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El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, marca en público cuál ha de ser la hoja
de ruta de la izquierda nacional ante el amago de dimisión de Pedro Sánchez. Controlar la justicia
y controlar los medios de comunicación. Veámoslo.
¿Por qué Pedro Sánchez amaga con dimitir como presidente del Gobierno? Pues desde luego no
estamos en su cabeza, pero una de las conjeturas que hemos expuesto en el vídeo que hoy hemos
dedicado a analizar esta cuestión es que se trate de un autogolpe político a través de la
autovictimización. Es decir, que Pedro Sánchez amague con dimitir para conseguir un apoyo cerrado
de los suyos ante la ofensiva que acaso esté planeando emprender contra los pesos y contrapesos
que existen dentro y fuera del Estado a su poder político. Y sí, desde luego que Pedro Sánchez
en estos momentos esté planeando asaltar otros pesos y contrapesos frente a su poder político,
como pueda ser el Poder Judicial o como puedan ser ciertos medios de comunicación, no deja de ser una
conjetura que podría no tener absolutamente ninguna base. Quizá Pedro Sánchez termine dimitiendo por
otros motivos o no termine dimitiendo pero no busque, no tenga en mente ahora mismo asaltar los
tribunales y los medios de comunicación. Sin embargo, aun cuando ese no fuera el caso específico de Pedro
Sánchez, la carta que publicó ayer el todavía presidente del Gobierno sí ha generado el efecto
en gran parte de la izquierda nacional de reclamar una regeneración institucional que pase porque el
poder político, porque el Gobierno asalte, conquiste, controle los medios de comunicación no alineados y los
jueces no obedientes. Y repito, no sé si específicamente Pedro Sánchez tiene ahora mismo en la cabeza,
entre sus planes, este asalto a los medios de comunicación y a los tribunales. Pero sí es
evidente, a tenor de las opiniones, de los pronunciamientos que hemos venido leyendo desde
ayer entre la izquierda política y mediática, sí es evidente que esa izquierda política y mediática
profundamente indignada por la carta de Pedro Sánchez está reclamándole a él o a quien le suceda
que tome el control de una vez de los tribunales y de los medios de comunicación no alineados.
Quien mejor ha sintetizado esta postura es Laura Arroyo, de Canal Red, el medio de comunicación de
Pablo Iglesias. Y, por tanto, esta también es la tesis de Pablo Iglesias. Escuchemos lo que solicitaba,
lo que reclamaba, lo que exigía hoy Laura Arroyo desde RTVE española.
No desde Canal Red, sino desde la tele de todos.
Pedro Sánchez tiene la responsabilidad de actuar. Actuar. Y yo creo que la solidaridad política de hoy,
que está viendo, tiene que traducirse en hechos concretos, no solo en una carta. Y hay muchos
hechos concretos que él podría hacer desde la presidencia, anunciarlos este lunes y hacerlos
de verdad. Empezar por tocar ese poder judicial, que ya estuvo bien cinco años de bloqueo por ese
grupo que él dice que tiene una orquesta de acoso y derribo, pues muy bien, porque sigue
negociando con ellos el desbloqueo del Consejo General del Poder Judicial. Y, en segundo lugar,
hablar de la intervención directa de medios que no son medios, de periodistas que no son
periodistas, sino corruptos del periodismo, y ver qué es lo que hay que hacer para que
dejen de ejercer de cloacas mediáticas. Porque el loafer no existe sin esos periodistas
corruptos y tampoco sin los miembros de la clase política que se quedan calladitos y quedan
en la espalda cuando le están haciendo ese loafer a pienso muchísima gente, desde Mónica
Oltra, Isa Serra, Irene Montero, Pablo Iglesias, Vicky Rosel, Alberto Rodríguez. Tenemos tantos
nombres que me parece también un poco de vergüenza que pensemos que el loafer empezó
el 23 de julio, que el único que ha sufrido el loafer es Pedro Sánchez y su esposa, porque
en este país, lamentablemente, hay precedentes y entonces hay que actuar inmediatamente.
¿Ya han escuchado? Asaltar el Consejo General del Poder Judicial y censurar a aquellos medios
de comunicación que no estén alineados con el Gobierno de Progreso, PSOE, Sumar, Podemos.
Hay que decir, por cierto, que el caso de Begoña Gómez no tiene absolutamente nada que ver con
la renovación o no renovación del Consejo General del Poder Judicial, porque las diligencias
previas las ha iniciado un juzgado de instrucción de Madrid que no se vería afectado en caso de
que se renueve el Consejo General del Poder Judicial. Por tanto, cuando se llama a renovar
el Consejo General del Poder Judicial, no sólo se está llamando a renovarlo, también se está
llamando a que el Poder Ejecutivo empiece a ejercer un control mucho más amplio sobre
todos los estamentos judiciales. Porque, repito, renovando el Consejo General del Poder Judicial
no evitas, para bien o para mal, pero no evitas lo que hizo ayer el juzgado de instrucción
número 41 de Madrid con la esposa del presidente del Gobierno. Renovándolo, podrá seguir haciéndolo
en el futuro. Por tanto, aún bajo el supuesto de que lo que hizo ayer el juzgado de instrucción
número 41 de Madrid fuera lofer y estuviese muy mal hecho, la renovación del Consejo General
del Poder Judicial no tiene nada que ver. Ni ayuda ni dificulta nada. Y si no lo hace,
cuando se apela a la renovación del Consejo General del Poder Judicial a raíz de este
caso, en realidad lo que se está reclamando es un asalto generalizado sobre los tribunales.
Y no pensemos que esta es una opinión minoritaria de lo que algunos han llamado el búnker de
Podemos en Canal Red. Si uno lee a los principales voceros mediáticos de la izquierda, encontrará
reflejada esta misma opinión. Y no solo eso. Hoy mismo, por la mañana, el expresidente del
Gobierno del Partido Socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, ha estado en la cadena SER y,
desde allí, ha instado a una regeneración democrática de España, a raíz de esta carta
de Pedro Sánchez en la que amaga con dimitir, y también de una reforma del sistema judicial
para que estas cosas no puedan volver a suceder. En primer lugar, Zapatero celebra que Pedro Sánchez
haya hecho pública su reflexión sobre que está pensando en dimitir debido a los ataques
judiciales y mediáticos a su esposa, porque eso nos permite abrir socialmente un debate
sobre los límites del odio.
Me parece bien interesante que esta reflexión, que quizá todos los presidentes en algún momento
la hemos hecho en privado, en la intimidad, la haya hecho pública. Me parece bien interesante
para nuestra democracia. Que en estos días, hasta el lunes, tengamos un debate público
sobre los límites del odio, sobre la necesidad de que la democracia del respeto se imponga
a la democracia del odio. Que la democracia del respeto se imponga
a la democracia del odio. Ahora mismo vivimos instalados en la democracia del odio y, por
tanto, hay que regenerar, hay que reformular la actual democracia para convertirla en una
democracia del respeto. Y eso es lo que defiende Zapatero, una regeneración democrática
de España, a raíz de que Pedro Sánchez haya amagado con dimitir porque dice sentirse
muy presionado por los medios de comunicación y por un juzgado de instrucción.
Y hacer de esta reflexión que nos ha promovido el presidente del gobierno, Pedro Sánchez,
un acto de reafirmación democrática, serena, pero de reafirmación democrática. Este país
merece la pena con una democracia que se quiera más a sí mismo. Y tenemos que hacerlo
así. Yo no tengo ninguna expectativa en que el PP haga una reflexión autocrítica. No
la tengo. Pero al menos sí tengo esperanza en que muchos demócratas de este país, en
favor de esos grandes principios, la hagan, esa reflexión y se movilicen.
Es decir, que Zapatero reclama una gran movilización social en apoyo a Pedro Sánchez y en apoyo a la
necesidad de que Pedro Sánchez reafirme y regenere la democracia española.
Yo digo desde aquí hay que comprender y respetar al presidente, pero a los compañeros, a las
compañeras, a los simpatizantes, a los simpatizantes les pido que se movilicen en favor de la democracia
del respeto, en favor de la justicia y en favor de la tarea de Pedro Sánchez. Hay que
apoyarle, arroparle. Cada uno puede hacerlo de diversa manera. Vale un tuit, vale ir a la
agrupación, vale una carta, vale expresarse, pero reaccionemos ante la insidia con el coraje
democrático y no con el desistimiento. Ahora bien, movilización social en apoyo a Sánchez
y coraje democrático, ¿para qué? Pues entre otras cosas para reformar la justicia. No para
renovar meramente el Consejo General del Poder Judicial, sino para reformar todo el sistema
judicial y, por tanto, controlarlo desde la política.
Nosotros tenemos una democracia constitucional donde la independencia del Poder Judicial está
absolutamente garantizada. Pero es verdad que todo sistema es perfeccionable y seguramente
tendremos que tener algún debate sobre nuestro esquema de funcionamiento. Desde luego imprescindible
que la instrucción pase a la fiscalía, imprescindible no ceder ante el debate y el chantaje de la
derecha sobre la elección del gobierno de los jueces. Eso me parece fundamental que el
gobierno de los jueces, como el gobierno de todas las instituciones de este país, emanen
en última instancia del Parlamento. No es que los jueces elijan a los jueces. No, no, no, no. Es que los jueces
les gobiernan los mismos jueces. No. Como los médicos no les gobiernan los médicos. En una democracia.
Esto es una red pública. No una república. Pero una red pública sí. Y, por tanto, claro, esto es un factor
fundamental porque es verdad que en todos los países del mundo las fuerzas conservadoras pues tienen en la
justicia muchas veces uno de sus elementos de atracción para intentar frenar reformas. Y es verdad
que en las últimas semanas y meses, como consecuencia de la ley de amnistía, hemos visto actitudes y
respuestas que merecen un debate democrático. Lo merecerán, sin duda alguna, sobre nuestro sistema.
¿Por qué? Porque la democracia es el imperio de la ley. Es el imperio de la ley. Que obliga a funcionarios,
a gobernantes, a jueces y a todos. La ley. Con un único límite. La constitucionalidad de la ley.
Con una evidencia. Que solo hay un tribunal que dice cuando una ley es constitucional.
Bueno, pues esto, reafirmar esto va a ser muy importante.
Que la instrucción pase a la fiscalía. ¿Y la fiscalía de quién depende?
Es que, ¿la fiscalía de quién depende?
¿De quién depende?
Sí, sí. ¿Del gobierno? Pues ya está.
Que el Consejo General del Poder Judicial sea escogido por políticos. Y ya no por un consenso
entre las distintas fuerzas políticas, sino llegado el caso únicamente por los partidos
que conforman el bloque de la investidura. Y, por último, que la democracia es el imperio
de la ley. La ley entendida como mandato arbitrario que emite el Parlamento, ahora mismo controlado
por el bloque de investidura, y que sí, ha de ser interpretada por un tribunal constitucional
que también está acopado por miembros escogidos por el actual gobierno. Por tanto, lo que pretende
conseguir Zapatero es un control mucho más integral del tercer poder del Estado, del
Poder Judicial, a través del Ejecutivo.
En definitiva, esta es la hoja de ruta que ahora mismo defiende gran parte de la izquierda
nacional y que ha sido activada por la carta en la que Pedro Sánchez amaga con dimitir.
No estoy diciendo necesariamente que Pedro Sánchez quisiera activar esta hoja de ruta a través
de su carta. Puede que sí, o puede que haya otros motivos detrás de la carta. Pero lo
que es incuestionable es que este plan de asalto a la justicia y de asalto en contra de los medios
de comunicación no alineados con el gobierno sí ha cobrado socialmente fuerza dentro de
la izquierda nacional a raíz del amago de dimisión, del amago de renuncia de Pedro Sánchez.
Por tanto, si Pedro Sánchez no dimite, es muy probable que Pedro Sánchez sea el brazo
ejecutor de esta hoja de ruta liberticida. Y si Pedro Sánchez finalmente dimite por otras
razones, aquellos que le sucedan tratarán de poner en marcha esta hoja de ruta para que
lo que le ha sucedido a Pedro Sánchez, que la presión mediática y la fiscalización judicial
no pueda volver a hacer mella en ningún presidente de izquierdas. Lo fundamental aquí no es si Pedro
Sánchez se va o si Pedro Sánchez se queda. Lo fundamental aquí es cuáles serán las consecuencias
para nuestro régimen de libertades de que Pedro Sánchez se vaya o se quede.