del PIB fuera a parar a los trabajadores en forma de rentas salariales, quien estaría
explotando a alguien, no es el capitalista al trabajador, sería el trabajador sobre
el capitalista, porque sería el trabajador quien no remuneraría al capitalista por
todo el esfuerzo, toda la dedicación y todo el riesgo que está asumiendo.
Y sin ese esfuerzo, sin esa dedicación, sin ese riesgo, sin ahorro, sin inversión en
proyectos arriesgados, no hay creación de factores productivos imprescindibles para
que el trabajador pueda generar riqueza.
La productividad de la que disfruta hoy un trabajador depende, por un lado, de las inversiones
en formación que él mismo haya realizado, es decir, depende en parte de un proceso similar
al capitalista ahorro e inversión en capital humano, pero depende también de las herramientas,
de los factores de producción complementarios con los que cuente ese trabajador.
Y esos factores productivos complementarios que elevan la productividad del trabajador,
que hacen que una persona en España sea más productiva que una persona en Zimbabwe y que
hacen que una persona en Suiza sea más productiva que una persona en España, esas herramientas
no han sido creadas por el trabajador, han sido creadas por los capitalistas, porque
de hecho, si los trabajadores las hubiesen generado, ellos serían los propios capitalistas.
Si los trabajadores fueran quienes hubiesen ahorrado y hubiesen invertido su ahorro en
crear factores productivos, por ejemplo, en forma de una cooperativa o en forma de una
sociedad anónima, serían ellos los dueños de esos bienes de capital y serían, por
tanto, los capitalistas.
El capitalista no es una figura que se adquiera de nacimiento, es el ejercicio de unas funciones
dentro del sistema económico y, por tanto, aquel que realice esas funciones, aquel que
ahorre, aquel que invierta ese ahorro, será capitalista y los trabajadores también pueden
ser en parte capitalistas y en parte trabajadores en la medida en que reinviertan parte del
salario que han obtenido dentro del proceso de producción capitalista.
Por tanto, el capitalista, como he dicho, es el arquitecto del sistema económico capitalista,
no en vano.
La economía del libre mercado actual se llama así, capitalismo, no por nada, sino porque
la figura central es el capital y el capitalista.
El capitalista, como decía, ahorra, renuncia a la satisfacción de sus necesidades inmediatas
e invierte ese capital en proyectos arriesgados.
Si esa inversión se realiza de manera extraordinariamente buena, de una manera extraordinariamente acertada,
si el capitalista es capaz de satisfacer necesidades valiosísimas de millones o decenas o centenas
de millones de personas, el capitalista obtendrá ganancias igualmente extraordinarias.
¿Por qué?
Porque habrá generado mucha riqueza para muchas personas y él se apropiará de una pequeña
parte de esa riqueza, pero una pequeña parte de un volumen gigantesco puedes seguir siendo
un volumen gigantesco.
A su vez, si el capitalista mete la pata, si el capitalista invierte su ahorro en proyectos
de rentabilidad esperada nula o de rentabilidad esperada muy alta, pero que posteriormente
descubrimos que esas expectativas eran completamente infundadas, quién sufrirá en primer lugar
las pérdidas, el destrozo de esa equivocación será el propio capitalista, no será el trabajador
el que pierda su casa en propiedad y plenamente pagada, si la empresa para la que trabaja
quiebra quien pierde su ahorro, quien pierde su patrimonio es quien ha invertido su ahorro
y su patrimonio en ese proyecto empresarial que puede terminar fracasando.
Por eso, el proceso de ahorro y de selección de inversiones que acomete el capitalista
no es un proceso en absoluto sencillo, no es un proceso en absoluto simple, no hay ningún
automatismo que garantice que el hecho de disponer ahora mismo de riqueza vaya a generar
automáticamente rentabilidad en el futuro, los aciertos del pasado, los esfuerzos acertados
del pasado no garantizan aciertos en el futuro, cada día es una nueva partida a la hora de
generar riqueza, cada día hay que volver a pensar si el modo en el que utilizamos, el
modo en el que creamos factores productivos es el mejor modo posible, el mejor modo posible
no solo con respecto a lo que conozco yo, sino también con respecto a lo que conocen
otros que están compitiendo contra mí, y por eso, al contrario de lo que dice Tomás
Piketty, el hecho de que hoy haya una clase capitalista que sigue ahorrando e invirtiendo
no es garantía de que esas mismas personas se vayan volviendo crecientemente más ricas
en el futuro, los ricos del futuro los serán en la medida en la que en ese momento estén
invirtiendo adecuadamente, acertadamente, inteligentemente el capital del que disponen,
si los ricos del futuro invierten inadecuadamente su capital, dilapidarán su patrimonio y dejarán
de ser ricos, siempre habrá probablemente en el sistema capitalista una determinada
cantidad de personas con una elevada riqueza, pero se dan esas personas que hayan sido capaces
de satisfacer de un modo más urgente, más adecuado las necesidades de los consumidores.
En definitiva, el valor del capital, el valor de nuestros patrimonios, la riqueza del capitalista
no depende de la historia, depende del futuro que esperemos, depende de las expectativas
y de ser capaces de plasmar en la realidad esas expectativas que motivan la acción a
día de hoy.
Conclusión cuarta y última, la desigualdad no es un proceso que deba preocuparnos si
esa desigualdad tiene lugar dentro de una economía de libre mercado, porque no debe
preocuparnos la desigualdad que emerja dentro de una economía de libre mercado, porque,
como decía, no hay ningún automatismo en la generación de esa desigualdad, los ricos
hoy son aquellas personas que hoy están satisfaciendo de un mejor modo las necesidades de los consumidores.
Y por consiguiente, si no nos molesta, al contrario, si consideramos algo positivo, que las necesidades
de los consumidores, las necesidades de las personas se satisfagan de un modo más completo
y más correcto, tendremos que llegar a la conclusión de que aquellos que son ricos
precisamente porque están logrando este objetivo de satisfacer de un modo más adecuado, más
completo las necesidades de los consumidores, sean ricos como síntomas de que lo han logrado.
La riqueza no les vendrá dada de la inercia histórica, la riqueza les vendrá dada de
su emprendimiento hacia el futuro. Distinto eso sí es el caso de aquellas personas
que obtienen su riqueza parasitando a los demás, es decir, que obtienen su riqueza
logrando privilegios o extrayendo rentas, robando directamente al resto de ciudadanos
que sí se preocupan por generar riqueza. La acumulación patrimonial en manos de una
clase extractiva sin duda es algo que debe preocuparnos de manera muy profunda, pero
lo que deberíamos hacer desde un comienzo, porque si no estamos enmarañando todo el
debate y estamos dando completamente palos de ciego, es distinguir radicalmente entre
aquellas personas que generan riqueza ahorrando e invirtiendo en satisfacer las necesidades
ajenas y que lo hacen sin ningún tipo de auxilio en forma de privilegios y transferencias
coactivas de renta y por otro aquellos que no generan riqueza, sino que se apropian de
la riqueza que generan otros. Entre estos últimos evidentemente destacan, sobresalen
los partidos políticos y también aquellas empresas que también poseen capitalistas
que se acercan a los partidos políticos para reclamarles algún tipo de favor o algún
tipo de prevenda a cambio de una contraprestación económica o de una contraprestación en formas
muy diversas. Esa clase extractiva que también puede ser instrumentada a través del capital
si es algo que deba ser combatido frontalmente, no solo porque empañan el buen nombre que
debería tener el proceso económico de mercado, no solo porque empañan el buen nombre que
debería tener el capitalista, sino porque nos están arruinando, sino porque nos están
robando, sino porque están reduciendo nuestra prosperidad de manera significativa por debajo
de la que ahora mismo podríamos tener. Y la forma de combatir estos privilegios extractivos
que sin duda alguna acumula una parte de la sociedad y que tienden a identificarse de
manera tremendamente incorrecta con el proceso empresarial-capitalista es con más libertad
económica, es reduciendo la capacidad, la legitimidad de intervención de la que gozan
los estados a día de hoy en nuestras economías para partir y repartir la tarta a su gusto.
Cuando una persona, cuando un agente económico, cuando un capitalista puede obtener rentas
no por satisfacer las necesidades de los consumidores, sino por satisfacer las necesidades de los
políticos que obtienen el capital con el que pagan a los capitalistas extrayéndoselo
a los consumidores, entonces estamos distorsionando frontalmente los incentivos que articulan
que estructuran el mercado. Cuando un capitalista puede obtener dinero, no compitiendo con otros
capitalistas para ver quién satisface de un mejor modo las necesidades de los consumidores,
sino reclamándole al político, pagándole al político para que plasme en el boletín
oficial del Estado algún tipo de regulación que dirija rentas en favor de ese lobista
de turno, no estamos ante un proceso que genere riqueza para todos, sino ante un proceso
que interrumpe la generación de riqueza y que la extrae en favor de ese último.
Por tanto, el capitalismo, el capital y los capitalistas son la base, los arquitectos como
os decía, de nuestra prosperidad actual, pero siempre que estemos ante un capitalismo
de libre mercado, un capitalismo sin intervenciones gubernamentales, por doquier que asigna, pérdidas
y ganancias no en función del proceso económico de mercado, sino en función de la arbitraridad
de los caprichos y de los intereses de los políticos de turno. Y ese capitalismo de
libre mercado, en contraprestación con el mercantilismo o el corporativismo contra
el que originalmente, ya en el siglo XVIII, nació el liberalismo, es también ese mercantilismo
y ese corporativismo actual que desde luego plagan nuestras sociedades el que debemos combatir
para que, primero, y como decía, el buen nombre del capitalismo sea restablecido, y en segundo
lugar, para que nuestra prosperidad actual sea mayor que la que tenemos, porque puede
ser mucho mayor sin parásitos alrededor del sistema político y económico.
Muchas gracias.
Bueno, muchas gracias Juan. Creo que ha quedado patente que los tintes comunistas de Juan
Ramón. Bueno, vamos a pasar a hacer las preguntas,
que yo creo que es lo más interesante, sobre todo teniendo en cuenta la calidad del ponente.
Me gustaría romper el hielo yo, Juan, haciéndote la primera pregunta. Bueno, sencillamente
si no crees que el liberalismo es utópico en tanto en cuanto que se da de bruces contra
la propia naturaleza humana.
Bueno, a ver, la naturaleza humana es muy flexible, es decir, la naturaleza humana también es
ir matándonos unos contra otros, dependiendo del contexto, dependiendo de las restricciones
culturales, la naturaleza humana es una u otra. El ser humano ha conseguido domar su naturaleza
salvaje a través de un proceso que se llama civilización, que se llama cultura civilizatoria.
Y creo que es fundamental que el ser humano esté dentro de un marco institucional, cultural,
que sea funcional y que esté orientado no a la violencia, no a la extracción, sino
a la cooperación y a la coexistencia pacífica. Y ese marco institucional que fomenta la cooperación
y la coexistencia pacífica se llama liberalismo. ¿Cómo conseguir que ese marco institucional,
cultural, sea el que prevalezca en nuestras sociedades? Pues desde luego no planificándolo
centralmente. La cultura, los valores, los ideales, los paradigmas, no es algo que se
pueda imponer centralizadamente desde el Estado, salvo quizá a través de un proceso
de adoctrinamiento durante décadas y décadas. Es algo que se consigue mediante la persuasión,
que se consigue apelando, verdaderamente, a las convicciones de uno y solventando los
errores y las malas concepciones que pueda tener otro. Y por eso siempre lo digo, y es
un proceso laborioso, plagado de fracasos, pero creo que es el único camino por difícil
que sea para lograr que el liberalismo siga avanzando, es la batalla de las ideas y de
los ideales. Es seguir dando la matraca hasta que las percepciones de la sociedad sobre
determinados aspectos vayan cambiando, es influir en el proceso civilizatorio para que, en lugar
de justificar que a un señor, por el mero hecho de haber generado riqueza para los demás,
se le pueda robar, se le pueda atracar o, si ese señor intenta evitar que se le robe
o se le atraque, se le pueda llegar a secuestrar y meter en una cárcel acusado de fraude fiscal,
pues en lugar de justificar eso, esa salvajada, tratar de justificar lo contrario, tratar
de justificar que una persona, en tanto en cuanto haya obtenido su propiedad de manera
pacífica, comerciando con otros, generando valor para otros, tiene pleno derecho a retener
esa propiedad, porque es una evidencia, es un síntoma de los frutos de la cooperación
mutuamente beneficiosa.
Bueno, una segunda pregunta y os doy paso. Bueno, Juan, alguna vez te he escuchado decir
que comprar acciones y la bolsa es el vehículo más rentable, entonces, independientemente
de la coyuntura en la que estemos. ¿Nos podrías decir por qué tener nuestros ahorros en bolsa
es lo más rentable?
Bueno, al final uno tiene que, de alguna manera, mirar qué grandes clases de activos y nanciros
existen, ¿no? O de activos en general. Un activo puede ser la inversión en bienes raíces,
pero que tiene, digamos, un componente bastante limitado a la hora de generar riqueza, porque
estamos en riqueza del suelo, una riqueza que quizá hace 200 años o más de 200 años
tenía una importancia capital en nuestras sociedades, más del 90% del PI, procedida
de la tierra, pero que hoy en día no es en absoluto un factor productivo clave a la hora
de generar el valor, el PI, del que hoy disfrutamos y que explica nuestros elevados estándares
de vida. Otro tipo de activo financiero o de activo sería la renta fija. La renta fija
que puede ir dirigida a financiar proyectos empresariales de alto valor, es decir, que
puede ir dirigida a financiar una pluralidad de creación de bienes de capital de factores
productivos fundamentales para generar la producción de la que hoy disfrutamos, podría
tener una alta rentabilidad. ¿Qué pasa? Que la renta fija está condenada a no tener,
en general, a largo plazo, una alta rentabilidad, dado que en su propia configuración renuncia
a esa rentabilidad ha cambiado de minimizar el riesgo. Y luego tenemos las acciones,
que es dirigir nuestros ahorros también a la financiación de la producción de esos
factores productivos básicos para la generación de riqueza, donde no hay ninguna limitación
de riesgo, podemos perder el 100% de nuestros ahorros adquiriendo o financiando esos proyectos,
pero a cambio de no limitar nuestro riesgo tenemos un potencial de ascenso prácticamente
infinito. A largo plazo, si las economías funcionan, es decir, si cada vez generamos
más riqueza para lograr que cada vez la vida, la gente viva mejor, las personas que han
sido los protagonistas de la financiación de la creación de los factores productivos
que permiten explicar este incremento de los estándares de vida, esas personas que son
los capitalistas, serán los que concentrarán una parte importante de esa generación adicional
de riqueza. Entonces a largo plazo ya lo sabréis, durante los últimos 120 años, la bolsa,
el conjunto del planeta ha tenido una rentabilidad real media superior al 5%. Claro, en los últimos
120 años es verdad que han pasado cosas muy buenas, lo que podría explicar un desempeño
inusualmente bueno, pero también han pasado cosas terribles. En los últimos 120 años
se han concentrado dos guerras mundiales que han arrasado con la civilización, con la
vida de millones de personas y con la acumulación de capital lograda hasta la fecha, dos grandes
depresiones, la que empieza en 1929 y la que empieza en 2007, y muy diversas destrucciones
del sistema monetario internacional. Si en ese contexto no es especialmente ilusionante
para la generación ponderada y juiciosa de riqueza hemos conseguido generar tanta riqueza,
pues en otro contexto un poco más estable, no hay por qué pensar que no seremos capaces
de crear tanta más. Muchas gracias, Juan. Preguntas. Bueno, vamos por aquí por seguir
un orden de derecha y izquierda. El micrófono. Sí. Vale, va el primer caballero y luego
a aquí. Hola, Juan Ramón, muchas gracias por la
ponencia, lo primero. A mí me pregunta, o más que pregunta, es una sugerencia, consejo.
Cuando estoy hablando con una persona que defiende el socialismo, al máximo no, por
ejemplo, y yo en mi caso personal, que defiende el liberalismo, al máximo, dime un argumento
a corto plazo, o sea, para que entre en uso de razón, a los 30 segundos. Gracias.
El argumento es el siguiente. Un socialista puede ser socialista dentro del liberalismo,
un liberal no puede ser liberal dentro del socialismo. ¿Por qué? Porque en un sistema
económico liberal, un socialista puede montar una comuna socialista. Nadie se lo impide.
De hecho, existen experiencias de comuna socialistas y, de hecho, las comunas socialistas más
importantes durante el siglo XIX se crearon donde? En Estados Unidos. ¿Por qué se crearon
en Estados Unidos? Porque era, digamos, el entorno más liberal de la época que toleraba
concepciones de vida tan diversas y tan equivocadas como el socialismo. Pero, bueno, el error
está ahí y no hay por qué reprimirlo. Esa es el punto de vista liberal. Ahora bien,
en un sistema socialista, ¿puedo yo crear una empresa capitalista? No. Por tanto, el
liberalismo es un sistema económico superior en la medida en que puede contener, un sistema
económico político superior, en la medida en que puede contener cualquier otro sistema
económico, siempre que esos sistemas económicos o políticos se alcancen por libre asociación.
En este sentido, esta idea, que no es mía, por supuesto, es de un filósofo estadounidense
que se llama Robert Nozick, y él decía que el liberalismo es el marco para las utopías.
Gustavo antes decía si el liberalismo era utópico. Bueno, yo creo que es una especie
de metautopía, un marco donde cabe todo el mundo. Y el problema es que en cada uno quiere
un marco y hay muchos marcos incompatibles entre sí. Y la única forma de poder coexistir
pacíficamente todos esos marcos es con tolerancia mutua, es decir, con liberalismo.
Hola, muchas gracias por la ponencia. Bueno, Estados Unidos es un país capitalista, todo
mundo estará de acuerdo en eso. El 50% del producto interior bruto de Estados Unidos
depende del consumo y el consumo depende en gran medida de los consumidores, que son
trabajadores. El dato de nómina no agrícolas que se da a cada viernes, el primer viernes
de cada mes, es el dato más importante que se da y que tiene una gran influencia en los
mercados. Creo que es el más importante de todos. Hablando del capital, me parece perfecto
que el capital, pero el factor productivo también por excelencia es el trabajo y los
trabajadores, el cual dedicó al final un poquito de su disertación, pero no. Y dio
a entender el factor productivo y el factor de producción, no dejo bien clara la diferencia.
Yo entiendo que un factor productivo es el trabajo. Y decía también al principio que
había que controlar los factores de productivo y no se puedan dejar en manos de la naturaleza.
Teniendo en cuenta, no sé cómo el factor productivo, trabajo, puede dejarse en manos
o controlarlo. Sería una cosa un poco, a mí me choca un poco eso, no sé lo que opino.
El trabajo, los servicios laborales claramente son un factor productivo, que los capitalistas
contratan. ¿Quién controla ese factor productivo? Pues a la hora de venderlo, lo controla el
trabajador, la persona que decide si trabajar o no trabajar. Y una vez ha suscrito un contacto
de trabajo dentro de un determinado proyecto empresarial, quien controla ese factor productivo
es el capitalista, que es el que le asigna una determinada tarea y una determinada tarea
está dirigiendolo hacia la generación de una determinada riqueza. Y sí el proyecto
que ha ensamblado el capitalista combinando no solo factor productivo o trabajo, que es
evidente que es un factor productivo fundamental en nuestras sociedades, y por el cual ya obtiene
una remuneración, que es el salario, que por cierto las rentas salariales son la mayor
parte del producto interior bruto, pero también son necesarios otros factores productivos
complementarios, sin los cuales el factor productivo trabajo no genera nada, o no podría
generar nada, esos factores productivos complementarios los genera el capitalista. Y por generar esos
factores productivos complementarios y por insertar el factor productivo trabajo dentro
de un plan empresarial funcional, un plan empresarial que genera riqueza y que no la
adilapide, el capitalista obtiene una remuneración como la obtiene el trabajador. Yo no digo
que el trabajador no debe obtener ninguna remuneración como Mars decía que el capitalista
no debería obtener ninguna remuneración, yo creo que el trabajador evidentemente tiene
que obtener una remuneración proporcional a la riqueza que contribuye a generar y el
capitalista debe obtener una rentabilidad proporcional a la riqueza que contribuye a
generar. El hecho de que el consumo esto si quiero aclararlo sea la mayor parte del
PIB no significa que el capital no sea lo fundamental, es decir el consumo es el resultado
de la inversión previa en factores productivos, esto sería como decir no lo importante son
las cosechas, es la siembra y que la siembra sea lo mejor posible y que las condiciones
en las que se produce esa siembra sean las óptimas, la cosecha es el resultado final,
es el éxito final, entonces evidentemente si un país es capaz de invirtiendo el 20%
de su producto interior bruto o el 10% de su producto interior bruto, aumentar muchísimo
la producción total y destinar una enorme cantidad de esa producción total, de esas
cosechas totales, no necesariamente la reinversión sino al disfrute de la vida que experimentamos
ese país es tanto más eficiente y será tanto más eficiente tanto en cuanto quienes
dirigen esos procesos empresariales de producción sean inteligentes y ordenen adecuadamente
los factores productivos, precisamente si un país es muy ineficiente tiene que reinvertir
una gran cantidad de lo que genera anualmente en tratar de mantener esos flujos de renta,
las tasas de inversión en países socialistas eran típicamente o se ubicaban típicamente
entre el 30 y el 40% del PIB, no porque fueran sociedades muy ahorradoras y muy emprendedoras
sino porque los estados que planificaban la economía no tenían otra forma de mantener
más o menos los exivos flujos de renta que eran capaces de generar, salvo reinvirtiendo
una enorme cantidad de factores en mantenerlo, por tanto el motor de la economía es la inversión,
la evidencia de que la inversión se ha realizado correctamente es un consumo sostenidamente
elevado y creciente y quien dirige ese proceso de inversión no es el trabajador, es el capitalista,
el trabajador es un factor productivo fundamental, básico, dentro de los planes de inversión
que teje, que organiza, que piensa que lo cubra el capitalista.
Muchas gracias por compartir de forma tan brillante su tiempo con nosotros.
Bueno, en un país dado cree usted que los impuestos progresivos sobre las rentas del
trabajo favorecen en general la situación de los habitantes de ese país porque parece
ser que hay una cosa que incluso le molesta más a los socialistas, incluso más que las
rentas del capital, son las rentas obtenidas de forma brillante por las personas físicas.
Sí, yo creo que los impuestos progresivos, a ver, depende como todo, Singapur tiene
progresividad fiscal y el tipo marginal máximo creo que no alcanza al 20%, entonces bueno,
evidentemente si estamos hablando de progresividad a esos niveles pues no es muy distorsionador.
Ahora, si hablamos de progresividad para, digamos, desplegar una confiscación salvaje
de las rentas generadas por las personas que tienen un papel más relevante en la generación
de riqueza dentro del proceso económico-capitalista, desde luego la progresividad fiscal es un
tremendo error.
Primero porque en cierto modo dificulta la movilidad social, ya que vamos a hablar también
en sus propios términos, dificulta la movilidad social de muchas personas, es decir, si una
persona, si un trabajador, por ejemplo, tiene un muy buen año, imaginemos que sea comisionista,
que sea vendedor que vaya a comisión, ese año le van a machacar e impuesto salvajemente,
por mucho que a lo mejor el año subsiguiente vuelva a un salario mucho más moderado o
mucho más reducido.
Por tanto, el año en el que podría haber empezado a amasar un cierto patrimonio gracias
a su generación extraordinaria de rentas, ese año lo crujen a impuestos y le imposibilitan
ascender socialmente.
Luego además hay países que como España siempre nos llenamos la boca de la necesidad
de avanzar hacia sectores de alto valor añadido y para avanzar hacia sectores de alto valor
añadido hace falta un factor productivo básico que es el capital humano, que es un factor
productivo que desarrolla el propio trabajador ahorrando e invirtiendo en su propia formación.
Claro, el capital humano más valioso se tenderá a percibir rentas salariales muy altas
porque además parte de esas rentas salariales se encubrirán un retorno por el capital humano
invertido y generado.
Claro, si un país establece una fiscalidad progresiva salvaje, qué mentes brillantes
qué personas altamente cualificadas van a querer emigrar a ese país para facilitar
la inversión en sectores de alto valor añadido, pues muy pocos y si un país es incapaz de
atraer o retener mentes brillantes trabajadores altamente cualificados, difícilmente podrá
especializarse en sectores de alto valor añadido.
Tanto creo que sí, los impuestos progresivos son un error tanto desde un punto de vista
social como desde un punto de vista económico, pero no son un error desde la lógica del
poder político que de alguna manera rehuye o no le gusta una movilidad social alta que
muestre la posibilidad de independizarse del poder político o de que el poder político
no es necesario para participar en esos procesos y que, por tanto, sí está orientado a machacar
la destrucción de riqueza en parte, en una parte significativa de la sociedad.
¿Os he dejado una encuesta de satisfacción?
Por favor, rellenadla, que nota 10 segundos y la dejáis encima de la mesa, que nos ayuda
a mejorar.
Muchas gracias por la ponencia.
En un sistema capitalista de libre mercado, fuera de ecuaciones estatales, se supone
que cualquier enriquecimiento lleva consigo una implicación de creación de riqueza
para los demás.
En este sentido, esto es muy fácil verlo, por ejemplo, en los mercados financieros
en la bolsa, ya que interconectas ahorradores con empresarios, pero no me queda tan claro
cuál sería la función económica o la creación, sí, la función económica del
trading o la especulación a corto plazo.
Bueno, básicamente la función de la especulación a corto plazo es proporcionar liquidez o
negociabilidad a los valores de los inversores a largo plazo, es una especie de ruido blanco
que permite tomar y salir, tomar posiciones y salir de esas posiciones casi en cualquier
momento.
Si únicamente se pudiesen machear, encontrar en los mercados financieros ahorradores e
inversores a largo plazo, pues el mercado sería algo muy parecido al mercado inmobiliario
y el mercado inmobiliario es un mercado tremendamente seco y donde además se paga una penalización
en forma de sobreprecio o de descuento, si estás liquidando, si estás vendiendo, mucho
mayor que en los mercados financieros.
Yo creo que la comparativa de la importancia que tiene la negociabilidad y en última instancia
es proporcionada por esos inversores que están comprando y vendiendo continuamente,
quizás sin ningún criterio fijo, pero que lo están haciendo, la comparativa que se
puede hacer es comparar las primas que se pagan en los mercados bursátiles al comprar
una empresa con el mercado de empresas de segunda mano fuera de los mercados financieros, es
decir, si tú vas a comprar fuera de mercados financieros una empresa, una PIME, ¿qué sobre
precio pagarás por esa PIME? ¿Qué PER pagarás sobre sus beneficios actuales?
Pues no tengo estadísticas, pero si tenemos cierto conocimiento o cierta experiencia
con ello, pues probablemente un PER4, un PER5, no mucho más.
¿Qué PER se está pagando en los mercados financieros?
Por ejemplo, en 2020, esa diferencia la engrameida se explica por el papel de aquellos inversores
que están ya digo entrando y saliendo continuamente y que al hacerlo proporcionan negociabilidad
a los valores.
Muchas gracias por la ponencia.
Mi pregunta iba a referir a el avance tecnológico que ha experimentado la humanidad en los
últimos cientos y pico años, ha hecho que ciertos trabajos, digamos, hayan sido ocupados
por las máquinas, entonces hasta ahora la humanidad ha podido, las personas han podido
trasladarse a otros sectores productivos donde han podido ejercer otros trabajos que no
han sido ocupados por la mecanización, ¿no?
Creo usted que con este avance ya no solo de máquinas, sino también de inteligencia
artificial y de la mayor importancia de la tecnología en nuestra economía, pueda llegar
a ocurrir que haya personas que no puedan ejercer un trabajo por esta mayor implicación
tecnológica.
A ver, lo primero es todos debemos reconocer nuestra ignorancia relativa sobre cuál va
a ser el rumbo del proceso técnico futuro, básicamente porque no podemos saber cómo
avanzará nuestro conocimiento, dado que si tuviéramos esa información, ese conocimiento
ya habría avanzado, ¿no?
Esta es una paradoja que ya reveló, bueno, una incoherencia que ya reveló Popper y que
por tanto no nos permite hacer predicciones de futuro sobre la base de un conocimiento
que todavía no tenemos.
Tu pregunta depende precisamente del ritmo de avance tecnológico, con el conocimiento
actual, se suele decir que cerca del 47% de los puestos de trabajo existentes actualmente
en Estados Unidos serían mecanizables, fruto de un estudio que realizan los economistas
de Oxford, Osborne y Frey, pero una vez se ha tratado de replicar ese mismo análisis,
parametrizando mejor los datos, es decir, no hablando de qué ocupaciones son automatizables,
sino qué tareas dentro de una ocupación son automatizables, con lo que nos encontramos
es que con el conocimiento que actualmente tenemos, solo un 12% de las tareas que realizan
las personas dentro de la OCDE serían automatizables, existe un riesgo por tanto importante, relevante,
estamos hablando de casi 70 millones de puestos de trabajo, pero dentro de una masa laboral
mucho más grande pues es un riesgo moderado pequeño.
Ahora bien, evidentemente si se acelera el ritmo de progreso tecnológico, por ejemplo
la dirección que tú apuntabas, de la inteligencia artificial y más en particular, imagino que
estás hablando de la singularidad, es decir, de cuando las máquinas sean tan o más inteligentes
que las personas y tengan incluso la capacidad para auto reconocerse en el entorno y tengan
en definitiva conciencia de sí mismas, ¿qué sucederá a partir de ese momento?
Bueno, yo creo que hay sí que hay un cambio muy drástico y muy radical en el modo en
el que hasta ahora hemos organizado las economías, básicamente porque hasta la fecha
capital y trabajo eran factores complementarios, teníamos que tener los ambos, bienes de capital
y trabajadores, para poder producir, en algunos sectores la dependencia podía ser mayor
del capital que del trabajo, en otros más del trabajo que del capital, pero los dos
en cierta medida tenían que estar presentes, evidentemente cuando somos capaces de generar
máquinas con todas las facultades de un trabajador, capital y trabajo dejan de ser factores complementarios
y en parte pasan a ser factores sustitutivos.
El punto es, ¿quiénes serán los propietarios de esos bienes de capital que serán capaces
de replicar tan o mejor todas las funciones que hoy en día realiza un trabajador?
Digo, bajo esa hipótesis, no sé si vamos a llegar ahí, pero si esa es la hipótesis
que estamos analizando.
Y creo que ahí el tema es tratar de fomentar que esas máquinas sean propiedad de cuántos
más individuos sea posible, o sea, se trata de fomentar desde ya o al menos en ese contexto
de fomentar el ahorro y la inversión en esas maquinarias autónomas, para que al final
el trabajador o el ciudadano deje de necesitar trabajar para sobrevivir, dado que las máquinas
podrán hacer todo el trabajo por él y él vivirá plenamente de las rentas del capital.
Esto por cierto, que es algo muy parecido a lo que más tenía en la cabeza cuando ha
hablado del socialismo, bueno, del comunismo utópico, es decir, un escenario donde la gente
dejaría de trabajar y la prosperidad correría a chorros llenos por los manantiales, decía
él, pues se puede llegar a través de la acumulación de capital, en este caso tecnológicamente
avanzado.
¿Y cómo conseguir que la propiedad sobre esos bienes de capital sea lo más dispersada
posible?
Pues fomentando lo que muchos llevamos fomentando desde hace años, que es la sociedad de propietarios,
ahorro e inversión patrimonial personal para ser copartícipe, copropietario de las empresas
que generan la riqueza dentro de nuestras economías y en el futuro eso significará
ser copropietario, si ya digo esa hipótesis es correcta, ser copropietario de los robots,
nos debemos entrar por tanto más en fomentar el ahorro, la inversión, en esas disrupciones
tecnológicas que en tratar de meter miedo sobre lo que pueda suceder con ellas, sin
que ello signifique que no pueda haber dificultades en la transición, es decir, cualquier trabajador
hoy en día puede desempeñar potencialmente cualquier trabajo, lo que pasa es que para
desempeñar cualquier trabajo necesitamos formación, la formación es un bien de capital humano
y no es un bien de capital humano que se adquiera de manera inmediata y por tanto si el tiempo
para adquirir formación es más tardío que el tiempo de fuerza laboral que me queda,
pues ahí evidentemente puede haber un problema importante en la transición, no en el escenario
futuro que creo que es verdaderamente ilusionante y apasionante y ojalá lleguemos.
Buenos días, senora, buena por la ponencia, como siempre muy buena. Quería preguntarte,
bueno, desde la perspectiva liberal del Estado, reducir al mínimo posible el Estado. ¿Cuál
es ese mínimo posible? Bueno, ese mínimo no está, diría yo determinado, es decir,
ese mínimo depende del Estado de nuestro conocimiento actual, es decir, depende del
progreso, ya vemos así de la ciencia social, por menos de progreso de la ciencia económica,
de la ciencia política. Yo veo problemas serios, no sé si insolubles, pero sí veo
problemas serios a la hora de que desaparezcan determinadas funciones que presta al Estado,
muy en particular la defensa o la justicia penal. Eso no significa que por mi ignorancia
sobre esos campos, ignorancia evidentemente siempre es un término relativo, por mi insuficiente
conocimiento sobre esa potencialidad, esas funciones sean claramente no privatizables,
lo dejo como una incógnita, pero para resolver esa incógnita y ver si lo son o no lo son
hace falta progreso científico en el área de las ciencias sociales. Si sabemos, yo diría
que ningún economista, ningún teórico de ciencias políticas negará, si sabemos, que
probablemente alrededor de, o sea, sí es perfectamente factible, otra cosa sí es conveniente,
pero sí es perfectamente factible, funcional, reducir el Estado actual que pesa en torno
al 50% del PIB en Europa hasta el 5% como poco, porque sí sabemos que muchísimas que
prácticamente todas las funciones que hoy desempeñan el Estado no hace falta que las
desempeñen, solo hace falta ver la historia, es decir, la mayoría, prácticamente totalidad
de las funciones que he desempeñado hoy en el Estado no las ha desempeñado en el pasado
y por tanto son funciones prescindibles en el sentido de que se podrían dejar al mercado.
Cuestión distinta, insisto, y ahí sí que no hay un consenso, cuestión distinta es
si es mejor que las preste el Estado o que las preste el mercado. Y aquí creo que si
es posible, aunque no sabemos si es conveniente, creo que el papel de la filosofía política,
si es muy relevante en el sentido de desmontar la legitimidad que le presuponemos al Estado
para que ocupe parcelas que deberían corresponder a la sociedad civil, aún cuando, desde un
punto de vista si lo queremos de eficiencia asignativa en toda la economía, no fueran
óptimas, que también tengo serias dudas de que no lo sean, más bien estoy convencido
de que sí, pero aunque no lo fueran, no sería un argumento suficiente para justificar la
intervención del Estado en ellas, porque esa intervención tiene implicaciones que van
mucho más allá de un enfoque reduccionistamente utilitarista, como es el que prevalece inconscientemente
implícitamente en muchos economistas.
Un límite, pues, tres últimas preguntas, ¿vale?
Buenas tardes, señor Rayo, me gustaría saber su opinión sobre si usted cree que es necesaria
la separación de la economía sobre la política, al igual que en el pasado se dio lugar la
separación de la religión sobre el Estado, y teniendo en cuenta este escenario, cree
usted que tendría sentido meter un papelito en una urna teniendo en cuenta la naturaleza
de por sí parasitaria de los partidos políticos, y esa es la pregunta.
A ver, sí, por supuesto hay que separar, yo diría, la sociedad del Estado.
Cuando decimos separar sociedad y Estado, cuando yo digo separar sociedad y Estado, no me refiero
evidentemente a que el Estado no esté en sociedad, lo está, y mientras haya estado, va a ser
imposible que el Estado deje de estar en sociedad, y será imposible que dejemos de convivir con
el Estado.
Pero de la misma manera que separar Estado e Iglesia no significaba que no hubiese ningún
tipo de vaso comunicante entre ellos, sino que ni el Estado mangoneara en la Iglesia,
ni la Iglesia mangoneara en el Estado, creo que la separación de Estado y sociedad, de
Estado y mercado, lo que tiene que significar es que el Estado no tenga una legitimidad
especial o extraordinaria, distinta a la que tenemos el resto de las personas, para comportarse,
ya digo de modo distinto a lo que nos comportamos el resto de las personas, es decir, que no
otorguemos al Estado una hiperlegitimidad moral para que entre como un elefante en la
cacharrería en la sociedad y pueda disponer a su gusto de las relaciones que voluntariamente
se tejen en esa sociedad, es decir, creo que de lo que se trata es deslegitimar muchas
de las actuaciones que tiene el Estado y que solo a día de hoy se autolegitiman, es decir,
el Estado las puede hacer porque es el Estado y el Estado es soberano para hacerlas.
Ese es un argumento circular que hay que desmontar porque tiene absolutamente los pies de barro,
la soberanía estatal, la autoridad política del Estado, no es posible fundamentarla,
no hay ninguna teoría, no hay ninguna justificación realmente válida que explique y motive que
los políticos, por el hecho de actuar en nombre del Estado, el Estado en definitiva
en sí mismo, pueda comportarse de modo distinto al resto de las personas.
En cuanto al voto, bueno, yo creo que a veces, o sea, primero en general el voto es bastante
relevante, sobre todo en circunstituciones tan gigantescas como las que puede tener una
democracia como la española. Después, aunque el voto fuera relevante, creo que hay veces
que es más prudente y más honesto no votar que votar, más que nada porque cuando votamos
no solo estamos votando sobre nuestra vida, sino sobre la vida de los demás y en parte
debemos ser honestos a la hora de reconocer que lo que sabemos de los demás es muchísimo
menos que lo que no sabemos de los demás y, por tanto, si somos fundamentalmente ignorantes
sobre la vida de los demás, deberíamos quizá plantearnos si debemos evitar decidir sobre
la vida de los demás y, en ese sentido, evitar votar cuando no estás convencido de que
tu voto sea lo mejor para los demás, ya digo, creo que es un ejercicio de honestidad, prudencia,
de ausencia de arrogancia intelectual y política muy considerable.
Buenas tardes, señor Rayo. Le quería hacer una doble pregunta. La primera enfocada, ¿qué
cree usted a que se debe a esta tendencia de los socialistas más acérrimos de negar
que el hecho de una mayor inversión, ya sea por parte del capital o en la formación de
un simple trabajador, tenga que ir a compasada de una mejora del salario, por ejemplo, de
una retribución mayor de los beneficios o, por ejemplo, que la inversión es el motor
de la prosperidad económica, a la vez que los liberales más acérrimos niegan el carácter
del capitalismo como la causa que va en contra de derechos humanos, puesto que para conseguir
esta acumulación de capital se debe explotar a los trabajadores y una vez que el mercado
se les queda corto, son ellos los mismos que proporcionan las mejores condiciones laborales
a los trabajadores para vender sus productos, ¿por qué cree usted que no existen o a menos
no se transmiten a través de los medios de comunicación posiciones eclecticas en este
sentido? Y la última pregunta, así muy rápida, ¿por qué cree usted que en España no se
hace una inversión decidida por las energías renovables, dada la gran variedad de climatológica
que tenemos en España, tanto desde las cordilleras gallegas o cantábricas, hasta los sistemas
más áridos de Murcia, por ejemplo? ¿Se está esperando, por ejemplo, a que los propietarios
de las grandes eléctricas se hagan cargo de estas inversiones y puedan seguir acaparando
este mercado? Muchas gracias. No sé si entendió muy bien la primera pregunta, porque no hay
posiciones más eclecticas entre el socialismo y el liberalismo. Era la pregunta. Bueno,
yo creo que sí que hay esas posiciones. Es decir, a día de hoy el ciudadano medio,
consciente o inconscientemente, es socialdemócrata. Defiende una cierta limitación del Estado
en materia de libertades civiles, de libertades personales, y defiende una intervención
bastante agresiva del Estado en materia económica. Y yo creo que eso es el discurso dominante
en todos los medios de comunicación. Es verdad que de vez en cuando salimos a algún
liberal alocado a defender postulados contrarios, o también a algún comunista que dice que
hay que nacionalizar los medios de producción y que si hace falta se censura, a quién
se tenga que censurar, pero yo creo que esas son más bien outliers dentro de un discurso
dominante que clarísimamente refuerza la socialdemocracia. No la cuestiona de fondo,
de manera agresiva, de manera sistemática, ni por el lado del liberalismo. No conozco
ningún medio de comunicación que esté clamando día a día, por ejemplo, por la privatización
de escuelas, hospitales, por la reducción del peso del Estado al 5%, ni, a lo mejor
hay algún medio de comunicación pequeñito, pero tipo, no sé, libertad digital en parte,
pero es pequeñísimo. Digo, dentro del panorama mediático no lo conozco, ni tampoco conozco
medios de comunicación, alguno habrá, pero vamos pequeños que estén clamando día a
día por nacionalizar los medios de producción. Entonces, el consenso mediático hoy yo diría
que es la socialdemocracia, que es la situación en la que está el ciudadano medio, lo cual,
dicho sea de paso, se puede entender o conspirativamente, que algo pueda haber en el sentido del Estado
refuerza o presionar los medios de comunicación para que esa sea la agenda política, o simplemente
se puede entender desde una lógica de mercado. La gente lo que quiere es reforzar sus concepciones
previas, sus prejuicios ideológicos previos y, por tanto, los medios de comunicación
son empresas que le proporcionan la mercancía averiada que el consumidor quiere consumir.
Pues hoy decía que la batalla de las ideas que rompa ese círculo vicioso es tan importante.
¿Por qué no invertimos en energías renovables? Bueno, no soy experto en el campo, pero el
hecho de tener buenas condiciones no es suficiente para que una inversión sea rentable. Entonces,
para que una inversión sea rentable, tiene que ser la inversión más competitiva o
de las más competitivas dentro de la industria en la que se mueve. Son las energías renovables
en su estado de madurez actual, las energías más rentables que existen. Pues no lo sé,
creo que no hay una respuesta única y general a ello, probablemente en un pueblecito perdido
de la mano de Dios, donde llevar líneas de alto voltaje sea carísimo y donde se pueda
instalar una placa a las autovoltaicas para proporcionar electricidad o un molinillo para
proporcionar para generar electricidad eólica, pues ahí a lo mejor sí. En otro sitio donde
sean posibles otro tipo de instalaciones eléctricas, pues quizá no. En todo caso, yo solo diría
lo siguiente o diría tres cosas muy rápidamente. Primero, es obvio que el lobby de las empresas
eléctricas tiene mucho poder, en ocasiones lo utilizan en su propio beneficio, en ocasiones
el poder político las quiere someter y las penaliza muy gravemente. Si el lobby de las
empresas eléctricas tuviese siempre un poder tan amplio en su favor, veríamos la cotización
busátil de estas empresas dispararse continuamente y no es que hayan tenido una trayectoria busátil
impresionante, sin negar, ya digo, que siguen reteniendo mucho poder y tienen mucha influencia
dentro de los políticos para evitar un mercado libre en materia eléctrica. La segunda consideración
es que para que en esta sede haya un mercado realmente competitivo es necesario internalizar
las externalidades que se producen, cosa que a día de hoy no sucede, es decir, una fuente
de energía puede ser más competitiva, a lo mejor con la fuente renovable, porque no tenemos
en cuenta el daño económico que genera la contaminación. Y para poder internalizar
las externalidades, si nos vamos al teorema de cost, lo que hace falta es asignar derechos
de propiedad, sobre todo, para que los propietarios puedan expresar a través de su propiedad cuál
es el daño que les está generando un determinado efecto externo.
Y la tercera es que invertir en renovables, en general, incluso en un mercado libre y
competitivo, tiene, a día de hoy, un talón de Aquiles que es la dificultad para almacenar
la energía eléctrica, la producción energética de las renovables es por necesidad intermitente
y por eso siempre, a día de hoy necesariamente van a tener que ser complementadas por otras
fuentes de energía de, digamos, apagado y incendido rápido, que actualmente son las
centrales de ciclo combinado, que, de alguna manera, enmarronan los beneficios ecológicos
que, por otro lado, podrían haber tenido las renovables. Una economía no va a depender
únicamente de las renovables, nunca, hasta que no se consiga una solución al problema
de almacenamiento de la electricidad y, por eso, claro, inmovilizando la economía en
esa dirección puede ser peligroso, incluso para el normal funcionamiento de la red eléctrica.
Bueno, pues yo creo que todos tenemos un poco el deber y la responsabilidad de defender
lo que ha dicho Juan, ¿no? En tanto en cuanto, pues creo que es el camino correcto, es el
sentido común, puro y duro, y bueno, dejarnos de… Sí, Rodrigo, ¿me decías algo?
Una más que va por aquí. Una pregunta más.
Bueno, dejamos la conclusión, ¿no? Dejarnos un poco, dejar un poco el corazón de lado
que siempre tira un poco de nosotros y aplicar el sentido común, por lo que… Al final lo
que ha dicho Juan es todo… Se sentió común, puro y duro, ¿no? Y yo creo que también es
nuestro deber apoyarle a él, ¿no? Dado que es una figura mediática importante que muchas
veces parece que… Bueno, pues está el solo, ¿no? Y lo dejamos muy solo y hacen las personas
que defienden el lado opuesto, que están equivocadas, pues parece que tiene mucho bullicio, ¿no?
Nosotros tenemos un poco la responsabilidad y deber de saber que, además de que estamos
conscientes de que está el ocierto, pues apoyarle en ello, ¿no? Yo creo que así conseguiremos
evolucionar mucho más rápido, mucho mejor y mucho más próspero, ¿no?
De todas formas, creo que… Gracias por el apoyo, pero no está de más que también
dudemos siempre permanentemente de todo, incluso de… O especialmente de lo que creemos,
porque al final las personas tenemos un sesgo de confirmación muy acusado por el que tendemos
a creer que estamos en lo correcto y siempre hay que reexaminar críticamente con nosotros
mismos lo que pensamos para no autoengañarnos, para no estar autoengañándonos. Yo lo intento
hacer todos los días con mayor o menos un acierto y en algunas cosas cambié de opinión,
en otras me reafirmo hasta que surja evidencia o entienda que la realidad es de otra manera.
Y desde luego, si todos lo hiciéramos, creo que avanzaríamos más hacia el liberalismo,
efectivamente creo que es el camino correcto para la prosperidad y la libertad de las personas,
pero bueno, no está de más incluso dudar sobre esta conclusión a la que uno llega.
Simplemente, Juan, es decir, es que yo creo que tenemos a veces ciertos prejuicios o complejos
a la hora de mostrar que esa es la verdadera, el verdadero camino correcto, ¿no? Y yo
en ese particular soy un seguidor de Juan y, bueno, pues, agradecerle todo lo que hace
por ello, ¿no? ¿En la pregunta del caballero?
¿Qué hay? Juan Ramón, muchas gracias.
¿Qué tal?
Simplemente, no quería simplemente preguntarte una cosa mucho más, es decir, no crees que
la teoría económica es hoy en día está como de moda, como los peinaos o los pantalones,
quiero decir, y me explico lo que quiero decir. Son distintos los actos de la gente, el sentimiento
común que es realmente sus pensamientos. Por ejemplo, yo voy a ver a cualquier populista
y resulta que habla de las multinacionales utilizando Twitter, pagando con Visa, con
Paypal, desde una Apple. Yo me acuerdo hace dos años cuando en Eurovegas salía esta Mercedes
Mila en televisión y yo estaba viéndolo por la noche, las 12 de la noche, antes de acostarme,
y estaba hablando que no quería estar en un país que tuviera juego. Cuando acabó,
empezó un programa que se llamaba Premier Casino. Es totalmente distinto, todo el mundo quiere
una urbanización con piscina, pero habla de marinaleda. Nuestros actos, yo en los 80,
cuando empecé a trabajar, me peinaba para atrás y me compré el libro de Mario Gonde,
y ahora tenemos que comprarnos un ukelele, eso es lo que está de moda, que es una moda
también en la economía, pero en las intenciones hablo.
O sea, la divulgación económica, evidentemente, puede ser una moda. La ciencia económica
no, porque es una doctrina o un corpus de pensamiento que se viene desarrollando desde
hace 130, 140 años, de manera digamos más científica, y se seguirá haciendo y cada
vez espero que mejor. Pero desde luego sí, puede haber una cierta contradicción entre
lo que pensamos y lo que hacemos, en parte porque las condiciones también son las que
son. Es decir, yo no le pido a nadie que por sus ideas se convierte en un mártir, no
le pido a un comunista que, para ser coherente con sus ideas, pues se niegue a trabajar para
una empresa capitalista, aunque sea a la costa de morirse de hambre, o de carecer de los medios
que necesita para poder defender sus ideas. Entonces, en ese sentido, yo creo que tanto
unos como otros lo que hacen es jugar con las reglas de juego, y lo que un comunista,
un social demócrata, un liberal proponen es cambiar esas reglas de juego, pero las
reglas de juego mientras sean las que son, creo que deben ser utilizadas por cualquiera
de ellos. De todas formas, en este sentido, Mises, en este punto si tenía algo de razón,
decía que muy en tu línea, que por muchas diatribas que día a día se lanzan contra
el capitalismo, los socialistas le rinden también día a día un homenaje cuando van
a comprar sus productos de manera muy satisfecha, y creo que ahí sí que hay un poso de verdad,
aunque, insisto, también tengamos en cuenta lo que acaba de decir que estás en una situación
y jugas con esas reglas.