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La inflación se ha disparado en España hasta el 5,5%. La tasa más elevada en los últimos
30 años. ¿Qué puede pasar a partir de ahora? Veámoslo.
La inflación está totalmente disparada en España. Hasta el mes de octubre los precios
habían aumentado un 5,5% con respecto al mismo mes del año anterior.
Se trata de la mayor tasa de inflación desde septiembre del año 1992, es decir, prácticamente
el mayor aumento de la inflación en los últimos 30 años.
Como podemos ver en este gráfico, ni siquiera en el año 2008, cuando los precios del petróleo
llegaron a 150 dólares el barril, la inflación llegó a estar tan alta, tan elevada en nuestro
país.
¿Qué va a pasar a partir de ahora? Valoremos la posibilidad de tres escenarios distintos
de menor a mayor gravedad.
El escenario más optimista sería que esta elevación de los precios revierta sola.
Básicamente estamos asistiendo a un incremento de los precios derivado de la existencia de
cuello de botella en sectores muy específicos de la economía global como consecuencia de
la falta de inversión durante el pandémico año 2020 como consecuencia de la quiebra
de empresas durante el pandémico año 2020 y por tanto como consecuencia de la falta
de adaptación de la estructura productiva a atender las necesidades actuales de gasto.
Si a esa inelasticidad de la oferta, si a esa falta de capacidad de la estructura productiva
para atender las necesidades de gasto, le sumamos que el gasto público y privado durante
los últimos meses se ha visto cebado por las políticas de estímulo de gobiernos y
bancos centrales, oferta muy rígida gasto exuberante elevación de los precios especialmente
como digo en aquellos cuellos de botella que no pueden reaccionar aumentando la producción
tras recibir un aumento del gasto.
Por tanto cabe un escenario optimista en el que esos cuellos de botella se normalizan,
vuelven a incrementar la producción y por tanto los precios dejan de subir o incluso
se reducen con respecto a los elevados niveles actuales.
Si eso fuera así, el actual periodo inflacionista pasaría sin demasiada pena ni gloria.
A la postre la inflación subyacente que excluye el precio de la energía apenas se
está incrementando un 1,4%.
Es decir que el grueso de la inflación se está concentrando en la energía y todavía
no ha invadido, todavía no ha contaminado, todavía no se ha inoculado en los precios
del resto de la economía, por tanto si la energía y otros cuellos de botella no energéticos
pero si fundamentalmente la energía se abaratara durante los próximos meses, pues como la inflación
todavía no ha penetrado en el resto de la economía, previsiblemente tampoco penetraría
en el resto de la economía y este episodio inflacionista concluiría sin más quebraderos
de cabeza.
Motivos que pueden terminar impulsando este escenario optimista, por ejemplo, China está
empezando a incrementar de manera sustancial su producción interna de carbón, justamente
y como ya explicamos en otro vídeo, China está sufriendo apagones porque ha embargado
la importación de carbón desde Australia y durante muchos meses había dejado de producir
carbón nacional.
Pues bien, ahora China está volviendo a producir carbón nacional, lo que en algún momento
terminará incrementando el suministro de carbón y tal vez moderando los precios internacionales
del carbón.
O otro motivo que puede impulsar esta corrección de los precios energéticos, Irán.
Irán acaba de anunciar que tiene intención de volver a hablar con Estados Unidos para
llegar a un acuerdo nuclear, lo cual permitiría que Estados Unidos y la comunidad internacional
levanten el embargo sobre las exportaciones de petróleo de Irán.
Si Irán vuelve a producir, a suministrar petróleo en los mercados internacionales,
previsiblemente el precio del petróleo se moderará.
De hecho, ya hemos visto cierta moderación en los últimos días como consecuencia de
este restablecimiento del buen clima negociador con Irán.
Y, a su vez, una nueva fuerza potencialmente moderadora de los precios es que, aparentemente,
el crecimiento económico global, tanto en Estados Unidos, como en China, como en Alemania,
como también en España, se está enfriando.
Si se enfría el crecimiento económico, una posibilidad, no necesariamente una necesidad,
pero una posibilidad, es que se contraiga el gasto nominal o que se modere el gasto nominal
y, por tanto, que esos cuellos de botella muerdan menos.
Si no estamos tensionando tanto esos cuellos de botella, si no estamos demandando tantos
productos porque gastamos menos en ellos, entonces, esos cuellos de botella no presionaran tanto
la inflación como lo han venido haciendo hasta el momento.
Y si, además, añadimos a este escenario optimista con respecto a la evolución de la inflación,
la posibilidad de que los bancos centrales aceleren la retirada de los estímulos monetarios,
entonces, si todos estos factores confluyen, podría darse el caso de que, en efecto, la
inflación se modere, de que los precios dejen de aumentar.
Vayamos ahora al segundo escenario, menos optimista que el primero, pero menos grave,
que el tercero, que expondremos más adelante.
Imaginemos que las elevaciones de precios en aquellos productos que ahora mismo sufren
de cuellos de botella en su cadena productiva, imaginemos que esos precios no se moderan,
la elevación de esos precios no se modera en el corto medio plazo.
Y, por tanto, esa inflación, que de momento es una inflación esencialmente energética
y de otros componentes, pero esencialmente energética, termina penetrando en los precios
del resto de la economía.
Recordemos lo que habíamos dicho.
La inflación general está en el 5,5% en España, la subyacente en el 1,4%, pero puede
terminar sucediendo que ese 5,5% se traslade al 1,4%, ¿cómo puede ocurrir esto?
Pues básicamente, si los agentes económicos empiezan a elevar precios, empiezan a elevar
salarios, ¿cómo es reacción a la elevación del IPC general?
De momento, la inmensa mayoría de empresarios no están aumentando precios.
El IPC de alimentos, que de alguna manera sería un próxid de lo que están incrementando
los precios, los supermercados, apenas había aumentado hasta el mes de octubre un 1,6%,
es decir, es un IPC muy atado a la inflación subyacente y que todavía no refleja el IPC
general.
Sin embargo, cada vez más empresarios ya están diciendo que este incremento de los
costes energéticos es insoportable para sus márgenes empresariales y cada vez más empresarios
están empezando a anunciar que en los próximos meses sí subirán precios para trasladarle
al consumidor este encarecimiento de la energía.
Por tanto, aquí ya tendremos una primera ronda de elevaciones de precios como reacción
a la elevación de los precios energéticos y de otros componentes que son relativamente
escasos en este momento.
Pero es que además esta elevación de los precios de venta de los productos que adquieren
los consumidores puede, en algún momento, no muy lejano terminar trasladándose a los
salarios.
En el año 2021, la elevación media, la revalorización media de los salarios en España, de los salarios
regulados por convenio en España, será del 1,5% o del 1,6%.
Dicho de otra manera, si la inflación general, que la sufren los trabajadores, es del 5,5%
como hasta el mes de octubre de este año 2021 y los salarios solo suben 1,5%, los trabajadores
españoles, los que tienen empleo, no hablemos ya de los parados, los trabajadores españoles
con empleo, perderán este año una media del 4% de su poder adquisitivo.
Es como si les hubiesen recortado los salarios un 4%.
Bien, ¿cuánto tiempo estarán los trabajadores dispuestos a aguantar, a sufrir en sus carnes,
a internalizar en sus carnes esta merma de poder adquisitivo, este recorte de los salarios
reales?
Pues previsiblemente no mucho tiempo.
¿Y cómo pueden reaccionar los trabajadores dentro de la negociación colectiva?
Llamando alzas de salarios a lo mejor no del 5,5%, pero sí del 3, del 3,5% o del 4%
para compensar esta elevación de la inflación.
Pero claro, si los salarios en España suben el 3, el 3,5% o el 4%, eso es un coste que
va a afectar a todos los márgenes empresariales de todas las empresas y, por tanto, tendremos
un nuevo efecto de segunda ronda, consistente en que los empresarios tendrán que subir
los precios de venta de sus productos para recuperar el margen que han perdido porque
se han incrementado los salarios.
Podríamos entrar así en una temible espiral precio salarios.
Los empresarios aumentan precios, los trabajadores reaccionan al aumento de precios pidiendo
aumentos salariales, los empresarios reaccionan al aumento de los salarios elevando nuevamente
los precios, los trabajadores vuelven a reaccionar a esa elevación de los precios pidiendo nuevas
alzas salariales, etcétera, etcétera, etcétera.
¿Cómo se rompen las espirales precios salarios?
Pues atando, anclando las expectativas tanto de empresarios como de trabajadores a una
moderación de los precios, es decir, convenciendo a empresarios y trabajadores de que en el
futuro los precios van a dejar de subir y de que, por tanto, ya pueden dejar de pedir
elevaciones de precios y de salarios porque su poder adquisitivo o respectivo se va a
estabilizar a partir de este momento.
¿Y cuál es la única forma que conocemos de conseguir anclar las expectativas de todos
los agentes económicos?
Porque confíen en que los precios van a dejar de subir en el futuro con elevaciones de los
tipos de interés, es decir, con una política monetaria contractiva, una política monetaria
que, por un lado, restringa el gasto agregado de los agentes económicos, si los agentes
económicos tienen menos acceso al crédito barato, podrán gastar menos y si gastan menos
los precios se tensinarán menos, pero también que, por otro lado, mande a los agentes económicos
la señal creíble de vamos en serio para controlar la inflación.
Por tanto, ya podéis incorporar en vuestras expectativas que los precios se van a moderar
en el futuro porque nosotros, el Banco Central, estamos ahí y vamos a hacer todo lo que sea
necesario para evitar que los precios suban y, como tenemos ese poder, como tenemos esa
capacidad, vosotros ya os podéis convencer ahora de que los precios van a dejar de subir
y ya lo podéis incorporar en vuestras expectativas dejando de alimentar la espiral precio salarios.
De este modo, si a medio largo plazo los collos de botella se solucionan y los bancos centrales
consiguen romper una posible espiral precio salarios a través de una política monetaria
contractiva, el episodio inflacionista habría dejado heridas, desde luego, pero no habría
sido crítico.
Se puede dar este escenario, sí, perfectamente, pero tengamos en cuenta que, si se da este
escenario, la política monetaria contractiva, las subidas de los tipos de interés impactarán
negativamente sobre nuestro crecimiento económico, es decir, podríamos llegar a tener incluso
destrucción de empleo a corto plazo, eso sí, con tal de anclar las expectativas al
suelo.
Y vayamos ahora con el último escenario, el peor escenario posible para la inflación,
que es aquel en el que los precios se descontrolan.
Imaginemos, como hemos dicho antes, que los collos de botella no se solucionan a corto
plazo.
Imaginemos que, además, entramos en un espiral precios salarios e imaginemos que las elevaciones
de los tipos de interés del Banco Central Europeo o de la Reserva Federal no surten
efecto a la hora de anclar las expectativas de los agentes económicos.
¿Por qué podría suceder que esa elevación de los tipos de interés, esa contracción
de la política monetaria, no surta efecto a la hora de anclar las expectativas?
Pues por un lado, podría pasar que ese incremento de los tipos de interés sea muy timorato,
sea muy moderado.
Si, justamente, decíamos antes que parece que el crecimiento global se está frenando,
pues a lo mejor los bancos centrales no quieren asfixiar ese escaso crecimiento económico
global con fuertes subidas de los tipos de interés.
Además, los gobiernos de todo el mundo están muy endeudados, con lo cual los bancos centrales
puede que tampoco quieran subir demasiado los tipos de interés para no asfixiar financieramente
a los gobiernos.
Por un motivo o por otro, si las subidas de los tipos de interés no son suficientemente
contundentes como para convencer a los agentes económicos de que el banco central va en
serio para controlar la inflación, si los agentes económicos creen que el banco central
solo está amagando con subir los tipos de interés, pero que no se va a atrever a subirlos
mucho más si es necesario para controlar la inflación, entonces las expectativas podrían
no anclarse.
Por otro lado, si las expectativas no se anclan, es más, si el banco central llega a
sufrir un cierto descrédito, en plan, esta institución ahora mismo no tiene capacidad
para controlar los precios porque no está dispuesta a hacer todo lo que sea necesario
para controlar los precios, se podría producir otro fenómeno todavía más temible.
Y es una caída de la demanda de moneda, es decir, una huida parcial de la comunidad
inversora de la moneda fiat.
En los últimos años, el aumento de la oferta de moneda fiat ha sido muy considerable, porque
ese incremento de la oferta de dólares de euros de yenes de libras no se ha traducido
en un aumento de la inflación, pues porque al mismo tiempo la demanda de esa moneda,
la demanda de ese dinero, se ha incrementado también de manera muy considerable.
Si aumentas la oferta y al mismo tiempo aumentas la demanda, el atesoramiento de esa moneda
por parte de los agentes económicos, el valor de la moneda no cae, pero ¿qué sucedería
si ahora se produce un desatesoramiento generalizado de moneda fiat?
Porque los agentes económicos consideran que determinadas monedas fiat, como el dólar,
como el euro, como el yen, como la libra, han dejado de ser buenas reservas de valor,
porque vienen tiempos inflacionistas muy duros y, por tanto, si tratas de atesorar valor
en moneda fiat, vas a perder hasta la camisa, pues entonces, si la oferta no se reduce,
y para reducir sustancialmente la oferta, habría que aplicar una política mucho más
contractiva de lo que ningún banco central está dispuesto a aplicar, si la oferta no
se reduce y la demanda si cae, oferta incrementada y demanda en contracción, valor de la moneda
hundido y, por tanto, precios subiendo a un ritmo todavía mayor.
Si la moneda se deprecia, el precio del resto de bienes y servicios sube con respecto a
la moneda.
Esta sería una nueva ronda de inflación que no sería una ronda inflacionista derivada
del aumento del gasto ni del aumento de las expectativas con respecto al aumento de los
precios vinculado al aumento del gasto, sino que sería una nueva fuente autónoma de elevación
de los precios.
Una inflación puramente monetaria, una inflación derivada de la caída de la demanda de dinero
con respecto al aumento de la oferta de dinero, y si esto sucediera iríamos a tasas de inflación
mucho más elevadas de las que tenemos en la actualidad, tasas de inflación propias
de los años 70, que fue la última coyuntura en la que sucedió lo que estoy describiendo.
Pues bien, si nos fuéramos a este tercer escenario, los gobiernos y los bancos centrales tendrían
que adoptar.
En algún momento, a lo mejor a corto plazo, a medio plazo se resisten, pero en algún
momento, sí o sí, tendrán que adoptarlo, medidas durísimas para controlar la inflación.
En los años 70, finales de los años 70, los tipos de interés en Estados Unidos se ubicaron
por encima del 20% – lo expliqué en un vídeo de hace ya algunos años – por encima
del 20% para anclar las expectativas de los agentes.
No estoy diciendo que este sea el escenario más probable, no estoy diciendo que este
sea el escenario al que necesariamente vayamos a ir.
Como hemos visto, hay escenarios intermedios en los que los bancos centrales todavía pueden
manejar, pueden controlar la situación de cierto descontrol de los precios, como consecuencia
de haber cebado el gasto en un contexto de oferta inelástica y, por tanto, donde, si
pudieran reconducir los precios, esta inflación no se descontrolaría desde el lado de la demanda
monetaria.
Pero, desde luego, hay que tener en cuenta que este tercer escenario podría terminar dándose
si las instituciones estatales, si los gobiernos y sobre todo los bancos centrales, no reaccionan
de manera adecuada al repunte serio de la inflación que estamos viviendo, no solo
en España, sino en todo el mundo.
Lo único completamente seguro hasta el momento es que esta inflación históricamente elevada
nos va a volver a todos mucho más pobres, bueno, a todos no, al Estado lo va a volver
más rico, porque cuanto mayor es la inflación, más se reduce la carga financiera real, la
deuda real, la deuda pública real que soportan los Estados.
Ahí quizá hay un cierto conflicto de intereses, por lo cual los Estados no están demasiado
interesados en controlar la inflación.
Pero quitando a los deudores, a los que la inflación les viene bien, esta inflación
nos va a volver a todos más pobres, y la gran cuestión es si nos volverá solo algo
más pobres o mucho más pobres.