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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

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Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Uno de los libros más importantes del economista e historiador estadounidense Robert Hicks es
Crisis y Leviathan. En este libro lo que hace fundamentalmente Hicks es explicar cómo el
tamaño del estado, el tamaño de la administración en Estados Unidos ha ido creciendo a lo largo
del siglo XX, sobre todo bajo el impulso de diversos episodios de crisis. El Leviathan
se alimenta cuando hay situaciones de excepcionalidad que aparentemente justifican que es el
Leviathan tiene que crecer. No es que el estado no tiende a aumentar en tiempos normales, evidentemente
vivimos en una era de pensamiento social-demócrata que cada vez está reclamando más funciones
del gobierno, pero desde luego cuando hay una crisis, ya sea una guerra, la primera o
la segunda guerra mundial, ya sea una crisis de contenido económico como la gran depresión,
ya sea una crisis social por ejemplo las protestas de los años 60 en Estados Unidos, o ya sea
una crisis derivada de un ataque terrorista como sucedió durante el 11 de septiembre,
en esos contextos de excepcionalidad es cuando el estado adquiere una legitimidad, un argumentario
excepcional, extraordinario para justificar un acelerón en su crecimiento, y es por tanto
bastante dudoso que muchas restricciones de la libertad que hoy asumimos como inexorables
se hubiesen llegado a producir si esas crisis no hubiesen sido instrumentadas por los políticos
para hacer crecer el estado. En su libro, por ejemplo, Robert Higgs nos advierte de
que para entender el crecimiento del hiperestado uno tiene que estudiar toda la secuencia
de acontecimientos críticos a través de los cuales la autoridad efectiva del gobierno
no consiguió ser expandida, es decir, todos aquellos acontecimientos quedotaron al estado
de mayor legitimidad social para incrementar sus poderes sobre la sociedad.
Cuando Higgs habla de hiperestado no se refiere a que el gobierno durante las crisis incremente
su rango de actividades dentro de aquellas que ya constituían sus competencias, por
ejemplo, en una guerra es lógico que el estado incremente su capacidad militar para ganar
esa guerra. No, se refiere a que con la excusa de que hay una crisis el gobierno, el estado,
crece e invade ámbitos que previamente le habían sido vetados. Por ejemplo, Robert Higgs
nos aclara que entiende el por hiperestado. Dice si el gobierno se moviliza para la guerra
no simplemente incrementando su escala tradicional de actividades, sino ensanchando el rango de
autoridad efectiva que tiene sobre el proceso económico, por ejemplo, obligando a los hombres
a trabajar para el gobierno en lugar de contratarles, pagándoles un salario libremente acordado
o requisando las materias primas en lugar de comprándolas en el mercado de bienes, entonces
se está produciendo progresivamente un cambio hacia el gran gobierno. El gran gobierno,
insisto, el hiperestado no es que el estado haga más de lo que se espera que haga en
tiempos de excepción, sino que haga nuevas cosas que en tiempos tradicionales no estaba
en absoluto legitimado a hacer. Pero el problema claro no es solo que el estado adquiera la
legitimidad para en tiempos de excepción hacer cosas que en tiempos normales no está
legitimado a hacer. En la actual pandemia, por ejemplo, tiene cierto sentido que el estado
pueda restringir los grandes eventos para evitar los contagios masivos. El problema
no es solo ese, es decir, que haya nuevas competencias en momentos de excepcionalidad,
sino sobre todo que esas nuevas competencias que adquiere el gobierno luego tiende a retenerlas
incluso cuando la crisis ha pasado. Por ejemplo, dice Robert Higgs, cuando una crisis ha
provocado una extensión, una expansión de los poderes de las competencias gubernamentales,
esa expansión de las nuevas competencias nunca será meramente transitoria en un sentido
muy fundamental. Y es que la sociedad posterior a la crisis difiere en modos, en un sentido
muy significativo, de la sociedad previa a la crisis. Las crisis son eventos históricos
de crucial importancia que cambian de un modo muy notable el de venir de los acontecimientos
históricos. Por tanto, las crisis cambian la mentalidad social y en cierto modo la cambian
para hacer a la sociedad más receptiva al intervencionismo estatal. En particular,
nos dice Robert Higgs, la estructura subyacente de comportamientos no regresará a la situación
previa porque la crisis genera nuevas formas de entender y de valorar la acción estatal,
es decir, las crisis alteran el clima ideológico de la sociedad. Y aunque parezca que después
de la crisis, tanto la sociedad como la economía han regresado a las condiciones pre-crisis,
las apariencias son engañosas en las mentes y en los corazones de las personas que han
pasado por la crisis y que han experimentado en sus propias carnes la expansión de los
poderes del estado, la estructura social subyacente ya ha cambiado de una manera decisiva.
En definitiva, y de nuevo rescatando palabras de Robert Higgs, las crisis incrementan permanentemente
los límites tolerables del tamaño estatal. Las crisis quebran la resistencia ideológica
al hiperestado, primero, proporcionando un contexto en el que la expansión del intervencionismo
estatal no parece tan desastrosa como resultaría habitualmente. Esto es lo que ha sucedido,
por ejemplo, con la fijación de precios de las mascarillas o de los geles desinfectantes.
Esta intervención habría sido del todo inasumible en tiempos normales, pero ahora mismo muchas
personas, incluso personas que tradicionalmente podrían estar cercanas al liberalismo, han
terminado abrazando esta forma de intervencionismo estatal porque parece que genera más beneficios
que daños.
Segundo, desacreditando la teoría conservadora del efecto domino, según la cual todas las
libertades políticas y civiles se perderían dentro de una economía mixta, y tercero,
creando oportunidades para que mucha gente, dentro y fuera del estado, mejore gracias
a su intervencionismo, otorgándole, por tanto, una mejor reputación al sector público.
Esto de nuevo también es lo que sucede con el reparto del ingreso mínimo vital. Mucha
gente que lo reciba y que gracias a ese ingreso mínimo vital sea capaz de subsistir durante
los próximos meses, evidentemente estará plenamente agradecida al estado y se volverá totalmente
leal hacia la acción estatal en cualquiera de sus órdenes.
Todos estos aspectos, fuertemente reforzados por la incesante propaganda oficialista, provocan
una evolución ideológica por la cual las crisis erosionen la resistencia al hiperestado.
Esta teoría de Robert Hicks, que en las crisis proporcionan un contexto ideóneo para que
el estado crezca, y para que luego no de crezca, es lo que se ha conocido como el efecto trinquete.
Los trinquetes son mecanismos que permiten que un engranaje gire hacia un lado, pero
que no le permiten volver atrás, pues las crisis son como un efecto trinquete para la
expansión del tamaño del estado. Permiten que el estado crezca, pero dificultan mucho
que el estado, incluso una vez que ha acabado la crisis, vuelva a la situación previa a
la crisis. De hecho, el propio Robert Hicks ilustra este efecto trinquete en un conocido
gráfico que exponemos a continuación.
En este gráfico tenemos una representación del efecto trinquete de Robert Hicks. En el
eje horizontal encontramos el transcurso del tiempo, diversos periodos de tiempo, T1,
T2, T3 y T4, y en el eje vertical podemos observar el tamaño del gobierno medido en
función del gasto público. Con lo cual, si partimos de una situación inicial, imaginemos
que esto es T0, un momento inicial, previo a cualquier crisis, tenemos un tamaño del
gobierno modesto, moderado. Conforme pasa el tiempo, conforme vamos de T0 a T1, el gobierno
crece porque hay una dinámica natural a que el gobierno siga creciendo en esta era social
demócrata que nos ha tocado vivir. Aunque no pase nada, aunque todo transcurra con normalidad,
el gobierno tiende a crecer, tiende a expandirse. Pero en el momento B, o mejor dicho en T1,
con el tamaño del gobierno B, sucede a que hace una crisis, y en las crisis el gobierno
adquiere una legitimidad social extraordinaria para crecer. De manera que, cuando estalla
la crisis, el gobierno se dispara, dispara su tamaño de B a C. Fijémonos, como es obvio,
el tamaño del gobierno en C es muy superior al tamaño del gobierno en B. El gobierno,
como he dicho, justifica ese crecimiento en sus potestades extraordinarias, en las potestades
extraordinarias que necesita para atajar la crisis, y por tanto su tamaño extraordinario
se mantiene mientras la crisis dure entre T2 y T3. Pero en T3, cuando tiene el tamaño
D, que es el mismo que C, en T3 la crisis termina. Y cuando la crisis termina, evidentemente
existen presiones para que el gobierno retroceda, para que las prerrogativas extraordinarias
excepcionales que ha logrado con la crisis no se perpetúen sin edíe. Y efectivamente
hay un cierto retroceso del tamaño del estado, desde el tamaño del estado que tenían D,
con el tamaño del estado que tiene N. Por tanto, en T4, sí, el estado ha retrocedido,
ha disminuido con respecto a los niveles de la crisis, pero fijémonos, en todo caso,
que el tamaño del estado D, en T4, es bastante superior al tamaño del estado que habría
tenido contrafactualmente, alternativamente, en T4 si no hubiese habido ninguna crisis,
de haber seguido la misma trayectoria de incremento del tamaño del estado, habríamos
estado en E' y no en E, es decir, un tamaño sustancialmente inferior. Y a partir de ahí,
por supuesto, continúa la trayectoria de crecimiento normal del gobierno, y por tanto
en un momento posterior también nos encontramos con que, debido a la crisis, el tamaño del
estado es superior, es tamaño F, frente a F' que también sería inferior, por tanto
las crisis han dado un empujón, han acelerado el crecimiento del gobierno, y además lo
aceleran de manera estructural, no es ya que el estado adelante un crecimiento que habría
alcanzado igualmente en el mismo periodo de tiempo, no, es que se ubica en una trayectoria
de crecimiento, o mejor dicho, en una trayectoria de tamaño superior a la que habría alcanzado
sin crisis. Pues bien, Pablo Iglesias es dudoso que haya
leído a Robert Higgs, pero sin embargo sí tiene mucho conocimiento aplicado de cómo
el estado debe aprovechar los momentos de crisis para expandir sus prerrogativas sobre
la sociedad. En una conferencia que otorgó en 2013, el propio Pablo Iglesias era muy
claro en sus intenciones al respecto, hay que aprovechar las crisis, hay que aprovechar
los momentos de excepcionalidad para aumentar el intervencionismo estatal. Escuchemoslo.
Yo no he dejado de autoproclamarme comunista nunca, cuando los comunistas han tenido éxito
en momentos de excepcionalidad, en momentos de crisis, y estamos en momentos de excepcionalidad,
no tiene que ver con establecer alianzas con nadie, sino con empujar las contradicciones
que tienen los adversarios. Un discurso que aprovecha de alguna manera esas grietas que
aparecen en momentos de excepcionalidad como éste.
Y a caso uno pueda pensar que Pablo Iglesias ha evolucionado mucho ideológicamente desde
2013 y que las tesis que defendía en su momento no son las tesis que impulsa a día de hoy.
Sin embargo, ya hemos escuchado durante las últimas semanas recurrentemente a Pablo
Iglesias repetir un mensaje. La crisis demuestra que el estado te protege, la crisis demuestra
que el estado te cuida, la tesis refuerza nuestra idea de que necesitamos más estado
y no menos estado, porque evidentemente si el estado nos ha salvado de esta crisis, también
nos podrá salvar de muchas otras problemáticas sociales, como los altos precios de la vivienda,
como los bajos precios de los productos agrarios, como las condiciones precarias en el mercado
laboral, como los bajos salarios, como la desigualdad, como la discriminación sexual.
Todas estas batallas, quizá menos urgentes que contra el coronavirus, son batallas que
el estado también debería librar porque ha sido capaz de derrotar un enemigo tan formidable
como el coronavirus. Evidentemente este razonamiento es del todo tramposo, el estado lo hizo fatal,
lo ha hecho fatal en la gestión del coronavirus, lo hizo al principio cuando no hizo uso de
las limitadas competencias que tenía para evitar la propagación del virus y lo está
haciendo después cuando está retrasando con su intervención ismo incesante la normalización
de nuestra situación social y económica, pero evidentemente la propaganda oficial vende
un mensaje distinto y también su mensaje tramposo porque del hecho de que el estado
quizá tenga que intervenir en situaciones excepcionales como la crisis del coronavirus
no se sigue ni muchísimo menos que tenga que intervenir permanentemente en todos los
otros órdenes sociales, sería como decir que como el estado ahora tiene la potestate
extraordinaria para prohibir las manifestaciones o las asociaciones o las agrupaciones de más
de tres personas, también después de que haya transcurrido la crisis del coronavirus
el estado ha de retener esos poderes y ha de administrar la sociedad dictatorialmente
como el estado considere oportuno, pero desde luego este mensaje que si bien es tramposo
si es un mensaje bastante bendible entre la población es un mensaje que Pablo Iglesias
no ha olvidado de sus enseñanzas de 2013 y hoy mismo en la rueda de prensa ha quedado
con el ministro de sanidad Salvador Illa, Pablo Iglesias ha repetido que esta crisis
nos muestra que el estado tiene que intervenir mucho más en la economía y ha añadido además
que esto ya es un consenso transversal del que nadie duda, que nadie puede estar en
estos momentos en contra de que el estado una vez hayamos superado la crisis crezca
muy por encima del tamaño que tenía antes de la crisis, que esto lo admiten todos,
incluso el partido popular imagino que Vox cuando esto obviamente es falso no existe
tal consenso transversal, existe un aprovechamiento ideológico de la crisis por parte de Pablo
Iglesias pero que sin embargo si quiere vender esa transversalidad de su mensaje ¿por qué?
por lo que nos decía Robert Hicks porque está intentando conseguir un cambio, una
mutación ideológica de la sociedad, está intentando trasladar a los ciudadanos la idea
de que los tiempos han cambiado y de que por tanto las ideas previas que tuvieran antes
de la crisis tienen que ser abandonadas, que incluso toda la clase política, de nuevo
es falso insisto pero eso es lo que dice él, que toda la clase política ya está de acuerdo
prácticamente en definitiva con el programa de máximos de Podemos y ese es el riesgo al
que nos vamos a enfrentar. Escuchemos a Pablo Iglesias vendiendo ese consenso, ese falso
consenso transversal en su comparecencia en el día de hoy.
Bueno en la línea de lo que plantea Salvador ayer el presidente del gobierno lo dejó muy
claro, hay un consenso transversal en este país y es que hay que proteger la sanidad
pública y a los profesionales sanitarios, creo que independientemente del partido al
que vote la ciudadanía todo el mundo tiene claro que no puede ser que los trabajadores
sanitarios desde médicas, enfermeros hasta personal de limpieza trabajen en condiciones
de precariedad y que no puede ser que la sanidad no tenga todos los recursos que necesite
para ofrecer un servicio público que se ha revelado pues probablemente como el elemento
que más suene a todos los ciudadanos independientemente de dónde vivan e independientemente de sus
ideologías. Cuando tienes el virus no te preguntan en el hospital a qué partido has
votado o dónde has nacido, creo que ese consenso de defensa de lo público y en primer
lugar del sistema sanitario público va a ser un eje determinante en los pactos de reconstrucción.
A propósito de lo que decía usted de China, ayer el presidente del gobierno lo dejó
claro, es un consenso transversal en nuestro país que la política industrial se tiene
que redefinir. No puede ser que la cuerda economía de la zona euro, si viene una pandemia
como esta, no tenga capacidad para producir respiradores suficientes para las unidades
de cuidados intensivos o para producir todos los equipos de protección individual y que
tengamos que vernos en una situación de desorden global donde hay poco menos que una guerra
caníbal por ver quién consigue las mascarillas y donde los especuladores y los buitres pretenden
hacer el agosto a costa de la salud de los ciudadanos. Y creo que todo el mundo ha visto
la situación en la que se han visto gobiernos que no tenían capacidad ni para fabricar
los respiradores imprescindibles para las unidades de cuidados intensivos y ha habido
un movimiento de solidaridad de empresas y trabajadores, por ejemplo los trabajadores
de la factoría de Martorel que se han puesto a adaptar su tecnología a fabricar respiradores
pero que ha puesto encima de la mesa los límites de la industria de nuestra patria para responder
a una situación así. Por lo tanto es un consenso transversal que habrá que reorganizar
la industria para que si vuelve una situación como esta nuestro país tenga los medios necesarios
para fabricar respiradores para fabricar equipos de protección individual. En definitiva si
queremos recuperar plenamente nuestras libertades después de que esta crisis haya pasado vamos
a tener que librar una batalla ideológica, una batalla cultural sin cuartel. Hay que refutar,
hay que rechazar, hay que criticar toda consigna propagandística que nos están intentando
vender para justificar un incremento, una expansión no transitoria sino estructural
de las competencias y de los poderes del estado. Hay que rechazar frontalmente este mensaje
tramposo, este mensaje falaz pero que es un mensaje que socialmente alimenta el crecimiento
del estado. La batalla ideológica durante los próximos años estará centrada en parar
el golpe de la crisis, en evitar que el estado que podemos, que pesoe y también que otros
partidos lo intentaran pero ahora mismo en el gobierno pesoe y podemos que esos partidos
instrumenten la crisis para expandir el sector público a costa de la sociedad. Si no lo
conseguimos, si no conseguimos frenar ese golpe, si no conseguimos refutar sus falacias
y persuadir a nuestros vecinos, a nuestros conocidos, a nuestros familiares, a cualquiera
que nos lea a través, o nos escuche a través de redes sociales o de plataformas como YouTube,
de que ese mensaje es incorrecto, de que nada de lo que ha pasado en los últimos meses refuerza
legítima en mayor medida al estado para que intervenga de manera mucho más agresiva en
nuestras sociedades, lo vamos a pagar durante generaciones con menor libertad y con menor
prosperidad.