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¿Por qué Razón Javier Milei no ha cumplido, al menos todavía, su crucial promesa de campaña
de levantar el cepo cambiario en la Argentina?
Veámoslo.
En Argentina, el Banco Central vende dólares a un precio más bajo que aquel al que los
vende el resto del mercado.
Esto es lo que técnicamente se conoce como tipo de cambio oficial.
Y a su vez, el precio del dólar en el mercado es lo que se conoce como tipo de cambio paralelo.
Por ejemplo, hasta la semana pasada, el Banco Central de la República Argentina vendía
dólares a 400 pesos.
Pero en cambio, en el mercado, los dólares se vendían a 1.000 pesos.
Es decir, que el tipo de cambio oficial era 400 pesos por dólar y el tipo de cambio paralelo
era de alrededor de 1.000 pesos por dólar.
Y claro, si el Banco Central vende dólares a un precio mucho más bajo que el de mercado,
los argentinos tienen fuertes incentivos a comprar dólares a través del Banco Central,
aunque solo sea comprar dólares en el Banco Central a cambio de 400 pesos para luego revenderlos
en el mercado a cambio de 1.000 pesos.
Y si el Banco Central tuviera suficientes reservas como para seguir vendiendo ilimitadamente
dólares a un precio de 400 pesos, entonces, necesariamente, el precio del dólar en el
mercado terminaría cayendo hasta los 400 pesos.
Pero ¿qué sucede?
Pues que, obviamente, el Banco Central de la República Argentina no cuenta con suficientes
reservas de dólares como para atender toda la demanda que existe de dólares al precio
de 400 pesos.
Y ante esta situación, el Banco Central cuenta con dos alternativas.
La primera es encarecer el dólar.
Si vendiendo dólares a 400 pesos te enfrentas a una demanda que es muy superior que aquella
que puedes abastecer, subiendo el precio del dólar reducirás esa demanda e, idealmente,
la reducirás hasta unas magnitudes a las que puedas satisfacer plenamente.
Es decir, que todo el mundo que te quiera comprar dólares al nuevo precio, al nuevo
tipo de cambio oficial que has fijado, pueda obtener los dólares de parte del Banco Central
porque el Banco Central cuenta con suficientes reservas de dólares como para satisfacer
toda la demanda al nuevo precio que ha marcado.
La otra posibilidad con la que cuenta el Banco Central, cuando la demanda a la que se enfrenta
de dólares es muy superior a sus reservas de dólares, es la de racionar a quién le
vende y a quién no le vende dólares y cuántos dólares le vende a cada cual.
Durante los últimos años, la Argentina ha optado por una combinación de ambos mecanismos.
En ocasiones el Banco Central incrementa el precio del dólar en relación con los pesos,
a eso se le llama devaluación del tipo de cambio oficial del peso frente al dólar,
y de manera estructural, además, el Banco Central limita, restringe quiénes pueden
comprar dólares y cuántos dólares pueden comprar.
Esto último es lo que se denomina cepo cambiario.
Una de las principales promesas de campaña de Javier Milei fue levantar el cepo cambiario,
es decir, que los argentinos pudiesen comprar libremente dólares a un único tipo de cambio.
Es decir, que no existiese un tipo de cambio oficial fijado por el Banco Central a través
del cual se vendían dólares por debajo del precio de mercado del dólar respecto a los
pesos.
Pero, de momento, Javier Milei no ha cumplido con esta clave promesa de campaña.
Las medidas que ha adoptado esta semana han consistido, por un lado, en mantener el cepo
cambiario, en no levantar el cepo cambiario, y, por otro, en devaluar el peso, es decir,
en encarecer el precio del dólar en términos de pesos, concretamente devaluar el peso
desde 400 pesos por dólar a 800 pesos por dólar.
Y esto ha desconcertado a muchísima gente, no solo a los críticos y opositores de Javier
Milei.
Si habías dicho que levantarías el cepo y unificarías el tipo de cambio, ¿por qué
no lo has hecho?
Sino que ha desconcertado especialmente a muchos partidarios y defensores de Milei,
incluso a partidarios y defensores de Milei, con mucha formación académica e intelectualmente
muy sólidos.
Por ejemplo, el filósofo argentino muy cercano a la Escuela Austríaca, uno de los mayores
expertos dentro de la Escuela Austríaca de Metodología de las Ciencias Sociales, Gabriel
Zanotti, publicó en su Twitter lo siguiente.
Más impuestos, estatización de deuda pública, cepo cambiario, escuela austríaca de economía…
¡Ah!
¿Que no se podía?
¿Y entonces por qué lo citabas a Mises, a Rothbard, a Venegas Lynch y a Huerta de
Soto?
Es decir, le estás reprochando a Javier Milei que por qué no ha levantado el cepo cambiario
de manera inmediata.
O también, en este mismo sentido, Larry White, economista estadounidense muy cercano a la
Escuela Austríaca, uno de los mayores expertos del mundo en teoría de la banca libre, teoría
e historia de la banca libre, se preguntaba en Twitter lo siguiente.
¿Por qué Javier Milei, en lugar de devaluar el tipo de cambio oficial, no lo ha eliminado
y ha levantado el cepo cambiario?
Bueno, creo que son reproches y reflexiones pertinentes.
Es verdad que una forma de afrontar la crisis financiera y económica en la que está ahora
sumida la Argentina sería levantar absolutamente todos los controles cambiarios y unificar
el tipo de cambio.
Hay muchos economistas, incluso no liberales, que consideran que esa sería la mejor alternativa
a seguir.
Con lo cual, si esa puede ser una salida a seguir, parece razonable que se le reproche
a Milei que, siendo liberal libertario y teniendo esa posibilidad abierta, levantar inmediatamente
los controles cambiarios y unificar el tipo de cambio, no siga ese camino en lugar de
mantener por ahora el cepo cambiario y devaluar el tipo de cambio oficial.
Y al respecto, querría ofrecer una explicación económica, otra cuestión es la filosófico
moral, pero querría ofrecer una explicación económica sobre por qué Javier Milei creo
que está siguiendo este camino.
Y para explicarlo, me gustaría trazar un paralelismo entre la situación en la que
se encuentra ahora mismo el estado argentino, incluyendo al Banco Central de la República
Argentina, y la situación en la que puede encontrarse un banco con problemas de liquidez
en medio de un pánico bancario.
Cuando hay un pánico bancario, los acreedores del banco acuden masivamente al banco a exigir
el reembolso de sus fondos, a cobrar el dinero que les debe el banco.
Y si el banco no cuenta con suficientes reservas y con suficientes activos líquidos que pueda
enajenar en el mercado para obtener dinero y pagar a sus acreedores, entonces ese banco
se expone a la suspensión de pagos e incluso a la bancarrota.
El estado argentino y su Banco Central están en una situación similar, los argentinos
poseen pesos y esos pesos les dan derecho a cobrar dólares del Banco Central al tipo
de cambio oficial.
Pero de la misma manera que el banco privado y líquido no es capaz de atender el reembolso
de todos sus clientes cuando estos se lo solicitan, el Banco Central de la República Argentina
no puede entregar todos los dólares que está obligado a entregar a los tenedores de pesos.
Pues bien, cuando un banco privado se enfrenta a un pánico bancario, es decir, cuando muchos
de sus acreedores acuden a exigirle el reembolso de sus créditos y el banco privado no puede
pagar, históricamente una solución que se ha adoptado, repito, no tiene por qué ser
una solución con la que estemos de acuerdo moralmente, solo estoy explicando el aspecto
económico.
Una solución que históricamente en ocasiones se ha adoptado es la suspensión de la convertibilidad
de los depósitos, de las deudas del banco, en dinero, lo que en ocasiones se conoce como
vacaciones bancarias.
Vacaciones bancarias porque si se dan vacaciones a los bancos y al personal que trabaja en
los bancos, pues obviamente no podemos acudir al banco que está cerrado por vacaciones
a reclamarle el reembolso de nuestros derechos de cobro contra él, de nuestros depósitos.
Pues bien, esa es la situación en la que ahora mismo se halla el Estado Argentino
y el Banco Central de la República Argentina, en una suspensión temporal de la convertibilidad,
El cepo cambiario es eso.
La inmensa mayoría de argentinos que poseen pesos y que quieren recibir dólares contra
esos pesos al tipo de cambio oficial no están autorizados a hacerlo.
O dicho de otra manera, el Banco Central de la República Argentina no está obligado
a dárselos.
Por tanto, el paralelismo a partir del cual quiero razonar es el siguiente.
Por un lado tenemos a un banco ilíquido, con insuficientes reservas y otros activos
líquidos para hacer frente a los reembolsos de sus acreedores, y que precisamente porque
es incapaz de hacer frente a los reembolsos de sus acreedores se ha decretado unas vacaciones
bancarias para esa entidad financiera de tal manera que no tenga durante un periodo
de tiempo que pagar sus depósitos en dinero.
Y por otro lado tenemos al Estado Argentino o al Banco Central de la República Argentina
que es incapaz de atender todas las demandas de reembolsos de dólares al tipo de cambio
oficial y precisamente porque no puede hacerlo se ha establecido un cepo cambiario que limita
los términos de esa convertibilidad.
No todo el mundo que quiere dólares al tipo de cambio oficial los puede obtener contra
sus pesos.
Pues bien, la cuestión es, ¿qué sucedería si levantamos la suspensión temporal de convertibilidad,
si levantamos las vacaciones bancarias en el caso de un banco que no tiene ni reservas
ni activos líquidos suficientes como para atender los reembolsos de aquellos clientes
que se lo reclaman?
¿Qué pasaría con ese banco y qué pasaría con sus clientes?
Porque lo mismo que le sucedería a ese banco y a sus clientes es lo mismo que le sucedería
al Banco Central de la República Argentina y a los argentinos, o más técnicamente a
los tenedores de pesos en el caso de Argentina.
Bueno, el escenario ideal de un banco ilíquido que levanta la suspensión temporal de la
convertibilidad que pone fin a sus vacaciones bancarias o del levantamiento del cepo en
el caso del Banco Central de la República Argentina es que precisamente por haber levantado,
por haber puesto fin a la suspensión temporal de la convertibilidad de sus depósitos, los
clientes vuelvan a confiar en el banco.
Algo así como si el banco ahora nos dice que puede pagarnos, y la mejor prueba de que
puede pagarnos es que él mismo ha decidido poner fin a la suspensión temporal de la
convertibilidad de sus depósitos, ha decidido poner fin a sus vacaciones bancarias, entonces
si el banco está tan convencido de que puede pagarnos, será cierto que puede pagarnos.
Y si el banco puede pagarnos, yo, depositante del banco, acreedor del banco, no tengo ninguna
necesidad de acudir a reclamar el reembolso, porque si me fío del banco, si me fío de
que el banco tiene capacidad de pago, entonces sus depósitos me sirven, no tengo por qué
ir a sacar el dinero del banco, sino que seguiré operando con el banco como hasta la fecha.
Cuidado, en este ejemplo no es que el banco disponga de capacidad de pago, sino que los
acreedores del banco se creen que tiene capacidad de pago, y como confían en el
banco, dejan de reclamar masivamente el reembolso de sus depósitos. Ahora bien,
si se siguiera reclamando el reembolso de un número significativo de sus depósitos,
entonces el banco no podría pagar, porque en este supuesto, recordemos, el banco no tiene
ni reservas ni activos líquidos suficientes como para pagar a sus depositantes. Pero bajo
este escenario ideal, como regresa la confianza, muy poquitos depositantes reclaman el reembolso,
el banco puede pagar a esos muy poquitos depositantes, y el resto de depositantes que
no reclaman el cobro, se quedan con unos depósitos que, como no han sido formalmente impagados,
porque los depositantes no están reclamando un cobro que el banco no podría atender,
como no han sido formalmente impagados, retienen su valor frente al mercado. Es decir,
que todo el mundo está satisfecho, el banco sobrevive, los depositantes que querían dinero
reciben dinero y el resto de depositantes tienen un activo financiero que no se ha depreciado y que
aparentemente vale su valor nominal. Pues bien, trasladando este mismo escenario ideal al caso
del levantamiento de golpe del cepo, sería que los argentinos vuelvan a confiar en el peso y no
quieran convertirlo masivamente en dólares. Si los argentinos saben que pueden convertir el peso
libremente en dólares, pues entonces tendrán incentivos a mantener sus pesos en cartera y,
cuando necesiten los dólares, intercambiar en ese momento, y no de golpe todos a la vez,
intercambiar en ese momento los pesos por dólares. O dicho de otra manera, del mismo modo en que el
fin de las vacaciones bancarias incrementaba la demanda de depósitos del banco, el levantamiento
del cepo incrementaría la demanda de pesos y estabilizaría su valor frente al dólar. Esto
es algo que puede suceder, no es algo inverosímil que ocurra. Por eso hay economistas que, quizá
con buen criterio, defienden que hay que levantar inmediatamente el cepo o que hay que poner fin
inmediatamente a unas vacaciones bancarias. Sin embargo, demonos cuenta de que ese escenario
ideal no es el único escenario posible derivado de levantar el cepo o las vacaciones bancarias
en el caso de bancos, ya sean bancos privados o bancos centrales, que tengan un profundo problema
de liquidez. Si un banco privado había suspendido el reembolso de sus depósitos en dinero porque
no contaba con reservas o con activos líquidos suficientes como para atender toda la demanda de
esos reembolsos y, de repente, pone fin a la suspensión de la convertibilidad, puede suceder
que sus acreedores, como no se fiaban de él, acudan ahora en masa a reclamar sus reembolsos y,
como el banco sigue en una situación de extrema iliquidez, el banco se muestra incapaz de atender
el repago de todos esos depósitos y, por tanto, quiebra e impaga los depósitos de sus acreedores.
Es decir, que los depositantes no recuperan el 100% del dinero que les adeudaba el banco,
sino quizá un 70%, un 60% o un 50%. Y esto es algo que también podría ocurrir en el caso
de un levantamiento inmediato del cepo en Argentina. Si se levanta el cepo, podría suceder que los
argentinos acudieran masivamente a intercambiar todos sus pesos por dólares. Y cuando digo todos
los pesos, me refiero no solo a la base monetaria del Banco Central, sino también, como ya ha
repetido, como ya ha advertido en numerosas ocasiones Javier Milei, los pasivos remunerados
del Banco Central, las LELICs y los PASES. Si esos pasivos remunerados se dejan vencer,
se cobran en pesos y esos pesos de nueva emisión se intercambian todos de golpe contra el dólar,
lo que podría suceder, lo que sucedería en ese escenario, es que el peso se depreciaría muchísimo
más de lo que ya lo ha hecho, empobreciendo aún más a los ahorradores argentinos con una mega
depreciación y una mega inflación. Esa fortísima depreciación del peso, por cierto, sería el
equivalente al impago de los depósitos por parte del banco privado. Del mismo modo que los depositantes
no recuperaban, en caso de quiebra del banco, el 100% de sus depósitos, sino solo el 60%,
el 50% o el 40%, los argentinos que tengan pesos no serán capaces con 800 pesos de comprar un dólar,
que eso es el tipo de cambio oficial, sino solo medio dólar, un cuarto de dólar, una décima parte
de dólar, es decir, que se necesitarían 1.600, 3.000 o 4.000 pesos para comprar un dólar. Cuidado,
no estoy diciendo que si levantas el cepo necesariamente vaya a suceder esto, pero desde
luego sí es un escenario que puede darse si se levanta el cepo antes de haber reestructurado
financieramente la situación del Banco Central de la República Argentina. Y esto es por lo que parece
que ha optado Javier Milei. De la misma manera que un gestor bancario podría decir, yo no levanto
las vacaciones bancarias, yo no pongo fin a la suspensión temporal de la convertibilidad hasta
que haya sido capaz de reestructurar la situación financiera del banco para que, una vez reabierto
el banco, si acuden muchos de mis acreedores a cobrar, yo pueda pagarles. Porque si pongo fin
a la suspensión temporal de convertibilidad y no se da la feliz coincidencia de que mis acreedores
subitamente vuelven a confiar en mí, lo que sucederá es que yo banco quebraré y mis acreedores
se quedarán sin cobrar. Pues esto mismo, creo, es lo que tiene en la cabeza Javier Milei. Si levanto
ahora mismo el peso sin haber reestructurado financieramente el balance del Banco Central
de la República Argentina, sin haber solventado sobre todo el problema de las lelix y de los pases,
lo que ocurrirá es que el peso se depreciará muchísimo más frente al dólar, la inflación
será muchísimo más alta de lo que ya va a ser y, por tanto, los ahorradores argentinos se
empobrecerán mucho más que si retraso unos meses el levantamiento del cepo y aprovecho esos meses
para reestructurar financieramente el Banco Central de la República Argentina, que es un
banco tremendamente ilíquido a día de hoy. Este es, en suma, el análisis que, creo, de nuevo,
está haciendo Javier Milei. Y he de decir que desde un punto de vista económico me parece
un análisis razonable. No es que el análisis contrario, el que defiende el levantamiento
inmediato del cepo, no me parezca también potencialmente razonable, pero es verdad que
ese escenario comporta, especialmente en la situación de absoluto descrédito y de
absoluto estallido de los pasivos financieros del Banco Central, ese escenario, digo, comporta
riesgos de muy alta inflación e incluso de hiperinflación. Con todo, la razonabilidad
que pueda existir en no levantar de manera inmediata el cepo es una razonabilidad completamente
subordinada a aprovechar los próximos meses para reestructurar la situación financiera del Banco
Central y del Estado argentino en general con el objetivo de levantar el cepo más pronto que tarde,
minimizando el riesgo de hiperinflación. No hay ninguna justificación y sería un ataque frontal,
no sólo a la libertad, sino a la lógica y al sentido común económico, no hay ninguna justificación
para mantener el cepo de manera indefinida. Se trata, en todo caso, de una medida excepcional
y transitoria para ordenar el desaguisado financiero que el peronismo dejó en el Banco Central y más
en general en el conjunto del Estado argentino. Pero cuanto más se prolongue ese periodo de
excepcionalidad y transitoriedad, más sufrirá la libertad y la economía en la Argentina.