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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

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Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

¿Ha dicho el FMI que los beneficios empresariales son los causantes de más de la mitad de la
inflación en Europa? No, no lo ha dicho. Veámoslo.
Tres economistas del FMI acaban de publicar una investigación en la que buscan descomponer la
inflación experimentada en la eurozona durante los últimos dos años en tres partes o en tres
componentes, beneficios empresariales, salarios y precios de importación. Y lo que han descubierto
en esta investigación es que el 45% de la inflación experimentada por la eurozona en
los últimos dos años se ha canalizado en forma de mayores beneficios empresariales,
el 40% en forma de mayores precios de importación y solo, al menos de momento,
el 15% en forma de mayores salarios. Esto y no otra cosa es lo que concluye la investigación de
estos tres economistas del FMI. La investigación no concluye que los beneficios empresariales sean
los causantes del aumento de precios. Lo único que dicen los autores es que el aumento de beneficios
es la contrapartida del aumento de precios, pero no la causa del aumento de precios. Entre otras
cosas porque los autores no buscan estudiar la causalidad de la inflación, sino solo en
que se ha descompuesto la inflación que hemos vivido en los últimos dos años. Sin embargo,
los medios de comunicación que no se han leído la investigación de estos tres economistas del
FMI ha aprovechado la ocasión para culpar a los beneficios empresariales
de la inflación. Podemos leer, por ejemplo, Shataka. El FMI ha analizado las causas de
la inflación. Mentira, no lo ha hecho. Y ha llegado a una conclusión. La culpa es de los
empresarios. Infobae. Para el FMI, el aumento de las ganancias de las empresas explica buena parte
de la inflación reciente. O todavía peor, el economista. El FMI calcula que el aumento
de los márgenes empresariales representa casi la mitad de la subida de la inflación en Europa.
Un muy mal titular, similar al del salto. El FMI señala a los márgenes empresariales
como responsables de la mitad de la inflación europea desde 2022.
¿Y por qué digo que estos dos últimos titulares son especialmente malos? Pues porque los autores
ni siquiera se han leído el abstract, el resumen, de la investigación de los tres economistas del
FMI. Como podemos ver en el abstract, estos tres autores nos dicen que los escasos datos
disponibles no apuntan a un aumento generalizado de los márgenes empresariales. Entonces,
aquí parece haber un embrollo significativo. ¿Cómo es posible que la inflación se descomponga
en mayores beneficios empresariales y que, sin embargo, esos mayores beneficios empresariales
no sean los causantes de la inflación? Y, a su vez, ¿cómo es posible que aumenten los
beneficios empresariales sin que se incrementen los márgenes de beneficio? Vamos a intentar aclarar
todo esto porque normalmente la prensa y también algunos economistas tienden a mezclarlo y a
confundirlo todo. Primero, si los precios y los beneficios empresariales aumentan a la vez,
¿por qué no podemos decir sí o sí que el aumento de los beneficios empresariales es el
causante del aumento de los precios? Pues porque el aumento de beneficios empresariales podría ser
la consecuencia del incremento de los precios. Imaginemos, como sucedió en 2021 y 2022,
que hay una acumulación de déficits públicos muy importante, muy notable. Esa acumulación
de déficits públicos, los famosos estímulos fiscales, en España el famoso escudo social,
se traduce en forma de mayores ingresos y de mayor patrimonio entre la población. El endeudamiento
público equivale a una inyección de capacidad de gasto en el sector privado. Pues bien,
si el sector privado, gracias a los estímulos públicos, tiene mayor capacidad de gasto y
ejerce esa mayor capacidad de gasto sobre una estructura productiva, sobre una economía que
no es capaz de aumentar la producción de bienes y servicios al mismo ritmo al que
está aumentando el gasto de familias y empresas, entonces lo que sucederá es mayor demanda de
bienes y servicios que no va de la mano de un incremento proporcional de la oferta. Eso
significará subidas generalizadas de precios y la aparición, a su vez, de cuellos de botella,
en el sentido de que las empresas no darán abasto a la hora de intentar incrementar la producción
al mismo ritmo que el gasto. Las empresas estarán trabajando al límite de su capacidad
productiva, lo que las llevará a tener que aumentar precios como reacción al aumento
de la demanda, dado que no pueden aumentar, no pueden incrementar lo suficiente la oferta.
Pues bien, si el aumento del gasto agregado dentro de la economía como consecuencia de los
estímulos públicos está aumentando de manera generalizada los precios y las empresas son
capaces de conseguir que los salarios no aumenten al mismo ritmo al que están aumentando los precios
de sus productos, entonces lo que ocurrirá es que los beneficios empresariales aumentarán
como consecuencia del aumento de precios, como consecuencia de la inflación. No es que los
precios aumenten porque aumentan los beneficios, los precios aumentan porque el gasto del sector
privado crece de manera extraordinaria como consecuencia de los estímulos públicos y ese
aumento de precios provocado, insisto, por el aumento del gasto privado, ese aumento de precios
combinado con una congelación o un incremento moderado en términos nominales de los salarios,
es lo que provoca el aumento de los beneficios empresariales. En esta exposición, por tanto,
no son los mayores beneficios empresariales los que provocan la inflación, es la inflación la que
provoca mayores beneficios empresariales. Pero incluso aunque dijéramos que las empresas han
aumentado los precios porque son muy avariciosas, porque quieren ganar más, eso en sí mismo no
podría ser una causa de la inflación, salvo que presupongamos que en los últimos dos años las
empresas se han vuelto más avariciosas y ahora que la inflación está volviendo a frenarse, debe
de ser que las empresas se han vuelto menos avariciosas. Si las empresas siempre quieren
ganar más dinero, debería resultar claro que la causa que explique la inflación, la causa que explique
por qué la avaricia que siempre está presente entre las empresas ahora sí se ha podido traducir en
aumentos de precios y antes no, la causa debe ser otra. Por ejemplo, imaginemos que descubrimos que
las empresas han aumentado sus precios porque quieren ganar más dinero, eso en sí mismo no
significa que la causa de la inflación sea la avaricia de las empresas, porque las empresas
siempre quieren aumentar sus precios. Si pudieran, venderían el litro de leche a 1000 euros la unidad.
¿Y por qué no venden el litro de leche a 1000 euros la unidad? Pues por dos razones. Por un lado,
porque los competidores lo venderían más barato y se llevarían todo el mercado. Pero por otro,
aunque todos los competidores se pusieran de acuerdo para subir el litro de leche a 1000 euros la
unidad, ningún consumidor o prácticamente ningún consumidor estaría dispuesto o podría pagar esos
precios tan elevados. Por tanto, aunque dispararan de esa manera los precios, no conseguirían ganar
más porque la gente no tendría capacidad ni voluntad para pagar esos precios. La cuestión,
por tanto, es por qué hasta la pandemia la avaricia empresarial no se traducía en subidas
de precios que los consumidores pudieran o quisieran afrontar y a partir de la pandemia
sí lo ha hecho. Y la causa última, como ya he explicado, es que los estímulos públicos han
introducido capacidad de gasto dentro del sector privado. Capacidad de gasto en términos nominales,
no necesariamente en términos reales. Y esa mayor capacidad de gasto ha llevado a que las empresas
puedan subir precios porque los consumidores ahora sí, como tienen mayor capacidad nominal de gasto,
pueden y quieren pagarlos. O dicho de otra manera, si las empresas no hubieran subido precios,
dado que los consumidores igualmente por culpa de los estímulos públicos habrían tenido mayor
capacidad de gasto, esa mayor capacidad de gasto les habría llevado a aumentar la demanda y el
aumento de la demanda habría llevado a un aumento de precios. Solo habría un caso en el que
efectivamente podríamos culpar a las empresas de parte de la inflación que hemos experimentado.
Imaginemos que las empresas tienen capacidad para aumentar la producción de bienes y servicios más
de lo que lo han hecho. En ese caso, claro, si aumenta la demanda, si aumenta el gasto agregado
como consecuencia de los estímulos públicos y la oferta no aumenta todo lo que podría aumentar
porque las empresas están reteniendo capacidad productiva, entonces sí, los precios subirán más
de lo que deberían haber subido porque las empresas reducen o no incrementan tanto la
producción de manera artificial. Y desde luego, el conjunto de empresas podría asociarse
anticompetitivamente para lograr ese resultado, porque si las empresas consiguen que la producción
no aumente tanto como podría aumentar ante un incremento del gasto agregado dentro de la
economía, ganarán más dinero y eso les interesa, evidentemente. ¿Por qué en general las empresas no
hacen esto si se podrían lucrar haciendo esto? Pues porque la competencia lo impide. Aunque un
grupo de empresas diga, nosotras no vamos a aumentar demasiado la producción para atender la
mayor demanda, a algún competidor habrá que diga, pues si vosotras no aumentáis la producción,
ya la aumento yo y me quedo con todo vuestro mercado. A pesar del incremento de nuestra demanda,
nosotras no vamos a aumentar demasiado la producción para que así suban los precios y
consigamos ganar más dinero. Aunque un grupo de empresas diga esto, algún competidor habrá que
les diga, pues yo sí que voy a aumentar la producción y yo voy a vender más barato que vosotras y me voy
a quedar con todo vuestro mercado. Es decir, que en el único caso en el que cabría culpar a las
empresas de la inflación actual sería si esas empresas hubiesen concertado prácticas anticompetitivas
para restringir la oferta y hacer aumentar los precios. ¿Y qué dice justamente la investigación
del Fondo Monetario Internacional a este respecto? No hallamos evidencia que justifique una preocupación
sustancial o una intervención política en materia de competencia. Es decir, que los autores de la
investigación del Fondo Monetario Internacional, que muchos medios de comunicación y algún que
otro economista despistado están utilizando para culpar a las empresas de la inflación,
dice, con razón o sin ella, pero es lo que dice la investigación, que no haya ninguna evidencia
de anticompetitiva concertación empresarial para restringir la producción y aumentar los precios.
La única causa por la cual podríamos culpar a las empresas de la inflación es una causa que la
investigación referenciada, minusvalora, desdeña, descarta. Por tanto, primera aclaración,
los beneficios empresariales sí han aumentado durante los últimos años, pero ese aumento de
los beneficios empresariales no es la causa de la inflación, sino que más bien es una consecuencia
de la inflación. Pero, como decía algunos titulares de prensa y algunos economistas despistados,
no solo dicen que los mayores beneficios empresariales son la causa de la inflación,
dicen que los mayores márgenes de beneficio de las empresas son la causa de la inflación.
Y aquí ya incurrimos en un segundo e importante error. Que aumenten los beneficios empresariales
no significa, necesariamente, que aumenten los márgenes empresariales. De hecho,
como ya he mencionado, los autores de la investigación del FMI constatan un aumento
de los beneficios empresariales, pero descartan, al menos provisionalmente y a falta de mayores
datos, un aumento de los márgenes empresariales. ¿Cómo es posible que aumenten los beneficios de
las empresas sin que aumenten los márgenes de beneficio de las empresas? Pues muy sencillo.
Hay dos formas de definir el margen de beneficios de una empresa. La primera es el markup,
el porcentaje en el que una empresa incrementa sus costes para fijar sus precios. Por ejemplo,
una empresa puede decir, voy a vender este producto un 20% más caro de lo que a mí me cuesta. Pues
bien, eso es el markup. Con un markup constante se pueden conseguir beneficios nominales crecientes.
Imaginemos una empresa que establece un markup fijo del 10%. Si a esa empresa le cuesta adquirir
un producto 100, lo venderá por 110, es decir, ganará 10 unidades monetarias, 10 euros, por
producto. Si el producto se le encarece a 200, con un mismo markup del 10%, con un markup constante,
ese producto pasará a ser vendido por la empresa a 220. Es decir, que la empresa ganará 20 unidades
monetarias, 20 euros, por unidad vendida. Los beneficios por unidad han pasado de 10 euros a
20 euros, aun cuando el markup se ha mantenido constante. Y otra forma de definir el margen es
como margen de beneficio unitario. Es decir, el beneficio que obtiene una empresa por unidad
vendida dividido entre su precio. En el primer ejemplo que hemos puesto, la empresa vendía cada
unidad del producto a 110 euros y obtenía unos beneficios por unidad de producto de 10 euros.
Pues bien, en este caso el margen de beneficio unitario es del 9,1%, 10 dividido entre 110. Y
en el segundo ejemplo que hemos puesto, la empresa vendía cada unidad de producto por 220 euros y
obtenía unas ganancias por unidad de producto de 20 euros. El margen de beneficio unitario,
por tanto, seguía siendo, se mantenía constante en el 9,1%, 20 dividido entre 220. Por consiguiente,
los beneficios absolutos de una empresa pueden aumentar aun cuando su margen, definido como
markup o como margen de beneficio unitario, se mantenga constante. Es más, podrían aumentar
nominalmente los beneficios aun cuando su margen se redujera. ¿Y por qué el estudio de los márgenes
empresariales es relevante? Pues porque un incremento de los márgenes empresariales podría
significar que ha habido una reducción de la competencia dentro del sector privado y esa
reducción de la competencia, como ya hemos explicado, sí podría ser, si se hubiese
materializado, una de las causas de la inflación. Por tanto, un aumento de los beneficios empresariales
que derivara de un aumento de los márgenes de beneficio de las empresas sería una luz roja que
sí podría culpabilizar de alguna manera a ese aumento de los beneficios empresariales de parte
de la inflación que hemos experimentado. En definitiva, el mensaje que algunos economistas
despistados o malintencionados y muchos medios de comunicación nos intentan trasladar es el
siguiente. El enorme poder de mercado de las empresas les ha permitido aumentar sus márgenes
de beneficio, ese aumento de los márgenes de beneficio ha disparado los beneficios de
las empresas y el estallido de los beneficios de las empresas se ha materializado en más inflación.
Pero el Fondo Monetario Internacional no dice nada de eso. De acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional, los márgenes de beneficios de las empresas no han aumentado y el aumento de
los beneficios de las empresas solo es una contraparte de la inflación, no necesariamente
una causa, sino acaso una consecuencia. De hecho, y al margen de esta investigación
del Fondo Monetario Internacional, la conjetura más probable de por qué hemos experimentado
tanta inflación durante los últimos años es más sencilla. Los históricamente elevados
estímulos públicos se han materializado en un incremento del gasto privado dentro de la economía,
ese aumento del gasto privado ha elevado los precios y el aumento de precios, sin necesidad
de que vaya de la mano de un aumento de márgenes, ha terminado incrementando los
beneficios empresariales. Y no es en absoluto descartable, de hecho es algo que el propio
Fondo Monetario Internacional espera, que durante los próximos años los trabajadores intenten
incrementar sus salarios para recuperar parte del poder adquisitivo perdido. Y si los trabajadores
aumentan sus salarios a costa de los beneficios empresariales, como ahora las empresas han
aumentado sus beneficios a costa de los salarios, ¿diremos que la inflación que
hemos experimentado durante los últimos años terminará siendo responsabilidad de los trabajadores
que han aumentado sus salarios? Evidentemente no, el aumento futuro de los salarios nominales
para compensar parte del aumento de precios que hemos experimentado será una consecuencia
de la inflación, no una causa. Cuidado, por tanto, con las malas excusas que solo
buscan exonerar a la clase política de su responsabilidad en la gestación de la inflación
que han padecido los ciudadanos. Primero, nos decían que la inflación se debía exclusivamente,
que no digo que no tuviera su influencia, pero no exclusivamente, a los cuellos de botella
derivados de la pandemia. Luego, cuando esos cuellos de botella fueron desapareciendo y
los precios no solo no regresaban al nivel anterior, sino que seguían subiendo más rápido,
nos dijeron que la responsabilidad era de la guerra en Ucrania que había disparado el
precio internacional de la energía. Y luego, cuando se desmoronaron los precios internacionales
de la energía y los precios seguían sin volver a los niveles anteriores a la pandemia,
nos dijeron que la inflación se debía a la avaricia empresarial, todo por no querer ver
el elefante en la habitación. Y el elefante en la habitación es que la causa fundamental que explica
la inflación global son los enormes estímulos que aprobaron los gobiernos durante la pandemia,
son los déficits públicos, es la deuda pública que tantos tanto aplaudieron en su momento y
cuya factura estamos pagando ahora.