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La inflación en Venezuela está absolutamente disparada, alcanza cipras tan vertiginosas
como tasas de entre el 500 y el 1.000% de inflación anual. Esto se traduce además
en tipos de cambio verdaderamente delirantes frente al dólar o frente al euro, que en
el mercado negro se ubican en torno a 700 bolívares por cada euro. Dado además que el
billete de más alta denominación en Venezuela es de 100 bolívares, las dificultades simplemente
para realizar operaciones diarias son muy considerables. Quizás sea complicado hacerse una idea
con estas cifras de lo absurdo que se está convirtiendo en situación venezolana, de
manera que apenas dos imágenes bastarán para acreditar que la inflación está dificultando
muy seriamente la vida más cotidiana de los venezolanos. Primera imagen, aquí tenemos
el equivalente a 150 euros. Todos estos bajos de billetes de bolívares son el equivalente
a 150 euros, lo que en Europa podemos llevar con apenas dos billetes, en Venezuela implica
toda esta cantidad en gente de billetes. Pero si estos son 150 euros, el equivalente a
150 euros, esto es el equivalente a 1.000 euros. Por tanto imaginémonos qué hay que
hacer para efectuar pagos no excesivamente grandes en Venezuela, prácticamente hay que
ir con la carretilla para cargar con todo este efectivo contra esta cantidad ingente
de efectivo. Claro que, visto esta sobreabundancia absoluta, sobreabundancia de billetes, uno
podría pensar que en Venezuela nada en la abundancia de estos billetes, que todas
las familias cuentan con cantidades ingentes de ellos y que el último de los problemas
de los venezolanos es que les falte el acceso al efectivo. Sin embargo, estamos empezando
a leer estos días que los bancos venezolanos están restringiendo la retirada de efectivo
porque hay carretilla de billetes, porque hay insubstituencia de billetes. Y esto, claro,
parece una paradoja, como es posible que haya tal cantidad astronómica de billetes
de bolívar y, en cambio, la gente no consiga acceder a los bolívares que necesita para
efectuar sus transacciones, sus compras diarias. La explicación, aunque pueda parecer paradofica,
es una regularidad económica bastante asentada en todas las inflaciones elevadas o en todas
las hiperinflaciones. Pensemos un momento para qué quiere la gente del dinero. La gente
vende cosas para cobrar el dinero. ¿Y qué quiere hacer con ese dinero que recibe la gente
una vez vende parte de sus propiedades, de sus mercancías? Pues so bien. Quiere gastar
ese dinero de inmediato para comprar otras cosas. Yo vengo de televisores, necesito
ropa, necesito comida. Pues parte del dinero ingresado vendiendo televisores lo reciclo,
lo destino a comprar comida, a comprar ropa. Pero hay otra parte de los ingresos que tenemos
por producir para el mercado que no queremos gastar inmediato. Es una parte del dinero
que queremos destinar a compras culturas, no a compras inmediatas. Esto, cuando la moneda
es sana, cuando no hay inflación, cuando los gobiernos no se cargan el dinero, la unidad
monetaria de un país se puede articular simplemente. Me guardo el dinero debajo del colchón,
seguro instrumentos activos de renta, fija, bastante seguros, que me paguen tipos de
interés bajos y al menos rentabilizo un poco ese ahorro. Pero ¿qué sucede cuando la inflación
es desbocada? Por ejemplo, si en Venezuela hay una inflación del 1000% anual, eso implica
que cada año los precios se multiplican por más de 10. Por tanto, si yo tengo 1000 bolívares
al cabo de un año, esos 1000 bolívares tendrán un valor inferior a 100 bolívares hoy. Es
una operación clarísimamente ruinosa. Por tanto, guardamos bolívares o atesuar bolívares
o invertirlos en instrumentos de renta fija, que nos prometan devolvernos dentro de un año,
dentro de dos, dentro de tres, la misma cantidad de bolívares que les hemos prestado. Por
tanto, en toda inflación alta suceden dos fenómenos, o la gente compra activos financieros
o reales en los que guardar el dinero que han cobrado o directamente dejan de vender.
Imaginémonos un ganadero que tiene una gran cantidad de gallinas, pues parte de los huevos
que probablemente produzca ese ganadero, dejará de venderlos al mercado y pasará a utilizarlos
para el autoconsumo. ¿Por qué? Porque es un problema muy serio para este ganadero llevar
producción al mercado, vender productos al mercado y cobrar en un dinero que está perdiendo
valor apeleradamente cada minuto. Es mucho mejor para él quedarse con su propia producción
que intercambiarla por un activo que se deprecia a pasos agigantados. Esa es una posibilidad,
en las hiperinflaciones la división del trabajo se rompe, la gente ya no quiere producir para
otras personas, ya no quiere vender al mercado, sino que produce para sí misma, porque el
medio de intercambio que en grasa o artícula, ese conjunto de intercambios en el mercado
es quema en las manos. Es un elemento contaminante del que todo es una patata caliente del que
todo el mundo intenta huir y la forma más fácil de huir es no vendiendo cosas a cambio
de dinero. Pero hay otra posibilidad, la posibilidad es que efectivamente las personas
sí vendan su producción al mercado, por un lado para conseguir la cantidad de dinero
que necesitan para realizar compras inmediatas, porque si yo vendo algo e inmediatamente compro
lo que yo necesito, el margen para perder valor del dinero es muy escaso, o para aquellas
compras que quiero realizar a más largo plazo, por ejemplo, yo quiero una cantidad de dinero
para dentro de 6 meses comprarme un televiso. Lo que puedo hacer es vender hoy mi producción
por el poder adquisitivo del dinero que creo que tendrá este dentro de 6 meses, por ejemplo
si dentro de 6 meses mi producción, espero que se haya multiplicado por 10 de precio debido
a la alta inflación lo que hago es vender mis productos hoy 10 veces más caros de
lo que los vendería hoy para protegerme frente a la depreciación del dinero que tendrá
lugar durante los próximos 6 meses. Por tanto, en las hiperinflaciones todos los comerciantes
tienen obviamente el incentivo a incorporar al precio de sus productos lo que se llama
prima de inflación, prima de inflación esperada. Y claro, como las expectativas en una hiperinflación
son a que los precios sigan subiendo disparatadamente en el futuro, las primas de inflación suelen
ser muy muy muy considerables. Con lo cual, y aquí nos encontramos la paradoja de que
en una hiperinflación mientras el gobierno está imprimiendo masivamente cantidades
de dinero, falta dinero para, falta efectivo para hacer compras diarias más simples. Como
todos los comerciantes se protegen frente a la inflación esperada anticipando las subidas
de los precios lo que provocan es que hoy el nivel de precios sea mucho más alto que
aquel efectivo que verdaderamente existe hoy. Imaginemos que para comprar el pan yo tengo
que gastar hoy 1.000 bolívares y lo que tengo hoy son 1.000 bolívares. Si el panadero se
protege frente a la inflación que espera multiplicando el precio del pan por 10, por
ejemplo a 10.000 bolívares, yo tengo solo 1.000 bolívares, no puedo comprar el pan.
De hecho, aunque me multipliquen por 10 el sueldo, puedo, puede ser que a mi me reconozcan
el derecho a cobrar 10.000 bolívares como salario, pero podría darse la circunstancia
de que ni siquiera existan físicamente los billetes de bolívares para pagarme inefectivo,
otra cosa es en la cuenta corriente, pero inefectivo los 10.000 bolívares. Es decir,
los precios en una hiperinflación suben más rápido del ritmo al que el gobierno es capaz
de imprimir físicamente los billetes. Y por eso, aunque en los bancos, si haya cuentas
corrientes que se estén multiplicando por la inflación, porque a un trabajador le pueden
aumentar el sueldo por 10, si la inflación se multiplica los precios por 10, eso no significa
que la cantidad, la disponibilidad real de billetes se haya multiplicado por 10, porque
esos billetes hay que fabricarlos físicamente y el gobierno puede no tener suficientes imprentes
para imprimir lo suficientemente rápido de todos esos billetes. Y por eso hay un corralito
en los bancos, porque la gente tiene derecho a cobrar una cantidad física en efectivo
de bolívares que no existe porque el gobierno todavía no ha tenido tiempo a imprimir. Y
ese es el motivo que, por el que en las hiperinflaciones también en Venezuela, aunque el gobierno multiplica
la cantidad de billetes, falta efectivo para realizar las compras y las transacciones
más simples. El motivo, por tanto, no es que el gobierno de Venezuela no haya impreso
demasiado los suficientes billetes, es que ha impreso demasiados billetes y sobre todo
que se espera que se van a imprimir muchos más. Y para protegerse frente a la inflación
que se derivará de esa sobreimpresión cultura de billetes, hoy los comerciantes aumentan
defensivamente los precios y lo que hacen es que no haya suficientemente efectivo hoy
para poder vender todos los productos que están ofreciendo a la venta o incluso para
poder convertir todas las cuentas corrientes de los bancos o una parte sustancial de las
mismas en efectivo. Por tanto, los problemas de Venezuela derivan estrictamente de la hiperinflación
y la hiperinflación derivan estrictamente del caos monetario en el que ha subido el
gobierno de Venezuela a su ciudadanía y a su economía.