This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
histórico encarecimiento de los precios del petróleo y del gas ante la
posibilidad de que se decrete un embargo energético contra Rusia. ¿Cuáles serán
las consecuencias económicas para Occidente de este fortísimo encarecimiento
de los precios de la energía? Veámoslo.
La posibilidad de que los Estados Unidos y la Unión Europea decreten un embargo
energético contra Rusia ha disparado los precios del petróleo y del gas en los
mercados financieros, más en particular el precio del petróleo, tomando como
referencia el barril Brent, ha superado los 125 dólares por barril, lo que
significa que se ubica en su nivel más elevado desde el año 2008. En el año 2008
se registró su récord histórico en 147 dólares por barril, a su vez el precio
del gas, de referencia en Europa, se ha disparado hasta su máximo histórico, un
precio, el del gas, que equivale a un barril de petróleo por encima de los
500 dólares. ¿Cuáles van a ser las consecuencias para la economía real de
este brutal encarecimiento de los precios de la energía? Bueno, comencemos
constatando que el cuadro macroeconómico del gobierno de España para este año 2022
presuponía que el precio medio del barril de petróleo a lo largo de todo este
año sería de 60 dólares, es decir, menos de la mitad de su precio actual. De
hecho, como el euro también se está depreciando frente al dólar, el
encarecimiento efectivo de la energía es todavía mayor de lo que aparece en las
gráficas expresadas en dólares. Dicho de otra manera, el gobierno esperaba pagar
unos 50 euros por barril de petróleo a lo largo del año 2022 y ahora mismo
estamos pagando más de 115 euros por barril de petróleo. Si el precio de la
energía del petróleo o del gas se encarece, la economía real, el sector
empresarial, tiene dos opciones o repercutir ese encarecimiento del precio
de la energía en mayores precios de sus productos o comerse el encarecimiento de
la energía contra sus márgenes. Que una empresa decida repercutir el precio o
comérselo contra sus márgenes no depende sólo de la voluntad de la empresa,
también depende de si los consumidores tienen capacidad y están dispuestos a
pagar el mayor precio que la empresa querría cobrarles como consecuencia del
aumento de sus costes energéticos. En cualquier caso, si la empresa opta y
puede por repercutir sus mayores costes energéticos al precio de sus
mercancías, entonces el problema, el empobrecimiento, se lo traslada a aquella
otra empresa o a aquella familia que compre sus productos. Y si en cambio la
empresa no quiere o no puede trasladar el mayor coste energético al precio de sus
mercancías, si ese mayor coste energético va contra sus márgenes, entonces
quien se empobrece es esa empresa. Unos menores márgenes empresariales
significan menor inversión y menor empleo, de manera que también hay un
empobrecimiento que va más allá de la empresa. Por un lado, los proveedores de
esa empresa que se está empobreciendo también se empobrecen, si la
compañía empobrecida invierte menos, compra menos inputs a otras compañías,
los ingresos de esas otras compañías también caen y por tanto se empobrecen,
y a su vez también se empobrecen los trabajadores que trabajaban para esa
compañía que se ha empobrecido. Si el margen de beneficios de una empresa cae y
tiene que despedir o no contratar trabajadores, entonces esos trabajadores
despedidos o que no llegan a ser contratados también se empobrecen. Por
consiguiente, el efecto directo, inmediato del aumento de precio del
petróleo y del gas, será o un encarecimiento de los carburantes del
gas y de la electricidad, o un estrechamiento y consecuente empobrecimiento
del margen de beneficios y de la actividad de sectores como las gasolineras,
las eléctricas o las gasistas. Ahora bien, como la gasolina, el gasolio, el gas
natural o la electricidad son bienes, son inputs indispensables para muchas
empresas y para muchas familias, estas compañías tienen una elevada
capacidad para repercutir los mayores costes del petróleo o del gas en
mayores precios de los carburantes de la electricidad o del gas natural. Aunque
haya una cierta contracción, un cierto retroceso de la demanda de estos bienes,
esa caída de la cantidad demandada será muy inferior al aumento del precio.
Por consiguiente, en esta primera etapa lo que vamos a ver esencialmente no es
tanto un empobrecimiento de los proveedores de electricidad, de gas o de
carburantes, sino un encarecimiento de su mercancía y, por tanto, un potencial
empobrecimiento de familias y de empresas. De hecho, eso mismo es lo que ya está
sucediendo. Los precios de la electricidad o los precios de los carburantes en
España se están disparando hasta sus máximos históricos. En este primer
gráfico podemos observar la evolución del precio de todos los carburantes
hasta el momento. Todavía no se recoge el impacto de los nuevos precios del
petróleo y, como podemos observar, los precios de todos los tipos de
carburantes ya estaban en sus máximos históricos antes, incluso, de este
encarecimiento reciente de esta explosión reciente del precio del
petróleo en los mercados internacionales. Y, de la misma manera, la parte de la
energía dentro de la tarifa eléctrica regulada, PWPC, marcaba, registraba hoy su
máximo histórico con muchísima diferencia. Estamos hablando de un precio que
triplica los niveles alcanzados antes del año 2021.
Por tanto, los precios de la energía, electricidad, gas y carburantes están
subiendo al socaire del mayor precio del gas y del petróleo en los mercados
internacionales. ¿Y quiénes van a pagar esos mayores precios de los carburantes,
del gas y de la electricidad? Pues, en una primera instancia, los consumidores, los
compradores de carburantes de gas natural y de electricidad, es decir, las
familias y las empresas que utilicen electricidad, gas o carburantes para
producir. Y digo, en una primera instancia, porque tanto familias como empresas
pueden tratar de repercutir esos mayores costes energéticos a sus
proveedores. ¿Quiénes son los proveedores de las familias? Las empresas que las
contratan como trabajadores. Es decir, los trabajadores pueden intentar, y en
algunos sectores ya lo están consiguiendo, forzar alzas salariales que les
compensen la fuerte inflación que estamos viviendo. En enero del año 2022,
por ejemplo, en 20.000 empresas de España, los salarios aumentaron un 6%
con respecto al mismo nivel del año anterior. Es decir, es decir, que las
familias hasta cierto punto también pueden intentar repercutir esos mayores
precios de la energía a sus proveedores, a sus contratistas, a las empresas que
contratan su mano de obra. Y a su vez, las empresas que consuman electricidad, gas o
carburantes también pueden intentar repercutir esos mayores costes
energéticos a sus proveedores. Y algunas de ellas desde luego lo están intentando.
Por ejemplo, la producción de aluminio es una producción que utiliza, que consume
mucha electricidad. ¿Qué está sucediendo con el precio del aluminio? Pues que se está
disparando. Nunca, ni siquiera en el periodo de fuerte inflación, de fuerte
encarecimiento de las materias primas en los años 2007 y 2008, el precio del
aluminio, en términos nominales, ha sido tan elevado como en la actualidad. Pero
claro, si las compañías que consumen carburantes, gas o electricidad
repercuten esos mayores costes energéticos a sus productos, pues entonces
las familias y las empresas que consuman esos productos tendrán que hacer lo
propio o se comen contra sus márgenes esos mayores precios de los servicios, de
los inputs que están adquiriendo, o van a tener que repercutir en sus precios los
mayores costes. Por ejemplo, las empresas automovilísticas que consumen aluminio
o encarecen el precio de los automóviles o ese mayor precio del aluminio va
contra sus márgenes. Eir contra sus márgenes significa menor producción y
mayores despidos. De la misma manera, las compañías de transporte de mercancías
que consumen carburantes o encarecen el coste del transporte de las mercancías
tanto por tierra, por mar y por aire, en cuyo caso todas las mercancías se
encarecerán, o alternativamente cargan contra sus márgenes ese mayor coste del
combustible, pero si lo cargan contra sus márgenes va a ser rentable transportar
menos mercancías, con lo cual también tendremos menos suministro de mercancías
en occidente. Y si los trabajadores consiguieran elevar sus salarios, si los
transportistas consiguieran elevar sus tarifas, si los productores de aluminio o
de otros productos intensivos en electricidad, en gas o en carburantes
consiguieran elevar sus precios, entonces aquellas otras familias o aquellas otras
empresas que consumen esos servicios se enfrentarían ante la misma disyuntiva
o bien elevan los precios de sus productos o bien sufren una
contracción en sus márgenes. ¿Cómo hay que tomarse esto, vicepresidente?
Bueno, evidentemente estamos en un momento muy difícil y vienen tiempos
difíciles porque está claro que el impacto de esta guerra, la guerra de
Putin, más directo en el caso de nuestro país es en términos de los precios de la
energía. En el caso de España el impacto más directo viene del lado de los
precios de la energía y tenemos que hacernos a la idea de que esto es lo que
viene, un alza de los precios de la energía que tiene un impacto sobre la
inflación. Menos crecimiento, menos empleo y más inflación, en definitiva más pobreza.