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El principal asesor económico del presidente de los Estados Unidos, de Joe Biden, es incapaz de
responder a una pregunta tan elemental como la siguiente. ¿Por qué el gobierno de Estados
Unidos pide prestado dinero en lugar de imprimirlo? Veámoslo.
El economista Jared Bernstein es el jefe del Comité de Asesores Económicos del presidente
de los Estados Unidos, Joe Biden. Y esta semana, la teoría monetaria moderna, una tradición de
pensamiento que sostiene que los gobiernos no necesitan pedir prestado dinero para gastar,
dado que pueden imprimir en primer lugar ese dinero y gastarlo directamente, esta semana la
teoría monetaria moderna le preguntó a Jared Bernstein por qué el gobierno de los Estados
Unidos sigue pidiendo prestado dinero cuando podría, en principio, imprimir directamente ese dinero y
gastarlo. Pues bien, observen el desconcierto y la incapacidad de responder a esta elemental pregunta
del jefe del Comité de Asesores Económicos del mismísimo presidente de los Estados Unidos.
¿Por qué nos endeudamos en nuestra moneda? ¿Por qué pedimos prestada nuestra propia moneda? Surge la
pregunta de por qué lo hacemos si podemos imprimir nuestra moneda. Espero a alguien que responda.
Bueno, está bien. Entonces, quiero decir, de nuevo, algunas de estas cosas son, algunos de los términos y
conceptos son simplemente confusos. Quiero decir, el gobierno definitivamente imprime dinero y
definitivamente presta ese dinero. Por eso, el gobierno definitivamente imprime dinero y luego
presta ese dinero vendiendo bonos. ¿Eso es lo que hacen? Sí, exacto. Ellos se dedican a la venta de bonos.
Esa es su principal actividad laboral que realizan. Sí, venden bonos, ¿verdad? Dado que venden bonos y la
gente compra los bonos y les presta el dinero. Sí, muchas veces, al menos para mí, con la teoría
monetaria moderna, el lenguaje y los conceptos pueden ser algo confusos innecesariamente, pero no hay duda
de que el gobierno imprime dinero y luego utiliza ese dinero para... Entonces, sí, supongo que simplemente no
puedo hablar, no lo comprendo en lo más mínimo. No sé de qué están hablando. Porque es como si el
gobierno claramente imprimiera dinero, lo hace todo el tiempo y claramente se endeuda. De lo contrario,
no estaríamos teniendo esta conversación sobre deuda y déficit. Así que no creo que haya nada
confuso ahí. En realidad, no hay nada más confuso que tu propia explicación, porque no has explicado
absolutamente nada. Y claro, si a la teoría monetaria moderna se la responde de esta manera tan pueril y
desastrosa, es lógico que vaya ganando adeptos por mucho que sea una doctrina económica equivocada.
Veamos, ¿por qué un gobierno, por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos, tiene que pedir prestada la moneda
que ese propio gobierno puede crear a discreción? En principio, parece algo que no tiene demasiado
sentido. ¿Por qué voy a pedir prestado algo que puedo crear yo mismo? Bueno, pues podemos explicarlo
desde dos perspectivas que en el fondo son la misma. Una sería la perspectiva del equilibrio monetario y
la otra sería la perspectiva del flujo de gasto. Empecemos con la perspectiva del equilibrio monetario.
Lo que nos dice el equilibrio monetario es que el valor del dinero está determinado por la oferta de
dinero y por la demanda de dinero para atesorar ese dinero. Es decir, para mantener ese dinero en los
saldos de tesorería en la cuenta corriente de los agentes económicos. ¿Y esto qué significa? Pues que
si aumenta la oferta de dinero sin que haya aumentado la demanda, el dinero perderá valor. Y si el dinero
pierde valor, habrá inflación. O de la misma manera, si cae la demanda de dinero sin que al mismo tiempo se
reduzca la oferta de dinero, entonces el dinero perderá valor y por tanto habrá inflación. O en
sentido contrario, si se reduce la oferta de dinero sin que se haya reducido la demanda de dinero,
entonces, como con cualquier otro bien, como con cualquier otra mercancía, el dinero ganará valor
y habrá deflación. O si aumenta la demanda de dinero sin que aumente la oferta de dinero, entonces el
dinero de nuevo ganará valor y habrá deflación. Ya digo, esto no es excepcional. Esto es lo que
sucede con el valor de cualquier otro bien, de cualquiera otra mercancía. Si sube la demanda de
una mercancía, gana valor. Si cae la demanda de una mercancía, pierde valor. Si sube la oferta de
una mercancía, pierde valor. Y si se reduce la oferta de una mercancía, gana valor. Pues lo mismo con el
dinero en equilibrio monetario. Partiendo de esa base, imaginemos un gobierno que quiere gastar
más de lo que ingresa. Cualquier gobierno que quiera gastar más de lo que ingresa en impuestos
tiene dos alternativas. La primera es financiar la diferencia pidiendo prestado ese dinero, vendiendo
bonos en el mercado y recibiendo dinero a cambio de esos bonos. Y la segunda, tal como señala la
teoría monetaria moderna, es imprimir nuevo dinero para pagar la diferencia entre los mayores gastos
y los ingresos. Ahora bien, si el gobierno imprime, emite, crea nuevo dinero, lo que está haciendo es
aumentar la oferta de dinero. Y ahí lo que deberíamos preguntarnos desde la perspectiva del equilibrio
monetario es lo siguiente. La demanda de dinero en el sector privado, la demanda de dinero de familias
y empresas, el dinero que familias y empresas quieren tener en sus saldos de tesorería se ha
incrementado. Porque si no lo ha hecho, si la demanda de dinero no ha aumentado y el gobierno aumenta la
oferta de dinero, entonces lo que sucederá desde la perspectiva del equilibrio monetario es que el
dinero se depreciará y, por tanto, habrá inflación. Es decir, que en el fondo el gobierno estará financiando,
estará sufragando el exceso de gastos sobre ingresos a través del cobro de un impuesto
indiscriminado sobre los tenedores de saldos de tesorería, como es la inflación. Cuidado que esto
también significa que si la demanda de dinero hubiese aumentado, entonces el gobierno sí tendría
cierto margen para financiar su déficit, para gastar más de lo que ingresa, creando nuevo dinero sin
generar inflación. Pero claro, aquí reside el quid de la cuestión. Salvo que presupongamos que la
demanda de dinero siempre se adapta a las necesidades de financiación de déficit del gobierno, es decir,
que la demanda de dinero siempre se adapta a la oferta de dinero tal como la determina el gobierno,
debería resultar muy obvio que si el gobierno quiere financiar un déficit público muy grande
mediante la creación de muchísimo nuevo dinero, si la demanda de dinero no ha aumentado en paralelo a
ese aumento brutal de oferta monetaria que proyecta el gobierno para financiar su brutal desequilibrio
presupuestario, parece claro que en ese caso financiar el déficit creando dinero sí generará
inflación. De tal manera que si la demanda de dinero no ha aumentado o no ha aumentado demasiado y un
gobierno quiere financiar de manera no inflacionista un déficit público sustancial, no podrá financiar
todo ese déficit público creando nuevo dinero, porque si aumenta la oferta monetaria en esa magnitud
sin que haya aumentado en la misma magnitud la demanda monetaria, habrá inflación. Y en ese caso,
como digo, si ese gobierno quiere financiar ese déficit de manera no inflacionista, no le quedará
otro remedio que pedir prestado dinero que él mismo ha creado previamente y que está en circulación en
el sector privado. En lugar de aumentar la oferta monetaria por encima de la demanda monetaria y,
por tanto, depreciar la moneda, lo que hace es congelar la oferta monetaria, porque no ha aumentado,
repito, la demanda monetaria, y pedir prestada aquella porción de la oferta monetaria existente
que desea gastar de más por encima de los ingresos fiscales. Bien, esa sería la explicación desde el
punto de vista del equilibrio monetario de por qué los gobiernos piden prestado un dinero que tienen
la capacidad de crear. Piden prestado dinero para financiar un déficit público sin incrementar la
oferta monetaria, porque incrementar la oferta monetaria bajo ciertas condiciones, por ejemplo,
cuando no ha aumentado la demanda monetaria, generaría inflación. Y otra explicación complementaria a la
anterior de por qué los gobiernos se endeudan en su propia moneda cuando podrían simplemente crearla
de nuevo es la perspectiva del flujo de gasto. La perspectiva del flujo de gasto nos dice que se
producirá inflación dentro de una economía siempre que el gasto agregado dentro de esa economía aumente
más de lo que se puede incrementar la oferta agregada. Si los agentes económicos quieren gastar
mucho dinero y la economía no tiene capacidad para aumentar la oferta de bienes y servicios en la misma
magnitud en la que los agentes quieren incrementar su gasto, pues más gasto agregado, no mayor producción
agregada, por tanto subidas de precios. Y cuidado que lo anterior también significa que en economías donde,
por ejemplo, los recursos ociosos, el desempleo sea gigantesco, sea una enormidad. En principio,
un gobierno podría gastar más de lo que ingresa creando nuevo dinero, aun cuando la demanda de dinero
del sector privado no se hubiese incrementado, porque aunque aumente el gasto agregado dentro de
esa economía, habrá capacidad para movilizar parte de esos recursos ociosos, lo que Marx llamaría
Ejército Industrial de Reserva y, a través de esa movilización, de esa contratación de los recursos
ociosos, aumentar la producción para atender ese mayor gasto sin aumentar los precios. Pero en
momentos normales, en momentos no de depresión, los recursos ociosos por toda la economía no tienden a
ser sobreabundantes y, por tanto, un mayor gasto agregado, sobre todo si se trata de un aumento
sustancial de ese gasto agregado, tiende a generar inflación, dado que la producción agregada no se
puede incrementar al mismo tiempo en la misma magnitud. Pues bien, imaginemos que un gobierno
gasta más de lo que ingresa en impuestos por la vía de crear nuevo dinero. E imaginemos que,
como en la explicación anterior, la demanda de atesoramiento, la demanda de almacenamiento,
la demanda de mantenimiento del dinero en nuestra cuenta corriente, de no gastar, por tanto, el
dinero, imaginemos que esa demanda no ha aumentado. ¿Qué sucederá? Pues que si el gobierno crea nuevo
dinero y lo gasta, y ese dinero, a través de ese gasto, es recibido por el sector privado,
por familias y empresas que no han aumentado su deseo de incrementar sus saldos de tesorería,
pues si familias y empresas reciben vía gasto más dinero del que quieren mantener atesorado,
lo que harán esas familias y empresas es gastar todo ese dinero que han recibido y que no quieren
tener consigo. Prefieren tener otras cosas, otros activos, otras mercancías, antes que aumentar sus
saldos de tesorería. Por tanto, si la demanda de dinero no ha aumentado y el gobierno aumenta la
oferta de dinero para gastar, esa mayor oferta de dinero no demandada por el sector privado se
traducirá en un mayor flujo de gasto en el conjunto de la economía. El Estado gastará más imprimiendo
dinero y el sector privado también gastará más, porque ese flujo de dinero no lo almacenará,
no dejará de gastarlo. Por tanto, tenemos un incremento del gasto agregado. No es que el sector
público no es que el Estado gaste más a costa de que el sector privado deje de gastar. No. El sector
público gasta más y el sector privado también gasta más. ¿Y qué sucede en ese contexto si la
economía no es capaz de aumentar la oferta de bienes y servicios lo suficientemente rápido como
para atender ese mayor flujo de gasto agregado? Pues que habrá inflación. Así pues y desde la
perspectiva del flujo de gasto. ¿Por qué los gobiernos piden prestada aquella moneda que
ellos mismos podrían crear? Pues para no incrementar el gasto agregado, la demanda
agregada dentro de esa economía, potencialmente generando inflación. Al pedir prestado dinero que
ya existe, es decir, al gastar sin crear nuevo dinero, el sector público puede gastar más, el dinero
que ha pedido prestado a costa de que el sector privado gaste menos. Porque aquel agente económico
que le ha prestado el dinero que tenía al sector público, ese agente económico se desprende
temporalmente de unidades monetarias, las presta, que por tanto ya no pueden ser gastadas por él. Si el
gobierno imprimiera nuevo dinero para gastar, ese agente económico podría seguir gastando ese dinero y el
gobierno adicionalmente podría gastar el nuevo dinero que ha creado, con lo cual el gasto agregado
se incrementaría. Y si la economía no puede atender ese mayor gasto agregado con mayor producción agregada
a corto plazo, eso generará inflación. Y si el gobierno quiere financiar su déficit público de una
manera no inflacionista, entonces tiene sentido que pida prestado dinero existente en lugar de crear
nuevo dinero. Por consiguiente, tanto la perspectiva del equilibrio monetario como la perspectiva del
flujo de gasto nos conducen a una misma respuesta que Jared Bernstein, jefe del Comité de Asesores
Económicos de Joe Biden, no supo articular. Los gobiernos piden prestado el dinero que ellos
mismos podrían crear para, en términos generales, financiar su déficit público, su exceso de gastos
sobre ingresos sin generar inflación. Cuidado, no estoy diciendo que éste sea el único determinante
de la inflación. Puede haber otros determinantes de la inflación. Puede haber otras causas de la
inflación. Por tanto, que los gobiernos hagan esto no garantiza que no vaya a haber inflación por otras
causas. Por ejemplo, ya he mencionado que si cae la demanda de dinero habrá inflación aun cuando el
gobierno no esté creando nuevo dinero. Y la demanda de dinero puede caer, por ejemplo, si el sector
privado teme que un determinado gobierno se está acercando a la insolvencia. Pero emitir bonos para
financiar el déficit, es decir, pedir prestado el dinero que el gobierno puede crear, pedir prestado
el dinero al sector privado para que el gobierno gaste más de lo que ingresa, eso es un mecanismo no
inflacionista o minimizador de la inflación, de financiar el déficit público. Y no es que el
gobierno quiera financiar su déficit público sin generar inflación o minimizando la inflación generada
porque sea una hermanita de la caridad. Al gobierno, por supuesto, que le encantaría financiar su déficit
público a través de la inflación. El problema es que si un gobierno financia sistemáticamente su déficit
público a través de la inflación, los ciudadanos aprenden que están siendo expropiados a través de
la inflación y, por tanto, comienzan a repudiar su moneda buscando refugio en otros activos monetarios
que no controla directamente ese gobierno. Un caso extremo de este escenario sería Argentina. Tras
muchísimos golpes monetarios, los argentinos han aprendido que no pueden confiar en la moneda que
crea su propio gobierno, porque ese gobierno intentará robarles a través de la creación de
moneda y por eso han buscado refugio en otras monedas, como el dólar. Y si los ciudadanos buscan
refugio en otros activos monetarios que no controla ese gobierno, la capacidad de ese gobierno para
financiarse en su propia moneda se reduce. De nuevo el caso paradigmático del gobierno argentino,
que no puede financiarse por ninguna vía salvo emitiendo deuda en dólares que tampoco le quieren
comprar los mercados. Con lo cual, si un gobierno entiende que si abusa mucho de la inflación como
mecanismo para financiar el déficit, los ciudadanos reaccionarán y se adaptarán a esa estrategia
inflacionista del gobierno y al reaccionar y adaptarse a la misma el gobierno perderá capacidad de
financiación, le puede llegar a largo plazo a interesar al gobierno no abusar de la inflación como
mecanismo de financiación del déficit. Y por eso, en el propio interés del gobierno, emite bonos,
pide prestado el dinero que él mismo podría crear para evitar generar inflación sistemática y
estructural en la financiación de sus déficits. Esa es la explicación que debería haber dado o que
al menos debería haber intentado dar, porque también hay que entender que en ocasiones es muy
complicado sintetizar muchas ideas económicas en 30 segundos, pero esa es la explicación que debería
haber dado o que al menos debería haber intentado dar Jared Bernstein, jefe del Comité de Asesores
Económicos de Joe Biden, del presidente de los Estados Unidos. Y que Bernstein haya sido absolutamente
incapaz de articular algo parecido a esto, solo hace que me pregunte con cierta preocupación en qué manos estamos.