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¡Rechazo! Veámoslo.
Los chilenos han rechazado de manera contundente la propuesta de nuevo texto constitucional.
Más del 60% de los ciudadanos que han participado en el referéndum de este pasado domingo han
apoyado la opción del rechazo.
O dicho de otra manera, los ciudadanos que apoyaron la propuesta de nuevo texto constitucional
ni siquiera llegó al 40% del total.
En ocasiones anteriores en este canal ya explicamos por qué la opción más enchata,
más razonable, más lógica en este referéndum era rechazar esa propuesta de texto constitucional,
básicamente porque la propuesta no era como tal una constitución.
Las constitucciones deberían tener como objetivo restringir, limitar al poder político, y lo
que hacía esta propuesta de constitución, afortunadamente ya difunta, no era restringir,
no era constreñir, no era limitar al poder político, sino más bien, al contrario, habilitar
al poder político, extender su capacidad de interferencia sobre la sociedad civil sin
prácticamente ningún tipo de cortapisa.
Lo que hacía no era quitarle poderes al poder político, sino darle todavía más poderes,
empujarle para que ejerza esos poderes en su ensoñación de transformación ingenieril
de la sociedad chilena.
Y quizá algunos de los muchos chilenos que, pese a todo, han apoyado la propuesta del
nuevo texto constitucional, no vean con tan malos ojos esta idea de que el gobierno de
Gabriel Bórik tenga más poderes para aplicar, para ejecutar, para implementar su agenda
política.
Recordemos a este respecto que George J. Jackson, uno de los principales componentes del gabinete
de Bórik, ya reconoció que, sin la nueva Constitución, sin la aprobación de este
nuevo texto constitucional, gran parte o buena parte del programa electoral de Bórik no
podía salir adelante.
¿Por qué?
Porque la Constitución vigente restringe y constriñe la capacidad del poder ejecutivo
para hacer muchas de las cosas que a Bórik le gustaría hacer en la sociedad chilena.
Es decir, no le dota de tanta capacidad ejecutiva, de tanta capacidad intervencionista, como
la que necesita, para interferir, para entrometerse en la vida privada de los chilenos.
Y como digo, quizá a quienes han apoyado este ya difunto texto de nueva propuesta constitucional
consideren que no está tan mal, que Bórik tenga más poderes.
Pero esas personas deberían también plantearse qué sucedería en Chile, qué terminaría
sucediendo en cualquier caso en Chile, si dentro de varios años, con una Constitución
que dota de más poder político a la clase dirigente, a la clase gobernante, si dentro
de unos años llega al poder una opción política que frontalmente detesten y que incluso consideren
peligrosa para sus libertades.
En esos momentos, ¿qué querrían tener?
Una Constitución que pone estrictos límites al poder político o una Constitución que
hace saltar por los aires, todos esos estrictos límites al poder político.
La buena Constitución no es aquella que cuando gobiernan los tuyos tú te sientes tranquilo
y la otra parte de la sociedad tiene miedo.
La buena Constitución es aquella que cuando no gobiernan los tuyos no te hace sentir
miedo y no te hace sentir miedo porque es una Constitución que garantiza tus derechos
y tus libertades fundamentales frente al poder político, de tal manera que por muy salvajes,
por muy liberticidas, que consideres que pueden ser unos determinados políticos que
en estos momentos están al mando, no te sientas sin tranquilo, no tengas ninguna duda de que
la Constitución les impedirá hacer a esos políticos lo que quizá querrían hacer con
tus libertades.
Este rechazo a la propuesta de nueva Constitución de Chile debería servir para que muchos chilenos
se replanteen hasta que punto no han emprendido en los últimos años un viaje a ninguna parte
o al menos a ninguna parte que vaya a ser provechosa para ellos en el medio largo plazo,
como fruto de un descontento social frente a un gobierno, dicho sea de paso, bastante
nefasto, muchos chilenos se convencieron de que la solución para muchos de los males
que estaban sintiendo en esos momentos era reinventar la sociedad desde cero, hacer
una tabla rasa institucional para disfrutar de un nuevo comienzo.
Ese adanismo político, esa creencia de que puede reinventarse todo desde cero y que reinventándolo
todo desde cero, todo va a salir mejor, que todos los males que ahora mismo padecemos
tienen una causa concreta e identificable en una Constitución que no obstante ha permitido
la etapa de mayor prosperidad económica y social de la historia de Chile, ese adanismo
político únicamente sirve para reforzar el poder de los políticos que quieren ampliar
sus potestades sobre la sociedad y en última instancia para generar frustración en esa
misma sociedad, ya sea porque tras experiencias como la de ayer, van decayendo propuestas,
malas propuestas de textos constitucionales, o ya sea porque cuando entre en vigor una
nueva Constitución no solventará muchos de los problemas, muchas de las aspiraciones
que tenían los que la apoyaron y probablemente si genere nuevos problemas de los que no eran
conscientes.
Por eso mensajes como el que transmitió anoche Gabriel Boric son mensajes tan peligrosos,
porque lo que hacen es plantear la necesidad de un proceso constituyente permanente en
Chile hasta que los chilenos terminen tragando con algún nuevo texto constitucional con
el que queden satisfechos no ya los ciudadanos, sino la clase política.
El segundo mensaje del pueblo chileno es que no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución
que la convención le presentó a Chile y por ende ha decidido rechazarla de manera clara
en las urnas.
Esta decisión de los chilenos y chilenas exige a nuestras instituciones y actores
políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, con más respeto y cariño
hasta arribar a una propuesta que nos interpreta a todos, que dé confianza, que nos una como
país.
Los chilenos y chilenas han exigido una nueva oportunidad para encontrarnos y debemos estar
a la altura de este llamado.
Fijémonos en el absoluto non secuitur en el que incurre Gabriel Boric.
Gabriel Boric dice, los chilenos han rechazado rotundamente esta propuesta constitucional
en las urnas.
Eso queda bastante claro.
El acto seguido dice, y por tanto, este rechazo nos exige a los políticos que trabajemos
de manera más enérgica en elaborar una nueva Constitución.
No, el rechazo no exige que trabajéis con más energía en elaborar una nueva Constitución.
El rechazo es rechazo y punto.
Las razones que han llevado a cada chileno a votar rechazo, si porque rechaza y quiere
una nueva Constitución, si porque rechaza y no quiere ninguna nueva Constitución, si
rechaza porque quería una nueva Constitución, pero ahora se ha dado cuenta de que es mejor
no continuar por ese camino, esas razones tú no las conoces.
Y sin embargo las estás reinterpretando en tu conveniencia política, que es la conveniencia
de ampliar tu poder o el de tus sucesores políticos.
Por ello es que me comprometo a poner todo de mi parte para construir en conjunto con
el Congreso y la sociedad civil un nuevo itinerario constituyente que nos entreis un texto que,
recogiendo los aprendizajes del proceso, logre interpretar a una amplia mayoría ciudadana.
Y sé que en eso todos y todas nos van a acompañar.
Chile no puede mantenerse institucionalmente abierto en canal hasta que los políticos consigan
imponerle a una ciudadanía abotada por sucesivas votaciones constitucionales, aquel texto con
el que esos políticos se sientan suficientemente cómodos para desplegar sus agendas ideológicas
sobre todos los chilenos.
Chile necesita estabilidad y previsibilidad normativa, estabilidad y previsibilidad normativa
como la que tuvo durante 30 años hasta que un grupo de políticos y de activistas sociales
arribistas trataron de cargarse esa estabilidad y esa previsibilidad institucional.
Y por eso, si los chilenos no quieren que los políticos que la clase política les
secuestre a las instituciones, los chilenos deberían aprovechar este rotundo rechazo
contra la Constitución para cerrar un proceso que nunca debió ser abierto.
Un proceso que solo ha desestabilizado el país durante 3 años y que amenaza a conseguir
haciéndolo continuamente hasta que los políticos se salgan con la suya.