This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
La victoria electoral de Joe Biden en las elecciones estadounidenses ha despertado,
entre muchos medios de comunicación, la esperanza de que, bajo su presidencia,
la polarización política que caracteriza ahora mismo a la sociedad estadounidense
comenzará a desaparecer.
Por polarización no cabe entender que el electorado estadounidense esté dividido más o menos al 50%.
Esto es una consecuencia más o menos lógica de sistemas electorales mayoritarios donde el que gana se lo lleva todo.
Si es así, la estrategia más eficiente es organizarte en torno a aquel grupo
que tiene una mayor probabilidad de alcanzar el 50% y, por tanto, tendrá a haber siempre dos grupos
y más o menos la sociedad estará repartida al 50% entre ambos.
No, esa no es la cuestión.
Por polarización entendemos que las diferencias ideológicas, las diferencias de agenda política,
entre esos dos grupos, sean irreconciliables.
Estén muy enfrentadas, estén muy confrontadas y no haya puntos de encuentro,
no haya consensos que quepa construir entre esos dos grupos sociales,
entre esos dos grupos políticos y ideológicos.
Por tanto, cuando decimos que la sociedad estadounidense se ha polarizado,
lo que queremos decir es que la brecha entre demócratas y republicanos se ha vuelto mayor,
que ya no hay espacio para que demócratas y republicanos consensúen un programa de gobierno,
o al menos un conjunto de políticas públicas, que puedan agradar a ambos electorados,
ambos grupos, demócratas y republicanos, están enfrentados absolutamente, están enfrentados de raíz.
Y, como no, la mayoría de medios de comunicación atribuyen la responsabilidad
de esta polarización política dentro de Estados Unidos a la presidencia de Trump.
En esencia, el razonamiento es el siguiente, la personalidad populista, la personalidad histrónica,
la personalidad, incluso con tintes autoritarios de Trump,
ha exacerbado las diferencias entre republicanos y demócratas.
Los republicanos se han envuelto en la bandera del trampismo,
han replegado filas en torno al trampismo,
han encontrado un líder al que siguen ciegamente y al que deben de boción absoluta,
y, en cambio, los demócratas, por el contrario, han sufrido un fortísimo rechazo al trampismo.
Los demócratas se han vuelto ahora mucho más radicales contra Trump y contra los republicanos
de lo que lo eran con anterioridad.
Por consiguiente, si esta perspectiva fuera cierta, si Trump fuera el responsable último
de la polarización estadounidense, entonces la desaparición de Trump,
la derrota de Trump en las elecciones presidenciales, inauguraría una nueva era de consensos,
inauguraría una nueva era donde la polarización ya no jugaría ningún papel relevante,
donde regresaríamos a la moderación y regresaríamos al consenso entre las principales fuerzas políticas
y entre los grupos ideológicos, los grupos electorales, a los que representan.
Sin embargo, esta narrativa, aún cuando pueda tener algo de razón, es esencialmente errónea.
La polarización en Estados Unidos no empieza bajo Donald Trump.
De hecho, una de las administraciones que más polarizó a la sociedad estadounidense
fue la administración Obama, administración Obama de la que era vicepresidente Joe Biden.
Por tanto, no cabe esperar que el Joe Biden, que fue vicepresidente de una de las administraciones
que más polarizó a los estadounidenses, vaya ahora mismo a despolarizar a los estadounidenses.
Lo podemos observar en el siguiente gráfico.
En esta animación vemos que es a partir de 2008, pero especialmente a partir de 2012,
es decir, durante la segunda legislatura de Obama, cuando el espectro ideológico de demócratas
y republicanos se separa de manera más acusada, es decir, cuando el centro, cuando el espacio
para el entendimiento entre un bloque ideológico y el otro bloque ideológico se vacía de manera más acusada.
Por consiguiente, como digo, la administración Obama fue especialmente polarizadora de la sociedad política estadounidense
y Biden era vicepresidente de ese gobierno que polarizó tanto a los estadounidenses.
Y no cabe esperar que esta vez, a lo largo de esta próxima legislatura, vaya a ser distinto,
sobre todo por dos motivos.
El primero es porque una parte del electorado republicano va a tener la sensación,
a mi juicio por la irresponsable estrategia política que está siguiendo Trump, pero ese es otro debate,
va a tener la sensación de que les han robado las elecciones y de que, por tanto, Biden no es realmente un presidente legítimo.
Fijaos que esta es una estrategia bastante parecida a la que emplearon los demócratas con Trump
cuando le acusaron de ser presidente debido a la colusión, debido a la colaboración, debido a la interferencia,
con los servicios de inteligencia rusos para que Hillary Clinton perdiera las elecciones,
dando a entender que sí, que Trump fue el legítimo cuadragísimo quinto presidente de los Estados Unidos,
pero en realidad su victoria fue resultado de un juego sucio de la interferencia
de servicios secretos extranjeros para colocar al frente de la presidencia del país a un títere,
todo lo cual minaba no su legitimidad constitucional para ser presidente, pero sí su legitimidad social.
Pero las razones por las que muy probablemente la sociedad estadounidense se seguirá polarizando
durante estos próximos cuatro años no se refieren únicamente a la estrategia que está siguiendo Trump
para deslegitimar la victoria de Biden. Hay otra causa que se irá polarizando la sociedad estadounidense
y que a mi juicio es la causa fundamental y es que Biden es el candidato demócrata, el presidente demócrata,
más escorado a la izquierda de todos los presidentes demócratas de la historia.
Por tanto, Biden no va a aplicar un programa moderado o no va a intentar aplicar un programa moderado,
no va a intentar construir consensos ideológicos con el electorado republicano,
que está bastante escorado a la derecha, como el demócrata lo está a la izquierda.
No, Biden, en su programa electoral, como digo, lleva propuestas muy de izquierdas
para el electorado republicano de Estados Unidos y por tanto, ser electorado republicano
se va a sentir lógicamente atacado por las propuestas que va a intentar desplegar Joe Biden
y cómo se sentirá atacado va a intentar resistir social y políticamente la pisonadora regulatoria
que va a intentar desplegar Biden. Recordemos si no el Tea Party contra Obama,
el Tea Party fue una movilización social contra las políticas de izquierdas,
contra las políticas intervencionistas que estaba intentando desplegar Obama
durante su primer mandato. El Tea Party fue la reacción a un programa electoral
que claramente estaba sesgado hacia un polo, la izquierda, de la sociedad estadounidense
y por tanto, el otro polo intentó organizarse para plantar batalla ideológica
a esas políticas que se estaban tratando de desplegar desde la administración estadounidense
y esto es muy probable que vuelva a suceder durante los próximos cuatro años.
Ahora bien, cuando eso suceda y este será el gran cambio con respecto a estos cuatro años
de Donald Trump, la mayoría de los medios de comunicación no dirán que Joe Biden está
polarizando a la sociedad estadounidense por intentar desplegar un programa que es solo
un programa para una parte de la sociedad estadounidense. Lo que dirán es que los republicanos
que se estarán organizando para plantar cara para batallar contra el programa ideológico,
contra el programa electoral de Joe Biden son los que están polarizando a la sociedad estadounidense
porque no aceptan el resultado electoral, porque no aceptan la legitimidad de Biden para desplegar
ese programa electoral, porque no se pliegan al nuevo consenso que los medios de comunicación
querrán construir en torno a Biden, aunque no exista socialmente tal consenso dentro de la sociedad
estadounidense. Es decir, y como ya hicieron con Obama, la culpa de polarizar a partir de ahora
será de los republicanos por no aceptar desde la oposición el programa de gobierno de los
demócratas. Si no estás de acuerdo conmigo, si no aceptas mis propuestas electorales, si no
compras mi mercancía ideológica, entonces eres tú el que está polarizando, aunque sea yo quien te
esté intentando imponer todo esto. Por esa misma regla de tres, claramente, durante los últimos
cuatro años podríamos haber dicho que quienes han polarizado la sociedad estadounidense han sido
los demócratas desde la oposición por no aceptar el programa de gobierno de Donald Trump. Al final,
la culpa siempre es de los republicanos, si están en el gobierno por desplegar propuestas polarizadoras
y si están en la oposición por no aceptar las propuestas de consenso, de falso consenso,
también polarizadoras, pero del otro polo de los demócratas. Y esto creo que nos lleva a la auténtica
cuestión de fondo. La responsabilidad de la polarización no es exclusiva de demócratas o no es
exclusiva de republicanos. La responsabilidad última de la polarización es de la hiperpolitización
de la sociedad en la que vivimos. Cuando todo, cuando todo aspecto de nuestras vidas se convierte en
una cuestión política, entonces por necesidad la sociedad se polariza. Cuando el gobierno pretende
dictarnos qué debemos pensar, cómo debemos expresarnos, cómo debemos comportarnos, qué queremos
leer, cómo debemos educar a nuestros hijos, o en definitiva cómo debemos vivir cada uno de los aspectos
de nuestras vidas, entonces es lógico que cuando una determinada administración política, cuando
un determinado gobierno, con un determinado sesgo ideológico, intente imponernos su agenda ideológica,
su agenda política, aquellos ciudadanos cuyas preferencias personales no coinciden con esa
agenda política que se les intenta imponer, se organizan para revelarse, para protestar, para
resistir contra esa agenda política absolutamente ajena a su concepción de la buena vida que se
les está intentando imponer desde arriba. Y claro, esa resistencia se tenderá a organizar en forma
de bandos y cada bando tenderá a ver al otro bando como un enemigo al que resulta absolutamente
existencial derrotar, porque ese enemigo le pretende imponer su modo de vida y por tanto le
pretende impedir vivir su propia vida como cada uno de nosotros la deseamos vivir. Es la política
la que nos convierte en enemigos los unos de los otros y los otros de los unos, es la política la
que aparentemente legitima a unos individuos para cercenar las libertades de otros individuos y a
esos otros individuos a cercenar las libertades de los primeros. Y cuando eso sucede, cuando la
política pretende gobernar todos los aspectos de nuestra vida, como digo, evidentemente aquellos
que se ven perjudicados por una determinada agenda política se van a intentar organizar para resistirse
frente a ella y para tomar el poder e imponer su propia agenda política, porque si ha de haber
una agenda política que se imponga sobre todos, cada grupo preferirá evidentemente que sea la
suya. En definitiva, para despolarizar hay que despolitizar, hay que volver a relegar la política
a asuntos grises, a asuntos irrelevantes, a asuntos que los ciudadanos consideren intrascendentes para
su día a día, para su propia vida, por ejemplo la diplomacia o la política exterior, que no
digo que no sea importante como asunto de estado, pero que desde luego queda muy alejada de las
preocupaciones cotidianas de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Ahora bien, cuando la política,
insisto, se ocupa, pretende regular, pretende planificar, pretende controlar cada pequeño aspecto de
las existencias humanas, entonces evidentemente los seres humanos van a protestar, van a rebelarse,
van a resistir y van a intentar controlar la política, al menos para que no la controlen sus
enemigos, los del otro bando, y se desimponga desde la política un modo de vida con el que no
concuerdan en absoluto. Y por desgracia Joe Biden, como decía antes, no viene a despolitizar la
vida de los Estados Unidos, la viene a politizar en mayor medida de lo que la teníamos politizada
hasta la fecha. Joe Biden quiere intervenir mucho más en la sociedad estadounidense,
quizá con formas más blandas, pero el objetivo es intervenir, regular, controlar muchos más aspectos
de la vida de los ciudadanos estadounidenses. Y por consiguiente no va a contribuir a
despolarizar una sociedad que es necesariamente plural, es decir, donde existen distintas
diferentes concepciones de lo que es una buena vida. Y por consiguiente, donde si se intenta imponer
una única visión de lo que es la buena vida a todo el mundo, también a aquellos que no coinciden
con esa visión de la buena vida, entonces aquellos que se vean agraviados por esa imposición estatal,
aquellos a los que, repito, se les impida a vivir su vida como ellos quieren vivirla, se tenderán
a organizar para plantar cara a Biden, a Trump o a cualquiera que esté en la presidencia de Estados
Unidos y pretenda imponer una agenda ideológica muy completa, muy intrusiva sobre el conjunto de la
sociedad, solo respetando a las personas, no en la teoría, sino en la práctica diaria, solo
restableciendo un espacio moral muy amplio dentro del cual cada persona pueda tomar decisiones
adultas y responsables sobre su vida, solo cuando eso suceda, las sociedades occidentales empezarán
a despolarizarse. Hasta entonces, el enfrentamiento civil seguirá enconándose porque la política,
insisto, es lo que nos convierte a todos en enemigos irreconciliables.