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Desastre ecológico. Repsol vierte 6.000 barriles de petróleo en la costa de Perú.
¿Quién tiene la culpa? ¿Quién es el responsable? ¿Quién tiene que pagar? Veámoslo.
15 de enero de 2022. Erucción volcánica en Tonga, en el Pacífico Sur.
Y a continuación, claro, un tsunami que recorre el Pacífico.
Horas después el petrolero maredor y me intenta descargar el crudo que porta a la
refinería de la Pampilla, refinería operada por Repsol en el poblado peruano de la ventanilla.
Por causas todavía no esclarecidas, pero probablemente relacionadas con el violento
oleaje que se desata a raíz de la erupción volcánica en Tonga, se rompe la conexión
entre el petrolero y la refinería y se vierten el equivalente a 6.000 barriles de petróleo
en la costa peruana. Las imágenes del desastre ecológico sobre la fauna y sobre las playas
y sobre las áreas protegidas hablan por sí solas.
Desde entonces, diversas personalidades dentro y fuera del Perú han reclamado a Repsol que
asuma sus responsabilidades en este vertido y, por tanto, en este desastre ecológico.
De manera muy significativa, el propio presidente de Perú, Pedro Castillo, ha exigido que se
asuman ya esas responsabilidades. La negligencia de la compañía española podría extenderse
a diversos ámbitos, desde no haber suspendido la entrega a la descarga de petróleo después
de la erupción volcánica en Tonga y el consecuente riesgo de tsunami y el consecuente oleaje
violento a no haber actuado de manera rápida para acercar el vertido de petróleo y evitar
que este se siguiera extendiendo por todo el mar del callao.
Sin embargo, el presidente de Repsol, en Perú, niega cualquier culpabilidad de la compañía
en lo acaecido. La empresa no asume un error que haya cometido
desde el primer momento hasta el día ocho. Estamos asumiendo las consecuencias de este
desastre desde el primer día sin dudarlo y sin escatimar un dólar. Y en eso estamos
ocupados, sobre todo, lo que, si me pregunta, dice, oye, ¿por qué se ha producido el incidente
y no estoy hablando de responsabilidades, estoy hablando de causas? Yo le digo que el
incidente se produce, tengo la convicción. Obviamente eso lo digo yo, pero porque tenemos...
Es una versión de parte. No, pero porque tengo la convicción y porque
lo avalo con datos científicos que les he mostrado y que tenemos y que son de organismos
internacionales que no son nuestros. Entonces, esos datos científicos avalan que algo extraordinario
estaba pasando en las aguas del callao en aquel momento.
Por supuesto, en el futuro habrá que aclarar si Repsol realmente es culpable por negligencia
de lo acaecido y, por tanto, de los daños ecológicos y económicos que ha generado
este vertido de petróleo. Sin embargo, a efectos de responsabilizarse del daño generado,
de responsabilizarse y, por tanto, de tener la obligación de reparar el daño que ha
generado ese vertido de petróleo, la cuestión de la culpabilidad, la cuestión de si ha
existido o no ha existido negligencia no es la cuestión central. Si una persona consciente
o inconscientemente, diligente o negligentemente, genera un daño sobre terceros, debe reparar
ese daño sobre terceros. La actividad que muy legitimamente y también
muy lucrativamente desarrolla Repsol en Perú, el refino de petróleo, es una actividad que
comporta riesgos, riesgos que pueden ser muy bajos, riesgos que pueden ser incluso minúsculos
despreciables en la inmensa mayoría de casos, pero riesgos que están ahí, riesgos que
si se materializan en un siniestro generan daños sobre terceros.
Y quien tiene que asumir la obligación de reparar ese daño aún cuando ese daño no
derive de su negligencia es el sujeto, en este caso la compañía, que está desarrollando
actividades que objetivamente comportan un riesgo de ocasionar daños sobre terceros.
Repsol no está en Perú refinando petróleo porque le apunten con una pistola y no le
quede ninguna otra opción. Repsol está en Perú refinando petróleo porque quiere
estar en Perú refinando petróleo y lo quiere porque es una actividad legítima y rentable.
Y si tu voluntariamente desarrollas una serie de actividades que te convienen pero que comportan
un cierto riesgo para terceros, repito, tienes la obligación de reparar cualquier daño
que derive de que ese riesgo se haya materializado en un siniestro.
Y si no quieres asumir las responsabilidades que se derivan de las actividades peligrosas
que estás desarrollando, entonces deja de desarrollar esas actividades peligrosas.
En suma, no hace falta esclarecer ninguna responsabilidad subjetiva para que Repsol,
en Perú, se tenga que hacer cargo no solo de limpiar las playas, que en parte ya lo
está haciendo, sino también de indemnizar a todas las víctimas, por ejemplo, los pescadores
afectados de los quebrantos económicos que les ha ocasionado.
¿Acaso algunas personas no muy familiarizadas con el liberalismo les sorprenda esta postura
personal en contra de Repsol y a favor de que la compañía petrolera española indemnice
a los peruanos por los daños que ha experimentado?
Y si es así, si alguien se sorprende que un liberal adopte esta postura, permítanme
exponer dos razones por las cuales esta postura no atenta en absoluto contra el liberalismo.
Primero una razón ética, el liberalismo no es una filosofía política que anteponga
los intereses crematísticos de las empresas a los derechos de las personas, más bien
es al revés, el liberalismo es una filosofía política que defiende los derechos de los
individuos frente a cualquier otra consideración, incluyendo los intereses crematísticos de
las empresas.
El liberalismo defiende que los particulares y también las asociaciones de particulares
en forma de empresas puedan comerciar libremente siempre y cuando esa actividad comercial no
atente contra los derechos de las personas.
Los derechos individuales son los que habilitan a que una persona en el ejercicio de esos
derechos individuales pueda comerciar, pero a la vez esos derechos individuales también
marcan la frontera de los límites del comercio, no es legítimo desarrollar una actividad
económica que atente, que genere daño, contra terceros, contra los derechos individuales
de terceros.
Si el liberalismo es, vive y deja vivir, eso también supone que las empresas, viviendo,
no pueden aplastar la vida de otros, puedes hacer todo lo que quieras dentro de tu esfera
de libertad sin pisotear, sin dañar las esferas de libertad de terceros.
Y si en el uso de tu libertad dañas las esferas de libertad de terceros, tienes la obligación
de reparar ese daño que has generado, porque tu libertad va asociada a responsabilidad,
responsabilidad en el sentido de que eres responsable de los daños que se deriven de
tu actividad.
De hecho, en mi libro sobre los principios fundamentales del liberalismo, los diez, principios
básicos del orden político-liberal, el sexto, principio, es la reparación del daño causado.
Liberalismo no es carta blanca para que las empresas hagan lo que quieran, es carta blanca
para que todos los individuos, incluyendo las empresas, hagan lo que quieran siempre
que no pisoteen los derechos y las libertades de otras personas.
El sistema político que otorga carta blanca a las empresas, o mejor dicho, a algunas
empresas, a aquellas mejor conectadas políticamente, para que hagan lo que quieran, incluso pisoteando
los derechos y las libertades de terceros, no es el liberalismo.
Ese sistema político tiene otro nombre distinto, que se llama mercantilismo, y de hecho históricamente
el liberalismo surgió como reacción, como oposición contra el mercantilismo dominante.
Adam Smith escribe la riqueza de las naciones contra el sistema mercantil, contra el mercantilismo.
La riqueza de las naciones es una oposición frontal al mercantilismo, a lo que hoy podríamos
llamar capitalismo de amiguetes, cronismo, neocorporativismo, como lo queramos llamar
incluso neoliberalismo, pero eso no es liberalismo.
Y en segundo lugar, una razón de orden práctico.
Alguien podría pensar, este vertido de petróleo, este desastre natural, ha sucedido porque
Repsol es una empresa privada que únicamente busca maximizar beneficios, y precisamente
porque busca maximizar beneficios no invierte adecuadamente en seguridad, y si lo hubiese
hecho, si se preocupara más por el medio ambiente y por la seguridad de su actividad,
esto no habría sucedido.
El argumento podría tener alguna razón de ser en caso de que ahora que ha sucedido el
desastre, Repsol no cargue con todo el peso de la responsabilidad por el daño causado.
Si eso es así, si se responsabiliza a las empresas por el daño que genere objetivamente
su actividad, automáticamente las empresas ya pasan a estar incentivadas a invertir adecuadamente
en evitar este tipo de sucesos.
Pero aún así uno podría decir que una empresa pública, seguro, que invierte más en seguridad
porque al no buscar el ánimo de lucro, tenderá a minimizar el riesgo de que estos desastres
naturales sucedan.
¿Es así?
Pues no es así, y el contra ejemplo lo tenemos en el propio Perú.
Otros de esos derrames tienen un impacto ecológico limitado porque son derrames pequeños.
El último de hecho se produjo hace un par de días después del vertido de petróleo
de Repsol, pero otros de esos derrames tienen un impacto brutal.
Por ejemplo, en el año 2016 se produjeron 5 derrames de Petroperú por falta de mantenimiento
o de inversión en sus oleoductos, y sólo los dos primeros derrames vertieron 3000 barriles
de petróleo, la mitad de lo que ha vertido ahora Repsol en el mar del Perú.
¿Y cuál fue la consecuencia de estos derrames que son tremendamente habituales de Petroperú?
Pues sí, se les impuso una multa de varios millones de soles, pero estamos hablando
de una empresa estatal.
Las empresas estatales no tienen accionistas, por tanto, quien terminó pagando en última
instancia esa multa fueron los propios contribuyentes peruanos.
¿Es esto justo que las víctimas paguen las multas por el daño que esas víctimas han
sufrido?
En definitiva, liberalismo y libre mercado sí, pero cuando se generen daños sobre terceros,
esos daños sobre terceros hay que repararlos e indemnizarlos.
Y Repsol ha generado un daño sobre terceros, un enorme daño sobre terceros, y por tanto
tiene que pagar.