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La Unión Europea suspende las emisiones en suelo europeo de los medios de comunicación
rusos RT y Sputnik, un atentado contra la libertad de expresión o una legítima sanción
en tiempos de guerra para protegernos contra la propaganda rusa.
Veámoslo.
Como parte de sus sanciones contra Rusia por haber invadido Ucrania, la Unión Europea
ha prohibido la emisión en suelo europeo de dos medios de comunicación rusos RT y Sputnik.
El argumento de la burocracia europea es que estos dos medios de comunicación estatales
no son en realidad medios de comunicación, sino que son agencias de propaganda del gobierno
ruso que, por tanto, en esta guerra nos estarían bombardeando con consignas, con mentiras
y, en definitiva, con mensajes del enemigo.
Y si estamos librando una guerra de la misma manera que hemos de frenar, que nos bombardeen
físicamente, también hemos de impedir que nos bombardeen intelectualmente.
Sin embargo, desde un punto de vista liberal, es decir, desde el punto de vista de la defensa
de la libertad del individuo y, por tanto, también desde el punto de vista de la libertad
de expresión de los individuos, esta medida me parece altamente problemática.
Voy a partir de la base de que RT y Sputnik, efectivamente, son medios de propaganda del
gobierno ruso.
La verdad es que no lo sé, porque no visualizo ninguno de ambos medios de comunicación, aunque
me parece muy verosímil que sean, obviamente, medios de propaganda del gobierno ruso, porque
son medios estatales del gobierno ruso.
Y los medios de comunicación, sobre todo, además, cuando no existe una estricta separación
de poderes dentro del Estado, los medios de comunicación públicos se convierten siempre
en medios de propaganda del gobierno de turno.
Por tanto, ese presupuesto fáctico no lo voy a cuestionar, no voy a entrar a analizar
esa cuestión.
Partamos de la base de que, efectivamente, RT y Sputnik son medios de propaganda del gobierno
ruso.
Aún así, me parece muy cuestionable que deban ser censurados en suelo europeo.
¿Por qué me parece un error?
Pues por tres motivos. En primer lugar, porque no está nada claro qué objetivos pretende
alcanzar. En segundo lugar, por las formas. Y en tercer lugar, por la pendiente resbaladiza
por la que podemos terminar cayendo.
Primera cuestión. Desde un punto de vista estrictamente formal, la medida deja bastante
que desear.
Por un lado, no estamos oficialmente en guerra contra Rusia. No hay ninguna declaración
oficial de guerra contra Rusia. Por consiguiente, las medidas extraordinarias que podrían llegar
a justificarse si estuviéramos en guerra, ahora mismo no parece que se justifiquen porque
formalmente no estamos en guerra.
Sin embargo, aquí cabría contraargumentar que sí estamos en guerra, pero no se puede
declarar formalmente la guerra para que Rusia no tenga un argumento para escalar en sus hostilidades
contra los europeos. Puede ser un argumento válido, pero en ese caso si estamos optando
medidas de guerra sin declaración de guerra, por ejemplo, censurar medios de comunicación
rusos, entonces también se puede terminar produciendo esa escalada de las hostilidades
por parte de Rusia.
Y por otro lado, desde un punto de vista formal, sería muy deseable que este tipo de medidas
en todo caso las tomaran los tribunales. Y no que las tomaran los políticos, los gobernantes
a través de un dictad, a través de un decreto.
Y aquí, por tanto, no tenemos ni declaración de guerra, que ampare unas medidas extraordinarias,
ni tampoco tenemos una resolución judicial que haya conducido, tras un procedimiento
garantista, al cierre de RTI Sputnik en Europa. Se trata, por tanto, de una medida impuesta
gubernamentalmente desde Europa sin que me dé declaración de guerra alguna.
Por otra cuestión, ¿cuál es el objetivo que buscan alcanzar los gobiernos europeos
con esta medida, con la prohibición de las emisiones de RTI de Sputnik en Europa?
Desde un punto de vista estratégico, no desde un punto de vista moral, sino desde un punto
de vista estratégico podría ser una medida que tuviese cierta lógica si en Europa hubiese
una opinión prorrusa muy importante que estuviese bloqueando, que estuviese impidiendo que los
gobiernos europeos tomaran ciertas medidas contra el gobierno ruso. Si tuviésemos a
la oposición en casa y, además, esa oposición se estuviera nutriendo de las mentiras que
le proporcionan diariamente RTI Sputnik, pues ya digo, desde un punto de vista estratégico
podría tener cierto sentido prohibir esas emisiones para que dejen de envenenar a esa
significativa porción de la población europea prorrusa que está maniatando a los gobiernos
europeos en su enfrentamiento con Rusia, de tal manera que la oposición interna se fuera
diluyendo, los gobiernos europeos tuvieran manos libres para adoptar medidas de represalías
económicas contra Rusia y, en definitiva, RTI Sputnik dejaran de azuzar internamente
la división del pueblo europeo. Pero es que, en Europa, la opinión mayoritaria es esencialmente
pro-ucraniana, la opinión prorrusa es absolutamente minoritaria. No solo eso, la audiencia que
tienen en Europa a estos medios de comunicación, RTI Sputnik, es absolutamente marginal. La
población prorrusa que haya dentro de Europa no es población prorrusa porque se haya
nutrido de las informaciones de la propaganda de las consignas que emiten RTI Sputnik,
que aún así habrá gente que, probablemente sí, habrá gente que, viendo esos medios
de comunicación, le hayan podido lavar el cerebro y, por tanto, ahora tenga una opinión
muy marcada derivada de las consignas que le han transmitido estos medios de comunicación.
Pero los casos reales de personas que encajan en esta descripción son absolutamente minoritarios
y no suponen hoy por hoy, ni es previsible que lo supongan en el futuro, ningún tipo
de problema real para los gobiernos europeos. Por consiguiente, ¿qué se busca censurando
a RTI Sputnik en suelo europeo? No se busca mayor cohesión ideológica en torno a los
gobiernos europeos, lo que se busca es castigar al gobierno ruso atacándole en un ámbito
muy concreto y muy delicado, el ámbito de la libertad de expresión, es decir, que estamos
convirtiendo la censura en una sanción legítima contra un enemigo externo, y el riesgo es
que también lo sea contra un enemigo interno. Y así llegamos a la tercera cuestión, la
pendiente resbaladiza. Si los gobiernos europeos se arrogan el derecho a censurar medios de
comunicación cuando estos expresen opiniones que ellos consideran propagandísticas y
peligrosas para sus intereses o para los intereses generales de la sociedad, entonces estamos
dando cancha libre a la arbitrariedad censora de nuestros políticos. ¿Serán ellos los
que en cada momento puedan decidir este medio de comunicación? Está diciendo lo que yo
entiendo, que son barbaridades que atentan contra la cohesión del pueblo español, del
pueblo europeo, o están intoxicando, enviando bulos a la opinión pública y, por tanto,
para que la opinión pública esté bien formada, hay que censurar, hay que acallar, hay que
impedir que estos medios de propagación de bulos se sigan expresando con libertad.
Es verdad no obstante que existe una característica en esta censura contra RT y Sputnik que podría
salvarnos de caer en la arbitrariedad censora por parte de los poderes públicos contra
cualquier medio de comunicación que internamente en Europa emita mensajes que la burocracia
europea considera poco convenientes, y esa característica es que estamos hablando de
censura de medios de comunicación públicos, de medios de comunicación estatales. En ese
sentido el argumento podría ser el siguiente, los medios de comunicación estatales carecen
per se de libertad de expresión y quienes tienen en realidad libertad de expresión
son los ciudadanos particulares, así como las asociaciones voluntarias de ciudadanos
particulares en forma de medios de comunicación privados. Desde esa perspectiva en tiempos
normales podríamos permitir que medios de comunicación del estado ruso emitan dentro
de suelo europeo, pero en condiciones excepcionales no tenemos por qué permitirlo porque no estamos
atentando contra la libertad de expresión de nadie. El estado ruso per se no tiene
derechos a expresarse libremente frente al estado europeo, los estados son maquinarias
coactivas cuyos poderes deben limitarse ante la población, no son maquinarias coactivas
que tengan derechos frente a la población, la población europea no está obligada a
respetar que el estado ruso pueda enviar su propaganda dentro de suelo europeo. El argumento
de que son las personas y no las administraciones públicas, no los estados los que tienen
derechos frente a otras personas y frente a otros estados es un argumento que me parece
sugerente y que en el fondo me parece correcto. Desde esta perspectiva suspender las emisiones
de RT y Sputnik en suelo europeo no atentaría contra los derechos de nadie porque RT y
Sputnik son medios de comunicación estatales, pero en cambio suspender las emisiones de
un medio de comunicación privado pro ruso sí atentaría contra la libertad de expresión
de las personas que se han asociado, que se han organizado en torno a ese medio de comunicación
privado. No obstante, este argumento, que ya digo, me parece un argumento de peso,
un argumento con el que en el fondo estaría de acuerdo, tiene sin embargo dos problemas.
El primer problema es un problema estratégico. Si en Europa estamos diciendo los estados
tenemos derecho a censurar medios de comunicación públicos extranjeros, entonces en Rusia tomarán
perfectamente nota y argumentarán ante su población. ¿Veis como las democracias liberales
también censuran medios de comunicación? Por tanto, nosotros también tenemos pleno
derecho a censurar medios de comunicación que estén enviando a la población rusa mensajes
que nosotros consideramos poco convenientes. Y eso permitirá legitimar ante la población
rusa censurar no sólo medios de comunicación públicos extranjeros, porque no creo que
hilen tan fino, sino en general cualquier medio de comunicación dentro de Rusia que
propague mensajes que el gobierno ruso considere poco convenientes.
Las democracias liberales deberían, si acaso, aspirar a propagar su modelo de organización
política a otros países del mundo a través del ejemplo, no a través de la violencia,
que es como muchas veces quieren propagarlo e imponerlo, sino, como digo, a través del
ejemplo. Aquí se respeta la libertad de expresión porque eso es lo correcto. Y si vosotros
no respetáis la libertad de expresión, no estáis haciendo lo correcto. Sin embargo,
cuando nosotros mismos no damos ejemplo, entonces las autocracias internacionales se estarán
frotando las manos.
Y el segundo problema es de operatividad a la hora de aplicar este principio. El principio
de que los estados no tienen derecho per se a la libertad de expresión, pero las personas,
los particulares, sí tienen ese derecho a la libertad de expresión.
Porque digo que operativamente es difícil de aplicar este principio. Imaginémonos
que un grupo de ciudadanos rusos se asocia y crea un medio de comunicación privado fuertemente
subvencionado, incluso casi íntegramente subvencionado, por el estado ruso. En tal
caso, la forma jurídica de ese medio de comunicación no sería un medio de comunicación público,
un medio de comunicación estatal, pero a todos los efectos sería lo mismo que un medio
de comunicación público. Porque, aunque se haya creado en origen, a través de un pacto
entre personas privadas, el funcionamiento de ese medio de comunicación privado depende
de subsidios públicos. Y, por tanto, el mensaje que darán esos periodistas también será
el mensaje que el gobierno ruso quiera que den. Si nos encontramos con ese caso, deberíamos
respetar su libertad de expresión o no hacerlo. Podríamos juzgar que en realidad es una simulación,
una pantalla de un medio de comunicación estatal, o que en el fondo, en cambio, sigue
siendo un medio de comunicación privado y que, por tanto, hay que respetar estrictamente,
rigurosamente, su libertad de expresión. Si optamos por la segunda interpretación,
entonces, será muy fácil burlar la censura a RTY Sputnik en Europa. Basta que el gobierno
ruso promueva la creación de un medio de comunicación privado subsidiado integramente
por el gobierno ruso y, entonces, deberemos respetar su libertad de expresión. Y, en ese
caso, para este viaje no hacen falta tantas alforjas.
Pero imaginemos que optamos por la primera de las interpretaciones. Es decir, que si un
medio de comunicación privado está fuertemente subsidiado por el estado ruso, entonces cabe
suponer que es un medio de comunicación estatal que tampoco poseería libertad de expresión.
Entonces, todos los medios privados españoles que están subsidiados por las Administraciones
Públicas Españolas o que reciben publicidad institucional y, por tanto, financiación
de las Administraciones Públicas Españolas también son medios de comunicación que llegado
al caso podrían llegar a ser censurados sin que consideráramos esa censura un ataque
a la libertad de expresión de sus periodistas y de sus propietarios, para que un medio de
comunicación tenga libertad de expresión plena no ha de recibir ningún tipo de apoyo
financiero o en especie de las Administraciones Públicas, a poco que reciba subvenciones,
subsidios, publicidad institucional, apoyo material en especie. Entonces, ya cabe presuponer
que es un medio de comunicación estatal y, por tanto, cabe retirarle el derecho a la
libertad de expresión. Como digo, abrir esta puerta me parece que es abrir una puerta
tremendamente peligrosa para el futuro de la libertad de expresión en Europa.
La libertad de expresión no es un derecho para salvaguardar que terceros puedan decir
aquello que nos gusta escuchar. La libertad de expresión es un derecho para salvaguardar
que terceros puedan decir aquello que no nos gusta escuchar, incluso en tiempos de guerra.