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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Consulta del PSOE a su militancia, 87% del voto a favor. Consulta de Podemos a su
militancia, 86% del voto a favor. Consulta de Esquerra a su militancia, 89% del voto
a favor. ¿Cómo es posible que, sistemáticamente, los partidos políticos obtengan un respaldo
tan mayoritario, rozando o en algunos casos superando el 90% en las consultas a su militancia?
Veámoslo.
Durante los últimos días, diversos partidos políticos españoles han formulado consultas
a su militancia sobre la estrategia política a seguir a partir de ahora. Y en todas estas
consultas se ha alcanzado un nivel de aprobación, de aprobación de la propuesta que planteaba la
cúpula del partido, muy elevado. Y esto ha sido así incluso respecto a cuestiones que, en principio,
podría parecer que son muy controvertidas dentro de la militancia de un partido político.
Por ejemplo, la militancia del PSOE ha apoyado mayoritariamente que Pedro Sánchez negocie y
tramite una ley de amnistía para el independentismo catadán. Y aún así, el apoyo de la militancia
socialista ya no en Cataluña sino en todas las regiones de España ha sido clamoroso. Las bases
del PSOE ratifican el acuerdo con Sumar y el independentismo con un respaldo del 87%. Pero
esta no ha sido la única consulta que ha sido ganada mayoritariamente por la cúpula de un
partido político. También, durante los últimos días, las bases de Podemos respaldan reforzar
su autonomía frente a Sumar con un 86% de los votos. O las bases de Esquerra Republicana de
Cataluña avalan investir a Sánchez con un 89% de apoyo en su consulta interna.
Estos porcentajes de votos tan elevados, rozando el 90% y en otras ocasiones en otras consultas
por encima del 90%, deberían, en principio, resultar anómalos en una democracia. En una
democracia hay diversidad de opiniones y debería ser muy complicado, por tanto,
llegar a consensos tan sumamente amplios dentro de un partido político donde se presupone que
también existe esa diversidad de opiniones. Pero no, sistemáticamente las cúpulas de los
partidos políticos logran respaldos del 85, 90 o 95% a las decisiones que toman en nombre de
la militancia y que posteriormente la militancia valida de manera casi unánime. ¿Cómo es posible
alcanzar sistemáticamente porcentajes de aprobación, porcentajes de votos a favor,
tan elevados dentro de un partido político? Pues vamos a intentar descifrar esta cuestión
utilizando una definición de partidos políticos que contiene todos los elementos que van a ayudar
a explicar cómo es posible alcanzar porcentajes de voto a favor de la cúpula tan elevados como
los que acabamos de ver. Podemos decir que un partido político es un grupo jerárquico y
sectario que compite con otros partidos políticos, es decir, con otros grupos jerárquicos y sectarios,
por la conquista del poder del Estado. Como digo, en esta definición están los cuatro elementos que
nos van a permitir comprender cómo es posible alcanzar porcentajes de voto a favor de las
decisiones de la cúpula de un partido tan sumamente elevados. Y esas cuatro claves son
la jerarquía, el sectarismo, el objetivo de conquista del poder y la competencia intergrupo.
En primer lugar, la jerarquía. ¿Cómo influye la jerarquía en alcanzar estos resultados que
acabamos de mencionar? La jerarquía significa que en el partido político no son todos iguales,
sino que hay unos que mandan y otros que obedecen. Ahora bien, los que mandan, para seguir mandando,
tienen que contar con un cierto consentimiento de los que obedecen. Si la mayoría de militantes,
la inmensa mayoría de militantes de un partido político, estuviese frontalmente en contra de la
cúpula de ese partido, la cúpula tendería a caer. Con lo cual, la cúpula necesita legitimarse
continuamente frente a sus militantes y frente al resto de la sociedad. Dicho de otra manera,
la cúpula, la dirección de un partido político, no quiere perder las consultas que plantea a sus
militantes. Porque si perdiera las consultas que plantea a sus militantes, esa dirección
perdería legitimidad para seguir mandando dentro del partido político. Por eso, las cúpulas de
los partidos políticos tienden a plantear a sus militantes únicamente aquellas consultas que
creen que pueden ganar. Y además que pueden ganar con un apoyo absolutamente mayoritario.
Por ejemplo, si Pedro Sánchez hubiese temido que había una probabilidad ya no elevada,
sino una cierta probabilidad de que perdiera la consulta que ha planteado a las bases respecto
a su pacto con su mar y con los partidos independentistas, entonces Pedro Sánchez
no habría planteado esa consulta a la militancia. Es verdad que en ocasiones los estatutos de los
partidos políticos automatizan que determinadas decisiones se planteen en forma de consulta a la
militancia. Pero si la dirección del partido cree que hay una alta probabilidad de perder esas
consultas, tratará de resistirse y de retorcer la interpretación de los estatutos para no formular
esa consulta. Por tanto, uno de los motivos, no el único, pero sí uno de ellos, uno de los motivos
que explica por qué las consultas a la militancia en los partidos políticos logran un respaldo tan
mayoritario a lo que desea la cúpula, la directiva de ese partido, es que como hay una jerarquía y
la cúpula decide en última instancia qué consultas se someten a la militancia y cuáles no,
o al menos tiene un gran poder para intentar influir sobre ello, la cúpula no plantea consultas que
crea que va a perder y sólo plantea consultas que sabe que va a ganar de manera absoluta. De modo
que hay una cierta autoselección de las consultas que llegan a la militancia, sólo llegan las
consultas ampliamente respaldadas por la militancia y, por eso, nunca se pierden consultas porque las
consultas que se van a perder simplemente no se formulen. Segunda razón por la que las consultas
a la militancia suelen ser respaldadas por cerca del 90% de los afiliados, el sectarismo. Los
partidos políticos son sectas, facciones ideológicas. Por tanto, quien está dentro de un partido
político es porque, grosso modo, comparte las decisiones ideológicas y políticas que suele
adoptar la dirección de ese partido político. Dicho de otra manera, una persona cuyas ideas
sean cercanas a Vox no militará en el Partido Socialista, al menos en términos generales.
Si esa persona empezó militando en el PSOE porque compartía las ideas del PSOE y luego ha ido
evolucionando en el tiempo y piensa distinto, lo normal es que suspenda su militancia. O aunque
esa persona no haya cambiado de ideas, pero el partido político, como el PSOE, si haya ido mutando
de contenido ideológico y de estrategia política, si existe una distancia muy grande entre ciertos
militantes y la nueva ideología y la nueva estrategia de ese partido político, esos militantes
terminan saliendo, por las buenas o por las malas, de ese partido político. Por ejemplo,
el PSOE ha perdido a muy destacados militantes históricos, como Joaquín Leguina, primer
presidente socialista de la Comunidad Autónoma de Madrid, o Nicolás Redondo Terreros, hijo de
Nicolás Redondo, secretario general de la UGT y diputado histórico del PSOE, y a su vez Redondo
Terreros también fue líder de los socialistas vascos. Claro, esos militantes tan destacados se
han ido, los han echado o se han ido del partido porque sus ideas ya no coinciden con las de la
directiva y con las de la mayoría de los militantes de ese partido político. Por tanto,
ya digo, la disidencia termina siendo purgada. Y si los disidentes dentro del partido terminan
siendo por las buenas o por las malas purgados, al final solo te queda una secta cohesionada,
una secta que está a favor de lo que en ese momento está haciendo la directiva del partido.
Están perfectamente alineados las estrategias y las ideas, aunque sean cambiantes de la cúpula,
con las estrategias y las ideas que respaldan los militantes. Por tanto, hay también una
autoselección de la propia militancia. Aquellos que podrían haber llegado a votar en contra de
una consulta tan importante como la que ha celebrado estos días el PSOE, en términos
generales ya no están en el PSOE. Y dentro quedan todos aquellos que están dispuestos a
tragar con esas decisiones que toma la cúpula del PSOE. ¿O tomemos el caso de Podemos? ¿Cuántos
de la militancia original de Podemos en 2015 o 2016 siguen ahora dentro de Podemos? Pues solo
aquellos que a día de hoy estén alineados con las ideas y con la estrategia de Ione Belarra,
de Irene Montero y desde un punto de vista ideológico y fuera de la directiva del partido,
pero aún así ejerciendo una influencia clara dentro del mismo por parte de Pablo Iglesias.
Todos aquellos que fueran de la corriente errejonista, de la corriente carmenista o de
la corriente anticapitalista ya están fuera de Podemos y, por tanto, no pueden votar en
contra de las consultas que la actual directiva de Podemos está planteando a esa militancia que
se ha autoseleccionado para estar alineada con las ideas y con la estrategia de la cúpula directiva
del Podemos de Ione Belarra e Irene Montero. Tercera razón por la cual la militancia suele
respaldar de manera clamorosa las consultas que les plantea la cúpula del partido. El
objetivo prioritario para los militantes de un partido político es la conquista del poder
del Estado. ¿Qué significa esto? Pues que, por un lado, si la estrategia de ese partido político
está siendo eficaz para conquistar o para retener el poder del Estado, esa cúpula directiva que
ha diseñado esa estrategia exitosa, por inmoral, por rastrera que pueda llegar a ser, recibirá el
respaldo de sus militantes, porque habrá proporcionado aquello que los militantes quieren,
el poder. Hasta cierto punto es como un equipo de fútbol. ¿Cuál es el objetivo de un equipo de
fútbol o de la afición de un equipo de fútbol? Pues ganar la mayor cantidad de competiciones
deportivas posibles. Si un equipo de fútbol gana sistemáticamente competiciones, aunque haga trampa,
sus aficionados les terminarán aplaudiendo. No digo que el 100% de los aficionados, pero sí
la mayoría de ellos, porque para ellos el fin justifica los medios. Muchos de ellos incluso se
autoengañarán para autoconvencerse de que los malos medios empleados en realidad no son tan malos.
Pero porque no estarán juzgando, no estarán evaluando independientemente los medios del fin
que esos medios tramposos y rastreros permiten alcanzar, sino que siempre los estarán evaluando,
aún de manera inconsciente, en función del fin que permiten lograr y que es la prioridad,
o de esa afición al fútbol o de la militancia de ese partido político. Por tanto, siempre
excusarán los malos medios, siempre que sostenidamente les permitan llegar a los fines
que priorizan. En el caso del fútbol, ganar competiciones deportivas. En el caso de los
partidos políticos, conquistar el poder del Estado. En ese sentido, Pedro Sánchez es un
político tremendamente exitoso para conseguir conquistar el poder del Estado y retenerlo.
Y mientras eso siga siendo así, la militancia socialista aplaudirá con las orejas, porque esa
es la prioridad de la militancia socialista, que su líder, que el empresario que dirige su
partido político, obtenga resultados. Y los resultados son conquistar el poder político.
Si ese líder, si ese empresario que dirige el partido político consigue resultados,
aunque emplee medios que aisladamente de los resultados pudiéramos considerar
inmorales, criticables, frontalmente rechazables, la militancia tragará con esos medios como el
peaje que hay que pagar para conquistar el poder, gracias a ese líder político tan exitoso a la
hora de conquistar el poder. O planteémoslo a la inversa. Imaginemos que Pedro Sánchez pierde
absolutamente todas las elecciones, como sucedió en las autonómicas y en las municipales, y también
pierde las elecciones generales. Y después de haber perdido todo el poder, Pedro Sánchez plantea
la siguiente consulta a su militancia. Señores militantes, creemos que hemos perdido las
elecciones porque no hemos sido lo suficientemente claros respecto a nuestra posición con el
independentismo catalán. Creemos que la estrategia del PSOE a partir de ahora ha de ser pactar una
ley de amnistía que borre todos los delitos cometidos durante el prusés independentista,
porque además creemos que esta propuesta será positiva para España en la medida en que permitirá
una reconciliación nacional. ¿De verdad creemos que en esas condiciones Pedro Sánchez hubiese
logrado el respaldo del 87% de los militantes? Si hubiese llegado al 10% del apoyo de la
militancia ya me parecería mucho. Pero como esa consulta es instrumental para permanecer en el
poder, como Pedro Sánchez aparece como un político hábil a la hora de manejar los resortes de la
política y retener el poder, la militancia está encantada con él. Pero, por otro lado,
el objetivo de conquistar el poder del Estado también puede resultar cohesionador de la
militancia en otro sentido. Por ejemplo, el caso de Podemos. Podemos cada vez está perdiendo más
cuotas de poder. Por tanto, parece bastante claro que su cúpula directiva está fracasando a la hora
de alcanzar los objetivos que busca su militancia. Entonces, en ese caso, ¿cómo es posible que la
militancia apoye mayoritariamente su estrategia cuando vemos que su estrategia está fallando
sistemáticamente y cada vez tiene menos poder? Pues porque no hay alternativa. Aunque la cúpula
de un partido político esté fracasando, si no hay dentro de ese partido político una alternativa
visible a la que los militantes le otorguen una mayor probabilidad de conquistar el poder del
Estado, entonces no les queda otra que encomendarse a aquella cúpula directiva que,
aún perdiendo cuotas de poder estatal, minimiza desde su punto de vista las pérdidas esperables
de esas cuotas de poder estatal. Dicho de otra manera, ¿los militantes de Podemos cómo creen
que tocarán más poder estatal, aunque sea escaso? Con Joan Belarra e Irene Montero al frente del
partido y Pablo Iglesias dando respaldo ideológico desde su medio de comunicación ¿o sin Joan
Belarra, sin Irene Montero y sin el respaldo ideológico de Pablo Iglesias? Pues, obviamente,
con la primera opción, no con la segunda. Por tanto, aunque la primera opción vaya fracasando,
si no hay alternativa, como digo, los militantes se echan en brazos porque entienden que es la
mejor opción para tocar algo de poder estatal. Y por eso, por cierto, las cúpulas directivas que
se quieren perpetuar en el poder al frente de un partido político intentan destruir cualquier
alternativa que pueda llegar a fraguarse. Porque saben que, aunque lo hagan fatal,
si no hay nadie más que los pueda reemplazar, seguirán al frente del partido.
Y cuarta y última razón por la cual las consultas a la militancia dentro de los
partidos políticos suelen lograr un respaldo tan mayoritario. Por la competencia entre grupos,
por la competencia entre partidos políticos. Un partido político es un grupo, y como tal,
tiene que actuar. Y como tal, creen los militantes que tiene que actuar. Dicho de otra manera,
dentro del grupo hemos de mantenernos unidos para poder competir eficazmente con otros grupos que
también se mantienen unidos, con otros partidos políticos que también se mantienen cohesionados.
En una guerra, si dos ejércitos están enfrentados, cada ejército se ha de
mantener cohesionado y sometido a la jerarquía militar. Si cada soldado empieza a hacer la
guerra por su cuenta, es evidente que el ejército caótico y desorganizado va a perder frente al
ejército cohesionado y bien organizado. ¿Y esto qué significa en términos políticos?
Pues que los militantes han interiorizado que votar en contra de las propuestas de
la cúpula directiva es votar en contra de su partido político, de su grupo y, por tanto,
ayudar a otros grupos, a otros partidos políticos a conquistar el poder a costa de que ellos lo
pierdan. Por ejemplo, imaginemos que Pedro Sánchez sufre un revolcón enorme en la consulta que
plantea a sus militantes sobre el pacto con su mar y con los independentistas y a favor,
por tanto, de la aprobación de la ley de amnistía. Pues entonces Pedro Sánchez hubiese
quedado totalmente deslegitimado, Pedro Sánchez no habría podido pactar con el independentismo,
no habría habido gobierno socialista y, por tanto, todos aquellos militantes que hubiesen votado en
contra de Pedro Sánchez habrían facilitado, habrían favorecido que el PP, otro grupo,
otro partido llegara al poder. Es más, ¿cuál es la posición del Partido Popular respecto a la
ley de amnistía? En contra. Por tanto, si un militante socialista se posiciona también en contra
de la ley de amnistía dentro del PSOE, en el fondo es como si se estuviese alineando con los
intereses del Partido Popular. Es como si dentro de un ejército algún soldado desacatara las órdenes
de sus generales y empezara a acatar las órdenes de los generales de otro ejército con el que están
enfrentados. Pues obviamente esa persona sería un traidor, ella misma se vería como un traidor.
Por tanto, la lealtad al grupo para mantener a ese grupo cohesionado y competitivo frente a otros
grupos requiere la aceptación ciega de la estrategia de ese partido político. Máxime,
cuando esa estrategia está siendo exitosa para conquistar el poder. Por muy inmoral que
sea esa estrategia, denunciar dentro y fuera del partido que esa estrategia es inmoral es atacar
a tu propio partido político y posicionarte junto al partido político rival con el que estás
compitiendo. Tanto más, cuanto más inmoral te parezca esa estrategia y cuanto más denuncies
que es inmoral. Si fuera una discrepancia menor, poco sustancial, pues tampoco pasaría nada. Oye,
que este cartel electoral creo que no es el mejor, probablemente sea mejor este otro. Vale,
ahí puede haber discrepancia y no pasa nada. Ahora, si tú dices la ley de amnistía se carga
el Estado de Derecho en España, pues entonces si tú crees eso, si tú dices eso y tú votas con eso
en mente, lo que estás haciendo es socavar por entero la legitimidad incluso del Partido Socialista.
El Partido Socialista y el Partido Popular Español a existir. ¿Cómo un militante del PSOE o de
cualquier otro partido político que sigue afiliado al PSOE y que quiere conquistar el poder a través
del PSOE va a comprar ese marco mental, lo que está haciendo mi partido se está cargando el
Estado de Derecho en España y va a votar internamente en función de ese marco mental? O se va fuera o
está trabajando para destruir desde dentro el partido político al que está afiliado. Así que no,
si nos están criticando mucho de fuera, si nos están amenazando mucho de fuera, lo que hay que
hacer es mantenernos unidos, prietas las filas y no comprar ni uno solo de los discursos, de los
mensajes de otros partidos políticos, por razonables que en abstracto y fuera de esa
competición entre grupos me pudiesen parecer. Tan es así que muchos militantes del PSOE,
incluso altos cargos, ya lo vimos, antes del actual contexto postelectoral defendían que la
amnistía era inconstitucional y que se cargaba el Estado de Derecho. Por tanto, esa es una opinión
con la que estaremos de acuerdo o no, pero que no es tan absurdo defender hasta el punto de que,
ya digo, dentro del PSOE se defendía de manera más o menos mayoritaria. Pero ahora no. ¿Por qué
no? Porque ese es el discurso del PP. Y si compramos el discurso del PP, estamos facilitando que el PP
llegue al poder y nos estamos cargando el PSOE. Por tanto, hay que mantenerse unidos frente a
las críticas del PP, sean estas razonables o no lo sean, aferrándose a la estrategia que marca
nuestro exitoso líder político. Y si un militante socialista no está de acuerdo con eso,
pues se desafilia y se marcha del partido, con lo cual los que se quedan sí están de acuerdo con
eso. En definitiva, jerarquía, sectarismo y competencia entre grupos para conquistar el
poder. Eso es lo que define la esencia de un partido político y eso es lo que se exterioriza
a través de las consultas a su militancia. Y por eso Pedro Sánchez gana, porque se ajusta
como un guante a esas mafiosas reglas de juego.