This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Este pasado viernes, el relator de la ONU Philip Alston publicó un informe sobre el estado de la pobreza en España que ha hecho las delicias de Podemos.
Básicamente, porque en este informe se valida, se confirma, se da un espaldarazo explícito a la narrativa, al relato que ha venido construyendo Podemos,
sobre el perfil de nuestra recuperación económica, sobre el perfil del crecimiento económico que ha experimentado España desde el año 2014.
Es decir, cuando salimos de la recesión y el PIB vuelve a expandirse a tasas que en los años 2016 o 2017 llegaron a superar el 3%.
De acuerdo con Alston, este crecimiento económico ha sido capturado, ha beneficiado únicamente a una pequeña élite, a una casta de personas dentro de España
y, sin embargo, la mayoría social, la gente, el pueblo, no ha salido beneficiado del mismo.
Hay bolsas de pobreza enormes, según Alston, que se mantienen estancadas y que no se han visto en absoluto beneficiadas por el crecimiento económico.
Leo textualmente del informe que ha presentado Alston, el relator de la ONU.
Durante mi visita de casi dos semanas a España, me ha quedado muy claro que la recuperación económica que tanto ha ayudado a algunos ha dejado a mucha gente atrás
y que se ha hecho muy poco para la gran mayoría de este último grupo.
La gente se siente abandonada por buenas razones, los beneficios de la recuperación han afluido mayormente a las grandes empresas y a los ricos.
El mensaje que está mandando Alston, que como digo es coincidente con el mensaje fundamental de Podemos, es un mensaje esencialmente erróneo.
No porque Alston, en sus visitas a España, en su recorrido por la geografía española de menos de dos semanas, no haya podido ver bolsas de pobreza
que sean verdaderamente dramáticas y alarmantes, pero uno sí debería evitar caer en la falacia de la evidencia anecdótica, que es justamente la falacia en la que cae Alston.
Si uno solo recorre las calles de las 3000 viviendas en Sevilla, probablemente llegue a la conclusión de que en España solo existe pobreza.
Si en cambio uno solo recorre las calles de Pozuelo de Alarcon, probablemente uno llegue a la conclusión de que en España no existe pobreza.
Y evidentemente ninguna de estas dos conclusiones es cierta.
Son conclusiones a las que hemos llegado generalizando una muestra, un conjunto de observaciones tremendamente sesgado, que no son representativas del conjunto de la población española.
Y por tanto, para conocer cuál es la situación del conjunto de la población española, para conocerlo de una manera no sesgada y por tanto de una manera verdaderamente representativa de lo que sucede en el conjunto de España,
tenemos que recurrir a la estadística. La estadística es la ciencia que nos permite, entre otras cosas, efectuar esas inferencias estadísticas.
Tomamos muestras muy amplias y aleatorias, que sí son representativas de la población, observamos cómo se comportan, cómo se definen, cuáles son las características de esas muestras
y a partir de ellas sí podemos efectuar inferencias, generalizaciones que sean válidas para el conjunto de la población española.
Y la ventaja a la suerte es que contamos con estadística sobre cuál ha sido la evolución de la pobreza, la evolución de la desigualdad, desde que comenzó la recuperación en el año 2014.
Y esas estadísticas, que son desarrolladas por la encuesta de condiciones de vida del Instituto Nacional de Estadística, no coinciden en absoluto con el grueso del mensaje que nos está enviando el relator de la ONU.
Es decir, no coinciden en absoluto con la hipótesis de que los beneficios de la recuperación se han concentrado en un reducido grupo de personas, en una oligarquía, en una casta y que no han llegado al resto de la población.
Todo lo contrario, lo que las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística nos muestran, es que los beneficios de la recuperación han afluido, sobre todo, a las rentas más bajas.
Primero, la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social ha descendido desde el 28,1% en el año 2014 al inicio de la recuperación, hasta el 25,6% en el año 2018.
Todavía estamos, es verdad, por encima de la tasa que teníamos antes de que arrancara la crisis, que era del 22,7% en el año 2008, pero lo que es incuestionable es que, desde que comenzó la recuperación,
la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social ha ido bajando de manera sostenida.
Esto no significa, repito, de nuevo, que ya estemos mejor que antes de la crisis, no significa que ya hayamos recuperado todo el terreno que perdimos durante la crisis.
Durante la crisis, evidentemente, hubo un proceso de empobrecimiento masivo que incrementó la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social.
Significa que no es cierto que la recuperación que empieza en el año 2014 no haya contribuido a reducir esa tasa de riesgo y exclusión social.
Segundo, ¿por qué se ha reducido la tasa de riesgo y exclusión social?
Bueno, en esencia, porque se han creado más de 2 millones de puestos de trabajo durante los últimos años.
El principal factor que disparó la tasa de riesgo y exclusión social fue la perdida de empleo.
Si se vuelve a crear empleo, aunque mucho desempleo no tenga la calidad que muchos desearíamos, la tasa de riesgo y exclusión social se reduce.
Y de hecho, esto lo podemos observar en cómo han evolucionado los ingresos de los estratos más pobres de la población.
Si dividimos la población española en 10 deciles y cada uno de esos deciles agrupa un conjunto del 10% de la población,
desde el 10% más pobre al 10% más rico, veremos que los ingresos de los deciles más bajos son los que más se han expandido
desde el año 2014 al año 2018. En realidad, desde el año 2013 al año 2017, porque las estadísticas del INE,
en materia de medición de renta dentro de la encuesta de condiciones de vida, miden la renta del año anterior.
Es decir, la encuesta de condiciones de vida del año 2014 se elabora con la renta del año 2013.
Por tanto, lo que tenemos representado en este gráfico es cuánto se ha incrementado la renta de la población española dividida por deciles
desde el año 2013 al año 2017. Y lo que vemos es que el límite inferior del segundo decil, es decir, el límite superior del primer decil,
del 10% más pobre, se ha incrementado un 20% en estos cuatro años, desde 2013 a 2017.
El límite inferior del tercer decil, el límite superior del segundo decil, se ha incrementado un 15% aproximadamente,
después un 13%, otro 13%, un 11%, y vemos que, contrariamente al relato más extendido, los deciles más altos de la distribución de la renta
han sido los que han visto incrementar sus ingresos menos durante la recuperación.
No es por tanto que los ricos o las rentas altas hayan capturado los frutos del crecimiento económico,
es que esos frutos desde el año 2014, repito, han afluido, esencialmente, preferentemente, mayoritariamente, a las rentas más bajas.
De hecho, y en tercer lugar, el gráfico anterior tiene un problema, tiene una limitación, y es que no tiene en cuenta la movilidad social.
Si una persona estaba en 2013 en el segundo decil, y en cambio en 2017 se encontraba en el séptimo, en el octavo o en el décimo decil,
ese incremento de su renta, que le ha llevado a transitar desde el segundo decil al séptimo, octavo, noveno o décimo, no la mide el gráfico anterior.
Lo que mide el gráfico anterior es cuál es la renta de las personas que están en 2017 en el segundo decil,
sean cuales sean esas personas, versus cuál era la renta de las personas que estaban en el segundo decil,
fueran cuales fueran esas personas en 2013.
Pero, obviamente, como digo, esto es un análisis limitado, porque puede suceder que las personas que estaban en el segundo hayan pasado al octavo,
que las que estaban en el segundo hayan caído al primero, que las que estaban en el décimo se mantengan en el décimo, etc.
¿Cómo corregimos esto? Haciendo un seguimiento, a partir de los datos del INE, de cómo ha evolucionado la renta de las mismas personas que medimos en 2013 en el año 2017.
Este análisis longitudinal lo ha efectuado ya el economista Ángel Martínez Jorge en el gráfico que aparece a continuación.
Y como podemos comprobar, una vez tenemos en cuenta la movilidad social, las ganancias que han afluido a las rentas más bajas de 2013,
es decir, a las personas que se encontraban en peor posición en el año 2013, todavía han sido mayores.
La renta, los ingresos de las personas que estaban en el primer decil en el año 2013, con independencia del decil en el que se encuentren más tarde en el año 2016,
ha aumentado alrededor de un 90%.
A su vez, los ingresos de los que se encontraban en el año 2013 en el segundo decil han aumentado más de un 20%.
Los que estaban en el tercer decil alrededor de un 20%.
Y al contrario de nuevo de la narrativa popular, las personas que en el año 2013 estaban en el noveno o en el décimo decil
han visto reducir entre 2013 y 2016, no necesariamente hasta la actualidad, entre 2013 y 2016, que son los datos disponibles,
han visto reducir sus ingresos.
Por tanto, de nuevo, los frutos de la recuperación han afluido sobre todas las rentas más bajas.
Y en cuarto lugar, si es cierto que las rentas más bajas han visto incrementar sus ingresos más que las rentas más altas,
esto se debería traducir en una reducción de las ratios de desigualdad.
¿Ha sido esto así?
Pues, en efecto, esto es lo que ha sucedido según el INE.
En el año 2014, el índice Gini, que es una de las medidas más generales y más comunes para medir la dispersión de la renta dentro de un país,
alcanzó un valor de 0,347.
Recordemos que el índice Gini, cuanto más cerca está de uno, expresa, indica una mayor desigualdad.
Cuanto más cerca está de cero, indica una mayor igualdad o una menor desigualdad.
Pues bien, como digo, 2014, índice de Gini de 0,347, el más alto de toda la crisis y recuperación económica.
En cambio, en el año 2018, el índice Gini había bajado de 0,347 a 0,332.
Es su menor nivel desde el año 2009.
De hecho, si cuando medimos la renta no solo tenemos en cuenta los ingresos monetarios,
sino también tenemos en cuenta ingresos en especie, como el hecho de que muchas personas son propietarias de su vivienda
y, por tanto, no pagan un alquiler por la vivienda en la que habitan, esto es lo que técnicamente se conoce como renta inmobiliaria imputada,
si tenemos en cuenta esta renta inmobiliaria imputada como parte de los ingresos generales de las familias,
lo que sucede es todavía más espectacular o, al menos, más notable.
El índice Gini, que alcanzó un valor de 0,317, ya digo, imputando el alquiler por propiedad de vivienda,
que alcanzó un valor de 0,317 en 2014, tenía en 2018 un valor de 0,34.
Ese es su menor nivel desde el año 2008, es decir, que en términos de desigualdad,
considerando el alquiler imputado, considerando la renta que reciben,
implícitamente, las personas que viven en una casa de su propiedad y que se ahorran para un alquiler,
la desigualdad, según esta métrica de line, es la más baja en toda la crisis.
Eso en el año 2018, probablemente en 2019, todavía sea mayor y estemos en unos niveles de desigualdad inferiores a los previos a la crisis.
Otras medidas de desigualdad que podemos utilizar, pues comparar la renta del 20% más rico de la sociedad
con la renta del 20% más pobre. En el año 2014, el 20% más rico de la sociedad española
cobraba 6,6 veces más que el 20% más pobre. En el año 2018, cobraba 6 veces más, de nuevo su nivel más bajo,
desde el año 2009. Por tanto, midamos como midamos la desigualdad, lo que vemos es que la desigualdad
también ha caído y de manera bastante apreciable a lo largo de la recuperación económica,
aún cuando no hayamos desandado todo el camino que transitamos durante la crisis,
es falso, como está transmitiendo el relator de la ONU, que la recuperación no haya beneficiado
a las rentas más bajas de la sociedad y que la pobreza se haya inquistado en España de una manera
prácticamente irremediable porque los poderes públicos no estén adoptando medidas activas para combatir esa pobreza.
En España, la mejor forma de combatir la pobreza es favoreciendo la creación de empleo,
porque al menos en un primer momento el incremento de las situaciones cercanas a la pobreza,
a las situaciones de riesgo de pobreza de exclusión social, se deben, como hemos explicado,
a la destrucción masiva de empleo que se produce en toda crisis económica
dentro de la pésima estructura laboral de la economía española.
Por tanto, se sale de esa situación de riesgo de pobreza de exclusión social generando empleo.
Todo lo anterior no significa que en España no existan situaciones de pobreza alarmantes
o que nademos en la absoluta abundancia y todo el mundo viva a las mil maravillas, no ese es el mensaje.
El mensaje es que, rotundamente falso que durante los últimos cinco o seis años
los beneficios, los provechos, las ganancias de la recuperación económica hayan sido concentrados por una minoría.
La recuperación económica, sobre todo, ha beneficiado a las rentas más bajas
amplificando la creación de empleo y, por tanto, permitiendo que personas que estaban desempleadas
y no tenían renta pasen a tener una renta.
Evidentemente tenemos todavía muchos retos por delante, entre ellos mejorar la calidad del empleo creado,
especialmente para personas que están todavía alternando situaciones de desempleo transitorio con situaciones de empleo precario.
Pero lo que no deberíamos hacer, en ningún caso, es efectuar un relato, un diagnóstico profundamente erróneo
de lo que ha sucedido en los últimos años. Un relato politizado, un relato sesgado, un relato construido a la medida
de aquellos que quieren jurar de todo lo que se ha conseguido en los últimos años
para aplicar una política económica radicalmente distinta que también sería radicalmente perjudicial
para aquellos a los que dicen querer beneficiar.