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El nuevo Frente Popular de Izquierdas es la fuerza con más diputados dentro de la Asamblea
Nacional Francesa después de la segunda vuelta de las elecciones legislativas. ¿Quién gobernará
Francia a partir de ahora y qué consecuencias puede tener todo ello? Veámoslo.
Victoria en escaños del nuevo Frente Popular de Izquierdas en la segunda vuelta de las
elecciones legislativas francesas. El partido de Le Pen, Agrupación Nacional, ha quedado
finalmente en tercera posición, por detrás de la formación política del actual presidente de
Francia, Emmanuel Macron. Concretamente, el nuevo Frente Popular de Izquierdas ha conseguido 188
diputados, seguido por Juntos, el partido de Macron, con 161 diputados, y en tercer lugar, Agrupación
Nacional y sus aliados, el partido de Le Pen, con 142 diputados. Es decir, que la izquierda
se ha quedado con un tercio de la Asamblea Nacional, el partido de Macron con el 28% de la Asamblea
Nacional y Agrupación Nacional con alrededor del 25%. Sin embargo, tengamos en cuenta que
este reparto de los diputados en la Asamblea Nacional no es un reflejo proporcional de los
votos que las distintas agrupaciones políticas han conseguido en estas elecciones. Como podemos
observar, el partido o la agrupación de partidos más votada en estas elecciones legislativas,
también en la segunda vuelta, ha sido el partido de Le Pen, Agrupación Nacional, con el 37,1% de los
votos. 37% de los votos, 24,6% de los escaños. En segundo lugar, el nuevo Frente Popular de
Izquierdas, con el 26,3% de los votos. 26,3% de los votos y 32,6% de los escaños. Y en tercer lugar,
juntos de Macron, con el 24,7% de los votos. 24,7% de los votos y 27,9% de los escaños. Es llamativo,
por tanto, que el partido con mayor porcentaje de voto popular sea el tercero con mayor número de
escaños en la Asamblea Nacional. ¿Y esto por qué ha sido así? Pues porque en aquellas circunscripciones
en las que el nuevo Frente Popular de Izquierdas tenía más probabilidad de derrotar al candidato
de Agrupación Nacional, los votantes de Macron apoyaron al candidato del nuevo Frente Popular
de Izquierdas. Y al revés, en aquellas circunscripciones en las que el candidato de
Macron tenía más probabilidades de ganar al candidato de Agrupación Nacional, los votantes
de izquierdas impulsaron, apoyaron al candidato de Macron. Así pues, tras la primera vuelta en la
elección legislativa, todo apuntaba a que el partido de Le Pen iba a conseguir mayoría absoluta
en la Asamblea Nacional o que se iba a quedar bastante cerca. De tal manera que Jordán Bardella
iba a ser el próximo primer ministro de Francia. No tanto porque la Asamblea Nacional francesa escoja
al primer ministro, que no es así. Según la Constitución francesa, es el presidente de la
República quien ha de escoger al primer ministro. Pero para que el primer ministro pueda gobernar,
pueda aprobar alguna ley, es necesario contar con el apoyo de la Asamblea Nacional francesa.
Por tanto, todo apuntaba a que Macron se vería forzado a nombrar a Bardella a primer ministro
para que pudiese gobernar con una Asamblea Nacional en la que, aparentemente, iba a tener mayoría
absoluta. Sin embargo, ahora mismo ese no es en absoluto el escenario. El escenario es que la primera
fuerza política en la Asamblea Nacional francesa es el nuevo Frente Popular de izquierdas o, en algunos
casos, de extrema izquierda. Sin embargo, los diputados que tiene el nuevo Frente Popular en
la Asamblea Nacional francesa, 188, lo alejan mucho de la mayoría absoluta. La mayoría absoluta en Francia
está en 289 diputados. De tal manera que le faltan todavía 100 diputados para que pudiese gobernar de
manera cómoda, holgada y sin pactar. ¿Qué significa esto? Pues que tampoco está muy claro que el próximo
primer ministro deba proceder del nuevo Frente Popular de izquierdas. Repito, es Macron quien va a escoger al
próximo primer ministro en función de la capacidad que considere que vaya a tener para ser capaz de
gobernar Francia durante los próximos años. Evidentemente, Macron quiere que el primer
ministro sea uno de los suyos y, con el reparto de diputados en la Asamblea Nacional francesa, el
primer ministro podría seguir siendo uno de los de Macron. Al fin y al cabo, el nuevo Frente Popular de
Izquierdas tiene 188 diputados, pero es que Macron tiene 161. Y sí, la agrupación de izquierdas tiene
27 diputados más que el partido de Macron, pero es que el partido de Macron tiene más probabilidades
de llegar a pactos con otros partidos del arco parlamentario. De entrada, el partido de Macron puede
llegar a pactar con la facción de los republicanos que no se ha aliado, que no se ha presentado
conjuntamente con el partido de Agrupación Nacional de Le Pen. Y esa facción de los republicanos que no
se ha aliado con Agrupación Nacional posee 48 diputados en la Asamblea Nacional, que sumados a
los de Macron ya son 209 diputados, a 80 de la mayoría absoluta y, en cualquier caso, por delante
de todos los diputados que tiene el nuevo Frente Popular de Izquierdas. Pero es que además, y esto es
probablemente lo más relevante, el nuevo Frente Popular de Izquierdas es una coalición de partidos
de izquierdas. No es un único partido de izquierdas. El partido de izquierdas más importante dentro de
este nuevo Frente Popular es la Francia insumisa de Mélenchon, un partido que se acercaría a posiciones
de extrema izquierda. Tiene 79 diputados de los 188 de este nuevo Frente Popular. Pero es que, en segundo
lugar, dentro de este nuevo Frente Popular también se encuentra el Partido Socialista Francés, de cuyas
filas, no lo olvidemos, viene el propio Macron. Pues bien, el Partido Socialista Francés cuenta con 69
diputados. Y luego, dentro de esta coalición de izquierdas, también encontramos a los ecologistas, a los
verdes. ¿Qué significa esto? Pues que lo que claramente va a intentar Macron es romper el nuevo Frente
Popular de Izquierdas entre, digámoslo así, partidos de extrema izquierda, donde esté la Francia
insumisa de Mélenchon y también el Partido Comunista Francés, y, por otro lado, partidos de izquierdas,
como el Partido Socialista Francés o los ecologistas. Es ese segundo bloque, dentro del nuevo Frente
Popular de Izquierdas, con el que intentaría pactar, como partido supuestamente centrista, que puede
llegar a acuerdos con ambos lados del espectro político, es con ese segundo bloque del nuevo
Frente Popular, con el que intentaría pactar Macron para asegurarse la gobernabilidad. Es decir, llegó a
acuerdos con los republicanos, centro-derecha, llegó a acuerdos con el Partido Socialista Francés y con
los ecologistas, izquierda, y tengo además mi propio bloque, llamémosle centrista. De esta manera, la suma de
juntos, el partido de Macron, de los republicanos no aliados con agrupación nacional, del Partido
Socialista Francés y de los ecologistas, arrojaría alrededor de 309 diputados, 20 por encima de la
mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. La jugada política que probablemente quiere lograr
Macron es esta. No está tan claro que vaya a lograrlo, pues para ello tiene que romper el nuevo
Frente Popular de Izquierdas, de tal manera que la extrema izquierda dentro de ese bloque vote de una
manera y la izquierda, dentro de ese bloque, vote de otra. Pero también, precisamente por eso, desde hace
varios días, se está barajando la posibilidad de que Emmanuel Macron proponga como nuevo primer ministro
de Francia a François Hollande, expresidente de la República de Francia, de hecho exjefe de Emmanuel Macron
y uno de los líderes del Partido Socialista Francés. La expectativa sería que, a cambio de ese caramelito
de poder, los socialistas se aliaran con Juntos de Macron y, a su vez, esa coalición entre socialistas
y Juntos de Macron, que vendría a ser el antiguo Partido Socialista Francés de toda la vida, pudiese
llegar a algunos acuerdos con los republicanos, de centro-derecha o de centro, y asegurar durante los
próximos años la gobernabilidad. Esta sería, sin duda, la jugada política más evidente, más obvia,
que acaso trate de perpetrar Macron. Sin embargo, hay otra jugada aún más maquiavélica que puede
que esté en el pensamiento de Macron. Y la jugada sería la siguiente. Nombrar a un primer ministro del
nuevo Frente Popular de Izquierdas, escorado a la extrema izquierda, muy consciente de que no va a ser
capaz de gobernar, de aprobar ninguna ley en la Asamblea Nacional Francesa, porque el nuevo Frente
Popular de Izquierdas no tiene ni remotamente mayoría absoluta y tampoco tiene capacidad para
llegar a pactos, al menos respecto a su agenda más radical con el resto de fuerzas políticas. Nombrar,
como digo, a un primer ministro de extrema izquierda o de izquierda escorado hacia la extrema izquierda,
con el objetivo de que se queme políticamente durante los próximos tres años. ¿Y por qué a
Macron le puede interesar que la extrema izquierda se queme políticamente durante los próximos tres
años? Pues porque en 2027 hay elecciones no legislativas, sino presidenciales en Francia. A esas
elecciones Macron no puede volver a presentarse, pero previsiblemente sí querrá que su partido,
juntos, repita al frente de la Presidencia de la República. Y aquí el punto es el siguiente. Si a
la segunda vuelta de esas elecciones presidenciales de Francia, 2027, pasa el partido de Macron y un
candidato del nuevo Frente Popular de Izquierdas, hay una probabilidad bastante elevada de que el nuevo
presidente de la República no sea del partido de Macron. Sin embargo, si a segunda vuelta, como ha
sucedido durante los últimos lustros, pasa el partido de Macron y Marine Le Pen, Macron cuenta con que todo
el voto antiagrupación nacional termine volcándose, ya digo, como ha sucedido en sus dos últimas elecciones
presidenciales, termine volcándose en el partido de Macron y, de esa manera, repetir, retener la
presidencia de la República en Francia. Pero para eso es imprescindible que el nuevo Frente Popular de
Izquierdas llegue bastante quemado a las elecciones presidenciales. Y para que llegue bastante quemado,
qué mejor que entregarle un caramelo envenenado de una Francia ingobernable donde no pueda sacar
parlamentariamente adelante ninguna de sus propuestas. Sea como fuere, a los mercados no les asusta en
absoluto este resultado, o bien porque todo seguirá como hasta el momento, o bien porque nada cambiará,
o bien seguirá gobernando el partido de Macron, o bien no gobernará nadie. Y, por tanto, el escenario
de que a corto plazo gobierne, aprobando leyes, por supuesto, agrupación nacional, o, sobre todo,
el escenario de que a corto plazo gobierne Melenchon, aprobando leyes, cualquiera de estos dos escenarios,
que eran los que asustaban a los mercados, se han volatilizado en esta segunda vuelta de las elecciones
legislativas. En definitiva, el resultado de esta segunda vuelta de las elecciones legislativas
francesas es la consecuencia de un cálculo político muy sofisticado por parte de Macron. El verdadero
vencedor de estas elecciones legislativas es Emmanuel Macron, aquel que las convocó precipitadamente,
anticipadamente, ante la incomprensión generalizada de la mayoría de analistas políticos que pensaban
que Macron se estaba suicidando. Pues bien, con este resultado, una de dos. O Macron sigue tutelando,
directa o indirectamente, el gobierno de Francia, el primer ministro francés, durante los próximos
tres años, o si no lo consigue, lo que sí logra con este resultado es que las probabilidades de que
el partido de Macron retenga la presidencia de la República Francesa en las elecciones de 2027
se incrementen de manera sustancial. O gano en el corto plazo, o gano en el largo plazo, o ambos.
Y, por supuesto, nada de esto tiene en absoluto que ver con el bienestar o con la libertad de los
ciudadanos franceses. Esto es un cálculo político maquiavélico por retener el poder manipulando a la
población a través del sistema electoral. En un momento en el que Agrupación Nacional está
electoralmente fuerte, convoco elecciones anticipadas con la expectativa de que se
movilice la población contra la extrema derecha, dando lugar o a un parlamento roto e ingobernable,
pero algo escorado, a la izquierda, o dando lugar a una gran coalición centrista, desde el centro
izquierda al centro derecha, con el partido de Macron en el centro centrado, reteniendo el poder
en Francia. Es, por tanto, una jugada política sobre cómo retener a corto y a largo plazo el poder a
través de esa democracia que, presuntamente, representa la voluntad del pueblo, cuando en
muchas ocasiones lo que representa es la voluntad del pueblo manipulado por las élites políticas.
Y en esto, lo mismo en Francia como en España.
¡Gracias!
¡Gracias!
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