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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

La pobreza se dispara en España a pesar de que la situación económica
supuestamente es maravillosa y a pesar de que el gobierno nunca ha gastado tanto
en paliarla. Pues bien, ¿cómo ha afrontado la izquierda oficialista el
fracaso de la política económica de su gobierno a la hora de luchar contra la
pobreza? Veámoslo.
En el vídeo de ayer explicamos que la pobreza en España, entendida como
carencia material severa, como privación en el acceso a bienes y servicios que
consideramos básicos y fundamentales, se ha disparado en España a su máximo
histórico desde que tenemos registros, en los últimos 20 años. Y este estallido de
la pobreza, que también se manifiesta en el máximo histórico en el número de
hogares que declaran no poder comer carne, pollo o pescado al menos una vez cada dos
días, o en el máximo histórico de hogares que manifiestan no poder mantener
su vivienda a una temperatura adecuada, esta situación de pobreza en máximos
históricos se ha producido en un contexto económico en el que supuestamente la
economía española va como una moto, en el que la creación de empleo es muy
intensa y en el que el gobierno de PSOE-SUMAR, gobierno de izquierdas, dice
poner toda la carne en el asador, dice estar muy comprometido en la lucha contra la
pobreza. Pues si la economía va muy bien, si el empleo va muy bien y supuestamente
las políticas sociales están muy orientadas a minimizar el número de
pobres, ¿por qué se está disparando la pobreza en España? Una posible explicación
es que la enorme inflación que hemos experimentado en los últimos tres años,
2021, 2022 y 2023, ha devorado el poder adquisitivo de muchísimos ciudadanos.
Ciudadanos que no han conseguido incrementar sus ingresos nominales al mismo ritmo que
la inflación y que, en consecuencia, han visto rebajar sus ingresos reales,
dificultándoseles la adquisición de bienes y servicios fundamentales.
Sin embargo, el establishment de la izquierda nacional tiene otras explicaciones para este
dato que constituye objetivamente un fracaso de la política económica de su gobierno de
izquierdas PSOE sumar. Porque, repetimos, si la economía va muy bien, si se está creando mucho
empleo y si el gobierno dirige toda su actividad a luchar contra la pobreza y las cifras de pobreza
se te disparan a máximos históricos, pues eso es un fracaso. Pero ¿cómo va a reconocer la izquierda
oficialista que su gobierno ha fracasado en algo? ¿Qué es más importante, reconocer y solucionar el
problema real de la pobreza en España? ¿O conseguir que PSOE y su mar se perpetúen en el poder? Pues
obviamente lo segundo. Con lo cual, ¿cómo ha afrontado la izquierda este fracaso objetivo en su
política económica en contra de la pobreza? ¿En su supuesta política económica en contra de la pobreza
y no a favor de la pobreza? Pues las actitudes han sido tres. Por un lado, no tratar demasiado este
tema. Ocultarlo o despacharlo muy rápido. Recordemos que en los años 2014 y 2015, datos de pobreza mejores
que los que tenemos ahora copaban todas las portadas y todas las tertulias. Porque ahí sí que había que
hacer de la lucha contra la pobreza una campaña política. Porque se trataba de politizar la pobreza
para conquistar el poder. Ahora es al revés. Ya tienen el poder y, por tanto, se trata de evitar que
se politice la pobreza para sacarlos a ellos del poder. La segunda táctica ha consistido en
reconocer lo evidente, que estos datos son muy malos, pero atribuirle la culpa de estos malos
datos no al gobierno, sino al conjunto de la sociedad. Escuchemos a Berna González en la tertulia de la
cadena SER. Entonces, lo que muestran estos datos es un fracaso como sociedad en el sentido de que la
brecha generacional solo se agranda, es decir, ha subrayado Ángeles la gran diferencia entre los
menores de 16 años y los jóvenes en general con respecto a los mayores. Los niveles de ingreso,
de propiedad, etcétera, han abierto una brecha que solo está creciendo y en eso como sociedad
estamos fracasando si no somos capaces de establecer puentes que rompan esta brecha generacional.
Y no solo la brecha generacional, brecha de clases, es decir, los ascensores sociales no están
funcionando y otra brecha que es la territorial, que es heredada pero que continúa. Es decir,
seguimos viendo cómo Andalucía, Extremadura, Canarias son los que aglutinan mayor cantidad de
personas en ese riesgo, más de un 30%, mientras otras comunidades están en lo alto. Y esto era así hace
30 años y era así hace 20 y era así hace 10 y será así si seguimos así dentro de 10 años. Entonces,
¿dónde están los mecanismos? Que ahí es donde el Estado en toda su totalidad, gobierno, comunidades,
ayuntamientos, pero sobre todo gobierno y comunidades. ¿Dónde están los mecanismos para romper esas
brechas generacionales, esas brechas territoriales y esas brechas sociales? Es ahí donde deberíamos estar
trabajando, donde los gobiernos deben estar trabajando y desde el momento es un fracaso.
Es un fracaso como sociedad porque los gobiernos, no el gobierno central, sino los gobiernos no están
consiguiendo revertir una situación de pobreza que viene heredada desde hace muchas décadas. Por
tanto, todos tenemos la culpa, no específicamente el gobierno de PSOE y Sumar. Pero hay un pequeño matiz
que no encaja en esta justificación. Aquí no estamos debatiendo por qué las cifras de pobreza
se enquistan. Es decir, ¿por qué no estamos consiguiendo reducir los niveles de pobreza con
respecto a las cifras cosechadas hace 5, 10, 20 o 25 años? Estamos reflexionando sobre por qué las
cifras de pobreza se han disparado a su máximo histórico. No porque no bajan, sino porque están
subiendo en un contexto donde supuestamente se tendrían que mantener o bajar. Y el gobierno
de PSOE primero, de PSOE Unidas Podemos después y de PSOE Sumar ahora mismo, alguna responsabilidad
tendrá en todo esto, a vida cuenta, que ha colocado la lucha contra la pobreza en su frontispicio.
No es que les dé igual la pobreza, o al menos eso nos venden propagandísticamente. Es que no son
eficaces, no digamos ya eficientes, a la hora de contrarrestarla. Y si te propones algo y fracasas
a la hora de conseguirlo, pues evidentemente alguna responsabilidad tienes tú. No la sociedad en su
conjunto, sino tú en particular. La institución con competencias para establecer las reglas relativas
a la creación o destrucción de riqueza dentro de una economía y la institución con competencias
para redistribuir, supuestamente en beneficio de los pobres, esa riqueza que se está generando en
sociedad. Y si la institución que tiene esas competencias y que dice que quiere utilizar esas
competencias para luchar contra la pobreza está fracasando a la hora de reducir la pobreza porque
se le ha disparado a máximos históricos, pues de nuevo, alguna responsabilidad tendrá esa institución,
ese gobierno, no el conjunto de la sociedad, sino ese gobierno en particular. Y la tercera
estrategia que ha utilizado la izquierda oficialista para disculpar a su gobierno, al gobierno de PSOE
sumar de estos históricamente malos datos sobre la pobreza, ha sido negar que en realidad haya
aumentado la pobreza. ¿Y cómo es posible que nieguen que ha aumentado la pobreza? Pues del
siguiente modo. Como ya explicamos en el vídeo de ayer, la tasa AROPE, la tasa de población en riesgo
de pobreza y exclusión social, se compone de tres partes. Por un lado, las personas que no alcanzan el
60% de la renta mediana de un país. Por otro, las personas que presentan baja densidad en el empleo,
es decir, que trabajan menos del 20% del tiempo que podrían estar trabajando. Y en tercer lugar,
las personas o los hogares que no disponen de acceso a bienes y servicios fundamentales.
Y como también explicamos en el vídeo de ayer, la pobreza medida como porcentaje de la población
que no llega al 60% de los ingresos medianos del país, ha bajado. La pobreza medida como porcentaje
de personas con baja densidad en el empleo, ha bajado. Pero la pobreza medida como porcentaje
de personas o de hogares que no tienen acceso, que no se pueden permitir económicamente la
adquisición de ciertos bienes y servicios fundamentales, esa pobreza medida de esta forma
ha subido hasta su máximo histórico. Entonces, ¿qué sucede? Pues que a la hora de recopilar estos
datos, estadísticamente se hacen encuestas a las personas y a los hogares. Se les pregunta
¿usted cuántos ingresos tuvo el año pasado? ¿Qué prestaciones sociales recibía? ¿Cuántas horas
o cuántas semanas o cuántos meses estuvo trabajando a lo largo del año? Dada la situación financiera
de su hogar, ¿se puede usted permitir comer carne, pollo o pescado al menos una vez cada dos días?
¿Se puede permitir económicamente mantener su hogar a una temperatura adecuada? ¿Se puede permitir hacer
frente a gastos imprevistos, como por ejemplo afrontar un pago ahora mismo de 650 euros? Etcétera.
Es decir, para llegar a estos datos, a estos porcentajes que hemos mencionado antes, se efectúa
una macroencuesta entre la población española. Y lo que se nos intenta decir desde sectores de la
izquierda oficialista es que las respuestas en esta encuesta sobre cuántos ingresos tuviste el año
pasado, cuántas prestaciones sociales recibiste o cuánto tiempo estuviste trabajando, son datos
creíbles, verosímiles, objetivos, donde no hay margen de error, no hay margen para mentir, no hay margen
para una percepción distorsionada de la realidad por parte del encuestado. En cambio, cuando a ese mismo
encuestado se le pregunta, ¿usted se puede permitir financieramente, económicamente, comer carne,
pollo o pescado al menos una vez cada dos días? Ahí ya entramos en el terreno de la subjetividad.
Aunque esa persona responda que no en esa encuesta, en realidad puede que su situación
económica objetiva, dada por sus ingresos, dada por el tiempo que consigue trabajar, sí le permita en
realidad hacer frente a ese gasto. Pero él, en la encuesta, responde que no se lo puede permitir.
Vamos, que lo que nos está diciendo la izquierda oficialista es que los pobres en realidad no se
enteran de que no son pobres. Por ejemplo, tomemos el caso de Eduardo Garzón, de Sumar. Dice Eduardo
Garzón, en conclusión, la tasa AROPE, la tasa de población en riesgo de pobreza y exclusión social,
ha aumentado en 2023 porque muchos hogares, objetivamente sin problemas económicos, han
contestado subjetivamente que tienen problemas para afrontar los precios disparados de 2023. Por eso
decía que el aumento de AROPE no es tan grave como parece. Lo dicho, que si aumenta el porcentaje de
la población pobre no es porque sean objetivamente pobres, no es porque tengan objetivamente problemas
económicos. Eso ya lo hemos descartado porque el porcentaje de población que no alcanza el 60% del
ingreso mediano ha caído o el porcentaje de la población que no trabaja demasiado, con baja
densidad en el empleo, ha caído y, por tanto, objetivamente su situación económica ha mejorado,
pero subjetivamente perciben mal esa situación económica objetiva real que están experimentando
y, por tanto, terminan contestando en la encuesta que no se pueden permitir gastos que, en realidad,
sí se podrían permitir. Cuando una persona dice que no se puede permitir económicamente comer
carne al menos cada dos días, en realidad sí lo puede hacer. Es que él no se entera que no puede
pagar la carne. Cuando una persona contesta que no se puede permitir hacer frente a un gasto
extraordinario de 650 euros es que no se entera, porque sí tiene ese dinero, según nos dice Eduardo
Garzón, en su cuenta corriente, pero no se da cuenta de que lo tiene. O todavía peor, puede haber
gente que mienta para perjudicar a este gobierno con las cifras de pobreza. Por supuesto, también cabe otra
posibilidad. Y esa otra posibilidad es que, aun cuando los ingresos de estas personas hayan aumentado,
aun cuando esas personas estén trabajando más horas durante el mes, aun cuando, supuestamente,
su situación económica debería ser mejor que en años anteriores porque tienen más empleo y más
ingresos, la inflación ha terminado, en términos netos, empobreciéndolos. Aunque trabajo durante más
horas, aunque ingreso nominalmente más, mi sueldo me da para menos que en años anteriores. Es decir,
puedo comprar menos cosas de esas que consideramos básicas a la hora de clasificar a una persona como
pobre o como no pobre. De hecho, si dividimos la población española en deciles de ingresos,
de menores ingresos a mayores ingresos, y reflejamos el porcentaje de la población que experimenta
la carencia material severa en cada uno de estos 10 deciles de ingresos, veremos, en primer lugar,
lo obvio, que la carencia material severa se reduce con el nivel de ingresos. Es decir,
que las personas con mayores ingresos experimentan mucha menor carencia material severa que las personas
con bajos ingresos. Esto ya debería suponer un primer indicio de que las respuestas subjetivas
que ofrecen no están tan sumamente desnortadas. Si la percepción fuera del todo aleatoria o no
estuviese basada en ningún elemento material objetivo, nos podríamos encontrar con que personas
de altos ingresos declaran tener mayor privación de acceso a bienes y servicios fundamentales que
las personas con bajos ingresos. Y eso no es así. Además, si en este mismo gráfico también incluimos
el porcentaje de la población por decil de ingresos que experimentaba carencia material severa en los
años 2022, 2021, 2020 o 2019, observaremos que, en general, para prácticamente todos los deciles,
lo que observamos es que el porcentaje de población con carencia material severa era mayor en 2023 que en
2022, en 2022 que en 2021, en 2021 que en 2020 y en 2020, sobre todo, mayor que en 2019. Vamos,
que tampoco es que este año se les haya fundido un fusible y estén dando respuestas alocadas sobre
cuál es su situación económica real. Lo que observamos es una tendencia desde el inicio de la
pandemia y desde el estallido de la inflación que siguió a la pandemia, donde, año tras año,
la población afirma experimentar una privación material mayor que durante el periodo anterior.
Y a idénticas conclusiones, por cierto, llegamos si en lugar de representar el porcentaje de la
población por decil de ingresos con carencia material severa, representamos el porcentaje
de la población por decil de ingresos que no puede permitirse comer carne, pollo o pescado al menos una
vez cada dos días. Ese porcentaje decrece con el decil de ingresos y, a su vez, ese porcentaje va
aumentando para prácticamente todos los deciles de ingresos año tras año, desde 2019 a 2023. Y lo
mismo, de nuevo, observamos con el porcentaje de la población por decil de ingresos que afirma no
poder mantener su vivienda a una temperatura adecuada. De nuevo, ese porcentaje decrece con el
decil de ingresos, pero aumenta año tras año para todos los deciles de ingresos. Por tanto,
hay una tendencia ascendente de la tasa de carencia material severa, de la tasa de pobreza real, en
todos los deciles de renta. Todos ellos, desde los más pobres a los más ricos, reconocen, en términos
generales, hay algún decil que algún año baila, pero, en general, todos ellos reconocen que año tras año
se están volviendo más pobres. ¿Qué pasa? Que la subjetividad de 2023 no nos vale, pero la
subjetividad de 2019, de 2020 o de 2021 sí. ¿Qué se nos quiere decir? Que en 2019 subestimaban su
pobreza real. Y ahora, en 2023, sobreestiman su pobreza real. Y todo para fastidiar al Gobierno de
Progreso o porque han sido vilmente manipulados por las facciones derechistas en los medios de
comunicación que les están diciendo que su situación económica es muy mala, aunque objetivamente no lo
sea. Porque, en el fondo, la izquierda oficialista conoce mejor la situación económica de las personas
pobres que las propias personas pobres. En definitiva, ¿cómo ha encarado la izquierda
oficialista el aumento histórico de la pobreza en España? Ocultando el dato, negando el dato o
diluyendo responsabilidades. En realidad, en última instancia, el dato les da igual. Lo que les preocupa
es el uso político que se pueda hacer de ese dato. Porque, en el fondo, lo único que les preocupa es el poder.
¡Gracias!