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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Uno de los pocos consensos realmente transversales que probablemente nos ha dejado esta crisis
es que hay que profundizar en el teletrabajo. El teletrabajo ya era una tendencia que se
venía generalizando, que venía avanzando desde hace años, pero el shock del coronavirus,
digamos, que ha acelerado esta tendencia esencialmente por dos razones. La primera es que, como muchas
personas y muchas empresas se han visto forzadas por las circunstancias a teletrabajar, muchos
de sus agentes se han experimentado con una modalidad de relación laboral que hasta el
momento por inercias del pasado no habían probado y quizá han quedado moderadamente
satisfechos. Con la misma han visto que es más o menos funcional en su empresa y en su
sector en concreto y que incluso puede ayudar a ahorrar costes para la empresa y a mejorar
la calidad de vida del trabajador manteniendo la productividad y si han experimentado con
esta modalidad laboral y les ha funcionado pues probablemente quieran mantenerla en el
futuro incluso aunque haya pasado la pandemia y salvo que el gobierno de turno hiperregule
y establezca tantísimos costes sobre el teletrabajo que termine desincentivándolo. Y el segundo
motivo por el cual probablemente avancemos hacia una sociedad donde el teletrabajo cobre
mucha más presencia es porque si no conseguimos erradicar completamente el virus, si el virus
va a seguir entre nosotros y por tanto para evitar nuevos contagios generalizados hay
que mantener medidas de distanciamiento social, una de las principales vías de distanciamiento
social será no concentrar a muchos trabajadores en un centro de trabajo y por consiguiente
la forma de aligerar, la forma de aliviar la carga de los centros de trabajo será que
parte de la plantilla esté teletrabajando. Por tanto, tanto por la experimentación que
en algunos casos puede haber sido satisfactoria como por la necesidad que probablemente y
por desgracia se vaya a mantener en esta nueva normalidad de establecer distancias de seguridad
entre las personas para no ponerse lo fácil al virus en su propagación, muy probablemente
por ambas circunstancias el teletrabajo va a seguir aumentando.
Pero mientras que este es un consenso, como digo, más o menos transversal entre todas
las fuerzas políticas, hay otro debate que está muy relacionado con el anterior, casi
es un calco del anterior pero aplicado a otros ámbitos que por desgracia hasta el momento
está recibiendo un sonoro silencio, nadie está hablando de ello, aunque insisto, es
reproducir el mismo esquema del razonamiento anterior en otro ámbito.
Y me refiero a la educación en casa, al homeschooling por utilizar el término anglosajón, que unos
padres como tutores legales de sus hijos tengan la libertad de si así lo deciden poder
educarlos en casa debería ser un derecho que con pandemia o sin pandemia ya se estuviera
respetando en España. Al fin y al cabo, los menores son titulares
de derechos frente a sus tutores legales, en este caso y de manera general frente a
sus padres y uno de esos derechos que tienen los menores frente a los padres es el derecho
a recibir educación, como pueden tener derecho a recibir alimentos o a recibir cobijo o
asistencia sanitaria, costeada por sus tutores legales, es decir, por sus padres.
Ahora bien, el derecho a recibir educación que tienen los menores frente a sus tutores
legales es una obligación de los tutores legales de tipo genérico, es decir, no es una obligación
que esté claramente especificada y ultradeterminada como tiene que prestarse. Los padres tienen
que favorecer un clima de aprendizaje que permita al menor formarse intelectual, moral
y emocionalmente para posteriormente integrarse funcionalmente en la sociedad. Pero ¿cuál
es el mecanismo que utilicen los padres como tutores legales para crear ese clima de aprendizaje
amplio e integral para los menores? Es una decisión de entre los muchos medios que existen
que hay disponibles para ello que han de escoger quienes son los tutores legales de ese menor,
es decir, que han de escoger los padres. Y los padres, en su libertad para especificar
cómo respetan la obligación de proporcionar una buena educación a sus hijos, deberían
poder escoger legítimamente educarlos en casa, siempre y cuando, claro, esa educación
en casa sea conducente a que los menores reciban una buena formación intelectual, emocional
y moral. Esto significa, claro, que la educación en casa podría estar sometida, podría estar
sujeta a determinadas limitaciones o restricciones que aseguraran que, efectivamente, los padres
en casa están educando al niño para favorecer que adquiera esa formación amplia que luego
le permita integrarse en la sociedad. La patria potestad no puede ser un cheque
absolutamente en blanco para que los padres hagan lo que quieran con los menores. La patria
potestad es la discreción que tienen los padres para escoger entre todos los medios
variados que existen para promover en interés superior del menor los derechos de ese menor.
En este caso, el derecho a la educación. Y, por tanto, si algunos de los medios que
utilizan los tutores legales no contribuyen a alcanzar o a satisfacer los derechos del
menor, esa selección de medios podría verse restringida. Por ejemplo, si un padre utilizara
la excusa de educar en casa para no instruir en absoluto al menor, para mantenerlo en el
alfabetismo, clarísimamente eso conculcaría los derechos del menor. Pero, para evitar
que este tipo de conductas contrarias a derecho se produzcan, existen herramientas, existen
mecanismos que no necesariamente pasan por anular por completo el derecho a educar en
casa a tus hijos. Por ejemplo, controles o test periódicos que aseguren que el menor
está adquiriendo determinadas competencias y determinadas habilidades siendo educado
en casa o la obligatoriedad de determinadas horas diarias o semanales de actividades fuera
del hogar. Todo este tipo de regulaciones, de normas, sería razonable debatirlas en
un contexto más amplio de legalización de la educación en casa. Sin embargo, en
España no existe tal cosa. La educación en casa no es ilegal, pero desde luego está
en una situación de peligrosa legalidad que les confiere a las autoridades públicas
una arbitrariedad, un poder arbitrario extraordinario sobre aquellos padres que escogen educar
en casa a sus hijos. Lo que en nuestro país es prácticamente una rareza, en muchos casos
perseguida por la propia administración, en Estados Unidos y en otros países como
Reino Unido, forma parte de la normalidad del país. En Estados Unidos el 3% de todos
los alumnos son educados en casa, 1,5 millones de menores. ¿Hay algún tipo de disfuncionalidad
general, algún tipo de conculcación amplia de los derechos de esos menores que están
siendo educados en casa? No la hay. De hecho, los datos que tenemos nos indican que aquellos
menores que son educados en casa obtienen resultados estandarizados superiores a los
menores que son educados en las escuelas, tanto en test que miden sus habilidades intelectuales
como en test que miden sus habilidades sociales o emocionales. Es verdad que puede haber aquí
un sesgo de selección. Es verdad que quizá las familias que escogen educar a sus hijos
en casa son familias con un estatus socioeconómico muy alto, donde los padres tienen una capacidad
intelectual muy alta y por tanto los hijos también y por consiguiente los hijos que
ya venían predispuestos a ser muy buenos estudiantes al ser educados en casa siguen
siendo buenos estudiantes. No pretendo con estas estadísticas afirmar que la educación
en casa mejora los resultados frente a la educación en la escuela para cualquier tipo
de menor, para cualquier tipo de persona. Pero creo que estas estadísticas sí ponen
de manifiesto que al menos la educación en casa no embrutece o no impide en absoluto
que los menores adquieran conocimientos y habilidades que son importantes en su vida
adulta. Y si no lo impide absolutamente, de hecho, si no detectamos aparentemente ningún
tipo de obstáculo por principio a que los menores que son educados en casa adquieran
habilidades y capacidades tan altas o incluso superiores a los menores que son educados
en la escuela, no parece existir un motivo principal por el cual haya que prohibir la
educación en casa. Es decir, por el cual haya que expropiar la Padre Apotestat, la tutela
legal de los padres y conferirse a los políticos y a los burocratas del estabilismo en estatal
educativo para que sean estos quienes decidan cómo educar a los menores cuya tutela legalmente
les corresponde a sus padres. Pero si este planteamiento, este planteamiento general,
debería respetarse con pandemia o sin pandemia, creo que la educación en casa resulta tanto
más importante cuando vivimos en momentos de pandemia. Si estamos enfatizando, si estamos
haciendo hincapié en la importancia del distanciamiento social en muchos ámbitos, muy variados,
entre ellos, la escuela, la educación en casa para aquellos padres que voluntariamente
lo deciden, la educación en casa no es una obligación, no es una imposición, es un derecho
que ejercen o deberían poder ejercer aquellas familias que así lo deciden, la educación
en casa para los padres que así lo deciden sería un mecanismo que contribuiría a mantener
ese distanciamiento social en las aulas. Si con el regreso del curso escolar vamos a
tener un problema de aglomeración de alumnos en las escuelas porque la infraestructura no
está habilitada como para tener muy pocos alumnos en cada aula y por consiguiente va
a ser complicado mantener el distanciamiento social a corto plazo, a medio largo plazo
podrían construirse nuevas escuelas, contratar a muchísimos más profesores para desdoblar
las clases pero a corto plazo esa restricción sí va a estar ahí. La educación en casa
en el actual contexto podría ayudar al menos a aliviar la aglomeración de alumnos en las
escuelas dado que si parte, aunque sea el 1, el 2, el 3% del alumnado, sus padres deciden
educarlos en casa y verdaderamente son capaces de hacerlo sin perjuicio para el menor, conseguiríamos
ya digo aliviar parte de la sobrecarga de las aulas, de los colegios, de los centros
de enseñanza españoles, facilitando ese distanciamiento social y dificultándole al
virus su propagación dentro de nuestra sociedad. Como digo, este razonamiento es del todo
simétrico al que efectuamos con el teletrabajo. ¿Necesitamos distanciamiento social en los
centros de trabajo? Teletrabajo allí donde sea posible, allí donde la productividad
del trabajo se mantenga más o menos y por tanto allí donde no haya un perjuicio muy
grande para la economía o para la generación de riqueza por el hecho de teletrabajar. ¿Necesitamos
distanciamiento social en las escuelas? Pues, permitamos la educación en casa en aquellos
casos en los que los padres quieran educar a sus hijos en casa y además estén capacitados
para hacerlo y por tanto no se genere un perjuicio, incluso se puede generar una ganancia,
el estudiante que es educado en casa. ¿Por qué sin embargo con el teletrabajo todos los
partidos políticos quieren colgarse la medalla y sin embargo con la defensa de una libertad
educativa tan básica como el derecho a educar a tus hijos en casa ningún partido político
está planteando abiertamente este debate? Pues, bueno, esencialmente por dos razones.
Los partidos estatuales atrás, los partidos que consideran que el Estado tiene que hacerlo
prácticamente todo y que tiene que planificar prácticamente todas las esferas de la sociedad,
entre ellos el Partido Socialista y Podemos, recordemos aquella famosa frase de Isabel Zela
de que los niños no son de los padres, queriendo decir que los niños son del Estado, pues,
claro, sus partidos ven con pavor, ven con temor, el que haya padres que puedan educar
a sus hijos en casa fuera del control y fuera de la planificación adoctenadora que estos
partidos quieren establecer desde el sistema educativo público o privado pero regulado
y planificado desde el Estado. Por consiguiente, no quieren que ninguna oveja se salga del
rédil, no quieren que ningún niño descarriado no pase por el sistema educativo planificado
centralizadamente por estos partidos. Y luego tenemos los partidos, lo que podríamos
llamar la derecha, que en cierto modo quizá podrían ser algunos aspectos de su ideología
más compatibles con la defensa de este derecho a educar en casa, pero que tienen un acomplejamiento
brutal, todos ellos, y no quieren sacar a relucir temas que les puedan costar votos.
Y esta hipótesis no es una hipótesis que se me haya ocurrido a mí porque sí, sino
que, por desgracia, he tenido ocasión de vivirla en primera persona. Hace ya bastantes
años una comida que se organizó con varias personas, con un político destacado de ciudadanos
que todavía sigue en activo, era una especie de mesa de redonda donde podíamos plantearle
diversas preguntas. Yo le pregunté a este político de ciudadanos, justamente, que pensaban
del homeschooling y si ciudadanos iba a promover en algún momento el homeschooling. Y la respuesta
que me dio este político con bastante cara de asombro fue que cómo iba a ciudadanos
a abrirse debate, si era un debate que no interesaba a nadie y que no les iba a reportar
votos, ahí tenemos el caso claro de ciudadanos que, como todos los partidos políticos, sacan
la calculadora electoral, que una determinada medida les puede dar votos, pues la defendemos,
que no nos da votos y nos nos podría incluso quitar, pues no lo defendemos aunque sea esa
medida una medida que ampare, que defienda, que promueva las libertades más básicas
de los ciudadanos, en este caso de las familias educando a sus hijos. Pero no pensemos que
este es un problema únicamente de la llamada derechita cobarde. También la derechita muy
valiente, en el caso de Vox, tiene complejos muy similares en relación al homeschooling.
En un plato de televisión me encontré en una ocasión con un muy, muy, muy alto dirigente
de Vox y le pregunté esta misma cuestión. De hecho, Vox, en un programa electoral anterior,
el de 2015, sí llevaba explícitamente la promoción y la defensa del derecho a educar
en casa a tus hijos. Y le pregunté si ahora que habían cobrado mucha fuerza electoral
y mediática iban a seguir defendiendo este apartado. Y su respuesta fue que no, que será
un debate que no querían abrir, que era un tema que no querían tocar. Y de hecho, la
palabra homeschooling, educación en casa, no ha vuelto a aparecer en sus programas electorales
ni ha vuelto a ser mencionada por ninguno de sus altos dirigentes. Por tanto, aquí
también la derechita valiente es una derechita muy cobarde a la hora de defender ideas que
incluso ellos mismos defendieron en el pasado, pero que ahora nos atreven a defender en público
porque consideran que no les va a dar votos, que no les va a reportar apoyo electoral.
Y lo que buscan tanto Vox ciudadanos, no digamos ya peso y podemos, son votos. Llegar
al poder, conquistar el poder, ¿no? Les preocupan tanto las libertades y los derechos de los
ciudadanos, esos derechos y las libertades de ciudadanos son instrumentales para alcanzar
su horadero objetivo, que insisto, es el poder político y llegar a él sea como sea.
Así pues, entre una izquierda hasta toda la tra, que quiere que el Estado controle todos
los ámbitos de la formación, todos los ámbitos de la educación de todos los menores
y no quiere dejar ningún tipo de válvula de escape en el sistema para que algunos menores
puedan no pasar por el mecanismo que ha diseñado el Estado y la izquierda desde el Estado para
inculcarle sus ideas. Y entre una derecha totalmente acomplejada, incluso aquellos que
se llaman derecha valiente, están acomplejados en este apartado, que no se atreven a reivindicar
algo tan fundamental como es el derecho de las familias que así lo quieran y que además
estén capacitadas para ello para educar a sus hijos en casa, pues lo que tenemos es
que el homeschooling sigue siendo legal y potencialmente ilegal si así la administración lo determina,
la administración educativa autonómica lo determina, en toda España y por consiguiente
lo que tenemos es que los derechos de los menores y de los padres como tutores legales
de esos menores, los derechos educativos siguen estando conculcados y siguen estándolo
además en un momento en el que el homeschooling podría ser una herramienta muy importante
para ayudar a combatir la pandemia manteniendo el distanciamiento social en las aulas en
los centros de enseñanza y dado que ningún partido político quiera abrir este debate,
dado que quieren extender un manto de silencio sobre la educación en casa, conviene que aquellos
que no tenemos ningún tipo de complejo a la hora de defender los derechos y las libertades
de los ciudadanos, en este caso en el ámbito educativo, seamos quienes sabramos este debate,
el teletrabajo está muy bien, hay que avanzar en el teletrabajo pero también hay que avanzar
en el respeto a los derechos y libertades educativas de los ciudadanos permitiendo
el distanciamiento social en las escuelas a través de la legalización garantista pero
legalización del homeschooling de la educación en casa, intentemos colocar esta cuestión
en el debate público, intentemos forzar a los representantes políticos a retratarse
en esta materia, es la hora del homeschooling, es la hora de la educación en casa y es la
hora de que los políticos se pronuncien y se retraten sobre esta cuestión, respetan
la libertad educativa de los menores, respetan la libertad educativa de los tutores legales
de esos menores para poder instruirles en casa o en cambio la estatulatría y los complejos
de esos políticos les llevan a querer seguir censurando la educación en casa, la libertad
educativa de menores y de tutores legales, incluso en medio de una pandemia en la que
la educación en casa sería importante para maximizar el distanciamiento social en las
aulas y por tanto para salvar vidas, pesa más la estatulatría, pesa más los complejos
frente a la estatulatría que la libertad de los ciudadanos y la prevención frente
a los contagios de una pandemia, esa es la cuestión que ojalá respondan nuestros políticos.