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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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La oposición peronista y radical maniobra para bloquear las reformas y los ajustes propuestos
por el gobierno de Javier Milei.
Y los mercados comienzan a tener miedo, comienzan a desconfiar de la solvencia a largo plazo
del Estado argentino.
Veámoslo.
Argentina es un estado que se halla al borde del abismo financiero.
Durante mucho tiempo ha gastado mucho más de lo que ha ingresado, de hecho sigue haciéndolo,
y como consecuencia de ese desequilibrio presupuestario, de ese gastar mucho más de lo que se ingresa,
ha emitido mucha moneda y mucha deuda para financiar la diferencia.
Con la moneda de nueva creación pagas parte de los gastos que no puedes sufragar con los
ingresos por impuestos, y con la deuda consigues que te presten moneda ya emitida para también
financiar parte de los gastos que no estás cubriendo vía impuestos.
Y el problema de haber emitido tanta moneda y tanta deuda para sufragar el desequilibrio
presupuestario histórico no reside solo en que las cosas se hicieran mal en el pasado,
sino en que las cosas pueden ir a peor en el futuro.
Y es que toda esa moneda y toda esa deuda que se ha emitido históricamente para financiar
un nivel de gastos muy superior al nivel de ingresos fiscales, toda esa moneda y toda
esa deuda se tiene que refinanciar continuamente. Es decir, hay que convencer a quienes tienen
pesos de que no huyan de ellos comprando activos reales o moneda extranjera, porque si lo hacen
alimentarán la inflación y la depreciación del peso, y también hay que convencer a aquellos
que tienen bonos que refinancien el vencimiento de esos bonos, porque hoy Argentina no puede
pagarlos y si no le dan más tiempo al Estado argentino para pagar, el Estado argentino entraría
en default, a menos que cree más moneda para pagar esos bonos que no le están siendo refinanciados.
Pero si crea más moneda, alimentará en mayor medida la inflación y la depreciación del peso.
Y ese es justamente el abismo financiero en el que se encuentra Argentina. Si sus acreedores,
los que tienen pesos y los que tienen bonos, no le dan más tiempo para pagar, Argentina entrará
en bancarrota. Y esa bancarrota se puede materializar en un default a los tenedores internos de bonos,
es decir, en una expropiación a los tenedores de los bonos de la riqueza que el Estado argentino
está obligado a reintegrarles o en una hiperinflación, es decir, en una expropiación real de la riqueza
que el Estado argentino estaba obligado a reintegrarles a los tenedores de bonos o a
los tenedores de pesos. Y para evitar este final trágico de la economía argentina,
no solo se necesita convencer a tus acreedores de que te refinancie más a largo plazo, sino que
también necesitas que el Estado argentino tome las medidas para, en ese largo plazo, poder pagar
su deuda y poder estabilizar el valor de su moneda. En caso contrario, si pides más tiempo
a tus acreedores para seguir haciendo exactamente lo mismo, es decir, para terminar impagando una
cantidad todavía mayor de deuda o para terminar con una hiperinflación sobre una cantidad todavía
mayor de moneda, lo único que estás haciendo es pedirles más tiempo para agrandar la pelota de
la estafa. Y como los acreedores argentinos ya están muy escarmentados al respecto, es decir,
como los gobiernos argentinos han recurrido a esta práctica continuadamente a lo largo de la
historia, dadme más tiempo que os voy a pagar más tarde, y en el futuro no se les paga, sino que se
redobla la expropiación, pues como los acreedores argentinos ya están muy escarmentados, ahora
mismo no van a darle al gobierno más tiempo a menos que haya un plan creíble, ambicioso,
profundo y prácticamente irreversible sobre la mesa para tener garantías de que no va a
haber un default futuro o una hiperinflación futura. ¿Y grosso modo en qué ha de consistir
ese plan? Pues no solo, como decimos, en refinanciar a largo plazo los vencimientos de la deuda o en
mantener el peso dentro de los saldos de tesorería de los argentinos, para que no huyan hacia el
dólar o hacia activos reales alimentando la inflación y la depreciación, sino también en
que el Estado argentino vaya recomprando, vaya reabsorbiendo, vaya amortizando parte de ese
exceso de deuda y de ese exceso de moneda. ¿Y cómo puede el Estado argentino reabsorber, recomprar
parte de los pasivos en circulación, de sus bonos y de su moneda? Pues, por un lado, vendiendo activos
del Estado argentino y, por otro, amasando un superávit presupuestario. Con un superávit
presupuestario el gobierno ingresa más de lo que gasta y, por tanto, reabsorbe pasivos o, si lo
queremos decir así, amortiza pasivos. Y para ingresar más de lo que gastas, por un lado,
tienes que mantener a raya los gastos, incluso, idealmente, recortarlos, y tienes que aumentar
tus ingresos. ¿Y cómo consigues aumentar tus ingresos? Pues, por un lado, subiendo impuestos,
es decir, que sobre un mismo hecho imponible el Estado se quede con una mayor porción del
valor añadido, o, por otro lado, y de manera muchísimo más deseable, relanzando la actividad
económica. Si los hechos imponibles se multiplican, si hay mucha más actividad
dentro de la economía, con unos mismos tipos impositivos recauderás mucho más.
Pues bien, si nos fijamos, todo esto es lo que está intentando hacer a la vez el gobierno de
Javier Millet para sacar a Argentina del abismo financiero. En primer lugar, y como ya explicamos
en un vídeo anterior, refinanciar la deuda del Tesoro y del Banco Central a largo plazo. En segundo
lugar, liquidar activos del Estado argentino para recaudar recursos y amortizar deuda o reabsorber
moneda. ¿Qué activos del Estado argentino va a liquidar? Pues, sobre todo, el tejido empresarial
público. Este plan de privatizaciones de empresas públicas es justamente el que está incluido en
el proyecto de ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos. En tercer lugar,
un programa de ajuste fiscal consistente en que, por un lado, en reducir los gastos,
recortes del tamaño del Estado, congelación de los salarios de los empleados públicos,
desindexación de las pensiones del IPC, reducción de los tipos de interés nominales abonados sobre
la deuda del Tesoro y del Banco Central, etcétera. Y, por otro, incremento de los ingresos. Javier
Millet, en contra de lo que prometió en campaña, va a subir algunos impuestos, muy en especial el
impuesto a las ganancias, pero también la famosa tasa Kishilov, con la que pretende hacer frente
al aumento súbito de deuda del Estado argentino derivada de las indemnizaciones, como consecuencia
de la expropiación irregular de YPF que ejecutó en el año 2013 el exministro de Economía
kirchnerista Axel Kishilov, pero también busca ampliar las bases imponibles, la actividad
económica dentro de Argentina para que aumente mucho la recaudación, como a través de su programa
de deregulación económica, que esto es justamente lo que se contiene en el Decreto de Necesidad y
Urgencia y también en el Proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de
los Argentinos. Por tanto, deuda a más largo plazo, condicionada a la venta de activos públicos y,
sobre todo, a la gestación de un superávit presupuestario basado en la reducción del
gasto financiero y no financiero y a un aumento de los ingresos tanto vía gravámenes como incremento
de las bases imponibles por mayor actividad económica. Y en un vídeo anterior ya explicamos que,
de entrada, el mercado, los inversores, le habían comprado este plan de ajuste a Javier
Millet. ¿Y cómo sabemos que se lo habían comprado? Pues porque después de la devaluación del tipo de
cambio oficial del peso, el tipo de cambio de mercado no siguió depreciándose. De hecho,
durante algunas semanas el peso se apreció frente al dólar y, a su vez, el tipo de interés de los
bonos argentinos cotizando en mercados internacionales se redujo. Es decir, que los
inversores eran más proclives a comprar bonos argentinos porque la perspectiva de repago era
mejor. Es decir, que el mercado le estaba dando más tiempo a Millet. Millet les había dicho,
vamos a hacer esto, esto y esto y esto para poder pagaros a largo plazo. Por tanto, confiad en
nosotros hasta ese largo plazo. Y los mercados habían comenzado a confiar. Sin embargo, y como
es obvio, la confianza de los mercados en que Argentina vaya a poder pagar depende de que todas
las promesas, todos los compromisos que Javier Millet, como presidente de la República Argentina,
ha asumido frente a los inversores, se terminen materializando. Es decir, que haya un programa
de privatizaciones, que haya un programa de ajuste del gasto público, que haya un programa
de aumento de los ingresos subiendo no solo los gravámenes, sino también relanzando la actividad
económica con desregulaciones que amplíen las bases imponibles. Si todo esto no sucede,
pues entonces la solvencia del Estado argentino no se incrementa y, por tanto, la confianza inicial
que tenían los inversores en el programa de ajustes de Argentina se desvanecerá y esos
inversores no le darán más tiempo a Argentina, de modo que caerá o en la hiperinflación o en
el default. Y ayer podríamos decir que fue una jornada negra para la confianza en las reformas
y en los ajustes que ha prometido Javier Millet y, por tanto, para la confianza en la solvencia del
Estado argentino. Y es que ayer se dieron en el país dos fenómenos político-judiciales que
obstaculizan, que entorpecen la ejecución de las reformas y de los ajustes prometidos por Millet.
Por un lado, la justicia argentina suspendió cautelarmente, eso sí, pero en todo caso suspendió,
la reforma laboral aprobada por el gobierno de Javier Millet dentro del Decreto de Necesidad y
Urgencia. ¿Y esto qué significa? Pues que ya tenemos un precedente, y pueden venir más, de que
el amplio programa de desregulación económica que plantea Javier Millet a través del Decreto de
Necesidad y Urgencia puede terminar suspendiéndose, puede terminar paralizándose. Y, claro,
si habíamos dicho que la desregulación del sector privado para relanzar su actividad y ampliar las
bases imponibles era uno de los principales mecanismos para aumentar los ingresos del Estado y,
por tanto, para mejorar su solvencia, el hecho de que ese Decreto de Necesidad y Urgencia,
aunque haya entrado en vigor, pueda ser suspendido cautelarmente en todo o en parte,
o incluso declarado inconstitucional y, por tanto, abrogado del sistema jurídico argentino,
pues la posibilidad de que eso suceda, y se ha vuelto más probable que suceda porque la justicia
ya ha empezado a dar algunos pasos en esa dirección, la posibilidad de que eso suceda socava la
solvencia del Estado argentino. Al fin y al cabo, los inversores que se podían plantear invertir en
Argentina dentro del nuevo contexto de desregulación probablemente ahora decidan
no hacerlo hasta que todas esas normas contenidas en el Decreto de Necesidad y Urgencia sean firmes.
Y eso supone, en el mejor de los casos, perder actividad económica hasta ese momento y, en el
peor, que no sean firmes nunca, perder estructuralmente ingresos fiscales que habrían llegado gracias a un
relanzamiento de la actividad económica que, si no entran definitivamente en vigor las normas
contenidas en el Decreto de Necesidad y Urgencia, nunca llegará a ser relanzada. Pero ayer las malas
noticias no terminaron aquí. Por otro lado, los legisladores de la oposición, especialmente los
del radicalismo, que constituyen un bloque fundamental para que el proyecto de ley de
bases pueda salir adelante en ambas cámaras, los legisladores de la oposición ayer mostraron sus
garras y marcaron sus líneas rojas. Es decir, de alguna manera le dijeron a la opinión pública
qué puntos del proyecto de ley de bases no piensan respaldar. Por ejemplo, el periódico argentino
Infobae destaca diversas declaraciones del radicalismo que, en gran medida, vienen a vaciar
de contenido el proyecto de ley de bases. Leamos los mensajes que quiere trasladar públicamente
el radicalismo. Para el radicalismo, que tiene cuatro gobernadores y un bloque importante de
legisladores, hay algunos temas que son imposibles de votar. No pasa ese filtro la
delegación de Facultades del Poder Legislativo al Ejecutivo. Bien, tiene pleno sentido dentro
del Estado de Derecho que el legislativo no quiera delegar sus competencias al Ejecutivo,
hasta ahí nada que objetar, pero continuemos. No pasa ese filtro la delegación de Facultades
del Poder Legislativo al Ejecutivo ni la suspensión de la movilidad jubilatoria, es decir, la indexación
de las pensiones al IPC, que llegado el caso sería uno de los principales mecanismos de ajuste
del gasto para garantizar el equilibrio presupuestario. No pasa ese filtro la delegación de Facultades,
ni la suspensión de la movilidad jubilatoria, ni la suba de las retenciones. El incremento de
las retenciones sobre las exportaciones es una de las subidas de impuestos sui generis,
como ya explicamos en un vídeo anterior, pero una de las subidas de impuestos más importantes de
las que ha aprobado mi ley. Pues bien, el radicalismo no quiere utilizar ese mecanismo
para aumentar la recaudación. Perfecto, yo como liberal lo apoyo, pero ¿qué otras medidas de
ajuste del gasto plantea el radicalismo para compensar esa merma de ingresos? Porque si
impides que aumenten los ingresos, pero a su vez no recortas otros gastos, lo que estás haciendo
es consolidar o ampliar el déficit público, es decir, minar la solvencia del Estado argentino.
Pero cuidado, que la oposición del radicalismo no termina aquí. Tampoco, en palabras de un
legislador radical, se dará un cheque en blanco para las privatizaciones de las empresas del
Estado, ya que estiman que debe discutirse caso por caso. Es decir, que al menos de momento el
radicalismo tiene en las cámaras una actitud de bloqueo. Y eso todavía vuelve más pesimista la
perspectiva de que las normas contenidas en el Decreto de Necesidad y Urgencia terminen entrando
en vigor de manera definitiva. Porque si los tribunales declaran inconstitucional el Decreto
de Necesidad y Urgencia, habrá que tramitarlo como proyecto de ley. Y ya hemos visto la vocación
obstruccionista del radicalismo dentro de las cámaras, básicamente aprobar cosas aguándolas
por entero de su contenido. De modo que, claro, los mercados también se plantean esto. Si la
masiva desregulación de la economía argentina no entra en vigor definitivamente a través del
Decreto de Necesidad y Urgencia, tiene visos de que entre en vigor a través de un proyecto de ley
con un radicalismo que tiene esta actitud absolutamente obstruccionista, pues poco probable.
Vamos que ni recortes del gasto, ni aumentos de ingresos, ni privatizaciones. Entonces,
¿qué pretende el radicalismo? Que Argentina quiebre. Porque si no aumentas los ingresos,
si no líquidas activos, si no recortas los gastos, ¿por qué motivo los tenedores de bonos y los
tenedores de pesos te van a refinanciar, te van a dar más tiempo? Y si no te lo dan,
o hiperinflación o default. Y ante esta perspectiva, los mercados ya han empezado a
protegerse. ¿Y cómo se protegen los mercados? Pues, por ejemplo, los tenedores de pesos,
que ven, más probable hoy, que hace unas semanas el escenario de la hiperinflación,
están buscando refugio en el dólar. Es decir, el peso se está depreciando en el mercado frente
al dólar. De hecho, en estos momentos, el dólar financiero cotiza a su peor precio desde la llegada
al poder de Javier Millet. Ayer, coincidiendo con estas dos malas noticias para la perspectiva de
entrada en vigor del plan de ajuste y de reformas de Javier Millet, sufrieron la mayor depreciación
durante el último mes y hoy continúa este proceso de depreciación. Es decir, de huida desde el peso
al dólar por la menor confianza en el peso, por la labor obstruccionista del radicalismo,
de la oposición en general y del radicalismo en particular, a sacar adelante las propuestas
de Javier Millet. Como vemos, el dólar financiero, es decir, tanto el dólar contado con liquidación
como el dólar MEP, experimentaron una depreciación, es decir, el peso se apreció frente a ellos,
durante las dos semanas posteriores a la proclamación de Javier Millet, porque fueron
durante esas semanas cuando Javier Millet comenzó a esbozar su plan de ajuste y de reformas. Pero
durante la última semana, conforme se ha ido viendo que la oposición tiene una actitud
obstruccionista y especialmente durante el día de ayer, cuando la justicia suspendió cautelarmente
una parte del decreto de necesidad y urgencia y el obstruccionismo de la oposición se mostró mucho
más firme, especialmente durante el día de ayer, el peso se depreció de manera muy intensa frente
al dólar financiero. Los políticos argentinos no deberían estar jugando con fuego mientras el
país se halla al borde del abismo financiero. No deberían estar cuestionando, ni deberían
estar socavando, el único plan de ajuste y de reformas creíble que ahora mismo está encima
de la mesa para enderezar el futuro de Argentina. Porque si perseveran con su actitud obstruccionista,
si siguen bloqueando los ajustes y las reformas, entonces no sólo estarán jugando con fuego,
sino que empezarán a quemarse. Y el problema no es que se quemen ellos,
que serán responsables del incendio, sino que incendiarán todo el país.