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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

El siguiente gráfico debería llenar a todos los argentinos no de desilusión, sino de esperanza.
Veámoslo.
Cuando un país lleva estancado tantísimo tiempo como la Argentina, es lógico, es comprensible
que sus ciudadanos no vean la luz al final del túnel de su crisis económica sistémica.
Si lo único que han conocido a lo largo de toda su vida es la parálisis económica,
entonces uno tiende a normalizar esa parálisis económica. Uno tiende a pensar que lo normal
en la economía es no crecer, es no prosperar, es no generar cada vez más riqueza. Y desde luego,
las sociedades que tiran la toalla y que renuncian a la ambición de seguir creciendo, de seguir
mejorando, de seguir creando riqueza, son sociedades que caen en la decadencia. No digo ni muchísimo
menos que la ambición de crecer sea condición suficiente para crecer, pero desde luego sí
es condición necesaria. Pero nada es irreversible. El paso más importante que uno siempre puede dar
es el siguiente. Y por eso es bueno coger algo de perspectiva histórica e internacional antes de
tirar definitivamente la toalla y renunciar a seguir prosperando. Echémosle un ojo a este gráfico.
En el año 1998, la renta per cápita de estos cinco países era aproximadamente la misma.
República Checa, Estonia, Argentina, Venezuela y algo por detrás, Polonia, tenían la misma renta
per cápita en paridad de poder adquisitivo. Es decir, que el valor global de los bienes que en
promedio cada ciudadano producía anualmente era aproximadamente el mismo en cada uno de estos
cinco países. Alrededor de 15.000 dólares per cápita en paridad de poder adquisitivo en Estonia,
República Checa, Venezuela, Argentina y algo menos, como decía, unos 11.500 en Polonia. Pues bien,
¿qué ha sucedido dos décadas y media después? ¿Cómo han evolucionado en alrededor de 25 años,
en un cuarto de siglo, estos cinco países que en el año 1998 estaban más o menos parejos? Pues en el
año 2022, última cifra que aparece en esta base de datos, Polonia, que era el país de estos cinco más
pobre en el año 1998, es ahora el más rico. Su renta per cápita en paridad de poder adquisitivo y
corrigiendo la inflación acumulada hasta ese momento, es de 32.500 dólares internacionales. Y
aunque no es lo más riguroso calcular tasas de variación a través de los dólares internacionales,
grosso modo podemos decir que en estos 25 años la renta per cápita de Polonia se ha triplicado.
En segundo lugar, tenemos a República Checa, con una renta per cápita de 32.200 dólares
internacionales. Aproximadamente su renta per cápita se ha duplicado durante este periodo.
En tercer lugar, a Estonia, con una renta per cápita de 30.000 dólares internacionales. Su
renta per cápita durante este periodo también se ha duplicado. Y luego ya encontramos a la Argentina
y a Venezuela. ¿Y qué sucede con la Argentina? Pues no sólo que se haya en la cuarta posición en
este listado, sino que casi 25 años después de esta comparativa, la renta per cápita en poder
adquisitivo de la Argentina apenas se ubica en 18.300 dólares internacionales. Un 20% más que en el año
1998. Mientras que los otros tres países que acabo de mencionar triplicaron o duplicaron su renta per
cápita, es decir, un aumento del 200% o del 100%, en la Argentina durante este cuarto de siglo la renta
per cápita en paridad de poder adquisitivo sólo ha crecido un 20%. Aunque, por supuesto, la cosa podría
haber sido mucho peor. Y podría haberlo sido si Argentina se hubiese comportado como Venezuela. La
renta per cápita en paridad de poder adquisitivo de Venezuela en el año 2022 apenas alcanzaba los 5.300
dólares internacionales. Por tanto, ya no es que Venezuela no haya visto incrementada demasiado su
renta per cápita en paridad de poder adquisitivo durante este cuarto de siglo. Es que desde el año
1998, cuando el chavismo accede al poder en Venezuela, su renta per cápita ha caído prácticamente
en un 66%. Han perdido dos tercios de su renta per cápita en los últimos 25 años. Creo que esta
comparativa es muy pertinente porque pone de manifiesto que en el año 1998, tanto la Argentina
como Venezuela, tenía, al menos en términos promedio, una calidad de vida equiparable a la de un país
europeo de renta media-baja. Y hoy, esos países europeos, de renta media-baja en 1998, poseen una
renta per cápita, una calidad de vida equiparable o superior a la de, por ejemplo, España. Y Argentina
o Venezuela podrían haber exhibido el mismo perfil de crecimiento que República Checa, que Estonia o que
Polonia, si hubiesen adoptado las políticas adecuadas para ello. No pensemos que los países
europeos están capacitados para crecer y, en cambio, los países hispanoamericanos están condenados al
estancamiento. En Hispanoamérica también podemos encontrar casos de éxito en términos de crecimiento
económico. Por ejemplo, en el año 1998, Panamá tenía una renta per cápita de 9.500 dólares
internacionales. Con respecto al listado anterior, era, con diferencia, el país más pobre. Y, en cambio,
en la actualidad tiene una renta per cápita de 23.500 dólares en paridad de poder adquisitivo. Es decir,
que durante ese mismo periodo la renta per cápita de Panamá ha aumentado un 150%. Ha crecido
más rápidamente que la renta per cápita de República Checa o de Estonia. Y su ritmo de crecimiento
sólo ha sido superado por el de Polonia. Por consiguiente, si se adoptan las políticas económicas
adecuadas, políticas económicas que fomenten el ahorro, la inversión, la innovación, la empresarialidad,
políticas económicas que no parasiten estructuralmente a los ciudadanos y la riqueza que libremente son
capaces de generar, las sociedades, por supuesto, que pueden desarrollarse. La decadencia no es algo
que suceda de un año para otro. Es un proceso acumulativo de muy largo plazo. A lo largo de
estos últimos 25 años podemos contrastar las enormes diferencias que existen hoy entre Argentina,
o no digamos ya Venezuela, y Polonia, República Checa o Estonia como consecuencia de haber aplicado
durante este último cuarto de siglo políticas económicas muy diferenciales. Y comprobar esto
creo que es algo que, más que inspirar al pesimismo, debería insuflar optimismo a los ciudadanos de la
Argentina. Porque si perseveran a largo plazo en las buenas políticas económicas, serán capaces de
revertir el rumbo de decadencia en el que han estado instalados durante las últimas décadas.
Argentina puede salir del hoyo. Argentina puede crecer tanto como han crecido Polonia,
República Checa o Estonia. O tanto como ha crecido Panamá. Simplemente hay que desarmar,
hay que huir del estado parasitario y clientelizador para dar cabida a la sociedad inversora, innovadora
y emprendedora. Si eso sucede, Argentina volverá a ser próspera.
Argentina, Argentina, Argentina.