This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
¿Genera la reserva fraccionaria necesariamente ciclos económicos?
No, no lo hace. Sigamos en este vídeo con las réplicas a los defensores del
coeficiente de caja del 100%. Veámoslo.
En vídeos anteriores he intentado demostrar por qué la banca Simons, la
propuesta de reforma monetaria de Javier Milei para la Argentina, es indeseable
desde un punto de vista económico y es antiliberal desde un punto de vista
moral. La banca Simons, en esencia, equivale a imponer un coeficiente de caja
del 100% sobre los depósitos a la vista de los bancos y sobre cualquier otro
título de deuda a corto plazo que resulte equivalente a un depósito a la vista
bancario. Pues bien, también a lo largo de la última semana, el profesor Jesús Huerta
de Soto, defensor muy conocido del coeficiente de caja del 100% y una de las
referencias intelectuales de Javier Milei, también, por cierto, uno de mis maestros
en economía, publicó una réplica a algunos de los argumentos que expuse en
esos vídeos y, a su vez, tuve ocasión de comentar esa réplica del profesor Jesús
Huerta de Soto en un vídeo específico que publiqué en este canal. En ese vídeo ya
indiqué que el profesor Huerta de Soto no seguiría dando réplica a las
réplicas en un intercambio potencialmente interminable y para el
cual el profesor Huerta de Soto no tiene tiempo disponible. Pero eso no
significa que los discípulos del profesor Huerta de Soto, yo también soy
discípulo, aunque no lo sigo en el caso del coeficiente de caja del 100%, eso no
significa que los discípulos de Huerta de Soto, que sí lo siguen en el caso del
coeficiente de caja del 100%, no puedan seguir dando réplica. Y así ha sucedido
recientemente con uno de los discípulos más conocidos, más afamados de Huerta de
Soto, al que, por cierto, también sigue muy de cerca Javier Milei porque recomendó
su obra como reflejo de lo que puede terminar sucediendo en una Argentina
deflacionista, en una Argentina donde se congele la oferta monetaria y, por tanto,
esté abocada a la deflación. Me estoy refiriendo al profesor Philip Agus. Philip
Agus acaba de publicar un artículo en el que responde al vídeo en el que yo
mismo daba réplica a algunos de los argumentos que expuso Huerta de Soto a
favor del coeficiente de caja del 100%. La mayor parte de ese artículo publicado
en el Instituto Juan de Mariana es una repetición de los mismos argumentos que
exponía Jesús Huerta de Soto. Sin embargo, sí hay en ese artículo un argumento
nuevo, un argumento importante, un argumento muy pertinente, que merece ser
tratado en un nuevo vídeo. Porque si el argumento que opone Philip Agus, el
profesor Agus, en contra de mi defensa de la banca libre y, por tanto, de mi
oposición a la imposición estatal de un coeficiente de caja del 100%, si ese
argumento que expone el profesor Bagus fuera correcto, que ya os anticipo que
no lo es, pero si lo fuera, entonces mi defensa de la banca libre, mi crítica, mi
rechazo al coeficiente de caja del 100%, no voy a decir que resultaría del todo
incorrecta. Creo que seguiría siendo válida desde un punto de vista moral y
naturalista. Pero, desde luego, perdería mucha fuerza, o incluso quedaría por entero
refutada, desde un punto de vista económico. Y ese argumento es, en esencia, que toda
reserva fraccionaria sí o sí, necesariamente, tiene que generar ciclos
económicos. Que la teoría austríaca del ciclo económico demuestra que toda
emisión de medios fiduciarios, es decir, toda emisión de sustitutos monetarios no
respaldada al 100% por dinero, por base monetaria, va a manipular a la baja los
tipos de interés y, en consecuencia, va a desatar un ciclo de mala inversión
generalizada que terminará hundiendo la economía y, de rebote, el sistema bancario
que ha impulsado ese ciclo económico a través de la reserva fraccionaria. Sin
embargo, y por mi parte, desde hace muchos años he intentado demostrar que lo que
desata el ciclo económico típicamente austríaco no es la reserva fraccionaria
per se, sino que es el deterioro de la liquidez del sistema bancario o, más en
general, del sistema financiero. Lo que provoca que la inversión aumente muy por
encima de la disponibilidad de ahorro real no es que el sistema bancario
practique la reserva fraccionaria, sino que el sistema bancario o el sistema
financiero, en general, invierta a largo plazo, es decir, proporcione financiación
a proyectos de inversión real que se transformarán en bienes de consumo en el
muy largo plazo, que el sistema financiero invierta a largo plazo, sin contar el propio
sistema financiero con fuentes de financiación, con pasivos, a largo plazo. Porque esas fuentes
de financiación, esos pasivos, son los vehículos que canalizan el ahorro de la economía. Y,
por tanto, si el sistema financiero induce que se invierta a más largo plazo que el plazo
al que el conjunto de la economía está ahorrando, lo que está provocando es que la inversión
agregada sea muy superior por unidad de tiempo a la disponibilidad de ahorro para cada una
de las unidades de tiempo. Es decir, lo que está provocando es que se produzcan los bienes
de consumo mucho más tarde que el momento en el que los ahorradores desean que se produzcan.
Que aquel momento futuro hasta el cual los ahorradores están dispuestos a esperar. Por
tanto, para explicar el ciclo económico austríaco no hay que fijarse en la reserva fraccionaria,
sino que hay que fijarse en el desajuste temporal y también en cuanto a riesgo de los activos y los
pasivos de la banca o del sistema financiero. Que haya reserva fraccionaria ni es condición
necesaria ni es condición suficiente para que el sistema bancario o el sistema financiero en general
deterioren su liquidez y generen, por tanto, un ciclo económico austríaco de mala inversión.
Si los bancos en un régimen de reserva fraccionaria lo que hacen es emitir pasivos a la vista o pasivos
a muy corto plazo que pueden utilizarse como sustitutos del dinero y esos pasivos a corto plazo
o a la vista no los emiten, no los crean contra reservas de dinero, porque en tal caso estaríamos
ante un caso de coeficiente de caja del 100%, sino contra otros activos muy líquidos,
cobrables a muy corto plazo y a bajo riesgo, entonces ese sistema bancario o financiero en general,
me da igual, ese sistema bancario que está emitiendo sustitutos monetarios, medios fiduciarios,
pasivos a la vista, contra activos a corto plazo y seguros, no estará generando un ciclo económico
austríaco. Y eso es justamente lo que quiero mostrar en este vídeo. Pero antes, y para que no
exista ninguna sospecha de que estoy tergiversando o de que estoy resumiendo mal la crítica, la réplica,
la dúplica que me dirige el profesor Bagus, leamos textualmente qué dice sobre esta materia
el profesor Bagus. Respuesta a Juan Ramón Rayo. Ausencia de la teoría del ciclo. Rayo,
siguiendo su teoría fequetiana de la liquidez, argumenta, por ejemplo, que la expansión crediticia
impulsada por los bancos con reserva fraccionaria, cuando no existe un banco central que pueda
rescatarlos, es limitada porque los bancos tienen cuidado de no dejar que su liquidez se deteriore
demasiado. Esto muestra, una vez más, cómo el enfoque de la liquidez, mi enfoque de teoría monetaria,
oscurece la visión de lo que es más importante, a saber, los efectos que tiene la expansión del
crédito generada por el sistema de banca con reserva fraccionaria sobre la estructura de bienes
de capital. De hecho, la teoría austríaca del capital brilla por su ausencia en el vídeo y en
toda la teoría de Rayo. Esto yo creo que ya es una coda gratuita, pero bueno, sigamos. Y sin embargo,
es crucial. Así, en primer lugar, el vídeo no tiene en cuenta para nada la teoría austríaca del
capital y de los ciclos de Hayek y Mises. Pasa por alto que toda creación de medios fiduciarios a
través de la expansión crediticia de la banca con reserva fraccionaria disminuye artificialmente los
tipos de interés. Esta inyección de medios fiduciarios por la banca con reserva fraccionaria
siempre distorsiona la estructura productiva, porque la disminución relativa del tipo de interés hace
que parezcan rentables proyectos de inversión que no lo serían con tipos más altos. Se emprenden
proyectos más ambiciosos de los que son sostenibles con los escasos ahorros de la sociedad. Después del
auge artificial impulsado por la expansión crediticia, se genera una recesión. Y en las
recesiones, las inversiones y activos de los bancos sufren grandes pérdidas. Suben los préstamos
morosos. En este momento, los clientes pierden la confianza en los bancos y van de manera masiva a
retirar sus depósitos. Es entonces cuando surgen las corridas bancarias en ausencia de un banco
central que les pueda rescatar. Ignorar la teoría del capital y que toda expansión crediticia causa
ciclos económicos es el mismo error que comete George Selgin y que desmonta con detalle el
profesor Huerta de Soto en el capítulo 8 de su libro. Por eso, que hasta ahora hayan sobrevivido
los sistemas bancarios de países dolarizados como Panamá y Ecuador no significa que sobrevivan
indefinidamente, pues están sometidos al riesgo crónico de que sus bancos inicien una expansión
crediticia, al unísono o no. Sobre esto último, y ahora iré al argumento de fondo, simplemente
constatar que la economía panameña se dolariza en 1904. Ya lleva 120 años dolarizada. No sé
cuánto tiempo habrá que esperar para que esta modalidad de la teoría austríaca del ciclo
económico se reivindique y ese sistema bancario panameño con reserva fraccionaria, que supuestamente
es inviable, aunque lleva 120 años siendo viable, se desmorone por los ciclos de auge
y expansión que inevitablemente, supuestamente, genera toda banca con reserva fraccionaria.
Pero, como digo, vayamos ahora al fondo del asunto. Demostremos que no toda banca con reserva
fraccionaria, que no toda emisión de medios fiduciarios, tiene por qué generar un ciclo económico.
Solo cuando esa emisión de medios fiduciarios se genera contra activos a largo plazo y de alto
riesgo, no cuando tiene lugar contra activos a corto plazo y muy seguros.
Primero ilustremos de manera muy simplificada la teoría austríaca del ciclo económico. Imaginemos
una economía con dos personas. Tenemos una persona que produce trigo y tenemos una persona que produce
cebada. El productor de trigo dispone de 100 toneladas de trigo, que las acaba de producir,
y de 100 onzas de oro. A su vez, el productor de cebada dispone de 90 toneladas de cebada que acaban
de ser producidas. Pues bien, entre el productor de trigo y el productor de cebada se podría articular
perfectamente el siguiente intercambio. El productor de trigo le entrega al productor de cebada
90 toneladas de trigo a cambio de recibir del productor de cebada 90 toneladas de cebada. Y a su vez,
imaginemos que el productor de cebada le pide prestadas al productor de trigo las 10 toneladas
de trigo que le sobran a cambio de entregarle al productor de trigo dentro de, por ejemplo,
un mes, 11 toneladas de cebada. Por tanto, hay un intercambio intratemporal en el presente,
90 toneladas de trigo por 90 toneladas de cebada, y hay un intercambio intertemporal entre 10 toneladas
de trigo hoy a cambio de 11 toneladas de cebada mañana. ¿Y cómo se podría estructurar monetariamente
todo esto? Pues de una manera muy sencilla. Recordemos que hemos supuesto que el productor
de trigo tenía 100 onzas de oro en su activo. Pues bien, el productor de trigo puede utilizar 90
onzas de oro para comprar las 90 toneladas de cebada del productor de cebada y le puede prestar
también al productor de cebada 10 onzas de oro a cambio de que dentro de un mes el productor de
cebada le devuelva 11 onzas de oro. Pues bien, después de haber hecho esta primera transferencia,
te doy 90 onzas de oro a cambio de 90 toneladas de cebada y te doy 10 onzas de oro hoy a cambio de
que me devuelvas 11 onzas de oro dentro de un mes, después de haber hecho esta transferencia,
lo que hace el productor de cebada es utilizar las 100 onzas de oro que tiene, 90 por vender la
cebada, 10 por pedirlas prestadas al productor de trigo, utiliza esas 100 onzas de oro para comprar
las 100 toneladas de trigo del productor de trigo. Y dentro de un mes el productor de cebada produce
11 toneladas de cebada y lo que hará el productor de trigo es utilizar 11 onzas de oro de las que
tiene en su activo para comprar las 11 toneladas de cebada. Y como el productor de cebada ya tendrá
11 onzas de oro, las podrá utilizar para devolverle el préstamo monetario con intereses que le tenía que
devolver al productor de trigo, esas 11 onzas de oro. Hasta aquí, por tanto, todo perfectamente
coordinado. Hemos hecho intercambios intratemporales e intercambios intertemporales mutuamente beneficiosos
para ambas partes. Primero hemos expuesto el intercambio real de bienes y luego el intercambio
monetizado de bienes. El precio de la tonelada de trigo es, hemos supuesto, una onza de oro. El precio
de la tonelada de cebada es una onza de oro. Y el tipo de interés, en términos monetarios,
es del 10%, un tipo de interés que, suponemos, compensa la preferencia temporal del productor
de trigo a la hora de prestarle 10 onzas de oro para que le devuelva 11 dentro de un mes. Pues bien,
ahora introduzcamos las descoordinaciones que típicamente explican la teoría austríaca del
ciclo económico. Imaginemos que el productor de trigo, en lugar de prestarle 10 onzas de oro al plazo
de un mes al productor de cebada y a un tipo de interés mensual del 10%, es decir, le presta 10
onzas de oro hoy y el productor de cebada le tiene que devolver 11 onzas de oro al cabo de un mes,
imaginemos que el productor de trigo le ofrece el siguiente trato al productor de cebada. Te presto
20 onzas de oro hoy, o equivalentes a 20 onzas de oro, luego lo veremos, te presto 20 onzas de oro
hoy a cambio de que dentro de dos meses me devuelvas 23 onzas de oro. Es decir, que el productor de
trigo le presta más capital al productor de cebada y a un coste financiero más bajo, porque hemos pasado
de un tipo de interés mensual del 10% a un tipo de interés cada dos meses del 15%, lo cual significa
que aproximadamente, en términos mensuales, hemos pasado de un tipo de interés del 10% a uno, ya
digo, aproximadamente del 7,5%. Pues bien, al productor de cebada tal vez le interese esta operación
financiera. Pide prestadas 20 onzas de oro durante dos meses y, en tal caso, puede dedicar dos meses
sin interrumpidos a producir cebada. Y si en esos dos meses de inversión, en esos dos meses en los que
está produciendo cebada es capaz de producir al menos 23 toneladas de cebada, pues entonces le
interesará la operación. Es decir, que le pedirá prestadas al productor de trigo 20 onzas de oro
comprometiéndose a devolverle 23 al cabo de dos meses. ¿Dónde está, sin embargo, aquí el problema?
Pues según la perspectiva que adoptemos sobre la causa del ciclo económico, detectaremos el problema
en un lado o en otro. Los defensores del coeficiente de caja del 100%, ¿dónde detectarán el problema? Pues
en algo así como que el productor de trigo tendrá que imprimir dinero de la nada. Porque después de
haber pagado las 90 onzas de oro para comprar las 90 toneladas de cebada en el presente, no dispone de
20 onzas de oro que pueda prestar dentro de sus saldos de tesorería. Pues bien, imaginemos que para
prestarle 20 onzas de oro, lo que hace el productor de trigo es imprimir, es crear unos papelitos donde
escribe, prometo pagar a la vista a su tenedor 10 onzas de oro. Es decir, que el productor de trigo
emite un pasivo a la vista no respaldado por onzas de oro. Cuando emite ese pasivo a la vista,
el productor de trigo no tiene onzas de oro detrás. Pues bien, eso sería un medio fiduciario para los
defensores del coeficiente de caja del 100%. Y el problema estaría en que al prestar ese medio
fiduciario al productor de cebada, el productor de cebada cree que dispone de más ahorro real,
de más financiación real de la que en realidad existe en la economía, y eso le llevará a tomar
malas decisiones de inversión. Por ejemplo, si el productor de cebada tiene que consumir 10 toneladas
de trigo al mes para sobrevivir y para poder seguir produciendo, durante el primer mes, ¿qué hará el
productor de cebada? Pues le comprará las 10 toneladas de trigo que sí tiene el productor de trigo,
las consumirá y continuará con su inversión de dos meses, que si la completara al cabo de dos meses,
terminaría arrojando 23 toneladas de cebada. ¿Cuál es el problema? Que cuando comience el segundo mes,
al cabo del cual completaría la inversión de 23 toneladas de cebada, cuando comience el segundo
mes y el productor de cebada necesite comprar 10 toneladas de trigo para alimentarse y poder
seguir trabajando, esas 10 toneladas de trigo no existen, porque en la economía sólo había 100,
no 110. Y por tanto, como el productor de cebada no podrá comprar toneladas de trigo porque no existen,
tendrá que abandonar precipitadamente su inversión de producción de cebada a un plazo de dos meses,
tendrá que liquidarla y no se terminará produciendo la cebada, las 23 toneladas de cebada,
al cabo de dos meses. Pues bien, este ejemplo describiría el típico ciclo económico austríaco
desde la perspectiva de los defensores del coeficiente de caja del 100%. ¿Pero por qué creo
que la explicación sobre el origen de esta crisis económica es una explicación errónea? Pues porque
lo que origina esta crisis económica no es que el productor de trigo no disponga de onzas de oro
cuando emite los pasivos a la vista pagaderos en oro. Lo que origina la crisis es que no disponga,
digámoslo así, de bienes presentes suficientes, de trigo presente suficiente para respaldar el valor
monetario, la capacidad de repago de esas promesas de pago, de esos pasivos a la vista que ha emitido.
O por decirlo de otra manera, el problema no es que imprima dinero de la nada. El problema es que
imprime o pretende imprimir ahorro de la nada. Porque creo que todos estaremos de acuerdo en que
el productor de trigo puede ahorrar en activos distintos al oro. Si el productor de trigo tiene
trigo que no consume, eso también es ahorro. Y la teoría austríaca del ciclo económico,
quiero recordarlo ahora, es una teoría que expresa un desequilibrio entre ahorro e inversión,
no entre dinero e inversión. Y esto lo podemos ver con muchísima claridad modificando ligeramente
el ejemplo anterior. Imaginemos que el productor de trigo tiene 110 toneladas de trigo y 100 onzas
de oro. Y el productor de cebada tiene 90 toneladas de cebada. El productor de trigo le entrega 90 onzas
de oro a cambio de las 90 toneladas de cebada. Y lo que también hace a continuación es extenderle
un préstamo al productor de cebada de 20 onzas de oro. ¿Cómo le extiende ese préstamo si no tiene
20 onzas de oro? Solo le quedan en balance 10 onzas de oro. Pues lo que puede hacer el productor de
trigo es prestarle 10 onzas de oro y, como hemos visto antes, emitir, crear una promesa de pago a la
vista de 10 onzas de oro. Y es esa promesa de 10 onzas de oro la que le presta al productor de
cebada. Es ese medio fiduciario con un valor de 10 onzas de oro no respaldado por reservas de oro
al 100%. Es ese medio fiduciario el que le presta al productor de cebada. Pues bien, en este caso,
donde también se han creado mediante reserva fraccionaria medios fiduciarios, ¿habrá un ciclo
económico como hemos descrito antes? No lo habrá en absoluto, porque el productor de cebada hará lo
siguiente. Durante el primer mes utilizará, por ejemplo, las 10 onzas de oro para comprar 10 toneladas
de trigo. Las consumirá y completará los trabajos del primer mes. Y cuando comience el segundo mes,
lo que hará es utilizar los medios fiduciarios, los pasivos a la vista del productor de trigo,
para comprar las otras 10 toneladas de trigo que sí existen en la economía, que sí están en el activo
del productor de trigo. Y comprando esas 10 toneladas de trigo, el productor de cebada podrá completar su
inversión de dos meses, podrá producir 23 toneladas de cebada al cabo de dos meses, y por tanto,
podrá amortizar su deuda de 23 onzas de oro con el productor de trigo. Y démonos cuenta de que este
ejemplo sería exactamente válido en la misma medida si en lugar de emitir medios fiduciarios
pasivos a la vista pagaderos en oro por importe de 10 onzas de oro contra 10 toneladas de trigo,
hubiesen emitido medios fiduciarios por importe de 500 onzas de oro contra 500 toneladas de trigo.
Lo mismo da. La parte crucial de este ejemplo, y es aquello que me temo que no entienden bien los
defensores de caja del 100%, es que cuando el productor de trigo emite un pasivo de 10 onzas
de oro respaldado por 10 toneladas de trigo que tienen un valor de mercado de 10 onzas de oro,
ese medio fiduciario, ese pasivo financiero a la vista, está perfectamente respaldado por ahorro.
El único ahorro posible que puede respaldar un medio fiduciario, un pasivo financiero a la vista,
no es sólo el oro contante y sonante, también son los bienes presentes, por ejemplo, el trigo,
que tenga un valor realizable en el mercado equivalente al del oro. Porque cuando el productor
de trigo mantiene esas 10 toneladas de trigo en su balance, cuando no las está consumiendo,
pudiendo consumirlas, las está ahorrando. Y ese ahorro del productor de trigo canalizado a través
del préstamo de medios fiduciarios es lo que le permite al productor de cebada completar su inversión.
Aquí tenemos banca con reserva fraccionaria que no genera ciclo económico. Se han completado
intercambios intratemporales e intertemporales a través de la creación de medios fiduciarios sin
ningún tipo de descoordinación y que han sido mutuamente ventajosos para el productor de trigo
y para el productor de cebada. Pero cuidado, ¿por qué no genera ciclo económico? Porque no existe
descalce de plazos. Porque el plazo al que está dispuesto a ahorrar el productor de trigo coincide
con el plazo al que invierte el productor de cebada. El productor de trigo está dispuesto a no
consumir ni trigo ni cebada durante dos meses y eso habilita al productor de cebada a producir la
cebada durante dos meses. Por ejemplo, si el productor de trigo, 15 días después de haber emitido
los medios fiduciarios, autoconsumiera las 10 toneladas de trigo, cuyo valor monetario está
respaldando la capacidad de repago de los pasivos a la vista, pagaderos en oro, que ha emitido ese
productor de trigo, pues entonces sí que tendríamos un ciclo económico austríaco. ¿Por qué? Pues porque
el productor de trigo no estaba dispuesto a ahorrar a más de 15 días. Y en cambio, la inversión del
productor de cebada, que está siendo financiada por el ahorro ya inexistente del productor de trigo,
es una inversión a dos meses. Como existe un desajuste intertemporal, un desequilibrio
intertemporal entre el plazo de la inversión, dos meses, y el plazo del ahorro, 15 días, ahí sí existe
un ciclo económico austríaco. Pero eso no se explica por la reserva fraccionaria, se explica por el
descalce de plazos y por el deterioro de la liquidez de los pasivos a la vista emitidos por el productor de
trigo. Porque ese productor de trigo ha perdido la capacidad para amortizar esos pasivos a la vista
en tanto en cuanto ha autoconsumido aquellos activos que respaldaban ese repago. Y los ha autoconsumido
porque no quiere ahorrar durante dos meses hasta que la cebada esté finalmente producida.
En definitiva, acabamos de comprobar con un ejemplo muy sencillo que la creación de medios fiduciarios,
de sustitutos monetarios no respaldados al 100% en oro, no genera necesariamente un ciclo económico.
Y, por cierto, el ciclo económico se podría haber generado exactamente igual en presencia de un
coeficiente de caja del 100%. Si el productor de cebada recibe un préstamo a un mes e invierte a
dos meses, aunque ese préstamo haya sido en oro contante y sonante, sin ningún tipo de creación de
medios fiduciarios, habrá un ciclo económico austríaco, habrá un desajuste entre ahorro e inversión.
Pero bueno, lo que sí podríamos plantearnos es ¿y para qué emitir medios fiduciarios? Aunque los
medios fiduciarios no generen necesariamente ciclo económico, ¿qué función, en el ejemplo anterior,
desempeña la emisión de 10 onzas de oro en medios fiduciarios? Pues desempeña la función de evitar la
deflación. Si el productor de trigo dispone de 110 toneladas de trigo y el productor de cebada dispone
hoy de 90 toneladas de trigo y al cabo de dos meses, si completa la inversión, dispone de 23 toneladas de
trigo, ¿a qué precios articulamos esos intercambios? Ya hemos visto que emitiendo medios fiduciarios,
sustitutos monetarios no respaldados al 100% por dinero, podemos efectuar todas estas transacciones a
un precio de una tonelada de trigo, una onza de oro, una tonelada de cebada, una onza de oro,
que es el mismo precio entre el trigo y el oro y entre la cebada y el oro y, por tanto, entre el
trigo y la cebada, que existía cuando en lugar de prestar 20 onzas de oro a dos meses, prestábamos 10
onzas de oro a un mes. Y, por tanto, cuando en lugar de invertir a dos meses, invertíamos a un mes. Y es que
si la utilidad marginal del oro, del trigo y de la cebada no han cambiado, no hay razón para que
cambien los precios de cada uno de estos bienes entre sí. Pero claro, si no podemos emitir medios
fiduciarios, sí o sí habrá que rebajar los precios. Si al no emitir sustitutos monetarios, la demanda de
oro, por ejemplo, para hacer un préstamo, supera la oferta de oro y de sustitutos del oro, entonces el
oro se volverá más valioso y los precios del resto de mercancías en términos de oro deberán
ajustarse a la baja. Si existen 110 toneladas de trigo, 90 toneladas de cebada y 100 onzas de oro,
y hay que prestarle al productor de cebada una cantidad de dinero, que sólo puede ser el oro,
con poder adquisitivo suficiente como para comprar a lo largo de los próximos dos meses 20 toneladas de
trigo, entonces tanto los precios del trigo como los precios de la cebada deberán reducirse en
términos de oro. Si el precio de la tonelada de trigo y el precio de la tonelada de cebada bajan
de una onza de oro por tonelada de trigo y por tonelada de cebada a aproximadamente 0,9 onzas de
oro por tonelada de trigo y por tonelada de cebada, podremos articular la misma operación que antes sin
necesidad de crear medios fiduciarios. El productor de trigo le compra las 90 toneladas de cebada al
productor de cebada a cambio de 81,8 onzas de oro y le presta 18,2 onzas de oro a dos meses al
productor de cebada. Y con esas 18,2 onzas de oro que ha recibido prestadas, el productor de cebada puede
comprar las 20 toneladas de trigo que posee el productor de trigo. Y al cabo de dos meses, el
productor de cebada deberá devolver esas 18,2 onzas de oro más un tipo de interés del 15%. Es decir,
deberá devolver 20,9 onzas de oro, que es el precio que tendrán en ese momento las 23 toneladas
de cebada que habrá producido al cabo de dos meses. Por tanto, la misma operación que antes se puede
articular sin necesidad de emitir medios fiduciarios. Pero para poderla articular sin emitir medios
fiduciarios, hay que forzar que los precios del trigo y de la cebada se reduzcan en términos de
oro porque el oro se vuelve relativamente más escaso y por tanto más valioso frente al trigo y frente a la
cebada. Y como ya explicamos en vídeos anteriores, esta deflación generalizada como consecuencia de una
mayor demanda de dinero, no como consecuencia de una mayor productividad y por tanto de un menor
coste unitario de cada bien, sino de una mayor demanda de dinero, puede generar distorsiones.
Porque si el precio del trigo no es tan flexible a la baja como el precio de la cebada, o el precio
de los factores productivos empleados para producir trigo o cebada, lo que tendremos es un cambio en los
precios relativos entre el trigo y la cebada sin que relativa del trigo y de la cebada haya cambiado.
Es decir, lo que tendremos serán distorsiones en la estructura productiva. Hemos empezado este
artículo diciendo que la emisión de medios fiduciarios generaba una distorsión en la
estructura productiva y la paradoja es que la no emisión de medios fiduciarios y por tanto abocar a la
economía a una deflación generalizada como consecuencia del aumento de la demanda de dinero
puede ser la que aboque a la economía a una distorsión en la estructura productiva. Porque
si los precios relativos del trigo y de la cebada cambian sin que hayan cambiado sus utilidades
marginales relativas simplemente porque el precio del trigo y de la cebada no se ajustan a la baja al
mismo ritmo, entonces tenemos distorsiones en la estructura productiva como consecuencia de no haber
estabilizado el valor del dinero creando medios fiduciarios porque para esto sirve la creación
de pasivos a la vista pagaderos en oro o de sustitutos monetarios. Para abastecer con mayor
oferta de dinero o de sustitutos del dinero la mayor demanda de dinero y por tanto para evitar
que el dinero se revalorice frente al resto de bienes abocando al resto de bienes a una deflación
en términos absolutos que puede generar distorsiones en los precios relativos. Emitiendo medios
fiduciarios, sustitutos monetarios no respaldados al 100% por dinero ya hemos visto que se puede
articular esta misma operación a un precio estable entre el oro y el trigo y la cebada
de una onza de oro y a su vez sin generar ciclo económico. Por tanto evitamos el desequilibrio
monetario y los desequilibrios que éste puede generar en la economía sin necesidad de generar
ningún ciclo económico. Al contrario, evitando distorsiones en la estructura productiva derivados
del desequilibrio monetario. Por tanto, mucho me temo que en este caso no soy yo quien no
está entendiendo y quien no está teniendo en cuenta la teoría austríaca del ciclo económico,
lo que esta teoría realmente significa e implica, sino en este caso quienes no lo están teniendo
en cuenta son los defensores del coeficiente de caja del 100% y más en particular en este
artículo el profesor Philip Agus.