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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿El líder de izquierdas, Íñigo Errejón, propone establecer un salario máximo en España?
¿Se trata de una propuesta razonable y aplicable en una economía global como la actual?
Veámoslo.
Escuchen el siguiente vídeo de Íñigo Errejón, abogando no por una subida del salario mínimo,
sino por el establecimiento de un salario máximo.
Está bien discutir sobre el salario mínimo y hay que subirlo, pero también está bien
abrir la discusión sobre el salario máximo, sobre cuánto porcentaje hay entre los que
menos ganan y los que más ganan.
Y nosotras y nosotros vamos a abrir esa discusión porque hay que ponerle un tope, porque no
nos podemos permitir la avaricia de unos pocos.
El mismo día que pusimos en marcha el impuesto a los bancos, supimos que el banco Bilbao
Vizcaya ha ganado un 40% más el año pasado, 6.400 millones de euros de beneficio al mismo
tiempo que ponen a sus ejércitos de abogados a recurrir el impuesto a los bancos porque
dicen que les va a hacer el negocio inviable.
Señores banqueros, señores de la patronal, señores de las energéticas, en este país
manda quien vota la ciudadanía.
Ustedes han vivido durante demasiado tiempo sobre las espaldas de los trabajadores y en
este momento tan duro para España les toca contribuir a ustedes primero porque tienen
margen de sobra y porque así lo manda la mayoría popular.
Este vídeo no deja de ser un sinsentido ideológico, no ya por la propuesta del salario máximo
de la que voy a hablar a continuación, sino por cómo argumenta y defiende esa subida
del salario máximo.
Primero, démonos cuenta que Íñigo Erejón está contraponiendo el recurrir a la justicia,
el utilizar a abogados para protegerte frente a un acto de la administración que consideras
que atenta contra tus derechos como un ataque a la soberanía popular.
6.400 millones de euros de beneficio al mismo tiempo que ponen a sus ejércitos de abogados
a recurrir el impuesto a los bancos porque dicen que les va a hacer el negocio inviable.
Señores banqueros, señores de la patronal, señores de las energéticas, en este país
manda quien vota la ciudadanía.
Está diciendo que recurrir a la justicia a un acto legislativo, como es la aprobación
de un impuesto, es un ataque a la soberanía del pueblo.
Entonces básicamente lo que está diciendo Íñigo Erejón es que el capricho, la arbitrariedad
del pueblo, no debería encontrar absolutamente ningún tipo de límite, tampoco los derechos
individuales.
Es decir, básicamente, Íñigo Erejón en este discurso está abogando por cargarse
el estado de derecho.
A su vez, también repite que los más poderosos y los más ricos han de arrimar el hombro
en estos momentos tan duros que está viviendo España.
Y en este momento tan duro para España les toca contribuir a ustedes primero.
Pero no nos dice el gobierno, así como los partidos que dan apoyo parlamentario a ese
gobierno, que la situación económica de España es tan positiva, que estamos creciendo muchísimo
más que los países de nuestro entorno, que estamos creando un empleo con una calidad
jamás vista y en unas cantidades verdaderamente récord, si la economía española marcha
tan sumamente bien, o al menos eso nos dice, ya digo, el gobierno y sus aliados, cómo
es que ahora Íñigo Erejón nos cuenta que en estos momentos tan sumamente duros por
los que está atravesando España, los más ricos tienen que arrimar el hombro.
En tercer lugar, Íñigo Erejón está abogando por el establecimiento de un salario máximo,
es decir, por limitar la retribución de determinadas personas físicas, argumentando que hay un
banco que, persona jurídica, ha ganado muchísimo dinero.
Pero también está bien abrir la discusión sobre el salario máximo, porque hay que ponerle
un tope, porque no nos podemos permitir la avaricia de unos pocos.
El mismo día que pusimos en marcha el impuesto a los bancos, supimos que el Banco Bilbao
Vizcaya ha ganado un 40% más el año pasado.
¿Qué tendrá que ver el beneficio empresarial con el salario máximo?
¿O es que también está abogando por establecer algo así como beneficios máximos por empresa?
Y en cuarto lugar, nos dice que hay que establecer un salario máximo para que los más ricos
y los más poderosos arrimen el hombro en este momento de crisis y de dificultades económicas.
Y en este momento tan duro para España les toca contribuir a ustedes primero.
Pero exactamente cómo se arrima el hombro estableciendo un salario máximo, es decir,
prohibiendo que determinadas personas cobren más de una determinada cantidad de dinero.
Uno podría entender que Erejón empleara la carta de arrimar el hombro si estuviese
defendiendo aprobar un tipo impositivo marginal en el IRPF del 60, del 70, del 80%.
Es decir, usted gane todo el dinero que quiera y que pueda ganar en el mercado, pero luego
el 60, el 70 o el 80% de lo que gana, superado un determinado umbral, se lo va a quedar el
fisco para redistribuirlo entre la población, para ayudar a los que menos tienen.
Bueno, uno podría no compartir ese argumento, pero al menos entender la lógica básica
que se está utilizando.
Pero exactamente, prohibiendo que la gente gane más de un millón de euros al año,
por ejemplo, ¿cómo ayudas a los que ganan menos?
Estás impidiendo que el Estado cobre impuestos sobre salarios o remuneraciones por encima
de un millón de euros anuales, es decir, estás destruyendo riqueza sin crear riqueza
en ningún otro lado, porque, y esto es lo fundamental, establecer un salario máximo,
especialmente en un mundo, en una economía tan globalizada como la actual, destruye riqueza.
En un mundo globalizado, las empresas de un país o las administraciones públicas de
un país compiten no sólo frente a las empresas de ese mismo país, sino frente a las empresas
o a las administraciones públicas de otros países.
Y uno de los principales argumentos competitivos de cualquier organización humana es la calidad
del personal dentro de esas organizaciones humanas, especialmente en aquellos puestos
que requieran de habilidades más o menos personalísimas, es decir, de habilidades no automatizables,
no rutinarias, sino de actividades en las que la persona, el trabajador, deba aportar
lo mejor de sí y esa aportación sea un hecho diferencial a la hora de competir frente a
otras empresas.
Por tanto, si las empresas de un país, si las administraciones públicas de un país
compiten con las empresas de otros países o con las administraciones públicas de otros
países y una de las principales formas de competir es captando y reteniendo el talento
global dentro de sus organizaciones, establecer un salario máximo dentro de un país como
España implicaría que nuestras empresas o que nuestras administraciones públicas,
pero sobre todo nuestras empresas, porque es la base de la economía española, no tendrían
capacidad para captar a los mejores profesionales no ya extranjeros, sino ni siquiera nacionales,
porque esos mejores profesionales serían captados con salarios mucho más altos por
empresas extranjeras.
Podemos ilustrarlo más fácilmente con un experimento mental.
Imaginemos que en la Liga española se establece un salario máximo por jugador de 1 millón
de euros. ¿Alguien cree realmente que los equipos españoles, incluso los equipos tradicionalmente
punteros dentro de España, como puedan ser el Real Madrid o el Fútbol Club Barcelona,
serían equipos competitivos internacionalmente, no pudiendo competir en el mercado mundial
de fichajes para incorporar a sus equipos a aquellos jugadores que en cada momento sean
los mejores jugadores del mundo?
Claramente Madrid y Barcelona y otros equipos de la Liga española jugarían con una o las
dos manos atadas en la espalda, por no decir con las rodillas rotas.
Pues bien, si todos entendemos perfectamente que la Liga de fútbol perdería competitividad
frente a otras ligas extranjeras y que los equipos de fútbol españoles no tendrían
el mismo potencial para ganar competiciones internacionales como el que pueden tener ahora,
esa misma lógica es extrapolable al caso de las empresas. Y es extrapolable al caso
de limitar los sueldos, las remuneraciones, de aquellos profesionales que dentro de una
empresa están aportando en cada momento el mayor valor añadido.
Consideremos el caso de los directivos, que no tienen por qué ser el único grupo profesional
que se viera afectado por la limitación salarial, pero que sí es un grupo profesional que especialmente
en las grandes empresas sin duda se vería afectado por él.
Los directivos, al trazar diariamente el rumbo que ha de seguir una empresa, tienen una
enorme responsabilidad a la hora de conseguir que esa empresa crezca o al menos mantenga
su posición competitiva en un mercado global cada vez más disputado, o en cambio que se
hunda en la absoluta miseria y desaparezca. Una mala decisión, una muy mala decisión
de un directivo puede destrozar a una empresa y un cúmulo de muy buenas decisiones empresariales
de un directivo pueden multiplicar el tamaño, la productividad y la competitividad de esa
empresa. De ahí que el talento y las habilidades de los directivos sean tan importantes para
una organización empresarial, porque son o actúan como el capitán del barco y el
capitán del barco puede o llevarnos a destino o hacernos naufragar.
Por eso, si las empresas españolas no pueden acudir al mercado internacional para captar
talento directivo, esas empresas españolas tendrán mucho menos potencial para crecer
y para competir internacionalmente, o todavía peor. Imaginemos una empresa española, en
principio una empresa mediana, mediana grande, que tiene un determinado equipo directivo,
y ese equipo directivo español nacional hace crecer muchísimo esa empresa porque son muy
buenos directivos, nadie los conocía, se han bregado internamente dentro de esa empresa
y han multiplicado su tamaño. Pues bien, en la medida en que esa empresa no pueda ir
ajustando al alza sus remuneraciones, la empresa ha crecido mucho y por tanto ya puede empezar
a pagarles mucho más de lo que les pagaba antes, ese excelente equipo directivo español
que ha hecho crecer a esa empresa tanto será un equipo directivo que intentarán fichar
otras empresas extranjeras que no se verán afectadas por la limitación salarial impuesta
en España. Por tanto ya no es que no puedas traerte el talento de fuera, es que ya ni
siquiera serás capaz de retener el talento interno. Pero imaginemos que muchos de los
que defienden el establecimiento de un salario máximo tienen razón y que los directivos
u otros profesionales laborales altísimamente remunerados en realidad no aportan el valor
a la organización empresarial que están percibiendo en forma de rentas. Imaginemos
que los directivos realmente no son tan importantes, que los directivos no son tan determinantes
en el rumbo de una empresa y que por tanto están percibiendo remuneraciones mucho más
altas de las que deberían recibir. Quizá, por ejemplo, porque la propiedad accionarial
de una empresa esté muy fragmentada y por tanto el equipo directivo tenga mucha autonomía,
sin contrapeso por parte de la junta de accionistas, para fijarse remuneraciones estratosféricas
y en absoluto alineadas con la productividad, con el valor añadido que estos directivos
están generando. Si esto fuera así, el salario máximo no sería dañino y lo único que
haría es ajustar la remuneración de la inútil pero parasitaria alta dirección de una empresa
a la realidad. Pues bien, supongamos que esto es así y que el salario máximo tiene tales
efectos. ¿Quiénes serían entonces los principales beneficiarios del establecimiento de un salario
máximo? ¿Los pequeños trabajadores, los pensionistas, las personas desempleadas, los
jóvenes que no pueden acceder a una vivienda? No, los principales beneficiarios del establecimiento
de un salario máximo, en el supuesto de que los directivos no sirvan para nada y estén
cobrando un dineral como salario, los principales beneficiarios serían los accionistas de la
empresa. Porque si tú bajas por ley la remuneración no justificada en el valor añadido generado
de los directivos, lo que estás haciendo es reducir la partida de gastos salariales
de esa empresa. Si esa empresa tiene menores gastos salariales sin que ello repercuta negativamente
en los ingresos que esa compañía es capaz de generar, lo que harás en definitiva es
incrementar los beneficios de esa compañía. Justo eso de lo que se estaba quejando Erejón
cuando defendía el salario máximo, que el BBVA está ganando un 40% más que el año
pasado.
Porque hay que ponerle un tope, porque no nos podemos permitir la avaricia de unos pocos.
El mismo día que pusimos en marcha el impuesto a los bancos supimos que el Banco Bilbao
Vizcaya ha ganado un 40% más el año pasado.
Bueno, pues tu medida, bajo el mejor de los supuestos imaginables, contribuiría a que
las empresas ganen todavía más. Es decir, a que los accionistas, no los directivos,
sino si los accionistas se vuelvan más ricos. En definitiva, si los directivos y otros profesionales
altamente remunerados dentro de una empresa aportan el valor añadido que están cobrando
según los altos salarios que perciben, establecer un salario máximo solo contribuirá a expulsarlos
de esas empresas en favor de empresas internacionales y, por tanto, las compañías españolas perderán
la capacidad de generar ese valor añadido que estaba siendo generado específicamente
por esos profesionales.
Y si, en cambio, los directivos y otros profesionales altamente remunerados no crean en realidad
el valor añadido que iría de la mano de las altas remuneraciones que están recibiendo,
bajar por ley esas altas remuneraciones únicamente contribuirá a aumentar los beneficios de
las empresas y, por tanto, los ingresos de los accionistas, no de las personas más pobres
y necesitadas de la sociedad. Es decir, se mire cómo se mire el salario máximo es un
despropósito o destruye riqueza o, en el mejor de los casos para los defensores del
salario máximo, incrementa la rentabilidad de las empresas de un país al limitar las
rentas no justificadas en función de la productividad del trabajo. Pero ayuda a los más desfavorecidos
de la sociedad no va a llegar nada porque, de hecho, lo que hace el salario máximo es
destruir bases imponibles dentro del IRPF, que es el impuesto más progresivo que hay,
mucho más que el impuesto sobre sociedades. Al final, por tanto, lo que exuda la propuesta
del salario máximo es algo muy sencillo, populismo, envidia y odio a la riqueza.